Caracas, 26 de junio de 2014 (EFE).- “Mientras nosotros tenemos debilidades institucionales, el lavado de dinero sigue creciendo”, indicó el abogado y especialista en prevención de legitimación de capitales Alejandro Rebolledo, tras el inicio ayer miércoles en Caracas de la X Conferencia Internacional Antilavado de Dinero.
Rebolledo, responsable de la organización del evento, subrayó que mientras la región tenga “Estados tan pesados y burocráticos, el crimen buscará esos territorios grises que son vulnerables, donde sean capaces de tener sus redes para ellos fortalecerse”.
“Nosotros estamos perdiendo esta batalla”, agregó.
Otro de los puntos flacos de la región en su lucha contra este flagelo es el de la evasión de capitales.
“Es tan grande que nadie la puede medir”, aseguró Vismar Rodríguez, socio financiero de EY, una firma que trabaja en la disminución de riesgo de sus clientes.
El problema recae, según Rebolledo, en que mientras hay Estados “burocráticos y pesados (...) el crimen es tecnológico moderno e innovador”.
Sin embargo, el experto aseguró que en la lucha contra la legitimación de capitales por el ejercicio de actividades ilícitas de funcionarios gubernamentales “hay una doble moral en el mundo”.
“Hemos concluido que si no hay un país víctima que pida la repatriación de dineros o bienes producto que la actividad ilícita por parte de algún funcionario, ese país no hace nada”, dijo.
Consideró también que las monedas virtuales de negocios, que no tienen control de bancos centrales, ni cámaras de compensación, como el caso del bitcoin, son un terreno prolífico para este tipo de delitos.
“El mundo tecnológico es donde tenemos que buscar cercar la legitimación de capitales”, indicó.
Además, en la región se suman otras complicaciones en esta batalla como son “el tráfico de drogas en México”, el “terrorismo en Colombia”, la “delincuencia organizada en El Salvador y Costa Rica” y “la corrupción” en Venezuela, señaló Rebolledo.
Según la Federación Latinoamericana de Bancos, el 80 % del dinero procedente del lavado de activos pasa por Norteamérica, un delito que mueve un volumen US$de 320 mil millones en el mundo, de los cuales US$150 mil millones corresponden a América Latina.