Lima, 9 de octubre de 2015.- Las perspectivas económicas para América Latina y el Caribe han sido revisadas nuevamente a la baja. La nueva proyección implica que el crecimiento promedio del PIB real de la región sea levemente negativo este año (-0,3 por ciento) y que la región muestre una ligera recuperación en 2016 (0.8 por ciento).
Claramente, las perspectivas no son tan sombrías en todos lados, y el promedio regional está particularmente afectado por el deterioro económico en unas pocas grandes economías que enfrentan fuertes dificultades internas. En muchas otras economías se sigue observando una desaceleración paulatina, a medida que se ajustan a una nueva realidad caracterizada por un contexto externo mucho menos favorable que el registrado hace unos años.
En particular, se destaca la renovada debilidad de los precios de las materias primas, en parte debida a la desaceleración de la actividad económica en China. El precio del cobre, por ejemplo, cayó más de 25 por ciento en el último año, mientras que el de la soja cayó alrededor de 20 por ciento. El precio del petróleo volvió a caer en los últimos meses, con lo que la caída acumulada desde Junio de 2014 supera el 50 por ciento. El impacto sobre los distintos países depende naturalmente de cuál materia prima producen y de cuánto pesa el sector en el conjunto de la economía.
Unas pocas economías se contraen fuertemente…
Dos de las principales economías de la región, Brasil y Venezuela, están sufriendo una fuerte contracción económica este año. La situación por la que atraviesan estas economías no responde solamente al deterioro del entorno internacional sino que se debe principalmente a la intensificación de desequilibrios internos, aunque de diversa índole.
Venezuela está atrapada en un círculo vicioso de intervenciones distorsivas, débiles marcos de política y deterioro económico y social, que ha resultado en la tasa de inflación más alta del mundo, una severa escasez de bienes y una brecha entre el tipo de cambio en el mercado informal y el oficial que ronda las 100 veces. En este contexto, y a la luz del desplome en el precio del petróleo, se espera que el producto se contraiga 10 por ciento en 2015.
Luego de haber utilizado políticas de estimulo a la demanda en forma excesiva en el pasado, las autoridades en Brasil han debido endurecer sus políticas monetarias y fiscales con el fin de restablecer la credibilidad en la sostenibilidad de sus finanzas públicas y anclar las expectativas inflacionarias de mediano plazo. A este escenario se le sumó una crisis política que derrumbó la confianza de los consumidores y de las empresas a mínimos históricos, afectando aun más la actividad económica y las finanzas públicas. Se espera que el nivel de actividad económica caiga en alrededor de 3 por ciento en 2015.
Si bien en Argentina la proyección de crecimiento para 2015 sigue siendo levemente positiva gracias, en parte, a un importante impulso fiscal, se espera que la economía se contraiga el próximo año. Además, la combinación de política monetaria y fiscal expansiva sigue ejerciendo presión sobre la brecha entre el tipo de cambio oficial y el de mercado, el nivel de inflación y las reservas internacionales netas. En Ecuador, la caída del precio del petróleo ha tenido un impacto fuerte en el ingreso nacional, resultando en una gran desaceleración del crecimiento económico, proyectado en -0,6 por ciento para este año.
Mientras que otras se desaceleran en tándem con el deterioro externo
El contexto externo que enfrenta la región ha seguido deteriorándose. El momento y la severidad del impacto de la caída de los precios de las materias primas, sin embargo, varían entre países, en gran parte por la propia evolución disímil entre distintas materias primas.
Mientras que la caída de los precios de los metales venía afectando a Chile y Perú sostenidamente desde 2011, requiriendo un ajuste de sus economías, el desplome del precio del petróleo se dio recién desde mediados de 2014, por lo que los países exportadores de crudo de la región recién comienzan el proceso de ajuste a esta nueva realidad. En efecto, mientras en Chile el déficit de cuenta corriente pasó de 4 por ciento del PIB en 2012 a casi cero últimamente, en Colombia ha crecido hasta hace poco y alcanza 6 por ciento del PIB.
El crecimiento de Perú se desaceleró de manera abrupta el año pasado, debido a la caída de la inversión y perturbaciones de oferta temporales en los sectores de pesca, minería y agricultura. Como algunos de esos shocks se mantuvieron en 2015 y se vieron acentuados por la renovada caída de los precios de los metales, se espera que la economía de Perú crezca este año a un ritmo similar que el de 2014 (un 2½ por ciento aproximadamente) antes de repuntar hasta 3¼ por ciento en 2016.
México cuenta con una economía más diversificada y más integrada comercialmente con Estados Unidos, por lo que se ve relativamente menos afectado por la caída del precio del petróleo. Sin embargo, la proyección de crecimiento del PIB para este año se recortó a 2,3 por ciento (desde 3 por ciento en nuestro reporte de Abril), en parte debido a una nueva caída de la producción petrolera.
Reforzando la necesidad de fortalecer las políticas económicas
La realidad en América Latina y el Caribe ha cambiado y varias economías de la región cuentan con fundamentos sólidos para enfrentar esta nueva realidad. Sin embargo, también será necesario un ajuste en las políticas económicas.
En primer lugar, la flexibilidad cambiaria puede jugar un rol crucial para que las economías se ajusten a esta nueva realidad. En ese sentido, la depreciación de las monedas derivada de los cambios en los términos de intercambio y en las perspectivas de crecimiento debería ser bienvenida y aceptada. Pero en aquellos países en los que las expectativas inflacionarias de mediano plazo se han mantenido sostenidamente por encima del centro del rango meta, o que tienen un alto nivel de dolarización, resulta más difícil beneficiarse de la flexibilidad cambiaria—lo que resalta los beneficios de seguir mejorando la credibilidad y solidez de los marcos de política a future.
En líneas generales y dado el grado de desaceleración económica que está experimentando la región, mantener una política monetaria acomodaticia parece adecuado en aquellas economías con expectativas de inflación de mediano plazo bien ancladas.
En este contexto y a los efectos de mantener la sostenibilidad fiscal, es esencial que la política fiscal se ajuste a la nueva realidad de menor crecimiento de mediano plazo y menores ingresos provenientes de los sectores primarios. Tal como argumentamos en una nota reciente, la velocidad de ajuste dependerá del espacio de maniobra disponible con la que cuenta cada país, el cual está en función de su nivel de deuda y su superávit primario. En líneas generales, sin embargo, existe una necesidad de recomponer las reservas fiscales en la region.
Finalmente, la región necesita seguir impulsando reformas que permitan incrementar la productividad y el crecimiento potencial. Sin crecimiento sustentable que dependa menos de la evolución de los sectores primarios será imposible satisfacer las demandas de mejoras sociales que hoy se exigen a lo largo de América Latina y el Caribe.