Washington, 31 de octubre de 2014.- Pareciera que los mercados de trabajo en América Latina no estuviesen siguiendo las noticias en materia económica ¡Literalmente! La actividad económica se enlenteció marcadamente en los últimos tres años, cayendo incluso en terreno recesivo en algunos países de América del Sur. Sin embargo, los mercados de trabajo lucen sorprendentemente fuertes, con el desempleo aún rondando tasas históricamente bajas. ¿Qué está sucediendo? ¿Será que la región descubrió la forma de evadir la ley de la gravedad?
Para analizar esta aparente disociación, primero investigamos en mayor profundidad la evolución reciente de los mercados de trabajo de la región. Luego evaluamos hasta qué punto esta evolución realmente se aparta de lo esperado en base a antecedentes históricos. En términos generales, encontramos que los mercados de trabajo no están tan sólidos como aparentan, y que su comportamiento puede de hecho ser explicado razonablemente bien por lo ocurrido en materia de actividad económica.
Cierta debilidad bajo la superficie
Si comparamos la evolución de los indicadores del mercado de trabajo en lo que va de 2014 con lo que sucedió en promedio en 2011-13, encontramos, de hecho, señales de debilitamiento en las condiciones laborales de la región. En la mayoría de los países el nivel de empleo continuó creciendo en 2014 (panel de la izquierda), pero en general a un ritmo más suave que en años previos (excepto en Uruguay, en donde el empleo creció a un mayor ritmo). En Brasil, la creación de empleo directamente se estancó este año.
Incluso las tasas históricamente bajas de desempleo esconden una cierta moderación en el período más reciente. En concreto, durante 2011-13 las tasas de desempleo estuvieron cayendo en la mayoría de los países de la región. Este año, en cambio, los resultados son mixtos. Mientras las tasas de desempleo continuaron cayendo en unos pocos países (Colombia, Brasil, México y Perú, aunque en general a un ritmo algo menor), las mismas comenzaron a aumentar en muchos otros (Argentina, Chile, Costa Rica, Ecuador y Uruguay).
Ciertamente, el debilitamiento reciente de las condiciones de los mercados de trabajo no implica necesariamente que ya exista holgura en dichos mercados. En la mayoría de los países Latinoamericanos el nivel de desempleo aún está muy por debajo del nivel histórico promedio o estimaciones típicas de la tasa natural de desempleo (es decir, aquella tasa consistente con una inflación estable). Y a pesar de que el crecimiento de los salarios reales se ha desacelerado en la mayoría de los países, aún se encuentra firmemente en terreno positivo.
… Y no muy diferente de lo esperable en base a antecedentes históricos.
Una vez que encontramos que los mercados de trabajo están efectivamente debilitándose, la siguiente pregunta es si, dado el grado de enlentecimiento actual, no deberíamos haber observado un deterioro aún más pronunciado de los mismos. En nuestro último informe Actualización de las perspectivas regionales se aborda esta pregunta para el caso de Brasil, Chile, Colombia, Perú, México y Uruguay.
En base a relaciones históricas entre producto y empleo para cada país (una versión de la denominada Ley de Okun), encontramos que el crecimiento del empleo en los cuatro trimestres a junio de 2014 no fue sorprendentemente alto en ninguno de esos. De hecho, el empleo creció significativamente menos de lo esperado en algunos casos (Brasil y México).
También encontramos que a pesar de que el desempleo sigue siendo históricamente bajo, el cambio en las dinámicas de desempleo de cada país a lo largo del último año se puede explicar razonablemente bien por lo que aconteció en materia de actividad. La excepción es Brasil, donde a junio de 2014 el desempleo se ubicaba prácticamente un punto porcentual por debajo de lo que se hubiese esperado en virtud de la fuerte desaceleración de su economía. La razón, es una sorprendentemente fuerte caída en la participación en la fuerza laboral (de casi un punto y medio porcentual). Si esta caída resulta ser transitoria, el desempleo podría aumentar en forma bastante rápida a futuro.
Perspectivas y opciones de política
En términos generales, es factible que el crecimiento del empleo se mantenga débil por un tiempo, ya que el efecto del ciclo económico en el mercado de trabajo típicamente se observa con un cierto rezago y, además, no se espera que el crecimiento en la región recupere pronto el ritmo registrado durante la “década dorada”. En este contexto, es probable que el desempleo aumente algo y el aumento de los salarios reales se modere. La consecuente desaceleración del crecimiento de la masa salarial tornará más difícil sostener el ritmo de reducción de la pobreza y las mejoras sociales observado en el pasado reciente.
¿Qué se puede hacer? La prioridad máxima a lo largo de la región es reavivar el crecimiento sin descuidar la estabilidad macroeconómica. Dado que la capacidad ociosa es todavía limitada en la mayoría de los países de América Latina, en general no resulta pertinente recurrir a políticas de estímulo de la demanda interna—y menos aún en economías con debilidades en sus finanzas públicas. El foco, en cambio, debiera estar en impulsar reformas que aumenten la productividad y fomenten la inversión privada. Las prioridades clave en este sentido incluyen la mejora de la infraestructura física, de los sistemas educativos y del clima de negocios. Adoptar reformas bien dirigidas en estas áreas es el camino más prometedor no solo para reavivar el crecimiento, sino también para generar más y mejores empleos en el mediano plazo.