Washington, 25 de junio de 2015.- Los precios de las materias primas volvieron a acaparar la atención pública desde mediados de 2014, particularmente en Latinoamérica, donde los ingresos derivados de las materias primas financian una fracción significativa de los presupuestos públicos y de las facturas de importación de la región. Con el precio del petróleo cayendo 50 por ciento en 6 meses y el de otras materias primas acelerando la caída que había comenzado incluso antes, ¿cuál será el impacto sobre las finanzas públicas y las cuentas externas de las economías exportadoras de materias primas de la región?
En nuestro reciente informe de Perspectivas económicas: Las Américas sostenemos que el impacto de la fuerte caída del los precios de las materias primas tendrá importantes consecuencias, sobre todo para la posición fiscal de varias economías de la región.
¿Dónde estamos y hacia dónde vamos?
Para comenzar, es útil poner el reciente cimbronazo de precios en perspectiva. No todos los países Latinoamericanos exportan (importan) los mismos productos, por lo que es necesario hilar más fino y analizar cómo se vieron afectados los términos de intercambio (el precio de las exportaciones en relación al precio de las importaciones) de las materias primas de cada país.
En este sentido, nuestro análisis muestra que los países exportadores de materias primas de la región enfrentaron dinámicas diferentes. Si bien algunos países (como Brasil, Chile y Perú) ya habían perdido entre ¼ y ⅓ de las ganancias de términos de intercambio del boom a mediados de 2014, la mayoría todavía gozaban de niveles casi tan altos como en 2011. Pero desde entonces ha pasado de todo, y los efectos han sido bien distintos. Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela, sufrieron pérdidas sustanciales en sus términos de intercambio desde agosto de 2014 a raíz de la caída del precio del petróleo y del gas natural. Colombia, incluso, perdió casi toda la ganancia observada en 2003–11. En el caso de Chile y Perú, la caída del precio del petróleo atenuó en forma importante la caída de los precios de los metales que exportan mientras que, en México, las pérdidas asociadas a las exportaciones de petróleo crudo se vieron en gran parte compensadas por la caída de los precios de combustibles refinados que importa.
¿Qué tan persistente puede ser el ajuste reciente? Difícil de saber con certeza. Pero a juzgar por lo que indican los precios de los futuros a fines de 2016, los términos de intercambio de varios países de la región todavía serían sustancialmente peores que durante 2011–14.
El deterioro fiscal puede ser sustancial y duradero
El efecto sobre los ingresos fiscales depende no solo del tamaño del sector de las materias primas, sino también de otros factores difíciles de cuantificar a priori (como el grado de flexibilidad cambiaria, la estructura propietaria del sector y el régimen impositivo específico utilizado para gravar las rentas de los recursos naturales). Con esto en mente, estimamos una serie de modelos econométricos para cada país y encontramos que, en efecto, los shocks a los términos de intercambio de las materias primas afectan de manera importante los ingresos fiscales en la región.
Los efectos son significativos en Chile, Perú, México y particularmente grandes en Bolivia y Ecuador. En estos últimos, encontramos que un shock estándar acarrea una caída en los ingresos fiscales de 0,8 puntos porcentuales del PIB. Y vale destacar que la caída acumulada de los términos de intercambio de las materias primas desde mediados de 2014 fue inusualmente fuerte, alcanzando en algunos casos hasta más de 5 veces el tamaño del shock estándar de un período estimado en nuestra muestra.
Mientras que el efecto sobre las balanzas comerciales sería más bien transitorio.
Nuestras estimaciones sugieren que el deterioro de la balanza comercial ante un shock estándar de precios de materias primas es de relativamente corta duración. En la mayoría de los casos, luego de tres años la balanza comercial alcanza, o supera, su saldo inicial.
Ahora bien, ¿a qué se debe este resultado? Puede que se deba a “buenas” razones: el shock negativo de precios da lugar a una depreciación del tipo de cambio que impulsa la exportación de bienes no básicos lo que, al cabo de un tiempo, compensa la caída en los valores de las exportaciones de materias primas. Pero nuestras estimaciones sugieren que históricamente la dinámica del ajuste externo en Latinoamérica ha sido diferente: en la mayoría de los países la caída del ingreso asociada al shock de precios da lugar a una fuerte contracción de los volúmenes de importación. Si bien esto ayuda a preservar la sostenibilidad de la balanza externa, las implicancias son menos “benignas” ya que reflejan un contexto recesivo en el que cae el consumo y la inversión privada (como encuentra otro estudio reciente).
¿Qué puede hacer la región?
Nuestro análisis sugiere que algunos países enfrentarán caídas pronunciadas y duraderas de sus ingresos fiscales, lo que requerirá cierta contención fiscal. A algunos países, como Chile, Colombia y Perú, esta situación los encuentra con suficiente espacio fiscal, por lo que podrán suavizar el ajuste necesario (por ejemplo, preservando la inversión en infraestructura). Otros, en cambio, no tienen margen de maniobra, por lo que no tendrán más remedio que contener sus déficits en forma rápida—y lamentablemente procíclica.
Pero nuestro análisis también enfatiza algunas lecciones documentadas en estudios previos: las consecuencias negativas ante una caída de los términos de intercambio son menores en aquellas economías cuyos tipos de cambio son más flexibles (como en Chile y Colombia). Pero para poder dejar flotar el tipo de cambio es imperativo contar con marcos de política creíbles y mitigar las debilidades de las hojas de balance derivadas de descalces cambiarios. Asimismo, nuestro análisis muestra que el ajuste a shocks externos es más benigno en las economías que muestran un mayor grado de diversificación productiva. Esto resalta la importancia de impulsar reformas en la región que generen un clima de negocios favorable a la inversión y la innovación.