Madrid, 4 de febrero.- El periodo de inversión española en la región, que arrancó con las grandes privatizaciones de los servicios públicos a finales de la década de los 90 y la internacionalización de la banca española, está superado.
Es una etapa que ha generado importantes frutos a ambas partes.
A los inversores, en forma de beneficios y desarrollo internacional, y a los receptores, en forma de modernización de sus servicios, mercados, la importación de conocimientos y una mayor competencia en sus mercados.
Pero como ya adelantaban algunos analistas latinoamericanos, la idea de ‘la tierra vacía’ sedienta de inversiones que se tenía de América Latina en Europa ya no corresponde con la realidad.
Es más, el flujo de inversiones creció en el sentido inverso en el 2013, con gran fuerza con capitales chileno, mexicano, peruano y colombiano, o de otros países, comprando activos en banca, inmobiliaria y otros sectores en España.
El panorama ha cambiado de forma relevante en muchos aspectos.
La competencia en los mercados latinoamericanos es cada vez más fuerte, lo que supone menores márgenes, y la sofisticación de los servicios y productos que demandan los consumidores locales es creciente, lo que implica mayor inversión.
América Latina sigue siendo tierra de oportunidades para las empresas españolas, europeas y extranjeras en general, por su demografía, crecimiento y potencial.
Pero el acercamiento a este mercado debe ser más cuidadoso y detallista para cualquier compañía que quiera acceder a él, tanto por la mayor competencia como por el hecho de que no será fácil que estas economías continúen creciendo al mismo ritmo que la década pasada, si no hacen reformas, se diversifican y aumentan su competitividad.
Por su parte, los países tradicionalmente receptores de la inversión también tienen retos que afrontar. Captar inversión para sus naciones no será ya fácil.
Los activos hace tiempo dejaron de ser baratos en América, los márgenes se estrechan y el atractivo para el capital extranjero, aun manteniéndose, no es el que fue.
Pero la región aún necesita inversión, sobre todo en infraestructuras y en sectores productivos que diversifiquen sus fuentes de riqueza. América Latina debe buscar nuevas formas de seguir atrayendo el capital extranjero, pues aunque la región sigue siendo el primer destino para las empresas españolas, otras comienzan a ser populares como Asia y, crecientemente, África.
El último informe ‘Panorama de inversión española en Latinoamérica’, muestra por primera vez cómo las expectativas de negocio en la región se frenan, aunque sea de forma muy leve, mientras crecen las que generan otros mercados como EEUU, Asia o África.
Esto, junto con el reciente optimismo por la economía española y los menores márgenes en América, hace que el 74 por ciento de las empresas españolas considere que en tres años el mercado latinoamericano podría superar en importancia al español.
Una cifra muy alta, pero menor que el 81 por ciento del año pasado. Las oportunidades siguen en América Latina para las empresas españolas.