Nueva York, 3 de agosto de 2015.- La apreciación del dólar está creando verdaderos quebraderos de cabeza a las multinacionales de Estados Unidos, que ven desde hace un año cómo la divisa es un factor que hace de lastre en sus negocios. Y su influencia en la caída de las materias primas llena de nubarrones el horizonte de países emergentes. Pero la fortaleza del billete verde tiene, sin embargo, otro efecto, esta vez positivo, para las economías de América Latina, que se nutren del dinero que le llega de sus emigrantes en el gran vecino del norte a través de las remesas.
La revalorización de las remeses que se reciben en América Latina arroja lecturas divergentes, en función del origen de los flujos de capitales que llegan a cada país. El alza del dólar eleva el valor de las remesas en los países cuyos inmigrantes están concentrados en Estados Unidos. Las grandes beneficiadas por el brusco movimiento registrado en el mercado de divisas son, por tanto, México (el dólar se ha apreciado un 22% en el último año, si antes equivalía a 13 pesos, ahora compra 16) y países de América Central como El Salvador, Guatemala y Honduras, donde el Banco Mundial ya vio el año pasado un robusto incremento del 6% en el montante de dinero que le llega de sus nacionales en el exterior.
México es el cuarto mayor receptor del mundo en términos absolutos de remesas, con 25.000 millones de dólares (al cambio actual, 22.760 millones de euros) en 2014. Le superan la India, China y Filipinas. En su caso se beneficia por la mejora de la economía en Estados Unidos, el principal país de destino de inmigrantes por delante de Arabia Saudí, Alemania, Rusia y Emiratos Árabes. Los dos países crean el mayor corredor de inmigrantes del planeta.
Crecimiento del 3,4%
Pero el valor de estas transacciones varía incluso cuando se comparan los países de la misma región. Es el caso de economías como las de Brasil, Perú, Argentina, Bolivia, Colombia y Paraguay, que se ven afectadas por la debilidad de la actividad económica en España y el efecto de depreciación paralela del euro por la crisis griega. Uno de cada diez inmigrantes latinoamericanos vive en España.
Esta discrepancia va a tener como consecuencia que las remesas en América Latina crezcan este año un 3,4%, a 66.000 millones de dólares (60.000 millones de euros). Es un incremento inferior al 5,8% de 2014, como señala el Banco Mundial, pero significativamente mejor que el anémico ritmo visto durante el periodo posterior a la Gran Recesión. Y además, el valor es mayor en cada una de las monedas locales. Se espera que suban a los 69.000 millones en 2016 y a los 71.000 millones de dólares en 2017.
En la actualidad hay 250 millones de trabajadores migrantes que mandan de vuelta parte de su dinero a casa. Las remesas globales hacia los países en desarrollo ascendieron a 436.000 millones en 2014 y se espera alcancen un valor de 479.000 millones de dólares en 2017. Es una cantidad que dobla en estos países la ayuda que les llega del exterior y supera incluso la inversión directa, salvo en China.
El efecto del euro
El euro está tratando ahora de mantener los 1,10 dólares. Está lejos de los 1,40 dólares que se vieron el pasado verano y llegó a caer hasta rozar la paridad. Europa es la principal fuente de remesas para los países del Norte de África y la adversidad en el tipo de cambio se hizo notar especialmente en Marruecos. Mientras que las remesas en euros subieron un 9,6% entre noviembre y enero, cayeron un 2,6% cuando se pasan a dólares. Argelia y Túnez sufren una situación similar.
Los conflictos y las dificultades económicas, como señalan los técnicos del organismo que apoya el desarrollo, harán que la gente siga buscando trabajo fuera. Pero con el incremento de las remesas moderándose, los técnicos del organismo piden a los países receptores de esta liquidez que sean más “creativos” para aprovechar esta fuente de dinero que les llega del exterior. El Fondo Monetario Internacional quiere que este ingente flujo de capital puede contribuir al desarrollo de proyectos en infraestructuras o se utilice como colateral para reducir el coste de la deuda externa.