México (PL) Para el año 2050 se estima que en el planeta Tierra habrá nueve mil 700 millones de seres humanos. La fecha parece lejana y para entonces la población se habrá incrementado en dos mil 249 millones de personas.
Tales cifras indican que para entonces se requerirá aumentar en 66 por ciento la producción de alimentos en el nivel global.
Entre tanto, hoy, cerca de 795 millones de personas padecen hambre en el mundo. De ellos 34,3 millones son latinoamericanos, en la región que más produce y exporta alimentos en el planeta, pero también donde de manera más desigual e injusta se distribuye la riqueza, incluido el pan de cada día.
Resultó un tema que dominó la XXXIV Conferencia Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que sesionó en la capital mexicana con la participación de ministros y responsables de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Social de 33 naciones de Latinoamérica y el Caribe, entre otros cargos.
Erradicar el hambre, fomentar el uso sostenible de los recursos naturales, la adaptación al cambio climático y la gestión de riesgos, y fortalecer el desarrollo rural y la agricultura familiar son las tres prioridades que los gobiernos de América Latina y el Caribe señalaron para la FAO durante el foro.
"América Latina y el Caribe se ha propuesto acabar con el hambre y la malnutrición en menos de 10 años y la FAO trabajará codo a codo con los países para lograrlo", dijo José Graziano da Silva, director general de ese organismo.
Como parte de lo acordado en la conferencia, en los próximos dos años la FAO apoyará las principales estrategias de seguridad alimentaria de la región, como la Iniciativa América Latina y el Caribe Sin Hambre y el Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
"Los países han sido muy claros: la prioridad regional es erradicar el hambre al año 2025, y la FAO dedicará todos sus esfuerzos a convertir este sueño en una realidad", subrayó Da Silva.
EL RETO DEL CAMBIO CLIMÁTICO
Los propósitos consensuados en esta capital tienen un reto por delante: enfrentar y adaptarse al cambio climático, lo cual incluye la gestión de riesgos ante desastres naturales.
El impacto de las variaciones del clima se expresa con particular crudeza en la región con un promedio de 70 eventos anuales, entre ellos, deslizamientos de tierra, huracanes, erupciones volcánicas, incendios, sequía, pestes y enfermedades. El 50 por ciento de las emergencias son por inundaciones.
Cinco millones de personas, como promedio, resultan afectadas cada año por el impacto ambiental y un tercio de la población latinoamericana y caribeña habita en zonas de alto riesgo, afirmó a Prensa Latina el experto ecuatoriano Jorge Meza.
El jefe de la delegación cubana a la conferencia, el viceministro de Agricultura José Miguel Rodríguez, comentó a Prensa Latina que la nación caribeña está sufriendo perdidas en cosechas de tomate, papa y tabaco en el centro del país por las fuertes precipitaciones, mientras que otras zonas agrícolas del oriente de la isla están bajo los efectos de una persistente sequía.
Centroamérica, históricamente un granero, reporta la disminución del 25 por ciento de la producción de granos básicos.
Por ello, en la cita mexicana la FAO decidió tomar acciones frente a lo que se denomina el Corredor Seco Centroamericano, donde millones de personas afrontan inseguridad alimentaria.
Antes la sequía del Corredor Seco era un fenómeno cíclico asociado a El Niño. Hoy el cambio climático ha hecho que las temporadas secas sean más erráticas, prolongadas e impredecibles, explicó el titular de la FAO.
Los pequeños estados insulares en desarrollo, muchos de los cuales se encuentran en el Caribe, también requieren apoyo urgente, ya que para ellos el cambio climático presenta la mayor urgencia como potencial peligro para su sustentabilidad alimentaria.
TRANSFORMAR LAS ÁREAS RURALES
La pobreza sigue afectando al 47 por ciento de los habitantes de las zonas rurales de la región, una tasa que duplica la de las áreas urbanas.
Ello demanda promover la agricultura familiar, los sistemas alimentarios inclusivos y el desarrollo rural sostenible, se subrayó en el encuentro.
Para ello los gobiernos latinoamericanos y caribeños, junto a la FAO, promoverán el acceso de los agricultores familiares a activos, servicios financieros y no financieros, así como el fortalecimiento de las organizaciones de productores agropecuarios.
Durante el foro también se escucharon las voces de organizaciones no gubernamentales defensoras de los pequeños productores frente a la expoliación de las grandes empresas capitalistas.
Alianza por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos de América Latina y el Caribe, la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo-Vía Campesina, Consejo Internacional de Tratados Indios, entre muchas otras, dejaron conocer sus demandas en pronunciamientos distribuidos entre los delegados a la reunión.
Tales agrupaciones se solidarizaron con las luchas de los movimientos campesinos contra las políticas de desalojo y por el derecho a la tierra. Consideraron la alimentación y la soberanía alimentaria como un derecho humano fundamental que contribuye a la paz y la vida digna de poblaciones rurales y urbanas.
La XXXIV Conferencia Regional de la FAO concluyó con el lanzamiento del Año Internacional de las Legumbres, en un continente donde el frijol es ingrediente imprescindible de la dieta de muchos de sus pueblos.
También la ocasión fue propicia para remarcar una parajoda. Mientras en Latinoamérica y el Caribe más de 34 millones de personas pasan hambre, el 56 por ciento de los adultos del continente y el 44 por ciento de los caribeños padecen de sobrepeso.
* Corresponsal de Prensa Latina en México.