Berlín, 22 de mayo de 2014 (DW).- Los acuerdos entre la UE y países de América Latina prueban la intensidad de las relaciones en los últimos 5 años. Controlar su impacto será, según organizaciones de comercio justo, el mayor desafío del próximo lustro.
La intensificación de las relaciones comerciales es uno de los mayores avances en las relaciones entre el bloque europeo y América Latina en el período que termina básicamente con las elecciones europeas del 25 de mayo.
Hay tratados nuevos con Colombia/Perú, con Centroamérica, los de Chile y Perú se modernizan. Ecuador está punto de firmar uno. En el del MERCOSUR se anuncia un pronto intercambio de propuestas. En todos se hace hincapié en que no son sólo comerciales, sino de diálogo político y de cooperación para el desarrollo.
"En contra de lo que se enuncia”, dice a DW Gonzalo Donaire responsable de estudios de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, con sede en Madrid, “son sólo acuerdos de colaboración económica, son tratados de libre comercio. Su impacto positivo se quedará a nivel de grandes empresas, tanto europeas como latinoamericanas. No es la población trabajadora ni la ciudadanía europea y latinoamericana la que se va a beneficiar de estos acuerdos comerciales”.
Por ello, para su plataforma -que reúne a 31 organizaciones nacionales- que a su vez parte de la red European Fair Trade Organisation monitorear que en el marco de estos acuerdos no se descuide la justicia comercial será uno de los más grandes desafíos para el período 2014-2019.
Malas experiencias
“Las dinámicas laborales de las grandes transnacionales no suelen ser fuente de trabajo decente y digno, sino todo lo contrario”, afirma Donaire. Según las experiencias recogidas en “el sur global”, éstas fomentan economías de exportación centradas en una pequeña cesta de productos. Y son fuente de dependencia.
“El empleo que dicen que van a generar no compensará en absoluto la destrucción de empleo que conllevarán. En muchos casos estamos hablando de destrucción de economías locales y de desaparición de pequeñas y medianas empresas”, afirma Donaire, especialista en economía social.
Por otro lado, tanto en el Ejecutivo europeo como en las cámaras de comercio birregionales se encuentran múltiples planes para impulsar las relaciones entre las pymes, que son en términos de la CEPAL, “jugadores estratégicos en el desarrollo inclusivo de los países en ambas regiones".
Sin ellas no es posible el crecimiento y la creación de empleos en Europa o América Latina, opina Eurochambres –la asociación de cámaras de comercio europeas, que subraya que internacionalizar las pymes a ambos lados es un desafío clave.
No obstante, el impacto negativo de los acuerdos comerciales en las economías locales, sigue Donaire, “no será diferente si el acuerdo se firmase con los países del MERCOSUR, que tienen mayor poder para negociar que los de Centroamérica, por ejemplo”. En su opinión, el problema está en que los acuerdos, como están planteados, no garantizan una mayor justicia comercial, tampoco el cumplimiento vinculante de cláusulas laborales y medioambientales. “La promesa del incremento del trabajo decente queda bien sobre el papel”, subraya, “pero la práctica es muy diferente”.
The Fair Trade Manifesto
A pocos días de que los ciudadanos europeos decidan la composición de la Eurocámara y quizá también de la Comisión Europea, son tres los candidatos a presidente de la Comisión Europea -el socialista, el conservador y la ecologista- que han apoyado el Fair Trade Manifesto, una campaña que aboga por la justicia comercial.
Teniendo en cuenta que la Unión Europea es el mayor bloque exportador e importador a nivel mundial, el tema es de importancia capital, tanto en Europa como en América Latina.
“Es importante destacar es que Europa es el origen del 70% de la legislación que se aplica en los países miembros de la UE. Y aunque el Parlamento Europeo no negocia directamente con los países del sur, sí tiene la última palabra a la hora de aprobar o rechazar tanto los acuerdos comerciales como las cláusulas firmadas y negociadas en la OMC”, explica Donaire subrayando la importancia del apoyo parlamentario al enfoque de justicia comercial.
¿Justicia comercial?
En este enfoque está comprendido el combate a los desequilibrios en la cadena comercial y el cumplimiento efectivo de cláusulas sociales y medioambientales, no sólo en Europa lo cual ha sido muchas veces el caso en la gestión de empresas europeas en suelo latinoamericano. El enfoque de comercio justo incluye también, durante la próxima legislatura, la creación de mecanismos vinculantes de control para todas las empresas de origen europeo.
“El trabajo duro va a estar a partir de otoño cuando estos europarlamentarios tomen cargo de su asiento en Bruselas y Estrasburgo y tengan que hacer efectivos los compromisos. Daremos monitoreo para intentar contrabalancear el enorme poder de presión que tienen los grandes lobbys empresariales en Bruselas”, concluye. En su opinión, como parte de la European Fair Trade Association, lograr avanzar en la justicia comercial será el mayor de los desafíos, tanto para los europeos como para los socios en América Latina.