La Habana, 27 de marzo de 2015 (PL).- La desaceleración económica en América Latina, sumada a las crecientes tasas de inflación y la crisis en el mercado del petróleo, vaticinan un panorama preocupante para los países de la región.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) anticipó que 2015 será un año difícil y supondrá una transición para las economías de esta área geográfica, que seguirán sintiendo el impacto de las turbulencias que aún afectan a los países más desarrollados.
Hay un retroceso en las bolsas del mundo entero, agravadas con la caída de los precios del petróleo y de las materias primas en general, los principales productos de exportación en el área, indicó la titular de esta institución, Alicia Bárcena.
En concordancia con lo anterior el director de Investigaciones Socioeconómicas del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), Pablo Sanguinetti, confirmó que la región pierde su dinamismo, ya que para el presente año se estima un crecimiento cercano a 1,2 o 1,3 por ciento, lo cual puede generar una ola de pesimismo.
Manifestó que los gobiernos latinoamericanos se vieron beneficiados en la década anterior por la situación internacional, pero "ahora hay que reencauzarnos en los determinantes domésticos de cada país", pues la economía global ya no es favorable como antes.
Su criterio es que el crecimiento proyectado para 2015 es bastante insuficiente, pues se ve afectado por los problemas económicos que atraviesan algunos países grandes como Brasil o Venezuela.
En cuanto al descenso de los precios de las materias primas opinó que es bueno que estos bajen un poco ya que aún están al doble del promedio de 2003 y 2004, por lo que es prudente pensar en reformas que promuevan el crecimiento desde este sector.
Recientes publicaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en colaboración con la CEPAL y del CAF muestran que la región no aprovechó la bonanza económica previa a la crisis como hubiera debido.
Considerando las tasas de crecimiento de las economías emergentes desde 1990, Latinoamérica fue más bien un observador en el proceso de la riqueza mundial que un protagonista, manifestó el director del Centro OCDE para el Desarrollo, Mario Pezzini.
La cuota de la región en el PIB (producto interno bruto) global pasa del ocho al nueve por ciento, cuando muchas de las economías emergentes representan una parte mayor.
Entre las principales observaciones de la OCDE a estos países destacan la pobre inversión en la educación y en las innovaciones por parte de las pequeñas y medianas empresas.
Al respecto, el director de la División de Desarrollo Productivo y Empresarial de la CEPAL, Mario Cimoli dijo que "si un país no invierte en innovación, si no cambia la estructura productiva hacia sectores que incluyan mayor conocimiento y si no la diversifica y si no se eleva la productividad de las pequeñas y medianas empresas, todo lo que pueda generar en educación es bueno, pero puede que el buen educado termine manejando un taxi".
Este especialista abogó por un cambio estructural de la economía y en fomentar la educación de los sectores productivos, porque "un modelo de inclusión social, que pague mejores salarios, es una economía capaz de construir sectores que tengan conocimiento y sean competitivos", consideró.
Cimoli añadió que en dichas esferas se podrán mejorar los sueldos y lograr mayor inclusión, de lo contrario, "si todo se concentra en dos o tres empresas, es una economía a la tiene que venir el estado para cubrir todo lo demás".
Cierto es que la región en los últimos años ha dado pasos agigantados en beneficio de la inclusión social, sin embargo, aún impera la necesidad de desarrollar esta política por parte de la comunidad internacional y los estados latinoamericanos.
Reformas en los sistemas de salud y educación, así como un impulso a las empresas, que propicie la creación de más y mejores empleos no solo fomentarán el bienestar ciudadano sino que tendrían un impacto directo en las economías de esta área geográfica.