Santiago, 12 de octubre de 2015.- La segunda funcionaria norteamericana más importante en visitar Cuba en más de cinco décadas, la secretaria de Comercio, Penny Pritzker, apenas se bajó del avión esta semana partió rumbo al puerto de Mariel. A 45 kilómetros al oeste de La Habana, y hasta hace algunos años recordado por el éxodo de 125.000 cubanos que salieron en 1980 desde ahí rumbo a Florida, ahora es uno de los ejemplos del proceso de reformas económicas (o de “actualización”, como le gusta decir a los cubanos) que lleva adelante el gobierno de Raúl Castro.
Y el interés de Pritzker (quien viajó a la isla dos meses después de que lo hiciera el secretario de Estado, John Kerry) se entiende porque en ese lugar se levanta uno de los proyectos más importantes de Cuba de los últimos años: la Zona Especial de Desarrollo, un mega puerto que aparte de recibir barcos de gran calado tiene una zona franca industrial destinada a convertirse en la principal atracción al capital foráneo.
De hecho, el deseo es que este sea un gran centro empresarial, el único lugar de la isla comunista donde se podrán asentar firmas extranjeras sin asociarse con compañías cubanas estatales, que en el resto de los casos siempre mantienen al menos el 51% del capital.
El complejo del Mariel y la Ley de Inversión Extranjera, aprobada en la isla en marzo de 2014, son dos de los instrumentos emprendidos por Cuba para levantar sus finanzas y así intentar lograr los US$ 2.500 millones anuales que necesita la isla para que su economía sea sostenible.
La Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM o ZED Mariel) es muy parecida a las zonas especiales creadas por China para atraer capital extranjero en el inicio del proceso de reformas, hace más de 35 años. La apuesta cubana comenzó a ponerse en marcha en 2011 cuando el VI Congreso del Partido Comunista aprobó los acuerdos para “la creación de Zonas Especiales de Desarrollo que permitan incrementar la exportación, la sustitución efectiva de importaciones, los proyectos de alta tecnología y de desarrollo local; así como contribuir a generar nuevas fuentes de empleo”.
La ZED Mariel cuenta con una extensión de aproximadamente 465 kilómetros cuadrados y alcanza a seis municipios de la provincia cubana de Artemisa. Las obras comenzaron en el período 2010-2011, incluida la ampliación del puerto financiado en un 70% por Brasil (US$ 682 millones) y fue ejecutado por una empresa mixta formada por la Compañía de Obras e Infraestructura, subsidiaria de la brasileña Odebebrecht, y Quality Cuba S.A. En julio de 2013 se recibieron cuatro gigantescas grúas china para el megapuerto, en noviembre de ese año se abrió la Oficina Regulatoria y en enero de 2014 se inauguró la primera fase con 700 metros de muelle.
En la Zona Especial del Mariel se trabaja actualmente en la captación de inversiones, la creación de infraestructura, como las carreteras y vías férreas que conectan con el puerto. Hasta ahora están aprobadas en el Mariel inversiones de siete empresas, de ellas cinco extranjeras: dos belgas, dos mexicanas y una española.
En la mayor de las ambiciones cubanas, Mariel podría convertirse en un punto obligado entre Asia y los puertos de la costa atlántica de Estados Unidos, recibiendo barcos de gran calado y trasladando las mercancías en buques menores.
Un movimiento que podría verse reforzado por la nueva era en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, abierta por Raúl Castro y Barack Obama, y que buscaba acrecentar la visita de Pritzker.
Sin embargo, debido a las restricciones del embargo de EE.UU., vigente desde 1962, Cuba no puede hacer ventas a su vecino y solo desde 2001 puede adquirir en ese país alimentos y medicinas, que debe pagar por adelantado, mediante complicadas transacciones bancarias, y utilizar barcos extranjeros autorizados por Estados Unidos.