Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y la CEPAL, en América Latina y el Caribe más de 60 millones de personas están dedicadas a producir alimentos a través de la agricultura familiar. Asimismo, el 46% de la población rural de la región vive en pobreza y casi un 28% en pobreza extrema.
“Para erradicar el hambre en la región debemos fortalecer la agricultura familiar y crear sistemas agroalimentarios inclusivos”, dijo el Representante Regional de la FAO, Raúl Benítez, a los ministros de la CELAC reunidos en República Dominicana.
Benítez destacó que el Plan de seguridad alimentaria de CELAC llama a los países a mejorar los mercados de trabajo y dar fuerte apoyo a la agricultura familiar. En el marco del plan, la región creo una red de sistemas públicos de abastecimiento y comercialización de alimentos, que adquieren productos de la agricultura familiar.
Durante la reunión que analiza los avances del principal acuerdo regional de lucha contra el hambre ( Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre 2025 de CELAC), Benítez destacó que en la región existen casos exitosos de pymes agrícolas con experiencia en mercados domésticos e internacionales, cuyos productos son relevantes para la seguridad alimentaria.
Tal es el caso de la Corporación de Productores y Comercializadores Orgánicos Bio Taita Chimborazo de Ecuador (COPROBICH), la cual produce y comercializa directamente quinua certificada a seis países.
Esta pyme no sólo provee un alimento originario de la región a múltiples países, sino que ha vendido hasta 20 toneladas al programa gubernamental Aliméntate Ecuador.
La pobreza de quienes producen nuestros alimentos
La CEPAL estima que el 46% de la población rural de la región vive en pobreza y casi un 28% en pobreza extrema. A modo de comparación, en las zonas urbanas los niveles de pobreza y pobreza extrema alcanzan un 24% y un 8%, respectivamente.
Los agricultores y agricultoras familiares registran alguno de los mayores niveles de incidencia de la pobreza en la región: a principios de la década de 2000, más del 80% de los hogares pobres en Bolivia, Honduras y Nicaragua eran hogares pobres dedicados a la agricultura familiar.
Sin embargo, la FAO destacó que a partir de 2012, ocurrió una disminución de la pobreza en las categorías vinculadas a la agricultura en la región, si bien con importantes diferencias entre países.