Caracas, 3 de agosto de 2015.- Con la creación de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) en febrero de 1960, América Latina y Caribe inicia un proceso de configuración de espacios para facilitar el intercambio comercial interno a través de la eliminación progresiva de las trabas arancelarias. Este proceso, se ha visto impulsado por la subsecuente creación de bloques subregionales como el Mercado Común Centroamericano (MCCA), la Comunidad Andina de Naciones (CAN), la Comunidad del Caribe (CARICOM) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), promoviéndose una mayor cooperación en la búsqueda del progreso económico de la región.
Bajo esta premisa, y con el propósito de profundizar el entendimiento de la dinámica de la integración comercial en la región, la Secretaría Permanente del Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA) presenta el documento “Informe de evaluación del comercio intrarregional en América Latina y el Caribe: 1980-2013”, que actualiza y complementa el “Informe de evaluación de los acuerdos regionales de libre comercio en América Latina y el Caribe: 1980-2011”, elaborado en 2013.
En la investigación, se sostiene que la promoción de los flujos comerciales intrarregionales ha sido un objetivo y una herramienta fundamental del proceso de integración de América Latina y el Caribe, bajo el reconocimiento, por parte de los países de la región, de la necesidad de ampliar sus mercados nacionales y lograr una mayor inserción en los intercambios comerciales globales.
En el estudio se describe la dinámica comercial de los bloques tradicionales de integración subregional, CAN, CARICOM, MCCA y MERCOSUR, cuyos países miembros agrupan poco más de la mitad de las exportaciones totales de Latinoamérica y el Caribe, y se revela que las exportaciones nominales intrarregionales se aceleraron, en promedio, a una tasa anual de 9,33%, que se ubica por encima de la variación anual promedio reportada por los intercambios comerciales dirigidos al resto del mundo de 8,09%.
El informe destaca también que la participación de las exportaciones de América Latina y el Caribe en el comercio global han crecido tímidamente, al ubicarse en 1980 en una cuota de 5,33% y en 2013 en una participación de 5,98%. En tanto que, otros bloques comerciales del mundo, como la Asociación de Países del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en Inglés), han logrado impulsar sistemáticamente su actividad exportadora a través de un profundo proceso de transformación productiva, pasando de representar 3,91% del comercio mundial en 1980, a significar 6,52% de la actividad exportadora global en 2013.
Pese a esta realidad, la investigación muestra los avances de la región en la reducción de su dependencia a las exportaciones de productos primarios, a través de la promoción de cambios estructurales que han facilitado el incremento progresivo de las exportaciones de productos manufacturados, aunque de bajo contenido tecnológico. Sin embargo, el incremento en los precios de las materias primas, experimentado con mayor fuerza durante la última década, ha originado un repunte en las exportaciones de recursos naturales en detrimento de los intercambios de productos de mayor procesamiento.
El documento subraya que el avance de la globalización y el desarrollo de las cadenas de valor, han convertido el comercio internacional en una importante fuente de crecimiento económico. En esta materia, se argumenta que la región mantiene grandes desafíos en los cuales deberá trabajar para mejorar su inserción en el comercio global mediante la promoción de una mayor transformación productiva, la modernización de la infraestructura logística, la eliminación de las barreras no arancelarias y una mayor articulación de los marcos regulatorios.
De igual forma, se detecta la necesidad de tomar de decisiones enfocadas en la mitigación y posible eliminación de las asimetrías existentes en la región, que históricamente han perturbado el proceso de integración en América Latina y el Caribe. Por tal motivo, se enfatiza en la importancia de alcanzar niveles superiores de cohesión y coordinación, que faciliten el logro de acuerdos con mayor grado de profundidad y permitan maximizar el aprovechamiento de las ganancias asociadas a la integración comercial.
En tal sentido, no cabe duda de que América Latina y el Caribe se beneficiaría de manera sustantiva si las decisiones nacionales y subregionales directamente relacionadas a puntos claves de la integración comercial y productiva, convergiesen hacia una visión regional.