Buenos Aires, 5 de mayo.- Técnicos de los gobiernos que conforman el MERCOSUR intentarán esta semana en Montevideo terminar la oferta que se presentará en junio a la Unión Europea para alcanzar un tratado de libre comercio, una idea que no convence del todo a la administración de Cristina Kirchner.
Enemiga del libre comercio y fanática de las regulaciones comerciales, la presidenta Cristina Kirchner decidió que el país se sumará a la iniciativa siempre y cuando esta no comprometa a los productores de bienes primarios y manufactura de la Argentina, ante fuerte presiones de Brasil y Uruguay par avanzar.
Según trascendió, el MERCOSUR aceptaría reducir o eliminar los aranceles de importación y exportación con la Unión Europea en los rubros de carnes, frutas, hortalizas, vegetales, trigo, lácteos, vinos, electrodomésticos y autos, todos sectores sensibles para la economía argentina.
Cristina llamó recientemente a su par brasileña Dilma Rousseff para aclarar su posición y sostuvo que el acuerdo debe contemplar las fuertes asimetrías y necesidades del MERCOSUR respecto de la Unión Europea, que ahora transita su peor crisis desde su "gran ampliación" diez años atrás.
En la Casa Rosada aún prima el descontento y el malhumor por la decisión del bloque europeo en octubre de 2013 de imponer aranceles a las importaciones de biodiesel de Argentina, al acusar al país de vender el combustible a precios injustamente bajos e incurrir en "competencia desleal".
El Gobierno argentino exige a sus pares de Brasil, Uruguay y Paraguay (Venezuela quedará al margen de las tratativas) que haya una revisión actual de las condiciones macroeconómicas de ambos bloques comerciales para no negociar el tratado sobre la base de pautas relevadas entre 2000 y 2004 cuando se cortó el diálogo que fue retomado recién en 2010.
La mandataria entiende que antes de concluir en un argumento que justifique la necesidad de un tratado de libre comercio, los países del MERCOSUR deben analizar conjuntamente la situación de sus propias economías, que fueron sacudidas desde 2008 por la onda expansiva de la crisis en los Estados Unidos y Europa.
Debido a la preocupación que le generan las presiones de los socios comerciales, la jefa de Estado le pidió a Miguel Angel Pichetto que apure en el Senado el pliego de Juan Manuel Abal Medina como nuevo embajador ante la Comisión de Representantes Permanentes del MERCOSUR y la fecha de tratamiento sería el miércoles 7 de mayo.
Por otro lado, según dijeron fuentes oficiales a Noticias Argentinas, la mandataria está analizando realizar un viaje al "viejo continente" para limar algunas asperezas antes de junio tras la invitación en marzo último de Antonio Tajani, vicepresidente y comisario de Industria y Emprendimiento de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE.
En Brasilia entienden que el objetivo de todos es el mismo (más demanda externa para impulsar la producción y el empleo), pero el pensamiento económico tiene un enfoque muy distinto al de la Casa Rosada dado que incluso pretenden una zona de libre comercio en toda América del Sur que incluya a México.
Esa idea es fuertemente abonada por el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil, Mauro Borges, un influyente ministro de Rousseff que en paralelo negocia con Buenos Aires para intentar solucionar las tensiones comerciales que no dan paz bilateral -como pocas veces antes- desde fines de 2008.
Rubens Barbosa, presidente del Consejo Superior de Comercio Exterior de la poderosa Federación de Industrias de San Pablo (FIESP), dijo que las dificultades para cerrar una oferta para la UE están puestas en que la Argentina "no presenta una propuesta competitiva", lo que "genera un problemón".
El vicepresidente uruguayo, Danilo Astori, calificó el pasado jueves como "crucial y muy importante" para la región el tratado de libre comercio con Europa porque, a su juicio, ayudará a resolver las "dificultades" del bloque sureño, en especial por las "trabas arancelarias" y la falta de un mercado común como se preveía con la creación del bloque en 1991.
Astori reveló que Uruguay está muy atento a las ideas de Borges, por lo que viene observando con deteniemiento las experiencias de integración en la región como la Alianza del Pacífico, bloque integrado por México, Colombia, Chile y Perú, y del que Uruguay, junto a otros 28 países, participa con el estatus de observador.
El borrador del documento que se viene trabajando y tomará forma la semana que viene en Montevideo contempla un acuerdo ambicioso, que cubrirá no sólo el comercio de bienes industriales y agrícolas sino también otras áreas como servicios, compras públicas y propiedad intelectual, entre otras cuestiones.