Caracas, 2 de septiembre de 2015.- El gas natural se ha posicionado sólidamente en la matriz energética de América Latina, contando con reservas convencionales fuertemente concentradas en Venezuela, con un 69%.
El gas natural participa en el 26% de la matriz energética de la región. Su principal utilización es la generación térmoeléctrica, con la ventaja de que es un combustible más limpio que el carbón, ya que genera aproximadamente la mitad de emisiones de CO2 (siempre que no haya pérdidas de metano en su manipulación).
El crecimiento sostenido de la demanda de gas natural es el resultado de varias causas, entre las que destacamos:
- La creciente prioridad de los países por adoptar fuentes energéticas limpias reemplazando otras fuentes (carbón, hidrocarburos líquidos) y los obstáculos ambientales para construir centrales hidroeléctricas.
- Necesidad de diversificar las fuentes de importación con motivo de robustecer su seguridad energética y evitar dependencia de un proveedor.
- El avance que se ha visto en la construcción de plantas de licuefacción y regasificación que facilitan el comercio internacional del gas natural en forma de GNL.
Este crecimiento está dando lugar al desarrollo de un amplio conjunto de inversiones en infraestructura, particularmente en países importadores como Chile y Uruguay, en el caso de América del Sur, también en Centro América y el Caribe, y cada vez más en la frontera norte de México con los Estados Unidos.
Por otra parte, la actividad de extracción de hidrocarburos demanda inversiones de gran envergadura, particularmente las operaciones off shore y en yacimientos no convencionales como los de Venezuela y Brasil, actualmente en desarrollo. Perú y Bolivia también vienen desarrollado con fuerza sus sectores gasíferos, tanto para la generación eléctrica como para su exportación en forma de combustible.
Escenarios tendenciales en América Latina
Según los planes energéticos de Raúl García, autor de "Infraestructura para el Desarrollo de América Latina: Sector Gas Natural", se espera que la demanda de gas natural en América Latina y el Caribe se expanda en el corto y mediano plazo al menos en un 3% anual. La dinámica del consumo y de la producción pone de manifiesto que la región se encamina a consolidar su posición importadora, fundamentalmente por medio de mayores volúmenes importados de GNL. El desarrollo de la actividad está dando lugar a proyectos que presentan características novedosas en su concepción, en su tecnología y en su estructuración.
Un caso destacable de apertura al sector privado ha sido la reforma energética en México, que plantea un nuevo rol del Estado en ese país. La apertura del sector energético se ha dado en un sentido amplio, incluyendo a la producción, transporte, distribución, actividades de refinación, petroquímica e inclusive al sector eléctrico. La reforma incluye una transformación de todas las actividades conexas, tales como el transporte y el almacenamiento de gas, lo que implica el permiso de acceso abierto a las infraestructuras de transporte de gas y actividades vinculadas, flexibilizando el mercado de intercambio de gas y permitiendo a futuro su libre comercialización.