Madrid, 20 de enero.- A Gonzalo Robles Orozco le ha tocado un momento agridulce para encabezar la secretaría general de Cooperación Internacional para el Desarrollo. La Agencia Española de Cooperación que dirige celebró recientemente su aniversario en un momento en el que la crisis ha obligado a aplicar fuertes recortes. Con todo, Robles hace un balance positivo. “La Agencia surgió modestamente en un país que había sido receptor de ayuda. Ahora somos un actor importante en la cooperación en el mundo. En cada situación hemos dado lo que se nos pedía. Sería injusto si no tuviéramos una lógica satisfacción”, señala.
Licenciado en Antropología Social y Cultural, y Graduado en Administración y Dirección de Empresas por el IESEP, Orozco afronta la dirección de la Agencia con un presupuesto que ha caído un 46% durante la legislatura. Un descenso que se acumula a los ajustes que ya hizo el gobierno socialista, apostilla. Pese a las críticas de las organizaciones sociales por los recortes en la Ayuda Oficial al Desarrollo, él cree que la cooperación “no está sufriendo un proceso distinto al de otros sectores” como la educación y la sanidad. “España tiene hoy unas condiciones económicas que cumplir y si no lo hiciéramos todo el mundo en el país sabe lo que nos pasaría. Hay un mandato superior que es tenemos que cumplir con nuestras obligaciones con Europa”, detalla.
No acepta que se califique su gestión como la “desmantelación” de esta política internacional, tal como han denunciado las ONG de desarrollo. Se revuelve discretamente en el sillón de su despacho al escucharlo y explica que no está haciendo nada distinto de lo que hicieron sus predecesores o el resto de países del entorno. Si bien es cierto que otros países de la UE están metiendo la tijera a la Ayuda al Desarrollo, España es el país que más la recortó en 2012 (49%), seguida de Italia (34%), Chipre (26%), Grecia (17%) y Bélgica (11 %), según datos del informe 'Financiando el Desarrollo' publicado en 2013 por la Confederación de ONG Europea.
Para Orozco, la caída de la AOD no supone, sin embargo, una pérdida de peso internacional e insiste en que forma parte uno de los grupos de trabajo de las Naciones Unidas para elaborar la agenda de desarrollo sostenible tras 2015, cuando expiran los actuales Objetivos del Milenio (ODM). Las organizaciones civiles, ahogadas económicamente y replegadas de algunos países en los que trabajaban, donde han dejado programas a medias, no comparten esta opinión.
Pregunta. Muchas ONG alertan de que con los recortes en la Ayuda Oficial al Desarrollo tienen que despedir a gente y cancelar proyectos. ¿Qué les diría?
Respuesta. Eso hay que explicarlo. La cooperación es mucho más que las subvenciones a las organizaciones sociales. Parte del problema es que no se ha sabido explicar adecuadamente qué es una política de cooperación que incluye acuerdos multilaterales, bilaterales con los estados, apoyos presupuestarios a otros países, fondos fiduciarios del SIDA… Y además, uno de los actores es la sociedad civil. Es verdad que las organizaciones están pasando por dificultades. Pero no fruto de este Gobierno que hasta este año ha cumplido religiosamente los compromisos adquiridos. Es cierto que la otra financiación, la que venía de comunidades autónomas y Ayuntamientos, ha sufrido un ajuste muy importante. El Gobierno no es responsable de esto, al revés, es la cooperación descentralizada. La suma de lo que las comunidades autónomas deben a las organizaciones sociales es una cantidad importante. Solo Andalucía debe a las ONG 25 millones de euros.
P. Una de las líneas de trabajo impulsada en la actual legislatura es involucrar al sector privado en la cooperación para captar fondos. ¿Qué cantidad de dinero y recursos han aportado las empresas españolas?
R. La cooperación española es muy joven en este terreno. No hay más que experiencias piloto. En México con Acciona y otros países de América Latina con la Fundación Telefónica. Pero realmente no ha habido una generalización de estos proyectos. Lo que hemos hecho ha sido elaborar un protocolo para que se entienda qué queremos cuando decimos que venga el sector privado. No es, como se ha dicho, privatizar la Ayuda al Desarrollo, ni financiar nosotros al sector privado, sino buscar alianzas para que la participación de determinados sectores haga de palanca para el desarrollo de países, especialmente de renta media, que en este momento necesitan una transferencia de conocimiento. Lo primero es montar una oficina, después desarrollar guías de actuación, buscar ejemplos entre las mejores prácticas fuera de España. Y estimular a las empresas y las ONG para que busquen alianzas. Nosotros trataremos de ser un puente con los países con los que trabajamos.
