París, 17 de septiembre de 2015.- La incertidumbre sobre las economías emergentes y su vulnerabilidad a un alza de los tipos de interés en EE.UU. y el temor a una desaceleración mayor de la esperada en China, junto al estancamiento del crecimiento del comercio mundial y el deterioro de las condiciones financieras, han llevado a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) a rebajar sus previsiones de crecimiento para la economía mundial en 2015 y 2016.
En concreto, la OCDE ha recortado una décima su pronóstico de junio y ahora espera que el Producto Interior Bruto (PIB) mundial crezca un 3%, mientras que para 2016 espera cierto fortalecimiento de la actividad (un 3,6%), aunque dos décimas por debajo de lo estimado anteriormente.
"Las perspectivas se han debilitado ligeramente y son menos claras"
En su último informe de perspectivas económicas publicado ayer miércoles, la institución señala que "las perspectivas de crecimiento global se han debilitado ligeramente y son menos claras que en los últimos meses".
Además, advierte de que "el crecimiento del comercio mundial se ha estancado y las condiciones financieras se han deteriorado".
No obstante, la OCDE constata que la recuperación "está progresando" en las economías avanzadas, mientras las proyecciones han empeorado para muchas economías emergentes.
Destaca la importancia del ritmo de subida de los tipos de interés en EE.UU.
En este sentido, la organización internacional ha elevado en cuatro décimas al alza su previsión de crecimiento para EE.UU. en 2015, hasta situarla en un 2,4%, mientras que ha recortado dos décimas el pronóstico para 2016, hasta dejarla en 2,6%.
En el caso de la mayor economía mundial, la institución considera que la evolución del PIB y el empleo "garantiza una tendencia al alza de los tipos de interés", aunque a un ritmo "muy gradual", y destaca que el momento de la primera subida "es secundario" en comparación con la importancia del ritmo de incrementos.
En cuanto a las proyecciones de crecimiento para la eurozona, la OCDE ha mejorado una décima su anterior pronóstico para 2015, hasta situarlo en un crecimiento del 1,6%, pero ha recortado dos décimas el de 2016, cuando el PIB de la región se espera que crezca un 1,9%.
Menos fuerza de la esperada en la recuperación de la eurozona
"El crecimiento de la eurozona en conjunto está mejorando, pero la recuperación sigue estando menos avanzada que en EE.UU.", apunta la institución, que advierte del elevado desempleo y la debilidad de los precios a nivel doméstico.
"El incremento de las tasas de crecimiento de la eurozona este año es alentador, pero menos de lo que se habría esperado dados los vientos de cola procedentes de los bajos precios del petróleo y los tipos de interés más bajos", apunta la OCDE, que estima en un punto porcentual la diferencia entre el crecimiento observado y el que habría habido sin estos factores favorables.
Entre las principales economías de la zona euro, la OCDE mantiene en el 1,6% el crecimiento de Alemania en 2015, pero recorta cuatro décimas su previsión para 2016 -hasta dejar el avance en un 2%-, mientras en el caso de Francia reduce una décima el pronóstico de este año (hasta situarlo en 1%) y baja en tres décimas el de 2016, hasta el 1,4%.
Un frenazo en China, la principal amenaza
En su informe, la OCDE señala como principal amenaza para el crecimiento la posibilidad de una ralentización de la economía de China mayor de lo esperado, lo que, combinado con turbulencias financieras -que podrían verse exacerbadas por la primera subida de tipos en EE.UU.-, "podría tener serias repercusiones en la economía global".
En sus pronósticos, sin embargo, la OCDE se muestra cauta y augura un crecimiento del PIB de China del 6,7% este año, una décima menos de lo previsto en junio, mientras que para 2016 pronostica una expansión del 6,5%, dos décimas menos que su anterior estimación.
"Las autoridades chinas se enfrentan al reto de sostener el crecimiento a la vez que avanzan en el cambio estructural y la gestión de riesgos", apunta la organización. La OCDE considera que "podrían ser necesarios estímulos adicionales", aunque subraya que estos deberían centrarse menos en la construcción de infraestructuras financiadas con deuda y más en la expansión del gasto social que contribuya a apuntalar el consumo, buscando un modelo de crecimiento más equilibrado.