Naciones Unidas, 13 de octubre de 2015.- Este año, el Día Internacional para la Reducción de los Desastres está dedicado al potencial de los conocimientos tradicionales, autóctonos y locales.
En marzo de 2015, me reuní en Sendai (Japón) con el Excelentísimo Señor Baldwin Lonsdale, Presidente de Vanuatu, en la Tercera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Reducción del Riesgo de Desastres. Ese mismo día, su nación insular fue arrasada por el ciclón Pam, una de las tormentas más violentas que haya afectado jamás la región del Pacífico.
La fuerza de la tormenta llevó a prever un gran número de víctimas. Afortunadamente, no fue así, en parte gracias a los refugios anticiclones construidos de manera tradicional con materiales locales, que permitieron salvar muchas vidas.
Los conocimientos tradicionales y autóctonos constituyen una base informativa indispensable para muchas sociedades que tratan de vivir en armonía con la naturaleza y adaptarse a fenómenos meteorológicos perturbadores, al calentamiento del planeta y al aumento del nivel del mar.
En el Camerún, gracias a los conocimientos locales basados en tecnologías poco avanzadas que se transmiten de generación en generación, los agricultores hacen frente a la sequía poniendo a remojo las semillas de maíz y frijoles antes de plantarlas. Otra práctica ancestral, consistente en esparcir cenizas sobre el maíz y las semillas durante un par de meses, mantiene alejadas a las plagas.
La suma de muchos de estos actos de reducción del riesgo de desastres a nivel local genera resiliencia.
En la región ártica dependemos en gran medida de los conocimientos locales de los pueblos indígenas para entender los efectos del cambio climático, porque lo que sucede en el Ártico no produce efectos tan solo allí.
Los cambios que repercuten en la disponibilidad de alimentos tradicionales ponen de manifiesto el desafío que supone el cambio climático para toda la humanidad, no solo para la población del Ártico.
Los conocimientos locales sobre los efectos de la urbanización, el crecimiento demográfico, la degradación de los ecosistemas y las emisiones de gases de efecto invernadero son especialmente importantes en una era en que cada vez ocurren más desastres relacionados con el clima y las condiciones meteorológicas.
En el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres se reconoce la importancia de la implicación de las comunidades en la reducción del riesgo de desastres y se subraya que los conocimientos tradicionales pueden ser un complemento de los conocimientos científicos en la gestión de dicho riesgo. El fomento de la resiliencia ante los desastres también es una dimensión fundamental de los recién aprobados Objetivos de Desarrollo Sostenible, marco que guiará nuestra labor para poner fin a la pobreza y promover el reparto de la prosperidad en un planeta sano de aquí a 2030.
En este Día Internacional, reconozcamos los esfuerzos que realizan las comunidades, grandes y pequeñas, que utilizan su sabiduría para reducir el riesgo de desastres y compartir su preciado “conocimiento para la vida”.