Ciudad de México, 19 de septiembre de 2014.- Teniendo en cuenta el largo historial de políticas industriales en América Latina que, a menudo, han causado en América Latina más daños que beneficios, un nuevo estudio del Banco Interamericano de Desarrollo plantea cuándo y cómo pueden intervenir los gobiernos en la economía para incrementar la productividad minimizando, al mismo tiempo, los riesgos de repetir los errores del pasado.
En Desarrollo en las Américas, la publicación insignia del BID, los expertos estudiaron políticas industriales implementadas en todo el mundo, tanto exitosas como fallidas, a fin de forjar un marco de análisis práctico y con visión de futuro que ayude a las autoridades a encontrar la combinación apropiada de políticas de desarrollo productivo, tomando en cuenta las realidades de cada país.
“Las políticas industriales han caído en descrédito porque han tendido a conllevar favoritismos políticos, derroche de recursos, búsqueda de rentas y corrupción”, dijo Santiago Levy, Vicepresidente de Conocimiento y Sectores del BID. “Sin embargo, creemos que toda vez que las instituciones apropiadas estén establecidas, bajo ciertas circunstancias las intervenciones públicas bien concebidas pueden ayudar a aumentar la productividad, para lo cual estamos ofreciendo un nuevo marco conceptual”.
Si bien durante el pasado decenio ha habido un considerable progreso económico y social en América Latina y el Caribe, en materia de aumento de la productividad, la región aún se encuentra a la zaga de países más prósperos, lo que explica los niveles más bajos de ingreso y bienestar. De hecho, la creación de condiciones propicias para el aumento de la productividad es uno de los principales retos de desarrollo que hoy día enfrentan las autoridades de la región.
Es sabido que los gobiernos están llamados a desempeñar un importante papel de ayudar al sector privado a tornarse más competitivo en el ámbito de la economía mundial, pero el historial de costosos fracasos en la región –desde la industria de la informática en el Brasil hasta los productores de arroz en Costa Rica– ha llevado a que la política industrial se considere un exceso del sector público.
Este innovador estudio –titulado ¿Cómo repensar el desarrollo productivo? Políticas e instituciones sólidas para la transformación económica– ayuda a las autoridades a determinar en qué condiciones es útil intervenir y, en caso de intervención, cuáles son los mejores instrumentos para llevarla a cabo.
Los gobiernos deben plantearse cuál es la falla de mercado que tratan de atender con una nueva política, qué instrumentos deben emplearse para subsanarla y, crucialmente, qué clase de instituciones se necesitan para implementar la política con éxito. Habida cuenta de las circunstancias singulares de cada economía, en lugar de estudiar e imitar las mejores prácticas, las autoridades deben escoger las políticas de mejor adecuación a las capacidades institucionales de la economía.
En el libro se manejan los mejores datos disponibles y se formula una metodología para que los gobiernos de América Latina y el Caribe puedan repensar las políticas de desarrollo productivo orientadas a la integración con cadenas de valor mundiales, generar innovación, mejorar el capital humano, fomentar la formación de empresas y promover la internacionalización, con los sectores público y privado trabajando juntos.
“Este no es un libro ideológico”, dijo José Juan Ruiz, Economista Jefe del BID. “Está basado en análisis y evidencia. Más y más, el dilema no es si se deben aplicar políticas de desarrollo productivo, sino cómo se las pone en práctica. Las políticas sólidas exigirán nuevas funciones de las agencias públicas y una participación más activa del estado en conjunto con el sector privado”.