Ciudad de México, 3 de abril.- En América Latina y el Caribe la baja recaudación, los privilegios a los más ricos, la corrupción y la poca eficacia de los gobiernos para conseguir el desarrollo han sido los problemas centrales que han llevado a la región a ser la más desigual del mundo y a mantener altos niveles de pobreza.
Lo anterior es parte de los hallazgos mostrados por Oxfam, organización internacional que promueve del desarrollo y la lucha contra la hambruna, en su informe “El reinado de las élites. Riqueza y desigualdad en Latinoamérica y Caribe”.
En el contexto de la reunión del Foro Económico Mundial de América Latina, a realizarse del 1 al 3 de abril en la Ciudad de Panamá, Oxfam presenta este informe sobre la desigualdad en la región, el cual brinda una explicación del origen y las consecuencias de la alta desigualdad imperante.
La reunión del Foro Económico convoca en esta ocasión a más de 600 líderes de gobiernos, industria, sociedad civil y el mundo académico de más de 50 países para discutir los retos y oportunidades que enfrenta la región latinoamericana y caribeña, bajo el tema “Abriendo caminos para el progreso compartido”.
Poniendo a prueba esta vocación por el desarrollo, Oxfam ofrece a este foro un análisis de la situación económica y política en la región, en el que encuentra que la desigualdad ha provocado que las élites se repartan el poder político para manipular las reglas del juego económico, dañando a la democracia y concentrando aún más el ingreso, al punto de que las 85 personas más ricas del mundo poseen hoy la mitad de la riqueza mundial.
El reclamo de Oxfam no es nuevo: en enero pasado, durante la reunión global en Davos, denunció en un informe similar que la desigualdad econoìmica es un problema que ha crecido rápidamente en el último cuarto de siglo, al punto de que 1% de la población mundial posee la mitad de la riqueza, mientras que el 99% de la sociedad global se reparte el 50% restante.
Con el documento, la organización hace un llamado a los gobiernos de la región “para que asuman el reto de superar la desigualdad poniendo freno a la excesiva influencia de las élites económicas en la toma de decisiones e implementando políticas que redistribuyan la riqueza y acaben con la pobreza”.
El análisis de la región
Aunque en la última década los países de Latinoamérica y el Caribe han reducido sus niveles de pobreza y desigualdad, sigue siendo la región más desigual del mundo y sus élites siguen acumulando extrema riqueza y excesivo poder.
Mientras que 164 millones de personas viven en situación de pobreza (66 millones de ellas en pobreza extrema), 113 latinoamericanos están en la lista de las personas multimillonarias del mundo, de modo que sus fortunas bastarían para que al menos 25 millones de latinoamericanos salieran de la pobreza, afirma Oxfam.
La desigualdad de ingresos en la región, medida por el índice de Gini, disminuyó en todos los países de la región en la última década, sin embargo, el nivel inicial de desigualdad era tan elevado, que a pesar del descenso, varios países latinoamericanos tienen todavía niveles de desigualdad comparables a los de algunos países de África Subsahariana y del Sudeste asiático.
Según la CEPAL, en 2011 el ingreso del 20% más rico de la población en AL era 17 veces mayor que el del 20% más pobre, y esa diferencia llegaba a ser de hasta 25 veces mayor en los países con mayor desigualdad. En el 2012, el 20% más pobre captaba solo el 5 % de los ingresos totales, mientras que el 20% más rico tenía el 47 % de la riqueza.
En AL, la desigualdad de ingresos, el color de piel, el género y la región de origen, condicionan las opciones reales de las personas de mejorar sus ingresos y ejercer plenamente sus derechos. Incluso el acceso a la representación política sigue estando al servicio de unos cuantos.
Mientras la pobreza en la región se mantiene, en los últimos dos años la revista Forbes ingresó 55 nuevas fortunas latinoamericanas a su lista de personas con más de mil millones de dólares en riqueza, para totalizar 113 personas o familias.
Los 113 multimillonarios latinoamericanos (65 brasileños, 16 mexicanos, 12 chilenos, 8 peruanos, 5 argentinos, 4 colombianos, y 3 venezolanos) suman 438 mil millones de dólares.
De acuerdo con Oxfam, el sector más concentrado en AL es el de telecomunicaciones, controlado por la fortuna de Carlos Slim, la más grande de la región y la segunda del mundo. Slim es Presidente y Director Ejecutivo de América Móvil, la empresa que controla casi el 80% de los servicios de línea fija y el 70% de los servicios móviles en México.
En un cálculo realista, los ingresos anuales de los 113 multimillonarios latinoamericanos equivaldrían a los presupuestos estatales de 3 países centroamericanos juntos (El Salvador, Guatemala y Nicaragua) y alcanzarían para que 25 millones de latinoamericanos salieran de la pobreza, es decir, a los pobres de Bolivia, Colombia, Ecuador y El Salvador.
La desigualdad debilita la democracia
Uno de los planteamientos más críticos de Oxfam sobre AL y el mundo es que la extrema concentración de poder económico pervierte el proceso y la naturaleza de las decisiones sobre políticas públicas, es decir: “cuando las élites económicas secuestran las políticas gubernamentales, las leyes y regulaciones tienden a favorecer a los ricos y/o a los más poderosos, incluso a costa de todos los demás”.
Unos de los ejemplos que da Oxfam en este sentido tiene que ver con México, donde los ciudadanos han registrado una pérdida de bienestar por años, debido a las políticas que han favorecido al monopolio que ejerce América Móvil en el país.
La raíz del problema
Los gobiernos cuentan con diversas políticas públicas para reducir la desigualdad, entre ellas la política fiscal, la cual en lugar de ser una herramienta para combatir las desigualdades impacto, ha sido pervertida por las élites políticas y económicas de la región, modelando sistemas fiscales que tienen un impacto muy limitado como correctores de desigualdades y de hecho, en muchos sentidos, contribuyan a su profundización.
Incluso, un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo vincula el menor nivel de impuestos sobre la renta personal (fenómeno que caracteriza a los sistemas tributarios de la región) a la existencia de una representación política desigual que favorece a las élites.
Además, los sistemas tributarios latinoamericanos suelen caracterizarse por una mayor presión sobre salarios y consumo que sobre la renta y la riqueza. Esto es causado por un exceso de exoneraciones y perversos incentivos fiscales que se utilizan para promover inversión nacional y sobre todo extranjera.
Finalmente, las colocaciones financieras, los intereses de títulos públicos, los beneficios de fondos de inversión, las ganancias de capital en bienes inmuebles y acciones, así como el capital inmobiliario, son poco menos que intocables desde el punto de vista impositivo en la región.
Las recomendaciones
No obstante, la organización afirma que la desigualdad extrema no es inevitable y puede y debe revertirse lo antes posible, para lo que agrega una serie de recomendaciones económicas, dirigidas a los participantes del foro económico.
Algunas de ellas son acabar con la evasión fiscal y fomentar el gravamen progresivo a riqueza e ingresos; acabar con la corrupción; universalizar el salario digno y las prestaciones universales; regular los mercados, acabar con el secreto bancario y transparentar todas las inversiones.