Washington, 31 de enero.- ¿Cómo vemos el panorama económico mundial para el año en curso, y qué va a significar esto para nuestra región? Es una pregunta que hoy está muy presente en la mente de todos, dados los riesgos de deflación en las economías avanzadas y de turbulencia sostenida en los mercados emergentes.
A pesar de estos riesgos, prevemos que la región crecerá a un ritmo ligeramente más rápido que el año pasado, del 2,6% en 2013 al 3% en 2014. El aumento de la demanda mundial es importante, pero también hay que considerar otros factores. La volatilidad probablemente será un factor relevante del panorama en los próximos meses. Las tasas de crecimiento de la región seguirán siendo bajas en comparación con las tendencias históricas y persisten riesgos a la baja para el crecimiento. En primer lugar, examinemos el panorama mundial.
Como describimos en la reciente actualización de las Perspectivas de la economía mundial (informe WEO), proyectamos que el crecimiento económico aumentará del 3% en 2013 al 3¾% este año, impulsado por las economías avanzadas. El crecimiento de Estados Unidos repuntará al 2,8% en 2014, a medida que se disipan los vientos en contra derivados de una política fiscal excesivamente restrictiva y el deterioro de los balances de los hogares, y seguirá beneficiándose del impulso proporcionado por una política monetaria aún laxa y otras fuerzas cíclicas. Por otra parte, vemos que la zona del euro está pasando de la recesión a la recuperación: tras la contracción del último año, el crecimiento aumentará al 1%. Sin embargo, la recuperación será desigual, y probablemente el repunte será moderado en las economías que están experimentando tensiones.
Según nuestras proyecciones, el desempeño económico de los mercados emergentes y los países en desarrollo en su conjunto será ligeramente más sólido, y el crecimiento promedio para este grupo de países rondará el 5% este año. Las perspectivas de crecimiento de China son particularmente importantes para los países exportadores de materias primas de América Latina. Proyectamos que China crecerá aproximadamente al mismo ritmo que el año pasado, 7,5%, dado que las políticas encaminadas a desacelerar el crecimiento del crédito y encarecer el capital desacelerará la inversión.
Por otra parte, se prevé que los precios de las materias primas bajarán ligeramente, en particular los de las materias primas no combustibles, que registrarán disminuciones de alrededor del 6% durante el año. Las condiciones en los mercados financieros mundiales seguirán siendo más restrictivas de lo que fueron antes de que la Reserva Federal comenzara a hablar de “repliegue de las medidas de expansión cuantitativa” en el primer semestre de 2013, dando lugar a un aumento de los costos de endeudamiento a nivel internacional, especialmente dada la reciente volatilidad en los mercados emergentes.
Recuperación desigual
Por lo tanto, ¿qué implica este nuevo pronóstico para nuestra región? El panorama varía de una subregión a otra, según las vinculaciones que mantiene cada subregión con la economía mundial y los mercados financieros.
Por ejemplo, gracias a la recuperación en Estados Unidos, la tasa de crecimiento de México aumentará al 3% en 2014. México experimentará un repunte de las exportaciones de manufacturas y una continua recuperación de la demanda interna, a medida que siguen disipándose los factores temporales que frenaron la demanda el año pasado.
En Centroamérica, el aumento de la demanda mundial impulsará el turismo y las exportaciones, y la actividad de la construcción en Estados Unidos estimulará las remesas (que ya crecieron a un ritmo interanual del 6,5% en el tercer trimestre de 2013). Con respecto a Centroamérica en su conjunto, proyectamos que el crecimiento aumentará del 2,9% al 3,2% este año. Sin embargo, los elevados niveles de deuda pública y de déficit presupuestario constituyen un obstáculo y un riesgo para las perspectivas de algunos países centroamericanos.
En la región del Caribe, prevemos que los países dependientes del turismo se recuperarán gracias a la mayor actividad en Estados Unidos; la entrada de turistas estadounidenses a la región del Caribe registró un aumento interanual de aproximadamente 7% en noviembre. Sin embargo, el crecimiento se mantendrá bajo en 2014, apenas 1½%. Los países exportadores de materias primas experimentarán un crecimiento más vigoroso del 3,7%. Al igual que en Centroamérica, en algunos países caribeños los elevados niveles de deuda pública plantean riesgos.
En América del Sur, el panorama es más desigual. En los grandes países exportadores de materias primas financieramente abiertos (Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay), el crecimiento promedio se mantendrá ligeramente por debajo del 4%, avanzando a una marcha lenta en relación con los niveles históricos. El repunte de la demanda mundial tendrá como contrapartida una disminución de los precios de las materias primas y condiciones financieras ligeramente más restrictivas. En estos países, las perspectivas dependerán en gran medida de las condiciones internas. Por ejemplo, Brasil se enfrenta a restricciones de la oferta que están limitando el producto y empujando al alza la inflación. Por lo tanto, proyectamos un crecimiento de 2,3%, no mucho mayor que el del año pasado.
En otros países exportadores de materias primas de la región, el panorama es menos favorable. En Argentina y Venezuela, en 2013 comenzaron a surgir presiones sobre la inflación, la balanza de pagos y los mercados cambiarios. Estas presiones están afectando negativamente la confianza y la oferta agregada.
Nuevos (y viejos) riesgos
Y para todos los países de la región, la economía mundial aún plantea riesgos. El nivel muy bajo de inflación en las economías avanzadas podría causar una disminución de las expectativas de inflación, generando aumentos de las tasas de interés reales (con tasas a corto plazo cercanas a cero) o deflación en estas economías. Asimismo, un crecimiento más débil en los mercados emergentes podría afectar negativamente a los mercados de materias primas. Los riesgos para la estabilidad financiera incluyen un aumento del apalancamiento de las empresas, así como presión sobre las valoraciones de los activos si las tasas de interés subieran más de lo esperado. Además, la turbulencia sostenida en los mercados emergentes podría generar condiciones financieras internacionales aún más difíciles.
De hecho, y un poco paradójicamente, estamos bastante seguros de que el panorama es muy incierto. Vemos que la economía mundial está experimentando grandes transiciones, como el traspaso del crecimiento de los mercados emergentes a los países avanzados, el repliegue de las medidas de estímulo en los países avanzados (y la decisión de la Reserva Federal de “retirar” las políticas monetarias extraordinariamente acomodaticias), y el rebalanceo de las fuentes de crecimiento en China. Cada uno de estos cambios puede plantear obstáculos que generen volatilidad. Por lo tanto, las autoridades económicas necesitarán marcos que sean flexibles, ágiles y resistentes para superar los shocks que puedan surgir.
En resumen, si bien el crecimiento se acelerará, cabe esperar más turbulencias en nuestra región. Por lo tanto, para las autoridades económicas de América Latina y el Caribe aún no es el momento de descansar tranquilos. Sigue siendo necesario recomponer los márgenes de política fiscal y utilizar la política monetaria y los tipos de cambio flexibles para absorber shocks cuando sea posible. En algunos países también sería útil reforzar los marcos de política económica a mediano plazo. Asimismo, será esencial prestar atención especial a las señales de tensión en los sistemas financieros. Y por último, es preciso poner en marcha reformas estructurales en el ámbito de la educación, la infraestructura y los mercados de trabajo y de productos —en toda la región, incluido Estados Unidos— para avanzar a un ritmo de crecimiento más vigoroso y sostenible a largo plazo.