Washington, 17 de abril de 2015.- Los titulares de la prensa económica en América latina hablan cada vez más del “fin de la fiesta”, “el cierre de un ciclo de bonanza”, “la desaceleración del auge” de la región.
Es que después de disfrutar de un extenso periodo de auge, marcado por el alto precio de las materias primas, el crecimiento de China y otros emergentes que contribuyeron al mejor desempeño de la región en 40 años, las cifras comprueban que la fiesta, efectivamente, está por terminar: de un crecimiento promedio del 4% en 2011, la región bajó al 1% en 2014 y se pronostica para este año una expansión de apenas el 0,8%.
Con razón dice el refrán que con el periódico de mañana todos somos adivinos, porque hoy parece evidente que ya en 2012 estaban dadas todas las señales de que la fiesta estaba por acabarse, que el “boom” llegaba a su fin.
Surge entonces la pregunta, ¿se provechó el auge económico de esos años para hacer reformas estructurales, para hacer economías más competitivas, para fomentar modelos menos dependientes de las fluctuaciones en los precios de las materias primas?
Este fueron algunos de los puntos de discusión en la presentación del informe Perspectivas 2015, realizado por el economista jefe Augusto de la Torre en Washington, y que fue transmitido en vivo vía internet a través de la plataforma En Vivo del Banco Mundial, y en las portadas de El País América, RPP del Perú y el Financiero de México.
"Por supuesto, la región podría haber hecho mucho más reformas, pero eso no significa que no se haya aprovechado el ‘boom’", aseguró de la Torre, autor principal del informe "América Latina recorre un estrecho camino al crecimiento: la desaceleración y sus retos macroeconómicos”.
"En primer lugar, se aprovechó el período 2003-2008, para mejorar los modelos de política macroeconómica. La región en su conjunto es menos vulnerable a los ´shocks´ macroeconómicos y financieros", añadió.
De La Torre también señaló que, aunque la región sigue siendo muy dependiente de las materias primas, su modelo de exportación es muy diferente del de los años 80. Además, los procesos de producción agrícolas y minerales han experimentado significativas mejoras tecnológicas y están más conectados con las economías locales. Por lo tanto, benefician más a los productores y a los ciudadanos.
"Desafortunadamente, el tiempo de bonanza no fue suficiente para que las reformas orientadas al crecimiento pudieran hacerse en medio de un contexto más favorable", agregó Samuel Pieknagura, co-autor del informe.
"Por no hablar de que muchos de estos cambios son lentos para entrar en vigor. Por eso, aunque algunos países han creado e implementado programas orientados al crecimiento, todavía no puede ver los frutos de la reforma", añadió Pieknagura.
El informe tuvo bastante eco en redes sociales. Algunos participantes, como el economista mexicano Rodrigo Aguilera, subrayaron que 2015 será un año decisivo para sus países. “Las grandes expectativas económicas del sexenio se ven cada vez menos realistas”, tuiteó. Otros, como @Conocimiente, contribuyeron con ideas: “Recuperaremos crecimiento, cuando gobiernos se dediquen a crear condiciones para surgimiento de empresarios”.
Además de hacer estas reformas -aunque no en la profundidad que se podía haber esperado- América Latina aprovechó el impulso del auge económico para fortalecer el progreso social, algo que no puede ser ignorado, dicen los autores.
Más de 70 millones de latinoamericanos dejaron de ser pobres y 50 millones se han unido a la clase media en la última década. Si en la década de 1990, el 50% de la población regional era pobre y el 20% de la clase media, hoy este porcentaje se invierte: los pobres representan el 25%, mientras que la clase media es del 34%. La nueva clase media de América Latina es un gran logro y también la principal causa de preocupación entre los autores.
"No creo que este cambio estructural vaya a dar marcha atrás, pero el ritmo de progreso tiende a reducir la velocidad y detenerse. Dada la situación actual, tal vez en el futuro podemos restaurar un crecimiento promedio entre el 2% y el 2,5%, más o menos, pero esto aún no es suficiente para garantizar el progreso social en la región", dijo Augusto de la Torre.
El informe muestra que es muy poco probable que China puede vivir de nuevo un auge en el crecimiento como el de la primera década del siglo 21. También es poco probable que se recuperen a corto plazo los precios de las materias primas, no a los niveles que vimos en los últimos años.
Nuevas bases
En resumen, aunque difícilmente vuelva a repetirse una oportunidad para crecer como en la última década, América Latina sigue siendo capaz de adaptarse y ser más competitiva.
Esto pasa a través por una serie de reformas para mejorar la recaudación y un gasto público más eficiente, con el fin de aumentar la tasa de ahorro, por ejemplo. Actualmente, las tasas de ahorro en América Latina son alrededor de 10 puntos porcentuales por debajo de los indicadores de Asia.
Los autores coinciden que todavía hay tiempo de tomar algunas de estas medidas sin perjudicar los programas sociales en la región. También recomiendan adaptar la formación de los latinoamericanos a las necesidades productivas, para tener más empleos de calidad.
"Tal vez este es el momento ideal para realizar reformas educativas, para mejorar todo lo posible en la infraestructura física. En fin, tengo la impresión de que estos serán los temas centrales de debate en la región durante los próximos 10 años", dijo de la Torre.
Quizá los titulares de la prensa latinoamericana tengan razón y, en efecto, estamos ante el fin de la bonanza, pero parece claro que eso no agota las posibilidades de promover un crecimiento económico fundado en nuevas bases, incluso más sólidas que las anteriores.