Washington, 24 de marzo de 2015 (EFE).- Latinoamérica estudia a Corea del Sur, que hace sólo 60 años era uno de los países más pobres del mundo y hoy en día es una de las naciones más prósperas, para aprender lecciones que impulsen el desarrollo económico de la región.
Como señala el gerente del Departamento de Conocimiento y Aprendizaje del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Federico Basañes, "Corea del Sur es una de las historias de desarrollo más impactantes en tiempos recientes. Entre 1961 y 1993, su tasa de pobreza pasó de 48,3 % a 7,6 %".
Basañes apunta otro dato que resalta los avances de Corea del Sur, está vez con respecto a la evolución de Latinoamérica y el Caribe: En 1980, 15 países de América Latina y el Caribe tenían un PIB per cápita por encima del de Corea del Sur y ahora ningún país de la región lo supera.
El milagro económico surcoreano ha sido y es objeto de estudio de muchos economistas, especialmente en Latinoamérica, que necesita aprender las lecciones del país asiático si quiere reducir los niveles de pobreza, uno de los mayores obstáculos para su desarrollo.
Por ello, durante la reunión anual del BID que se celebra este año en la ciudad surcoreana de Busán del 26 al 29 de marzo, la institución panamericana ha organizado el "Foro de Intercambio de Conocimiento: las Experiencias de Corea y América Latina y el Caribe", en el que se analizará el modelo económico surcoreano.
El foro, que tendrá lugar el 26 de marzo, presentará 12 estudios realizados por otras tantas instituciones de Corea del Sur y Latinoamérica sobre cinco sectores, desde las energías renovables hasta ciudades sostenibles, para comparar experiencias.
Mauricio Moreira, asesor económico principal del BID para el Sector de Integración y Comercio, advirtió en una entrevista con Efe que, aunque América Latina y el Caribe pueden y tienen mucho que aprender de la experiencia surcoreana, el modelo no se puede trasplantar totalmente.
"Hay varias cosas del modelo que nos sirven y otras que no. Es peligroso pensar que se puede replicar completamente el modelo. El mundo es distinto, las condiciones nacionales son distintas. Los economistas debaten este tema desde hace más de 30 años y todavía no se ha llegado a una conclusión", explicó Moreira.
Moreira identificó las dos decisiones y áreas principales en las que Corea del Sur acertó y que se convirtieron en la base de su explosión económica y de desarrollo.
"En primer lugar el comercio. Corea del Sur se dio cuenta muy pronto, en la década de los sesenta, que el comercio podía ser un motor impresionante de crecimiento. Intentó, como Latinoamérica, la restricción de las importaciones pero vio que había que abrir y exportar", señaló.
"El comercio internacional me parece que fue el factor más importante que explica su crecimiento tan acelerado. Mientras, la mayoría de los países de la región LAC se dieron cuenta en la década de los 90 que había que integrarse en el mundo. Tarde porque coincidió con la entrada de países como China e India", continuó.
El segundo factor que según Moreira explica el milagro surcoreano, y las actuales carencias de Latinoamérica y el Caribe, es la educación.
"Es impresionante. La prioridad que le dieron a ese tema desde el inicio del proceso de industrialización es fantástico. Y es un tema cultural, la importancia y el valor que le dan a profesores, la universidad, es difícil de encontrar en la región latinoamericana", dijo.
De hecho, el economista del BID explicó que en Latinoamérica la situación fue "un poco a la inversa. Se decidió proteger las industrias sin que hubiese un esfuerzo para crear el capital humano para sostener esos sectores. El resultado fue que teníamos muchas industrias que no eran competitivas porque no teníamos el personal adecuado".
Moreira cree que la región perdió su oportunidad de seguir el modelo surcoreano y que la región no puede basar su desarrollo económico en la exportación de productos manufacturados ante la competencia de países como China o India.
"Hay que aprovechar los recursos que tenemos y diversificar a partir de esos recursos: agregar valor a los productos de minería y de agricultura. Muchos de los gobiernos de la región siguen un poco obsesionados con la idea que las manufacturas son la única opción", argumentó.
"Y ya no lo es. No tiene sentido seguir insistiendo en eso, quizás con la única excepción de México. Tenemos que pensar en otras estrategias basadas en recursos naturales y servicios", terminó señalando.