Informe Final de la XXIV Reunión Ordinaria
    del Consejo Latinoamericano.
    (Versión Preliminar)
    (CL/XXIV.O/DF No. 1)
    Diciembre 1998. 

    XXIV Reunión Ordinaria del Consejo Latinoamericano
    del SELA

    30 de noviembre al 03 de diciembre, La Habana, Cuba

     

Informe Final de la XXIV Reunión Ordinaria
del Consejo Latinoamericano.
(Versión Preliminar)
(CL/XXIV.O/DF No. 1)
Diciembre 1998.

Anexo 2
Inauguración de la Etapa Ministerial
y Panel de Alto Nivel sobre: "La Dinámica de las Relaciones
Externas de América Latina y el Caribe"

 


Palabras de apertura del Excelentísimo señor Fidel Castro Ruz,
Presidente de la República de Cuba

Estimados participantes del XXIV Consejo Latinoamericano del SELA, distinguidos invitados:

La Dirección y la Organización del evento ha tenido la amabilidad de invitarme a hacer uso de la palabra en la inauguración de esta Reunión. Voy a decir lo que debo decir. No vine a hablar, vine a escuchar. Vine a aprender, no vine a enseñar. Es muy poco lo que podría hacer en ese sentido. Prefiero conocer el punto de vista del lado de ustedes, y sobre todo relacionado con las cuestiones de América Latina y el Caribe, un terreno en los que están mucho más informados y preparados de lo que estoy yo. Quizá más adelante haga unas preguntas, cambie unas impresiones.1 Pero para cambiar impresiones hay que saber cuáles son las ideas que ustedes tienen sobre mucho de los temas que se van a tratar. Por lo tanto, ruego que me excusen y que me permitan simplemente expresarles que ha sido para nosotros un gran honor el que se vaya a celebrar esta reunión aquí en La Habana.

Tenemos un alto aprecio por el trabajo que está haciendo el SELA y estamos en disposición de cooperar en todo lo que podamos. Recordamos cuando se creó, hace muchos años, y alguien tuvo la amabilidad, en una época en que nunca nos preguntaban nada de nada, de invitar a Cuba a estar en el SELA. Ya habíamos sido expulsados de la OEA y no se sabe de cuántos organismos internacionales. Lo apoyamos y esto se ha mantenido. Su papel puede ser muy útil, su poder no es muy grande. Digo su poder de recursos, su poder para solucionar. Pero puede reunir un gran caudal de ideas y las ideas hacen mucha falta en estas circunstancias. Estas circunstancias no pueden ser cualquiera. Son circunstancias muy excepcionales y aquí se verá cuán excepcionales son las circunstancias que estamos viviendo en estos momentos y cuán faltos estamos de ideas, de soluciones, de perspectivas. Está todo oscuro, como un túnel, sin que se vea todavía una lucecita. Quizás este esfuerzo sirva para ver con un poco más de claridad las perspectivas del futuro. Les agradezco infinitamente que se reúnan aquí en nuestro país, donde espero que reciban toda la hospitalidad y todas las consideraciones que se merecen.

Muchas gracias.

NOTAS

1 Al final de la sesión tuvo lugar un intercambio de ideas sobre los temas en discusión, en el cual el Presidente Fidel Castro participó activamente.


Exposición del Embajador Carlos J. Moneta,
Secretario Permanente del Sistema Económico Latinoamericano (SELA),

Desde finales del año pasado, estamos presenciando una crisis financiera de carácter sistémico. Los mecanismos y apoyos de carácter internacional que se han utilizado para superar las crisis de los años noventa han tenido un carácter de emergencia. Esto indica que no se cuenta, a nivel multilateral, con un sistema efectivo para enfrentar situaciones de riesgo cada vez más frecuentes. Mucho menos, con instituciones y mecanismos capaces de prevenir o de alertar sobre tales situaciones. Por ello ha resultado necesario recurrir a solidaridades circunstanciales, a menudo condicionadas y a veces costosas, con el objeto de defender las economías domésticas y prevenir el desencadenamiento de crisis generalizadas.

En este contexto, la reforma de las instituciones de Bretton Woods y en particular, de las instituciones financieras, constituye un factor clave en las presentes circunstancias. La crisis ha afectado severamente las posibilidades de recuperación y el crecimiento de América Latina y el Caribe, a pesar de haber adoptado la región políticas macroeconómicas consideradas adecuadas por los países desarrollados y de haber modificado en forma sustantiva las normativas e instituciones financieras. Ante el fracaso de los mecanismos de mercado para asignar adecuadamente los recursos, es necesario introducir profundos cambios en el sistema financiero globalizado que incorporen las necesidades de financiamiento del desarrollo y de estabilidad del sistema y corrijan la escasa participación en las decisiones por parte de los países en desarrollo.

Esa normativa debería establecer el alcance y los límites de las operaciones de las instituciones financieras internacionales y ser aplicable a los países desarrollados y a los actores no estatales de la economía internacional, en contraste con la situación actual, en la cual los criterios de política solo se aplican normativamente a los países en desarrollo que requieren asistencia de los organismos multilaterales.

Es preciso, además, enfrentar problemas más inmediatos. La crisis sistémica actual nos enfrenta a cambios de la economía mundial que modifican en lapsos muy breves las corrientes internacionales de comercio e inversión e inciden negativamente en los precios de los productos básicos; nos enseña que no se cuenta con recursos suficientes para adaptarse a tales modificaciones y muestra que se carece de instrumentos para canalizar constructivamente la creciente gravitación de los actores no gubernamentales.