P. Entonces, ¿no disponen de datos de la aportación de las empresas al desarrollo?
R. No, no tenemos esos datos.
P. Con menos dinero se pueden hacer menos cosas. ¿Dónde y en qué sectores está dejando un hueco España?
R. Nos estamos concentrando en menos países, no solo por temas presupuestarios. Esta concentración también es por recomendación del CAD [Comité de Ayuda al Desarrollo] en su informe de 2011. Comparándonos con países de nuestro entorno como Alemania o Francia, no hay más que ver que ellos están, más o menos, en 25 países. Nosotros estábamos en 48. Lo que estamos haciendo es una salida responsable, es decir, no se abandona el país hasta que todos los proyectos están finalizados, por lo tanto no es inmediata. Ese proceso de concentración va a durar esta legislatura y al final estaremos en 23 países. Por sectores, España estaba prácticamente en todos. Hemos elegido ocho grandes áreas: fortalecimiento del estado democrático, de los derechos humanos, servicios sociales básicos, agua y saneamiento, seguridad alimentaria… Es decir, menos, pero en los que España puede aportar una especialización. Concentrándonos en áreas geográficas y sectores, podemos rentabilizar mejor nuestros recursos.
P. Pese al descenso de recursos, en algunos países de Latinoamérica, Marruecos o Senegal sí se ha mantenido la ayuda, ¿por qué motivos se mantiene en esos países y en otros no? ¿Cuál es el criterio?
R. En primer lugar, hemos visto dónde aportamos un valor añadido sobre otras cooperaciones. Por ejemplo, en América Latina, de donde si nos fuéramos prácticamente no quedaría ningún donante. Tenemos unas fortalezas allí que, aunque existieran otras cooperaciones, tendríamos mayor impacto por cuestiones de carácter histórico, lengua y presencia física en el terreno. También tenemos en cuenta el Índice de Desarrollo Humano en comparación con ese impacto. Cuando tu aportación, o la de cooperación en general, al presupuesto del país supone un 7 u 8% del PIB, significa que es importante. Pero si tu aportación es de un 0,5 o 0,3 del PIB, realmente aunque tú te retires, no va a suceder absolutamente nada en el país. Mezclando todas estas cuestiones hemos elegido unos países. Nos sale un mapa de cooperación en América Latina, en África subsahariana, Etiopía, Mozambique y Filipinas.
P. ¿Esos países tienen un especial interés geoestratégico para España? ¿Por qué?
R. Claro que muchos países tienen un valor estratégico. Es evidente que América Latina es una parte muy importante de nuestra acción exterior. Y por tanto, tiene ese componente. Pero, vuelvo a decirlo, son países que si no estuviera España, no habría otros donantes en este momento. Hace ocho años se puso muy de moda decir que la cooperación solo tenía que hacerse con países menos adelantados y que los de renta media eran países de salida. Siempre estuve en contra de ese criterio. Ahora ya nadie discute que los países de renta media van a estar en la agenda de post 2015 porque el 70% de la pobreza del mundo está allí. Los conceptos estadísticos, macroeconómicos, están muy bien, pero la verdad es que existen personas con enormes carencias y necesidades. Y se produce una brecha de desigualdad brutal. El crecimiento en estos países es económico, pero no social. Una gran parte de la población no tiene acceso a servicios sociales básicos. Da igual que las personas que sufren necesidades estén en un país -técnicamente hablando- de renta media o menos avanzado. La razón última de cooperación son las personas, no el PIB de un país. Cuando hay niños y niñas que no tienen acceso al agua y eso implica que no pueden estar escolarizados y una tasa de infecciones y problemas de mortalidad del 45%, pues sinceramente, creo que aunque vivan en un país de renta media, nuestra obligación es estar también allí.
P. ¿Es el caso de Marruecos?
R. Es el caso de Marruecos. Es un país que efectivamente ha crecido económicamente. Pero nosotros podemos seguir haciendo muchas cosas por ayudarles a fortalecer la administración, o por transferencia de conocimientos. Hay muchas razones por las que nos importa y nos interesa. Además, Marruecos busca a España como socio estratégico con el que lleva una cooperación de muchísimos años. Es evidente que allí, a nadie se le escapa, sigue habiendo una brecha de desigualdad muy importante. Insisto, eso significa que en la parte baja de esa brecha hay personas con carencias enormes. No creo que a ellos les consuele mucho que las estadísticas del Banco Mundial digan que son un país de renta media. Porque siguen viviendo exactamente igual de mal que cuando era un país menos adelantado.
