Santa Cruz, Bolivia, 19 de mayo de 2014 (EFE).- La desconfianza geopolítica dentro de Latinoamérica retrasa el desarrollo de la integración energética que la región se merece para seguir creciendo, afirmó el secretario ejecutivo de la asociación Arpel, el argentino Jorge Ciacciarelli.
"Yo llevo 39 años de la industria. Diría que la falta de políticas armónicas y la desconfianza geopolítica es lo que nos está todavía retrasando en el desarrollo que nos merecemos", dijo Ciacciarelli en una entrevista con Efe.
El ejecutivo asumió este año la conducción de la Asociación Regional de Empresas del Sector Petróleo, Gas y Biocombustibles en Latinoamérica y el Caribe (Arpel), con sede en Montevideo, que agrupa a treinta de empresas estatales y privadas de la región.
Ciacciarelli, exdirectivo principal de la empresa española Repsol en Bolivia, volvió a este país para participar en el IV Congreso Internacional de Gas y Petróleo organizado por la petrolera estatal boliviana YPFB, que tuvo lugar la semana pasada.
A su juicio, los ejemplos de las alianzas en otros bloques del mundo hacen pensar que en América Latina no hay un "hilván entre todos los países de una política coherente en materia energética" o, en su caso, lo que puede faltar es "un cable" que los una.
"Los países hoy ya trabajan como bloques: el bloque asiático, el bloque europeo, el bloque norteamericano. Nosotros los latinoamericanos también tenemos que constituir nuestro bloque y no tiene que estar constituido solo por los Estados, sino también por empresas privadas, mixtas y estatales", agregó Ciacciarelli.
Según el ejecutivo, actualmente "hay una oportunidad enorme" en la región para avanzar en esa integración porque hay "estabilidad política, hay ganas de crecer, hay mucha racionalidad en el manejo de los fondos y se está buscando la eficiencia y la productividad".
Ciacciarelli hizo los comentarios al ser consultado sobre la propuesta realizada el jueves en el congreso por su compatriota Miguel Galuccio, presidente de la compañía argentina YPF, de conformar un G10 de compañías petrolera estatales de la región.
Según Galuccio, si tener energía ya es un poder, agruparse en un G10 para "buscar sinergias es todavía tener más poder".
A juicio de Ciacciarelli, la idea "está muy bien" porque "todo lo que signifique dialogar y transmitir experiencias" le sirve a la región para afrontar los retos en diversos proyectos petroleros.
"Hay muchos desafíos: el de Vaca Muerta en Argentina es uno, el del Presal en Brasil es otro; el de los crudos pesados venezolanos, es otro; el de las aguas profundas de México, es otro; el de la faja plegada de Bolivia y de Perú, es otro", apuntó Ciacciarelli.
Arpel, agregó, es un ejemplo de la facilitación del diálogo entre empresas, pero en América Latina hay mucho potencial para los proyectos con vistas al autoabastecimiento de energía que empuje aún más el crecimiento que vive Latinoamérica.
"La unión hace la fuerza", sostuvo Ciacciarelli, para señalar que el sueño es lograr "alianzas público-privadas" a través del aporte de ambos sectores con las metas claras que definan los Estados sobre la explotación de los recursos naturales.
En Latinoamérica el consumo medio por cabeza de petróleo es de 1,5 barriles equivalentes y en los países desarrollados esa cifra es siete, "por lo tanto, necesitamos cubrir ese dato y no lo podemos hacer solos, se necesita tecnología, se necesitan recursos", dijo.
La unión de las petroleras de la región en un posible bloque abre además la posibilidad de conversar sobre una política de precios regional y de posicionamiento ante, por ejemplo, la importación de Gas Natural Licuado (GNL) de productores de ultramar.
El ejecutivo de Arpel llamó la atención sobre el hecho de que los países suramericanos tengan que importar el GNL con un coste de hasta 18 dólares por millón de BTU (unidad térmica británica).
Se trata de una cifra por encima del valor del gas natural que exporta, por ejemplo, Bolivia a Brasil y Argentina, que está entre los 9 y 10 dólares por millón de BTU.