Lima, 22 de julio de 2015.- La región de América Latina y el Caribe volverá a hacer historia este año. Por primera vez en casi medio siglo, la región se convertirá en el centro de la discusión internacional sobre desarrollo al abrir sus puertas a miles de representantes de todo el mundo para discutir un futuro sin pobreza extrema y con más oportunidades para todos.
Las Reuniones Anuales del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional se realizan cada año en octubre, pero en esta ocasión será Lima, Perú, la sede de las discusiones. Será un escenario apropiado para resaltar los logros y avances alcanzados en América Latina y el Caribe en lo que va del siglo, y definir los retos por asumir para continuar reduciendo la desigualdad y alcanzar la meta de poner fin a la pobreza extrema en 2030.
Y es que el encuentro se produce en un momento en que la región se enfrenta a desafíos que sacuden las bases que impulsaron el reciente crecimiento económico y que engrosaron las filas de la clase media en casi 100 millones de personas.
Después de más de una década de expansión con inclusión, ayudada por el auge de los precios de las materias primas, América Latina y el Caribe ahora busca nuevas vías para asegurar los avances sociales alcanzados y seguir ampliándolos para más latinoamericanos.
Las recientes proyecciones pueden parecer poco alentadoras. Un 0,4 por ciento de crecimiento promedio este año y un repunte a 2 por ciento en 2016, para una región acostumbrada a tasas del 4 a 5 por ciento, genera incertidumbre.
Pero, por otro lado, vemos a América Latina y el Caribe captando la atención de la inversión privada como nunca: En 2014, nuestra región, liderada por Brasil, Perú y Colombia, atrajo más de $69 mil millones de dólares en compromisos de inversión privada en infraestructuras en energía, agua y transporte, dos terceras partes del total de inversiones en el mundo emergente. Y ese porcentaje ha ido creciendo exponencialmente desde 2010 cuando representaba apenas una quinta parte. Mejores carreteras y servicios públicos, una educación de calidad y cobertura de salud universal son algunas de las aspiraciones de los cerca de 77 millones de latinoamericanos que dejaron la pobreza en la última década y que quieren para sus hijos las oportunidades que ni ellos ni sus padres tuvieron. Además, dichas inversiones ayudan a responder a la urgente necesidad que tiene ahora la región de impulsar sus propios motores de crecimiento.
Para ello, los líderes de la región están conscientes de la necesidad de adoptar reformas para facilitar el ambiente de negocios, dinamizar las exportaciones y estimular la competencia en sectores críticos de la economía.
Que el Perú, anfitrión de las Reuniones Anuales, esté en la lista de países que atrajeron mayor inversión privada no es una sorpresa. Este país tiene uno de los mayores récords de crecimiento de América Latina y el Caribe tras haber aprovechado la bonanza de sus productos básicos y diversificado sus exportaciones en los últimos 15 años.
Y este año, a pesar del estancamiento regional, el Perú crecerá un 3,9 por ciento. Un sólido crecimiento del empleo ha reducido considerablemente la pobreza en el país, que pasó de un 55,6 por ciento en 2005 a un 22,7 por ciento en 2014. De hecho se calcula que solo en 2013 escaparon de la pobreza medio millón de peruanos.
Pero Perú y América Latina reconocen que aún falta mucho por hacer. La desigualdad sigue siendo alta en la región, por lo que el desafío es compartir más prosperidad a muchos más de sus habitantes, sobre todo en las zonas rurales y en las zonas urbanas más vulnerables. Hoy, más que nunca, América latina cuenta con los recursos humanos, con el empuje de una clase media que quiere seguir progresando, con jóvenes mejor preparados que miran al futuro con optimismo.
En el nuevo contexto global, será necesario reinventarse. Pero la región lo ha hecho antes, con resultados muy positivos, por lo que no hay duda de su capacidad y compromiso de hacer lo que sea necesario para seguir progresando.