Con la presencia de Ricardo Lagos, Enrique Iglesias y Alfonso Prat-Gay se realizó el Coloquio de Otoño del INTAL sobre la integración de América Latina en prospectiva. Participaron también altos funcionarios y especialistas de la región. (Conexión INTAL)
¿Cómo construir una convergencia en la diversidad de las experiencias integracionistas de América Latina? ¿Cómo hacer confluir una gobernanza glocal (global + local) dadas las realidades regional y nacionales? Responder a estas preguntas es un desafío clave e inspirador en el contexto actual: debilitamiento del comercio mundial y descenso en los precios de las materias primas, la multiplicación de acuerdos y mega-acuerdos regionales que suplantan la gobernanza multilateral, y la transformación de China hacia un crecimiento determinado por factores internos.
Estos interrogantes fueron el punto de partida del Coloquio de Otoño del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) que contó con la presencia de Alfonso Prat-Gay, Ministro de Hacienda y Finanzas de Argentina, Ricardo Lagos, expresidente de Chile, y Enrique Iglesias, expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En la apertura del evento, Gustavo Beliz, Director del INTAL, invitó a pensar una integración de precisión con una mirada bioceánica, que tenga en cuenta el rol que hoy juegan Estados Unidos y China. “Tenemos que generar una agenda de integración polifónica donde se escuchen las voces de las diferentes generaciones, y que trascienda el mero tecnicismo para incluir factores de liderazgo político regional”, resaltó Beliz e instó a detectar los puntos granulares para superar los obstáculos de la integración, una tarea que definió como una “acupuntura de la integración”.
Beliz comentó que el Coloquio estuvo en parte inspirado por un artículo publicado por Ricardo Lagos bajo el título: “¿y si Europa nos lleva a nuestra integración?”. Durante su exposición, Lagos amplió su propuesta. “Con el acuerdo MERCOSUR-Unión Europea, casi todos los países de la región tendrán un tratado con Europa. El paso siguiente es lograr que Europa nos considere como un todo, y que cada país le brinde a sus vecinos de la región las mismas ventajas que concedió a Europa. Ello elevaría y establecería un nuevo piso para nuestra integración”, dijo Lagos. Para que esto ocurra, Europa debería permitir la acumulación de origen de productos latinoamericanos en conjunto. “Se formarían cadenas de valor que aprovechen las ventajas únicas de la región”, sostuvo Lagos.
“No hay y no hubo nunca una sola realidad latinoamericana. Pero nunca hasta ahora se nos había ocurrido dividirnos: aquí el Pacífico y allí el Atlántico. ¡Parece que redescubrimos el Tratado de Tordesillas!”, dijo en relación al pacto entre España y Portugal que dividió el continente en el siglo XV. “Tenemos que entender que con la convergencia y la unidad todos nuestros países pueden influir en las dos orillas oceánicas”, finalizó.
A su turno, Prat-Gay manifestó que la Argentina tiene “vocación de integrarse al mundo de manera inteligente, tenemos que ser un jugador fundamental en la región porque no hay opción de desarrollo a espaldas del mundo, no podemos desarrollarnos solos”. El ministro también anticipó que mantuvo conversaciones recientes con el Presidente Mauricio Macri para intentar apuntalar el acuerdo MERCOSUR-UE. “Estamos muy cerca de lograr el famoso 87% que nos piden como apertura del mercado, siempre que no nos corran el arco hasta 89% como trascendió”, comentó.
En tanto que Enrique Iglesias, pionero de la integración latinoamericana y expresidente del BID, señaló que el contexto actual está caracterizado por la multipolaridad, el crecimiento desigual, la falta de coordinación entre los Bancos Centrales y los mega-acuerdos como factores que generan incertidumbre, y advirtió sobre el peligro que la fragmentación del mundo conduzca a la fragmentación de América Latina. “La región siempre estuvo comprometida con el multilateralismo, y lo multilateral ahora está en crisis. Imaginábamos un mundo que iría a negociar entre átomos, pero se está negociando entre moléculas: la molécula europea, la molécula de América del Norte, la molécula de Asia-Pacífico… únicamente juntos podremos contribuir al debate internacional”, remarcó.
Iglesias puso énfasis en la necesidad de incrementar la productividad y la inversión en infraestructura. “La productividad es todo, o casi todo”, citó; “siempre será mejor una carretera que un tratado”, comentó, para agregar que necesitamos más acuerdos sectoriales exitosos como es el caso del acuerdo del sector automotriz.
El marco conceptual del Coloquio: el “qué” y el “cómo” de la integración
La Embajadora Patricia Salomone, Directora de Política Latinoamericana del Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina, destacó que para agregar valor a las exportaciones se necesita la complementación productiva en la región. “La asociatividad permite mejorar la capacidad de las pymes, principales generadoras de empleo, y su inserción en las cadenas globales de valor”, dijo la diplomática.