P. Entonces se hace política exterior a través de la cooperación, ¿tiene más sentido eso que focalizar la ayuda donde es más necesaria?
R. No es contradictorio. Si entendemos por política exterior dónde nuestra cooperación puede tener más impacto. El éxito de nuestra cooperación no es el mismo en América Latina que en países donde España no ha tenido embajadas ni presencia histórica jamás, y donde llegas y no tienes ni contraparte, ni sociedad civil, ni conoces el país.
P. ¿Es preocupante la imagen que deja España en esos países que hasta ahora recibían nuestra ayuda y ya no?
R. No. Porque esos países saben que la salida se está haciendo, como he dicho, de una forma responsable y, por tanto, todos los proyectos se acaban y entregan a los países. Otro argumento es que allí nosotros somos muy pequeños. En esos países de los que nos vamos hay otras cooperaciones que van a cubrir ese espacio, como nosotros vamos a cubrir el espacio de otros en otros sitios.
P. ¿Qué opina de las críticas de que se está enfrentando a pobres de aquí con pobres de allí?
R. Cada uno utiliza unos argumentos. Pero creo que nadie está enfrentando a nadie con nadie. Otra cuestión es lo que se dice libremente en las tertulias. Pero no he escuchado a ningún grupo político, ni al Gobierno utilizar esos argumentos. Lo que sí es verdad es que las cuentas tienen que cuadrar. Un Gobierno, un Ministro de Hacienda que tiene la obligación de presentar unas cuentas a Bruselas, por mucha voluntad que tenga de hacer en cada uno de los sectores todo lo que cada uno de nosotros le pedimos, al final tiene que tomar decisiones para que el presupuesto sume diez o cien.
P. Los españoles querrían mayoritariamente, según el Eurobarómetro, que se mantuviera la Ayuda al Desarrollo y apostar con más fondos por estas políticas.
R. Y el Gobierno también lo quiere. No solo mantenerla, sino ampliarla. El presidente del Gobierno ya lo ha dicho dos veces en dos foros de las Naciones Unidas; una aquí, el día 4 de abril, delante del secretario general de Naciones Unidas en una consulta temática importante sobre seguridad alimentaria y nutrición. La otra ha sido recientemente en Nueva York donde acaba de estar para presentar nuestros trabajos en materia de cooperación. Cuando se den las circunstancias de un crecimiento económico podremos empezar a crecer en cada uno de los sectores y también en cooperación.
P. Pero el recorte en AOD es de los mayores en comparación con otros países, ¿afecta a la imagen de España?
R. Llevo dos años recorriendo todos los organismos internacionales y no solo no he sentido en ningún sitio ninguna crítica hacia España, sino al revés, he sentido una enorme comprensión. De ninguno de los burós de los que España estaba formando parte, nos han echado, en todos seguimos estando. Cito dos hechos importantes que marcan si tenemos peso o no: cuando Naciones Unidas ha tenido que adjudicar a un país, de los muchos que lo habían pedido, la tarea de hacer las consultas para la agenda post 2015, España fue elegida. Para tener aquí a todas las agencias de Naciones Unidas con el secretario General a la cabeza y poder hacer lo que creo que fue una brillante jornada sobre seguridad alimentaria y nutrición. Es decir, se le reconoce a España una autoridad. El segundo es que después de Río se decide crear un grupo de trabajo sobre los futuros Objetivos de Desarrollo Sostenible. Había muchos candidatos y España fue elegida. Yo soy miembro, yo ocupo una silla en ese grupo que está preparando los ODS.
P. La presencia española en organismos y foros internacionales, por ejemplo, para fijar la posición post 2015 de los Objetivos del Milenio, ¿es gracias al incremento de la ayuda que se produjo en etapas anteriores?
R. Sí, pero es que en 2009 ya bajó muchísimo. Y en 2010 también. Creo que los españoles tenemos una tendencia a la autocrítica excesiva y no nos tenemos la suficiente autoestima. Fuera nos ven como un país que está haciendo un esfuerzo, pero que sigue siendo una de las grandes economías del mundo. Eso hace que cuando España pide un puesto allí, se valore nuestra tradición, peso y la voluntad de estar ahí. Si uno no tuviera voluntad, si uno quisiera desmantelar la cooperación como dice alguna gente, ¿cree que sería coherente traerse a España las jornadas más importantes de seguridad alimentaria o ir a Nueva York a hacer este acto, u ocupar un puesto en los ODS? Si uno no cree en esta política, pues simplemente se quita del medio. Nosotros no nos hemos quitado del medio, estamos ahí y más que nunca. Lo decía antes y lo digo ahora: no podemos seguir relacionando permanentemente que una buena cooperación es porque tenga más cantidad de dinero. No siempre. El exceso de dinero, si no se gestiona bien, produce efectos contraproducentes.
