Guayaquil, 4 de diciembre de 2014 (EFE).- El secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), Ernesto Samper, apostó por la formación de un nuevo grupo mundial, al que llamó el bloque Sur-Sur.
El mundo se está conformando por bloques, dijo, al señalar al liderado por Estados Unidos y Canadá, al europeo y al asiático.
"Nosotros ¿dónde estamos, a quién vamos a pedir que nos reciba: a Estados Unidos, a la Unión Europea (...), a Asia, que tiene otra cultura?", se preguntó durante la conferencia que dictó en Guayaquil, previa a la cumbre de la UNASUR que se desarrollará desde hoy.
"Creo que tenemos que pensar en un nuevo cuarto bloque, es el bloque Sur-Sur", indicó, al comentar que ahí están "los aliados" y al sostener que ese nuevo bloque se debe "hacer rápido".
Ello, dijo, porque la globalización "se está desbaratando. La OMC (Organización Mundial del Comercio) ya no es capaz de suscitar ningún acuerdo de comercio. Las Naciones Unidas van para atrás en temas como el social".
El Banco Mundial "ya se cansó de poner condiciones", añadió, al subrayar que "si no tenemos nuestro propio bloque, las reglas nos las van a poner" a través de otros.
El expresidente colombiano consideró que la región no puede caer en un juego de ganadores y perdedores "planeada alrededor de la globalización".
Samper puntualizó que UNASUR "no es un proceso de integración" y pidió no seguir buscando oportunidades por fuera de Suramérica, pues "las mejores están aquí", dijo, al apuntar que la inversión que crece más rápido ahora es la que se genera dentro de la misma región.
"UNASUR es una región que está tratando de hacer integración, a diferencia de otros procesos, que son de integración, como el europeo, que están tratando de convertirse en región", indicó durante su conferencia "Visión estratégica de la UNASUR".
Comentó que la región avanzará si sigue preservando los tres elementos fundamentales que dieron origen a UNASUR: conservarse como "una zona de paz en el mundo", mantener la vigencia de los derechos humanos y la democracia.
Con un símil futbolístico, invitó a pensar en que se construya entre todos el estadio en que la democracia sea la cancha en la que se tramiten las diferencias, que se acuerden reglas para que el árbitro sea uno "entre todos nosotros" y que nunca se olvide que "lo más importante son los 400 millones de hinchas que van a asistir al partido de la convergencia".
El exmandatario colombiano dijo que UNASUR puede hacer aportaciones para propiciar acercamientos entre distintos procesos de integración en la región.
Samper dictó su conferencia en el marco de un seminario internacional al que están invitados representantes de la Alianza del Pacífico, del MERCOSUR, de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, la Comunidad Andina y de la Asociación Latinoamericana de Integración.
En su alocución recalcó que ha planteado el trabajo de UNASUR alrededor de tres agendas: la económica, centrada en la competitividad; la política, que busca profundizar la democracia y la social en búsqueda, entre otros, de la reducción de la desigualdad.
El gran desafío de la región, dijo, es ver cómo pueden sus países llegar a ser más competitivos en términos internacionales, algo que tiene que ver con la infraestructura, el conocimiento y la forma en que se canalice el ahorro, entre otros.
Insistió en que el respeto a la soberanía y la solidaridad deben estar entre las prioridades en la integración. "La única manera de embarcarse en un proceso de convergencia es que entendamos que todos somos iguales pero que los que tienen más tienen que compartir con los que tienen menos", apuntó.
El expresidente colombiano, que considera que la palabra para la convergencia en materia económica es "complementariedad", añadió que la región debe ser capaz de agregar valor a lo que tiene y subrayó que la "integración se va a producir a través de cadenas de valor que nos permitan integrarnos entre nosotros mismos".
En cuanto a la integración política, habló de un pasaporte suramericano y de la homologación de títulos de estudio, entre otros aspectos, todo ello sumado a una política "de defensa de los migrantes suramericanos en el exterior", que cifró en 26 millones.