En Buenos Aires y en La Habana hay un acuerdo con la UE en ciernes. Si en Argentina se trata de aprovechar el momento favorable para avanzar con el Mercosur, con Cuba se podría aprovechar para dar las últimas puntadas.
Es la visita de más alto nivel de la UE que Argentina recibe en la última década. Que Federica Mogherini se encuentre con el presidente argentino, Mauricio Macri, se entiende en círculos europeos como un espaldarazo a la apertura argentina, a favor de las negociaciones sobre el acuerdo de la UE con el Mercosur. Antes que Mogherini, el presidente francés, Francois Hollande, y el primer ministro italiano, Mateo Renzi, pasaron en febrero por Buenos Aires.
De los integrantes del Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y últimamente Venezuela), sobre todo Buenos Aires pisaba el freno de las negociaciones en los últimos años, desde que se retomaron en 2010.
Y hay una cierta urgencia temporal: a partir de julio, la presidencia rotativa del gran bloque sudamericano la ostentará Venezuela. Si bien Caracas no hace parte de las negociaciones del acuerdo, los europeos parecen no esperar de ella impulsos favorables hacia el libre comercio con el Viejo Continente.
Con Cuba se trata de dar un último empujón al acuerdo de asociación que se viene negociando con la isla caribeña desde abril de 2014. Los hechos hablan por sí solos acerca del abierto respaldo de la diplomacia europea a la normalización de las relaciones: este es el segundo viaje de Mogherini a la isla desde que asumió el mandato en noviembre de 2014. En Bruselas se ha encontrado una vez con el canciller cubano, Bruno Rodríguez. Entretanto ha habido siete rondas de negociaciones -la última hace una semana- y, al parecer, queda poco más que hacer.
Contrariamente a lo que podría parecer, no se trata de una carrera con Estados Unidos, subrayan los negociadores de este acuerdo. Washington y Bruselas parten de dos puntos completamente diferentes: Washington tiene que negociar lentamente casi todo en el restablecimiento de sus relaciones; a Europa –cuyos países sí tienen acuerdos bilaterales con Cuba- sólo le falta un acuerdo a nivel de toda la UE.
Su firma acabaría de sellar el ataúd donde se encuentra la “Posición Común”, de 1996, que condicionaba todo acuerdo con el gobierno cubano a avances significativos en materia de derechos humanos. En el acuerdo que se negocia se prevé un capítulo especial para dialogar al respecto. “Contar con sistemas políticos multipartidistas no consta en la declaración de los derechos humanos”, comentaba un funcionario de la UE, haciendo alusión a que la UE no pretende dar lecciones.
"Ha sido un error haber tenido por tanto tiempo descuidada a América Latina", dijo a DW el eurodiputado Gianni Pitella, líder de la bancada socialdemócrata del Parlamento Europeo, subrayando su esperanza de que la Alta Representante haga todos los esfuerzos para que el acuerdo con la isla acabe de firmarse pronto.
Así las cosas, la UE parece ahora querer recuperar el tiempo perdido y aprovechar los vientos de cambio. Logrando el acuerdo con Cuba, no habría país de toda la CELAC que no tuviese acuerdo de asociación o de cooperación con el bloque del Viejo Continente