Berlín, 30 de junio de 2014 (DW).- Aunque la voz “extractivismo” sigue brillando por su ausencia en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el término es usado con mucha frecuencia porque alude a un controvertido fenómeno que muchos ecologistas -y economistas también- describen de la siguiente manera: la vorágine por el crecimiento, el ímpetu modernizador y el afán por insertarse en los mercados internacionales ha llevado a América Latina a ‘simplificar‘ su estructura productiva y retomar la actividad extractiva como apuesta para su desarrollo.
Atizados por la demanda china, que mantendrá altos los precios de las commodities durante el próximo cuarto de siglo, según los expertos, los países latinoamericanos han dejado de esforzarse en la fabricación de productos con valor agregado. La intensidad del proceso extractivista varía de un país a otro, pero, salvo pocas excepciones, la sobreexplotación de las materias primas es una constante en toda la región. Los recursos naturales se convierten así en la ‘chequera’ de numerosos Gobiernos del subcontinente.
En la época de la Conquista, la minería sobresalió como la actividad que permitió el incipiente desarrollo de algunas regiones, con todo y que buena parte de las materias primas y sus ganancias fueron expoliadas por las potencias coloniales. Ahora, la renta minera vuelve a ser atractiva por ser la que más rendimientos deja, a costa de graves conflictos sociales y serios problemas medioambientales. Y si no se diseñan políticas con una perspectiva de largo plazo, el extractivismo puede provocar una dependencia peligrosa.
Este tema marca las relaciones entre Alemania y los países al sur del Río Bravo. En eso coincidieron los expertos reunidos en el congreso anual de la Asociación Alemana de Investigaciones sobre América Latina (ADLAF), celebrado en Berlín en la sede de la Fundación Konrad Adenauer (KAS), cercana a la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Al encuentro acudieron especialistas y diplomáticos, tanto de Europa como de Latinoamérica.
El cambio climático, amenaza real. La preocupación por el cambio climático y el desarrollo sustentable fueron las líneas conductoras del debate. Marie-Luise Dött, portavoz de política medioambiental de la CDU y la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU) en el Bundestag, explicaba que, por ser pobre en materias primas, Alemania se ha convertido en campeón del reciclaje de deshechos y puede poner su tecnología a disposición de América Latina para proteger sus recursos, su biodiversidad y su clima. Dött destacó el éxito de proyectos energéticos “verdes” que han beneficiado a Costa Rica, Honduras y El Salvador.
En conversación con DW, la diputada enfatizó que lo fundamental es fomentar la educación por ser lo que permitirá a las próximas generaciones “distinguir oportunidades” que después propiciarán la creación de empresas y de empleos. De igual manera subrayó que el éxito en la gestión de una ciudad o un país se mide por su trato a los más pobres, por las posibilidades de desarrollo que les brinde para salir de la precariedad.
José Luis Samaniego, directivo de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), llamó la atención hacia los problemas estructurales de la región: la baja productividad, la baja presión fiscal, las brechas de informalidad y de protección social. Samaniego señaló que América Latina ha estado muy abierta a las corrientes internacionales de precios y que, en aras de abastecer la enorme demanda mundial de materias primas, que exporta sin refinar, la región ha simplificado su estructura económica y ahora produce poca manufactura de alta tecnología. “Comparado con los países del este asiático, Latinoamérica está muy rezagada”, comentó Samaniego.
Sector minero, el más rentable
El sector minero es el más productivo en América Latina y el mundo; su rentabilidad se ha multiplicado por cuatro mientras que la de la extracción petrolera sólo se ha duplicado. El experto destacó durante su ponencia que hay 190 conflictos por proyectos mineros en la región. Por ello subrayó la necesidad de un cambio estructural para insertarse de otro modo en la economía internacional. Samaniego destacó que China ha ejercido influencia sobre todos los precios de las materias primas y que el auge extractivista se debe a la demanda del gigante asiático que durará entre, veinte y veinticinco años. “Es suficientemente tiempo para que los Gobiernos puedan prever cómo transitar de esta insostenibilidad que hay ahora a una sostenibilidad más blanda”, dijo Samaniego.
“América Latina se subió al vagón del neoliberalismo, de la prevalencia de los mercados y la convicción de que éstos se autoregulan. El shock que supuso la crisis financiera fue la tumba de los mercados autoregulados. En Latinoamérica hay una toma de conciencia sobre la importancia de las políticas públicas; los mercados deben tener reglas claras para poder funcionar, de otra manera pavimentaremos el retorno a una era en la que el patrimonio marca las diferencias sociales”, sentenció Samaniego.