Bogotá, 28 de agosto de 2015.- Si bien el 23 % de la población total de América Latina salió de la pobreza entre el 2004 y el 2012, su reducción fue lenta en 2013.
La proporción de personas en América Latina que viven con menos de 1,25 dólares al día, la línea de pobreza extrema, se mantuvo relativamente constante en 4 % durante el 2013, lo que pone en peligro la capacidad de la región para lograr el objetivo del Banco Mundial de erradicar la pobreza extrema para el año 2030. Así lo informó el organismo multilateral en su reciente informe ‘Trabajar por el fin de la pobreza en América Latina y el Caribe’.
El estudio explica que la pobreza total, definida en la región con base en un ingreso de subsistencia menor a cuatro dólares al día (otro límite de pobreza), disminuyó del 25,3 % en 2012 a 24,3 % en 2013, evidenciando una desaceleración en el ritmo de reducción de la pobreza en comparación con los años anteriores.
A pesar de que la disminución de la pobreza en América Latina ha sido considerable en la última década, hay varios hechos que están afectando el rumbo de la tendencia. El primero es que el crecimiento del ingreso ha disminuido, particularmente en el 40 % de las personas que menos reciben recursos. De hecho, uno de cada cinco latinoamericanos no se ha beneficiado y se ha mantenido en la pobreza en los últimos diez años. Adicionalmente, el empleo por cuenta propia y las pequeñas empresas siguen constituyendo en gran medida el empleo no calificado, proporcionando solamente ingresos de subsistencia para muchos. En efecto, el crecimiento elevado de los salarios durante el ‘boom’ de las materias primas, especialmente para los trabajadores no calificados, evidencia la dependencia de factores de producción inestables y una economía con poco valor agregado. Sin embargo, el informe revela que se han hecho esfuerzos al respecto.
“La región ha invertido fuertemente en actualizar las habilidades a través de la educación con logros importantes. Los trabajadores están cada vez más calificados”.
Detrás de todas las explicaciones sobre el freno en la reducción de la pobreza, se encuentra un bajo crecimiento económico de la región. El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) anual per cápita (por persona) se redujo de un 5 % en 2010 a un 1,6 % en 2013 y a un estimado 0,3 % negativo en 2014.
Este factor ha repercutido en los índices de desigualdad de la región, que han permanecido estáticos desde 2010 como lo muestra el coeficiente Gini que ha permanecido constante hasta el año 2013 en alrededor de 0,52 puntos.
Mirando hacia el futuro, el reporte señala que los limitados recursos fiscales de la región van a restringir la capacidad de generar más logros para los pobres, a través de la ampliación de los programas sociales y de transferencias. Y a medida que el auge de las materias primas se desvanece y el crecimiento disminuye, hay riesgo de que los avances sociales logrados en la primera década del siglo se erosionen.