Nuevo estudio de la FAO visibiliza los aportes de las mujeres a las cadenas de valor de la yuca, quinua, maíz y algodón. Una parte fundamental de las labores de erradicación del hambre en la región pasa por potenciar el rol de las mujeres rurales en las cadenas de valor en que no sólo participan, sino que muchas veces lideran. Imagen: http://www.fao.org
Santiago de Chile - Las mujeres juegan un rol preponderante en los sistemas agroalimentarios de América Latina y el Caribe, tanto en la producción, transformación y comercialización de alimentos, a pesar de enfrentar múltiples desigualdades, señaló hoy la FAO.
Un nuevo estudio de la FAO analiza las cadenas de valor de yuca (Belice), quinua (Bolivia), maíz (Guatemala) y el cultivo del algodón a nivel regional, desde una perspectiva de género, para potenciar su sostenibilidad.
“En el ámbito rural, el aporte de las mujeres es invisible pese a que realizan una gran parte de las actividades en la finca junto al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado en los hogares”, explicó Claudia Brito, Oficial de Género de la FAO.
El estudio de la FAO señala que la participación de las mujeres es más marcada en actividades que involucran tiempo y esfuerzo físico, como plantar, desmalezar y cosechar.
Contrariamente, se ven menos representadas en aquellos eslabones de la cadena productiva asociados a la generación de mayores ingresos y a la participación activa en mercados de alta competitividad.
Según la FAO, la integración estratégica del enfoque de género en los sistemas agroalimentarios nacionales puede conducir a una mejora sustancial en cuanto a la competitividad de los mercados, particularmente aquellos donde las mujeres pueden ofrecer sus productos sin la intervención de intermediarios.
“Cambiar esta situación no sólo mejoraría las condiciones de vida de las mujeres sino de todos, gracias a una mayor productividad, sostenibilidad y equidad en los sistemas agroalimentarios y las cadenas de valor asociadas”, explicó Brito.
Perspectiva de género y cadenas de valor
La perspectiva de género aplicada a las cadenas de valor permite reconocer los roles diferenciados que asumen las mujeres y los hombres en los diferentes eslabones de la cadena productiva y su impacto en los sistemas agroalimentarios de los países.
Esto es clave para identificar propuestas para cerrar las inaceptables brechas que existen hoy en términos de acceso, participación, asignación, uso, control y calidad de recursos y servicios por parte de las mujeres.
“Si hombres y mujeres tuvieran las mismas oportunidades y beneficios en la producción, transformación y comercialización de alimentos, daríamos un paso gigante hacia la erradicación del hambre y de la pobreza en América Latina y el Caribe,” señaló Brito.
Yuca en Belice
Según el estudio de la FAO, las mujeres de Belice tienen una importante participación en las cadenas de valor de la yuca.
Mientras el rol de los hombres por lo general se limita a la producción, transporte y ventas eventuales en mercados abiertos, las mujeres participan en todos los procesos a lo largo de toda la cadena.
El estudio de la FAO recomendó actualizar los programas de capacitación técnica de la yuca con perspectiva de género y desarrollar herramientas de mercadeo y gestión empresarial bajo el mismo enfoque.
Además, sugiere incentivar la formalización de las cooperativas de mujeres, con miras a lograr mayores facilidades de acceso a servicios financieros y no financieros para sus proyectos productivos y mejora de su autonomía económica.
Quinua en Bolivia
Bolivia ha dado importantes pasos hacia la igualdad de género. Su Constitución Política, aprobada en 2009, reconoce los derechos de la mujer. El país cuenta además con un Plan Nacional para la Igualdad de Oportunidades (PNIO) y la Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia.
Según el estudio de la FAO, las mujeres involucradas en el cultivo de la quinua requieren nuevas tecnologías y herramientas acordes a sus necesidades, que faciliten mayor eficiencia en sus procesos de producción y transformación, para alivianar su excesiva carga de trabajo.
Por otro lado, necesitan servicios de apoyo, como guarderías y centros de cuidado, y procesos de fortalecimiento de sus organizaciones.
“Con políticas públicas específicas, recursos financieros y capacitación, las mujeres bolivianas dedicadas a la quinua podrán lograr el reconocimiento de sus tradiciones y prácticas ancestrales, fortaleciendo su empoderamiento”, explicó Brito.
Maíz en Guatemala
Según la Encuesta Nacional Agropecuaria de Guatemala (2008), existe una gran brecha en la tenencia de la tierra entre hombres (85%) y mujeres (15%). Menos del 40% de los hogares de jefatura femenina cuenta con terreno propio.
Las mujeres en la cadena de maíz de Guatemala tienen una excesiva carga de trabajo -de entre 12 y16 horas al día- y además, enfrentan doble día laboral, al ser quienes cumplen la mayoría de las actividades a lo largo de la cadena y con las labores de cuidado en el hogar.
Según el estudio de la FAO, las mujeres también enfrentan dificultades en el acceso a servicios financieros, carecen de tecnologías y herramientas aptas para ellas, tienen bajos niveles de capacitación y de extensión y un bajo poder de decisión.
CELAC desarrollará una estrategia de género para su Plan de erradicación del hambre
Actualmente, FAO está apoyando a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC -el máximo órgano de integración de la región- a desarrollar la estrategia de género de su Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre, que busca acabar con el hambre en la región al año 2025.
“No se podrá erradicar con el hambre en la región, ni alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sin lograr la igualdad de género”, explicó Brito.
La FAO presentará el primer borrador de la estrategia de género a la CELAC este año, la cual incorporará mecanismos y políticas para fortalecer el rol que juegan las mujeres en la seguridad alimentaria y potenciar la sostenibilidad en el sistema agroalimentario de los países de ALC.
“Una parte fundamental de las labores de erradicación del hambre en la región pasa por potenciar el rol de las mujeres rurales en las cadenas de valor en que no sólo participan, sino que muchas veces lideran”, señaló Brito.