Washington, 29 de septiembre de 2015.- Los movimientos de los tipos de cambio siguen teniendo efectos importantes sobre las exportaciones y las importaciones, según un nuevo estudio del FMI.
Los recientes movimientos de los tipos de cambio han sido inusualmente grandes. El dólar de EE.UU. se ha apreciado más de 10% en términos efectivos reales desde mediados de 2014. El yen se ha depreciado más de un 30% desde mediados de 2012, y el euro, más de un 10% desde principios de 2014. Brasil, China e India también registraron cambios inusualmente grandes en el valor de sus monedas.
Lógicamente, esos movimientos han suscitado un debate acerca de sus posibles efectos sobre el comercio. Hay quienes, basándose en modelos económicos convencionales, pronostican efectos fuertes sobre las exportaciones y las importaciones. Otros sostienen que la creciente fragmentación de la producción en distintos países —lo que se conoce como el auge de las cadenas mundiales de valor— implica que los tipos de cambio son mucho menos importantes para el comercio que en otras épocas, y que ambos factores pueden haberse desvinculado por completo.
Es un debate importante, según Daniel Leigh, Subjefe de División del Departamento de Estudios, y jefe del equipo que elaboró el informe. “Una desvinculación entre los tipos de cambio y el comercio complicaría la formulación de políticas. Podría debilitar un canal clave para la transmisión de la política monetaria, y complicaría la reducción de los desequilibrios comerciales, como en los casos en que las importaciones superan las exportaciones, a través del ajuste de los precios relativos del comercio”.
La preocupación acerca de una desvinculación de los tipos de cambio y el comercio no es nueva. En los años ochenta, el dólar de EE.UU. se depreció y el yen se apreció abruptamente tras el Acuerdo del Plaza de 1985, pero los volúmenes comerciales tardaron en ajustarse. Algunos analistas sugirieron entonces que había una desvinculación entre los tipos de cambio y el comercio. Sin embargo, a principios de la década de 1990, los saldos comerciales de Estados Unidos y de Japón ya se habían ajustado, en gran medida de acuerdo con las predicciones de los modelos convencionales.
Lo que es preciso determinar es si esta vez será diferente o si la aparente desvinculación entre los tipos de cambio y el comercio volverá a disiparse.
Un nuevo estudio del FMI contribuye al debate evaluando la relación entre los movimientos de los tipos de cambio y las exportaciones y las importaciones.
En el estudio se analiza la experiencia de economías tanto avanzadas como emergentes y en desarrollo en las últimas tres décadas, es decir, con una muestra más amplia que la que se suele analizar. Se recurre tanto a ecuaciones estándar sobre el comercio como a un análisis de casos históricos de grandes movimientos del tipo de cambio.
“Llegamos a la conclusión de que, en promedio, una depreciación del tipo de cambio efectivo real del 10% implica un aumento de las exportaciones reales netas del 1,5% del PIB”, afirma Leigh, señalando que existen sustanciales variaciones en torno de ese promedio. Además observa que: “Si bien el efecto demora algunos años en materializarse plenamente, gran parte del ajuste ocurre en el primer año”.
Entre las economías que experimentan una depreciación de la moneda, el aumento de las exportaciones tiende a ser mayor en aquellas con capacidad ociosa en la economía interna y cuyos sistemas financieros funcionan con normalidad.
¿Desvinculación o estabilidad?
En el estudio también se concluye que hay escasos indicios de una desintegración de la relación entre los tipos de cambio y las exportaciones y las importaciones.
Sin embargo, algunos datos empíricos apuntan a que el auge de las cadenas de valor mundiales, con diferentes etapas de producción repartidas en distintos países, ha debilitado la relación entre los tipos de cambio y el comercio de productos intermedios utilizados como insumos en las exportaciones de otras economías. Esto es especialmente pertinente en el caso de economías como Hungría, Rumania, México y Tailandia, que aumentaron sustancialmente su participación en las cadenas mundiales de valor.
Pero este resultado debe interpretarse con cierta perspectiva: el comercio relacionado con las cadenas mundiales de valor no aumentó sino gradualmente a lo largo de la década y parece haberse desacelerado, y la mayor parte del comercio internacional sigue siendo de tipo convencional.
También hay pocos indicios, al menos hasta ahora, de un debilitamiento general de la relación entre los tipos de cambio y el total de exportaciones e importaciones. Asimismo, hay pocos indicios de una desvinculación en diversos grupos de países, incluidos Asia y Europa, donde el proceso de fragmentación de la producción entre distintos países ha sido especialmente notable, y también en grupos de economías utilizados como muestras en otros estudios recientes.
Resulta importante destacar que el aumento de la proporción de las exportaciones y las importaciones en el PIB significa que incluso una relación más tenue entre los tipos de cambio y los volúmenes de comercio podría ser coherente con la idea de que los tipos de cambio ahora sean más importantes que antes para el comercio como porcentaje del PIB.
Una excepción clave de esta tendencia de estabilidad general es Japón, en donde sí se observa cierta evidencia de desvinculación. El crecimiento de las exportaciones fue más débil de lo esperado, pese a una sustancial depreciación del tipo de cambio. No obstante, esa debilidad del crecimiento de las exportaciones obedece a una serie de factores específicos de Japón que contrarrestaron parcialmente el impacto positivo de la depreciación del yen en las exportaciones, y que no necesariamente existen en otros casos. Esos factores incluyen, en particular, la marcada aceleración de la producción extraterritorial (off-shoring) registrada desde la crisis financiera mundial y el terremoto de 2011, que generó incertidumbre con respecto al abastecimiento de energía.
Redistribución de las exportaciones netas
Los resultados implican que las variaciones recientes del tipo de cambio están provocando una redistribución sustancial de las exportaciones reales netas entre las economías. Pero esto guarda relación solo con los efectos directos de las fluctuaciones de los tipos de cambio.
Las variaciones generales de las exportaciones e importaciones también reflejan alteraciones en los fundamentos subyacentes que determinan los tipos de cambio, como el crecimiento de la demanda en los países de origen y en los socios comerciales, y las fluctuaciones de precios de las materias primas.
Pero, en términos de efectos directos, los movimientos cambiarios registrados desde enero de 2013 indican una redistribución de las exportaciones reales netas de Estados Unidos y las economías cuyas monedas se mueven a la par del dólar hacia la zona del euro, Japón y las economías cuyas monedas se mueven a la par del euro y el yen.
“Para las autoridades, una implicación clave de los resultados es que los ajustes de los tipos de cambio aún pueden ayudar a reducir los desequilibrios comerciales”, sostiene Leigh. Los movimientos de los tipos de cambio también continúan incidiendo con fuerza en los precios de las exportaciones e importaciones, con implicaciones para la dinámica de inflación y la transmisión de la política monetaria.
Es decir que, en resumen: ¡Los tipos de cambio siguen siendo importantes!