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Argentina todavía no se convence de apostar por energías limpias
Buenos Aires, 10 de julio, (IPS). - A mitad de camino entre el sueño de ser una potencia mundial de los hidrocarburos no convencionales de esquisto y las promesas todavía incumplidas de desarrollar las fuentes renovables, Argentina parece marchar sin un rumbo claro en materia energética.
Este país sudamericano está aprovechando la presidencia del Grupo de los 20 (G20) países industrializados y emergentes, que ocupa este año, para presentarse en el escenario internacional como un impulsor de sistemas de energía limpias a nivel internacional, pero las políticas internas no van en la misma dirección, o al menos no de manera consistente.
“Es cierto que Argentina está en un proceso que busca diversificar su matriz energética, pero no lo hace para encarar una transición hacia una generación libre de emisiones, sino para asegurar la estabilidad del sistema”, consideró Enrique Maurtua Konstantinidis, asesor de Política Climática en la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).
“Todavía le da muchísimo dinero en subsidio a las empresas petroleras y sigue parado en un paradigma que muchos países del mundo están abandonando, cuando sólo con el potencial de sus vientos en el sur del país podría generar energía para abastecer a toda Sudamérica”, agregó en diálogo con IPS.
El gobierno de Mauricio Macri presenta como un triunfo cada inversión que se anuncia en Vaca Muerta, las formación geológica que se extiende por cuatro provincias del sudoeste del país, que colocan a Argentina como el segundo y cuarto país en el mundo con mayores reservas de gas y petróleo de esquisto, según la Administración de Información Energética de Estados Unidos.
El último gran impacto en ese sentido la dio la compañía petrolero estadounidense Exxon Mobil en octubre último, cuando anunció el desembolso de 200 millones de dólares para ampliar su producción en Vaca Muerta. De todas maneras, las noticias de esa índole son mucho menos comunes de lo que el gobierno quisiera.
Al mismo tiempo, como anfitrión este año del G20, Argentina recibió en junio a los ministros de Energía de las mayores economías del planeta y fue el principal impulsor de un comunicado conjunto que puso en primer plano “la necesidad de transformar nuestros sistemas energéticos en congruencia con el espíritu de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible” y la lucha contra el cambio climático.
Sin embargo, organizaciones ambientalistas no quedaron del todo conformes, porque el texto no recomienda a aquellos países que decidan seguir utilizando combustibles fósiles que avancen en su eliminación, sino que exploren tecnologías que permitan reducir las emisiones y mitigar el impacto ambiental.
“Es entendible que Argentina, como economía emergente, defienda su derecho a alcanzar el desarrollo a partir de los recursos con los que cuenta, como en otra época lo hicieron Canadá o Estados Unidos”, dijo Ramiro Fernández, especialista en energía y cambio climático de la Fundación Avina.
“Sin embargo, en el mundo de hoy, apostar a Vaca Muerta solo es aceptable si se consigue que la extracción de los hidrocarburos no dependan de subsidios oficiales y si se entiende que el gas natural no es una energía limpia, sino apenas una herramienta de transición, gracias a que genera menos emisiones que otros combustibles fósiles”, agregó a IPS.
El tema de los subsidios a energías contaminantes es particularmente delicado en Argentina ya que, aunque están bajando, siguen siendo multimillonarios.
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