Washington, 12 de septiembre de 2014.- En octubre de 2008, una gran tormenta tropical se transformó en uno de los peores desastres naturales que ha afectado a Yemen en más de una década. Miles de familias huyeron de sus hogares, y casi 7000 personas fallecieron. La tormenta destruyó infraestructura esencial y detuvo la actividad económica.
Los daños fueron estimados en US$1600 millones, o 6 % del producto interno bruto (PIB) del país. El tumultuoso ambiente político complicó más la situación, y la puesta en práctica de programas de recuperación y reconstrucción acordes a la magnitud del desastre constituyó un gran desafío.
Los momentos después de una catástrofe son críticos, ya que las políticas y las decisiones del Gobierno pueden determinar la rapidez de la recuperación de un país y sus habitantes.
Para ayudar a naciones como Yemen a crear capacidad para diseñar e implementar programas integrales de recuperación y reconstrucción, el Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR, por sus siglas en inglés) del Banco Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), junto con los Gobiernos de los países, han desarrollado una serie de nueve estudios de caso. Estos ofrecen lecciones concretas y buenas prácticas respecto de la implementación de programas de recuperación posterior a desastres en Bangladesh, Haití, Indonesia, la República Democrática Popular Lao, Mozambique, Pakistán, Filipinas, Senegal y Yemen.
Tras la tormenta tropical en Yemen, el Gobierno estableció un Fondo de Reconstrucción y Recuperación para financiar y coordinar los esfuerzos en estas materias en las regiones de Hadramaut y al-Mahra, afectadas por dicho desastre. Para evitar demoras innecesarias durante el delicado proceso de recuperación y reconstrucción es importante clarificar las responsabilidades y la rendición de cuentas.
“La experiencia de Yemen después de las inundaciones de 2008 destaca la importancia de aprender de las mejores prácticas relativas a los programas de recuperación y reconstrucción”, dijo el primer viceministro del Ministerio de Obras Públicas y Carreteras de Yemen, Abdulmalek Al-Jolahy. “En Yemen, planeamos institucionalizar estas lecciones estableciendo una unidad central que coordine de manera permanente la gestión del riesgo de desastres y que promueva la capacidad de adaptación a estos fenómenos y, a su vez, el desarrollo sostenible a nivel nacional”.
Los estudios de caso complementan las evaluaciones sobre los daños, pérdidas y necesidades para la recuperación y reconstrucción posterior a un desastre y las orientaciones para la recuperación después de una catástrofe, que están siendo lanzadas esta semana por el GFDRR y el PNUD durante la Segunda Conferencia Mundial sobre Reconstrucción (WRC 2). Estos documentos contienen recomendaciones sobre cómo determinar los daños tras un desastre y ayudar a los países a planificar, diseñar e implementar mejor los programas de recuperación y reconstrucción.
“Los desastres naturales de gran magnitud, especialmente en los países frágiles y en desarrollo, pueden significar un retroceso en los logros obtenidos en materia de desarrollo durante años. Aunque no podemos eliminar totalmente las catástrofes en el futuro, podemos aprender de cada evento de modo que cuando reconstruyamos, reduzcamos las vulnerabilidades ya identificadas”, dijo Francis Ghesquiere, director de la Secretaría del GFDRR.
Pero la resiliencia no tiene que ver solamente con el resultado final —los nuevos edificios y la infraestructura—, sino que también con cómo se lleva cabo el proceso. Si se involucra a los gobiernos locales y a las comunidades afectadas, la reconstrucción puede fortalecer el capital social y las capacidades comunitarias, así como dar lugar a la innovación y mejorar las prestaciones y la eficacia del sector público.
Esto quedó claro después del terremoto de 2005 en Cachemira. El Gobierno de Pakistán lanzó un programa de subsidios públicos para la reconstrucción de viviendas que permitió entregar apoyo técnico y financiero a los hogares. Al participar directamente en la rehabilitación o reconstrucción de sus casas, las familias afectadas se aseguraron de que las nuevas viviendas fueran a prueba de terremotos. Más de 400 000 casas fueron reconstruidas y el 90 % de ellas cumplió con los nuevos códigos antisísmicos, lo cual ayudó a preparar mejor a la región para futuros eventos de este tipo.
El fortalecimiento de la resiliencia y de los programas de recuperación y reconstrucción debe también considerar las vulnerabilidades específicas de los segmentos más pobres de la sociedad, es decir los hogares e individuos que no tienen acceso a ahorros o no son propietarios y que, por tanto, están en enorme riesgo de sumirse aún más en la pobreza.
En Bangladesh, por ejemplo, el ciclón tropical Sidr dañó más de 1 millón de hogares en 2007, desencadenando el mayor programa de reconstrucción de viviendas en la historia del país. Sin embargo, durante la fase de recuperación y reconstrucción, el Gobierno enfrentó un gran desafío: más de la mitad de los hogares no tenía derechos legales sobre sus tierras.
Para los hogares pobres, las soluciones específicas que tienen como objetivo abordar vulnerabilidades determinadas pueden inclinar la balanza hacia un futuro más resiliente y próspero. Mediante la recopilación de los mejores conocimientos y experiencias en todo el mundo, se puede ayudar a que los países propensos a los desastres aprendan de otros que enfrentaron retos similares en el pasado.
Además de buenas prácticas, los estudios de caso también presentan ideas sobre lo que los países podrían haber hecho mejor.
“Los desastres ocurren porque el desarrollo no funcionó. Cuando sucede una catástrofe, tenemos una oportunidad de adoptar medidas diferentes que en última instancia conducirán a mejores resultados en materia de desarrollo sostenible y reducción de la pobreza", dijo Jo Scheuer, coordinador del equipo de reducción del riesgo de desastres y recuperación del PNUD. “Hemos recorrido un camino muy largo. Cada proceso de recuperación es diferente y tenemos que continuar aprendiendo, haciendo ajustes y colaborando con las asociaciones internacionales que hemos establecido”.
Los nueve estudios de caso serán presentados durante la Segunda Conferencia Mundial sobre Reconstrucción con el fin de fomentar el aprendizaje y el intercambio de conocimientos entre las regiones, los países y los sectores del desarrollo. Estos se pueden descargar en: www.gfdrr.org.