Washington, 16 de enero.- Las economías latinoamericanas crecerán en los próximos dos años a un ritmo del 3,3%, con lo que una familia promedio en la región tendrá capacidad para pagar por más bienes y servicios. Pero esto no será suficiente para cumplir con la meta de erradicar la pobreza extrema para el 2030, según se desprende del estudio Perspectivas de la Economía Global 2014 del Banco Mundial. Derek Chen, autor del capítulo de América Latina del informe, afirma que pese al saludable crecimiento pronosticado para la región, su talón de Aquiles seguirá siendo la gran desigualdad en los ingresos.
Pregunta: Su informe prevé un crecimiento promedio para América Latina del 3,3% anual en el mediano plazo. ¿Cómo se compara con los niveles de crecimiento previos a la crisis financiera global y a las tasas de crecimiento de la población?
Respuesta: En efecto, nuestra previsión de crecimiento del 3,3% para los años 2014-2016 es relativamente baja, si se le compara con el crecimiento del 5,3% anual que la región registró en 2004-2007. Hay que notar, sin embargo, que este crecimiento relativamente menor está en línea con la tasa de crecimiento poblacional, que crece a un 1,15% por año y sigue desacelerándose. Dado que el crecimiento real del PIB es más rápido que el de la población, el PIB per cápita (en términos reales) también está en aumento.
P: Con esto en mente, ¿qué significa más concretamente para la región estar creciendo en sus niveles actuales? En particular, ¿qué significa para las familias y las empresas?
R: Con las tasas de crecimiento esperadas, el PIB real per cápita de la región debe estar alrededor de US$6.000 por persona. Eso significa que la familia promedio debería estar en capacidad de adquirir más bienes y servicios. Ahora, si bien el crecimiento es necesario para mejorar el nivel de vida puede que no sea suficiente. La distribución de la riqueza generada es igualmente importante. De hecho, la desigualdad de ingresos sigue siendo elevada.
P: Ustedes pronostican que, en el mejor de los casos, los flujos netos de capital destinados a la región se reducirán en un 3,7% este año, lo que sumará a la disminución del 5,1% observada en 2013. ¿Qué significa eso para la actividad económica de la región?
R: El efecto de la caída temporal de los flujos de capital puede significar una menor demanda interna, en la medida en que los consumidores y negocios no podrán conseguir financiamiento barato como lo habían hecho hasta hace poco. Sin embargo, hay que advertir que se espera que los flujos netos de capital aumenten después del 2014, alcanzando más de US$313.000 millones en 2016, lo cual es un alza significativa respecto del 2012.
P: En la última década Latinoamérica ha dado grandes pasos en la reducción de la pobreza y la desigualdad, pero muchos se preguntan si esos avances perderían impulso si el crecimiento cae por debajo de un cierto nivel. ¿Cuál es ese nivel?
R: De acuerdo a nuestros estudios, entre 2003 y 2011, los ingresos per cápita crecieron a un ritmo del 3% y la pobreza extrema (quienes perciben menos de US$2,50 diarios) se redujo de un 25% a un 13% o unos 80 millones de personas. No tenemos proyecciones sobre en qué nivel de crecimiento empiezan a desmoronarse los avances sociales. Pero un estudio reciente indica que incluso si los ingresos de América Latina continúan creciendo en un 3% y se mantiene a raya la desigualdad, la región no cumplirá con la meta de eliminar la pobreza extrema para el 2030. Para cumplir con esta meta la región debería crecer a un ritmo de 7,5% al año.
P: El informe menciona las bruscas caídas en los precios de las materias primas o ‘commodities’, que han sido importantes motores del crecimiento económico y laboral. ¿Qué puede hacer Latinoamérica en el corto y largo plazo para protegerse de esta caída en sus ingresos?
R: En el corto plazo, los países con tasas de cambio variables podrían dejar que sus monedas se ajusten para mantener su competitividad. Esto incentivaría aún más al sector exportador y, al reducirse la demanda de importaciones, permitiría un balance de cuentas corrientes más sostenible. En el largo plazo, la región deberá enfocarse en diversificar sus exportaciones y organizar sus economías de tal manera que dependan menos de las materias primas. Esto reducirá su volatilidad y fortalecerá sus perspectivas de crecimiento a largo plazo.