P. ¿Cuáles?
R. Si a los recursos no les pones antes las capacidades y las decisiones estratégicas muchas veces las cosas se vuelven contra uno. Es el ejemplo de lo que ha sucedido con determinados excesos económicos. Deberíamos revisar que algunas cosas no se hicieron del todo bien. Cuando has hecho demasiadas aportaciones y no ha habido un seguimiento, eso también lo saben tus donantes; que pusiste ahí un dinero y que jamás nunca volviste a preguntar por él. Esa no es una buena imagen. Es bueno que tengamos una estrategia, que tomemos decisiones meditadas y reflexionadas, que pongamos recursos de acuerdo a nuestras posibilidades y que luego hagamos seguimiento de esos recursos. Es importante, entre otras cosas, porque hay que rendir cuentas a los españoles. Ha habido una voluntad, no lo dudo en absoluto, de hacer una cooperación basada en recursos -que luego se vino abajo, que terminó en el 0,29- pero faltó poner las capacidades suficientes para manejarlos.
P. Faltan dos años para que venza el plazo de cumplimiento de los Objetivos del Milenio, la mayoría sin alcanzar, ¿cuál será el nivel de implicación de España en el impulso final, pero con menos recursos?
R. Hemos hecho un seminario hace poco en Bogotá sobre cómo acelerar el cumplimiento de los ODM. La conclusión a la que llegamos es que hay que seleccionar aquellos proyectos que sirvan de palanca. Por ejemplo, la inversión en proyectos de agua no solo contribuye al cumplimiento del ODM sobre agua y saneamiento, sino que produce inmediatamente unos efectos sobre la salud, especialmente de los niños. Lo que se va a hacer es seleccionar estratégicamente los ODM que sirvan no solo para el suyo sino para potenciar los demás.
P. ¿Cómo cree que debe ser la nueva agenda de desarrollo?
R. Creo que los ODS, que es lo que se está construyendo como alternativa, tienen que partir de la experiencia. Tiene que ser una agenda universal, para todos, pero que aterrice en lo concreto de la especificidad de cada país. Y que no pierda de vista lo que yo creo que es más importante: la lucha contra la pobreza. Veo el proceso de creación de la nueva agenda con esperanza, no ajeno a que viene el tramo final de la negociación que siempre es lo más complejo.
P. Muchas organizaciones internacionales reclaman a los países donantes que la nueva agenda incluya un objetivo de coherencia de políticas, que las normas comerciales, migratorias, educativas… no contravengan la consecución de los objetivos. ¿Qué opina sobre esta petición?
R. Es vital. Es fundamental. Nosotros hacemos un gran esfuerzo en este terreno. El CAD lo reconoce. Muchas veces hablamos de la AOD, pero si los países desarrollados fuéramos un poco menos egoístas y proteccionistas, y abriéramos nuestros mercados, estaríamos produciendo un efecto probablemente más importante que el de la ayuda al desarrollo. Eso es coherencia de políticas. Hay que ir en esa dirección, pero es muy complicado. Hay muchas cosas en las que hay que avanzar. No solo en coherencia de políticas. También en medidas contra el blanqueo de capitales. Hoy en día la fuga de recursos que tienen los países -porque siguen existiendo los paraísos fiscales- es enorme. Si de verdad el mundo fuera más coherente y lucháramos con más energía, probablemente estaríamos ayudando a que esos recursos se quedaran donde se tienen que quedar y no salieran fuera. Creo que por ahí tendrán que venir recursos adicionales para los Objetivos de Desarrollo.
P. Pero España aprobó una amnistía fiscal para quienes tenían dinero en paraísos.
R. La amnistía fiscal, que es más correcto llamarla regularización fiscal, lo que busca es traer fondos que vuelvan al sistema. La gente se olvida que ese dinero puede volver al sistema con unas situaciones preferenciales, con menos multas. Pero vuelve. Es dinero que empieza a pagar sus impuestos. Lo malo sería que se quedara fuera. Ojala todos los países retornaran recursos que están por ahí.