Antoni Estevadeordal, Gerente de Integración y Comercio del BID, remarcó que políticas pragmáticas para promover la integración tienen altos retornos. Así, propuso tres prioridades que debería tener la región. En primer lugar, destacó que América Latina ya está conectada en sí misma y con el mundo a partir de múltiples acuerdos; sin embargo aun es necesario identificar los eslabones perdidos (missing links): las disciplinas donde aún no hay conectividad en la región. En segundo lugar, sugirió una convergencia de los múltiples acuerdos bilaterales existentes en la región, debido a que cada uno se basa en reglas de juego distintas. En relación a este tema, aseguró que la Alianza del Pacífico es un buen ejemplo porque cada país tenía acuerdos muy modernos con los otros miembros. Pero, ocurría que “insumos de Chile que iban a Colombia luego no se podían exportar a México. La Alianza lo resolvió con un mecanismo de acumulación de origen como se está haciendo en otras partes del mundo, como en el TPP”, explicó el experto. En tercer lugar, los países de la región deberían fomentar la facilitación de comercio, un tema que es transversal para abordar las problemáticas de competitividad, complementariedad productiva, adaptación a las nuevas tecnologías, y también como ejercicio para mantener la gimnasia de la liberalización comercial.
Estevadeordal destacó que se están llevando a cabo distintas iniciativas a nivel regional, como la interoperabilidad de las ventanillas únicas y el reconocimiento mutuo de operadores económicos autorizados de la Alianza del Pacífico, o la Propuesta del Plan de Acción que el MERCOSUR hizo a la Alianza en este sentido. También instó a reforzar el papel del sector privado, un actor generalmente ausente en las experiencias pasadas de integración regional.
Osvaldo Rosales, exdirector de la División Comercio Internacional e Integración de la CEPAL, participó del panel: “Convergencia de Acuerdos y bloques”, coordinado por el Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC en la Argentina, Felix Peña. Rosales afirmó que la región sufre el peor desempeño exportador en los últimos 80 años y es la zona de menor crecimiento previsto en el mundo hasta 2019.
“Debido al impacto de China, América Latina reprimarizó sus exportaciones. La gran mayoría de las exportaciones de manufacturas al interior de la región son de bienes finales y solo un 10% de bienes intermedios; con esa composición, aumentan las probabilidades de presiones proteccionistas y se debilitan las alianzas empresariales regionales”, resaltó el especialista.
Para Rosales, las empresas translatinas tienen que ser el mascarón de proa, pero no solo para la integración regional, sino también rumbo a Asia-Pacífico. Con este fin sugirió abordar dos frentes: en primer lugar, lograr la convergencia entre MERCOSUR y Alianza del Pacífico en materia de servicios, inversiones, facilitación del comercio, comercio electrónico, promoción de la competencia y derechos del consumidor, entre otros; en segundo lugar, apoyar la internacionalización de las pymes a partir de programas para el cumplimiento de las normas de calidad, inocuidad y sustentabilidad de sus potenciales compradores.
Además, Rosales recomendó la creación conjunta de un Centro de Facilitación de Comercio en Beijing, que sirva como representación de los intereses regionales y como vehículo para un diálogo unificado con las autoridades chinas en temas de comercio e inversión. Cuestiones tales como exportar mayor valor agregado al mercado chino, limitar las importaciones originadas por la sobreproducción de determinados productos como el acero, y atraer inversiones más diversificadas, deberían ser objetivos unificados de todos los países de la región.
El nuevo modelo de negociaciones en el mundo
“El modelo de negociaciones en el mundo cambió. Las medidas de control en la frontera, no solo aranceles sino también disciplinas más modernas como las reglas de origen, ya no son lo prioritario en los acuerdos. Ahora se negocian regulaciones, lo que implica que las políticas domésticas tienen que dialogar con lo internacional”, detalló a su turno Rubens Barbosa, Presidente del Consejo Superior de Comercio Exterior de la Federación de Industrias de San Pablo.
Si bien el número de acuerdos regionales viene creciendo hace décadas, el Trans-Pacific Partnership (TPP) es el primero de una nueva generación e implica una nueva forma de negociar completamente distinta: políticas sociales, laborales, medio ambiente, corrupción o transparencia son algunos de los temas que se abordaron entre los países miembros y que nunca pudieron ser tratados en la arena multilateral o en otros frentes regionales. “Hay que cambiar la agenda de integración. La convergencia regulatoria es más importante que el acceso a los mercados”, dijo Barbosa.
Valdemar Carneiro, exembajador de Brasil en China, Canadá y Colombia, planteó que “en otras regiones del mundo, el patrón de comercio intra-regional es esencialmente de bienes intermedios, a través de la inserción en cadenas de valor. En América Latina, por el contrario, las políticas industriales han sido históricamente formuladas pensando en cómo añadir valor para exportar, pero sin contemplar el componente importador”.
La clave de la integración pasaría entonces por convertir las cadenas nacionales en cadenas regionales de valor. De forma interesante, planteó que estos esfuerzos podrían dirigirse hacia las industrias que son creadas por las nuevas tecnologías, dado que buscar la complementación productiva en industrias maduras, como la textil, encontrará resistencias por parte de los sectores internos.
Del evento realizado en el INTAL-LAB participaron altos funcionarios de la región que analizaron de manera conjunta las experiencias nacionales de integración (ver nota aparte en esta misma Conexión INTAL). Los presentes destacaron nuevas líneas de convergencia para avanzar en la integración regional y mejorar la inserción internacional de América Latina y el Caribe. También coincidieron en que el fortalecimiento de la integración regional en América Latina y el Caribe es uno de los ejes fundamentales para el desarrollo y el crecimiento con inclusión en la región.
De esta manera se abordaron los temas, las formas y procesos para construir una convergencia en la diversidad de las experiencias integracionistas en la región y lograr una confluencia de los esfuerzos globales con realidades regionales y nacionales, a través de una gobernanza global y local que respalde una integración productiva y generadora de inclusión social y empleos sostenibles.