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(Reportaje) De la demonización al modelo circular del plástico
11 de febrero, (AméricaEconomía).-Tan ubicuo como el cambio climático, el problema ambiental que suponen los desechos plásticos se manifiesta en forma de islotes que interfieren con la vida marina, como en tierra firme con una peligrosa estela de contaminación. Pero el repudio indiscriminado del plástico ha comenzado a dar paso a un modelo circular, donde tres verbos son la base de un nuevo mantra global: reducir, reciclar y reutilizar
El empresario chileno Michel Compagnon le gusta iniciar sus presentaciones con un salto al pasado: a la felicidad que prometía para la gran clase media estadounidense la portada de la revista Life de agosto de 1955, donde una familia americana muestra las ventajas de los utensilios plásticos descartables bajo el título “Vida desechable”. Pero la paradoja de “hacer objetos descartables a base de un material que jamás se degrada”, como le dice a su audiencia este ingeniero y dueño de una de las mayores plantas de reciclaje plástico de ese país, revela que la falta de visión y el mal uso del material han creado un problema que hoy recién se toma en serio.
“Se ha demonizado al plástico, pero creo que es una fama injusta”, dice el industrial, quien ha renunciado a fabricar plásticos descartables y hoy recicla más de 600 toneladas mensuales de distintos tipos de polímeros en su empresa Comberplast. “El plástico no se debe botar, se debe reciclar; es un material que puede recircularse casi indefinidamente. El problema es que nosotros, las personas, le hemos dado un mal uso”, sentencia.
Desde mediados del siglo XX, los 150 tipos de plásticos que existen se han ido integrando en la vida diaria en la forma de botellas, cubiertos, vasos, platos, juguetes o empaques. Pero también como parte de nuestra ropa y accesorios, cosméticos, autos y aparatos electrónicos. Actualmente, un 15% de los automóviles y hasta el 50% de los aviones Boeing están hechos a base de polímeros. Esto significa que el uso global de plásticos aumentó 20 veces en los últimos 50 años y se duplicará nuevamente en las siguientes dos décadas. En 2014, por ejemplo, la producción mundial de plásticos alcanzó 311 millones de toneladas, con los envases plásticos como la mayor aplicación, representando el 26% del volumen total.
Pero esas beneficiosas cualidades del plástico han tenido una gran externalidad medio ambiental negativa. Muchos llegan a vertederos y rellenos sanitarios, junto con basura orgánica, donde jamás se degradarán. Otros acabarán en hornos cementeros y pocos, menos del 5%, al proceso de reciclaje, el destino ideal de estos productos, a pesar de que hace más de 40 años que la industria incluye el logo de reciclado en los plásticos manufacturados. Habrá otra gran porción que continuamente será arrojada al entorno o mal dispuesta y terminará llegando a ríos, lagos y al mar. Según cifras que recoge la fundación británica Ellen MacArthur, son 8 millones de toneladas de plásticos las que anualmente terminan en los océanos, desde donde pasan a formar involuntariamente parte del ciclo de la vida submarina.