Ciudad de México, 23 de julio de 2014.- La cantidad de áreas comerciales que se agrupan en Latinoamérica es cada vez mayor, además, las diferentes alianzas conformadas en la región hacen que las posibilidades de un tratado único de todo el continente sean cada vez más remotas.
Son varias las razones que espolean el interés de las cúpulas de los países latinoamericanos en una integración total de los mercados del continente. Entre ellas, encontramos que muchos países del Caribe y Centroamérica, por su tamaño, no pueden ser globalmente competitivos y sacan mayor rendimiento a la venta de productos solamente a sus países vecinos.
Otra de las razones es que el comercio intrarregional (dentro de la misma región), está muy diversificado si se compara con los bienes comerciados con las grandes fábricas del mundo. Además, los productos que se exportan a nivel intrarregional tienen un mayor rendimiento si se venden a sus vecinos.
Por otra parte, este tipo de comercio favorece el desarrollo de pequeñas y medianas empresas, ya que para ellas es más sencillo comenzar en un mercado doméstico para luego exportar a países vecinos, que hacerlo con el resto del mundo.
Ventajas de la asociación
En declaraciones que recoge la edición mexicana de Forbes, Alicia Puyana, académica de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, asegura que la integración latinoamericana tiene poco margen de maniobra para ser más estrecha: "una vez abatidos los aranceles, reducidos al máximo los mecanismos de intervención de Estados y gobiernos en el mercado y en la dirección de la economía, es muy poco lo que puede hacer la integración".
Los niveles actuales de integración permiten a estos grupos de naciones una mejor posición frente al mundo ya que les permiten aumentar su capacidad de negociación.
Pero el camino que sigue la integración en América Latina lleva una década por el camino de volverse más densa y compleja. Se ha formado una variedad de bloques con agendas diferentes, lo que hace que la integración total de la región se convierta en algo más complicado.
El mayor reto de la región en estos momentos debe ser impulsar las exportaciones a la vez que se hace un esfuerzo de transformación de la economía productiva. Esto requeriría una política que ayude a transformar la estructura productiva para crear los bienes que fortalezcan el comercio intrarregional y conseguir así dos objetivos: alcanzar mayores niveles de tecnología y desarrollo y disminuir su dependencia del exterior.