P. La oposición y las ONG han reprochado al Gobierno por incoherentes otras medidas que se han adoptado como la exclusión sanitaria de los inmigrantes irregulares o las concertinas de Melilla.
R. Yo he sido secretario de Estado de Inmigración y, por tanto, algo sé del tema de la inmigración. Es importante que haya una política, en este caso, Europea y si es posible internacional. Lo que no se puede hacer es dejar a un solo país enfrentar situaciones inmanejables. Ningún país tiene la capacidad de absorber todos los flujos migratorios. Cuando en 2005 y 2006 hubo avalanchas de inmigrantes en las costas canarias, vivimos una crisis humanitaria, con gente que se ahogaba, que era explotada y con los CIES [Centros de Internamiento de Extranjeros] desbordados. Hay que se coherente. Por una parte, hay que integrar la población que llega; pero por otra parte, afianzarla en su lugar de origen. En este sentido, la cooperación al desarrollo juega un papel. Es uno de los muchos argumentos por los que tenemos que hacerla. Si dejáramos a la gente en una situación de pobreza y desesperación, se va a mover en busca de una vida mejor porque hoy no hay barreras. La gente ve la televisión vía satélite en todos los sitios y ve que en Europa se vive como se vive, y lícitamente busca un futuro mejor. La cooperación al desarrollo es la forma de frenar, dando esperanza y capacidades de desarrollo propios. Pero mientras tanto, tenemos que poner mecanismos que eviten los dramas humanos. Sería muy fácil decir que vengan todos, pero todos sabemos que eso es inasumible.
P. ¿Y es coherente la exclusión de inmigrantes irregulares del sistema sanitario?
R. En España afortunadamente tenemos una sanidad que atiende universalmente a todas las situaciones. Ninguna embaraza, ningún niño, ninguna persona que llegue por una urgencia es dejada de atender. Lo único que se pide a las personas es que hagan igual que los españoles, que nos pagamos la sanidad, la gente se olvida de este detalle. Todos pagamos una cuota a la Seguridad Social. No es gratis, pagamos impuestos. Pero si una persona, por los motivos que sea está en una situación equis y no tiene Seguridad Social, hombre, que pague para las no urgencias. Que pague un seguro médico me parece que es lo mismo que haces tú, que te pagas la sanidad.
P. Pero la Sanidad se financia con todos los impuestos, no con las cotizaciones a la Seguridad Social.
R. Claro, con nuestros impuestos. Pero a ti te quitan todos los meses de tu nómina tus cuotas para seguridad social. Tú pagas.
P. Un inmigrante irregular también paga impuestos, por ejemplo cuando compra.
R. Eso es un impuesto muy... Por eso, si pagan, no pasa nada. Partiendo de la base que a ningún inmigrante que llegue a urgencias se le deja de atender. Estamos diciendo que si una persona, por las causas que sea, está así, al menos que pague una cantidad como te pagas tú la tuya y como, por cierto, en España hasta hace no tanto años, no todo el mundo estaba en el régimen de la Seguridad Social. De hecho, más allá de la anécdota -que cuando lees que a una persona le pasa algo puedes decir "esto no es una anécdota"-, se pueden contar con los dedos de una mano las situaciones humanitarias difíciles. Sinceramente no escuchas todos los días a gente que tenga una situación extrema y que no se la atienda. Se les atiende en las cosas importantes, les dan sus medicinas. Otro elemento para ver si hacemos bien las cosas o no es que aquí no hay brotes realmente xenófobos importantes. Ni reacciones como estamos viendo en otros países europeos. Porque aquí tenemos mecanismos de integración. Los niños están escolarizados, a la gente se le atiende en la sanidad pública y además los servicios sociales atienden igual a españoles y no españoles. Hay algo que no estaremos haciendo mal los españoles. No ves manifestaciones de inmigrantes diciendo que no se les atiende. Veo, algún día, una declaración de alguien, algún caso específico que sale, pero la mayoría de la gente no tiene esa percepción.
P. Con el tema de las cuchillas de Melilla sí ha habido una fuerte crítica tachando la medida como una mala práctica frente a los que podría conseguir la cooperación mejorando la vida de esas personas, como usted ha dicho.
R. Pero la cooperación sigue haciendo muchas cosas en Marruecos, en Senegal, en países subsaharianos. En toda esa franja permanecemos haciendo exactamente los mismos proyectos de seguridad alimentaria que estábamos haciendo. Hemos salido de otros países, pero no ahí. Precisamente, es una decisión estratégica. Todos esos países, Mauritania, Níger, Malí, son países de cooperación española.