La organización advirtió que, en caso de no revertirse las tendencias actuales, en 14 años más “un total de 69 millones de niños de menos de 5 años morirán debido a causas que en su mayoría se pueden evitar, 167 millones de niños vivirán en la pobreza y 750 millones de mujeres se habrán casado siendo aún niñas”. Créditos: http://clustersalud.americaeconomia.com/
Télam. La organización realizó el llamado de atención en su informe anual sobre el Estado Mundial de la Infancia, en el que exhortó a los gobiernos, empresas y organizaciones a concentrar los esfuerzos “en la situación de los niños más desfavorecidos”.
El informe dado a conocer ayer describe un panorama desolador sobre lo que les espera a los niños más pobres del mundo, para 2030, “si los gobiernos, los donantes, las empresas y las organizaciones internacionales no aceleran los esfuerzos para solucionar sus necesidades”.
“Negar a cientos de millones de niños una buena oportunidad en la vida significa algo más que amenazar su futuro: al exacerbar los ciclos intergeneracionales de desventaja, se está poniendo en peligro el futuro de sus sociedades”, explicó el director Ejecutivo de UNICEF, Anthony Lake.
Aseguró que la opción es “invertir ahora en estos niños o permitir que nuestro mundo sea aún más desigual y esté más dividido”. El trabajo reconoció, no obstante, que “se han logrado progresos considerables en la tarea de salvar las vidas de los niños y de lograr que vayan a la escuela, así como de sacar a mucha gente de la pobreza”.
“Las tasas mundiales de mortalidad de menores de cinco años se han reducido a más de la mitad desde 1990, los niños y niñas asisten a la escuela primaria en un pie de igualdad en 129 países y el número de personas que viven en la extrema pobreza en todo el mundo es casi la mitad de lo que ocurría en la década de 1990”, señaló.
“Pero este progreso no ha sido uniforme ni justo”, dice la publicación, ya que los niños más pobres “tienen el doble de probabilidades que los más ricos de morir antes de cumplir cinco años y de sufrir desnutrición crónica”.
“En gran parte de Asia meridional y África subsahariana, los niños nacidos de madres que no han asistido a la escuela tienen casi 3 veces más probabilidades de morir antes de los 5 años que aquellos nacidos de madres con una educación secundaria, en tanto que las niñas de los hogares más pobres tienen el doble de probabilidades de casarse en la infancia que las niñas de los hogares más ricos”, afirmó.
Agregó que “en ninguna parte el panorama es más sombrío que en África subsahariana, donde por lo menos 247 millones de niños (2 de cada 3) viven en medio de una pobreza multidimensional, privados de lo que necesitan para sobrevivir y desarrollarse”.
El informe apunta que “aunque la educación desempeña un papel único en la nivelación del terreno de juego para la infancia, el número de niños que no asisten a la escuela ha aumentado desde 2011, y una proporción significativa de los que acuden a la escuela no logran aprender”.
“Unos 124 millones de niños no reciben hoy en día enseñanza primaria o secundaria, y casi 2 de cada 5 alumnos que terminan la escuela primaria no han aprendido a leer, escribir o hacer cálculos aritméticos simples”, apuntó Unicef.
El informe describe las pruebas que indican que las inversiones en los niños más vulnerables pueden producir beneficios inmediatos y a largo plazo e indica que las transferencias de efectivo “han demostrado su utilidad para ayudar a los niños a permanecer en la escuela más tiempo y avanzar a niveles superiores de la enseñanza”.
“Como promedio -apuntó- cada año adicional de educación que el niño recibe aumenta sus ganancias cuando se convierte en adulto en aproximadamente un 10%. Y por cada año adicional de escolaridad que los jóvenes de un país terminan como promedio, las tasas de pobreza de ese país descienden en un 9%”.
La desigualdad no es inevitable ni insuperable, sostiene el informe, y menciona que “obtener mejores datos sobre los niños más vulnerables, aplicar soluciones integrales a los desafíos que enfrentan los niños, establecer formas innovadoras de abordar los antiguos problemas, realizar inversiones más equitativas y aumentar la participación de las comunidades son todas ellas medidas que pueden ayudar a nivelar el terreno de juego para los niños”.