Una reforma del sistema financiero internacional debería, en consecuencia, abordar, además de los cambios institucionales requeridos, el vínculo entre los aspectos monetarios financieros y comerciales como un tema clave para la estabilidad y el desarrollo y como parte de la creación de un entorno internacional favorable.

Lo expuesto precedentemente nos conduce a señalar que toda acción en el sistema internacional y en el subsistema hemisférico realizada en función de los intereses propios de la región, requiere ser definida a partir de la complejidad que nos circunda. Esa percepción de la realidad necesita trascender el enfoque unidimensional de corto plazo, de alta sensibilidad a las coyunturas, y ser capaz de superar las formas tradicionales de operar en el sistema. Por ejemplo, no incrementa las posibilidades de desarrollo el actuar en función de supervivencia por la vía de un modelo de integración centrado en el mercado y orientado casi exclusivamente hacia el logro de un crecimiento cuantitativo. En ese sendero, la cuestión social está subordinada a lo económico, las alianzas internas y externas se orientan a la obtención de beneficios inmediatos y sólo se procura la mejor adaptación posible al paradigma hoy predominante.

Pensar en la introducción de modificaciones profundas a ese paradigma parece un ejercicio condenado al fracaso; se argumenta que una altamente desfavorable relación de fuerzas nos lo impide. Sin embargo, podría contarse con espacio mayor de maniobra si se lograra trascender el enfoque comercialista, útil para legítimos intereses comerciales y sectoriales, pero poco propicio para centrarse en el hombre y en la comunidad, en vez del mercado. En este segundo caso, la integración incrementa sus posibilidades de constituir un instrumento adecuado para acrecentar la capacidad de acción externa de la región, al igual que en un mecanismo orientado a mejorar la calidad de vida de sus habitantes, proporcionando sustentabilidad social al desarrollo.

En América Latina y el Caribe, a lo largo de casi cuatro décadas de búsquedas integracionistas, se ha mantenido como eje central un enfoque comercialista. Además de sus aspectos positivos, es necesario enfrentar sus limitaciones como instrumento para el desarrollo; la integración económica que transita esa vía no alcanza a alterar las relaciones de inequidad social, el irregular avance científico y tecnológico; el perfil productivo tradicional; una capacidad insuficiente de los recursos humanos y la relativamente reducida capacidad de ahorro. Reconociendo claramente los progresos realizados, nos hallamos frente a la necesidad de buscar nuevos enfoques, capaces de superar esos límites.

En ese sentido, la vía de integración regional –pero no todos los enfoques sobre la integración- constituye una herramienta válida y necesaria para potenciar nuestro desarrollo y mejorar nuestra inserción internacional. El "para qué" y el "como" de la integración surgen como preguntas fundamentales. Es necesario encontrar respuestas entre todos que partan de nuestra especificidad socio-cultural y política, de nuestra dotación de recursos, de un modelo de desarrollo que se considere viable y conveniente.

En la construcción de escenarios internacionales a partir de una perspectiva regional se deben incorporar adecuadamente las cuestiones financieras. La suscripción del Acuerdo Multilateral de Inversiones, apoyado por los miembros de la OECD y abierto a la adhesión del resto de los países, implica cambiar las reglas del juego de la negociación económica internacional. Esta circunstancia abre nuevas perspectivas sobre posibles metodologías a aplicar en una nueva ronda de negociaciones comerciales en el ámbito de la OMC hacia principios del nuevo milenio, a partir de una forma distinta de vinculación entre los países en desarrollo y desarrollados.

Resulta necesario enfatizar que la dinámica de las relaciones multilaterales ha evolucionado de una forma que afecta los intereses de América Latina y el Caribe. Por ejemplo, en el campo económico se visualiza una multiplicación de acuerdos parciales y de nuevos regímenes de regulación en múltiples áreas, no un nuevo acuerdo global del tipo de Bretton Woods. De igual manera, el carácter crecientemente informal de los foros en los cuales se adoptan decisiones sobre relaciones económicas internacionales, dificulta que sean considerados adecuadamente los intereses y opiniones de los países de la región. La creación y fortalecimiento de instancias de decisión y análisis de carácter no gubernamental, tales como el Foro de Davos y las empresas evaluadoras de riesgo financiero, indica la necesidad de contemplar la participación de nuevos actores en el escenario internacional.

En ese marco, resulta conveniente poder innovar en la constitución de alianzas con actores estatales y no estatales, para adecuarse al actual proceso de modificación de las estructuras institucionales destinadas a la negociación y la adopción de decisiones. La existencia de nuevos actores demanda instituciones y foros distintos, que combinen múltiples actores de diverso tipo: Estados, empresas y organizaciones no gubernamentales.

La promoción de los intereses regionales en el contexto mundial requiere de una visión de conjunto sobre los intereses de América Latina y el Caribe que sea capaz de dar forma a posiciones claras y coherentes en los diferentes ámbitos de negociación y ante los diversos interlocutores. Los diferentes grupos de integración han permitido avanzar a nivel subregional en esta dirección. Sobre esa base resulta necesario conjugar las ópticas subregionales y nacionales de manera de avanzar hacia el objetivo compartido de la integración de América Latina y el Caribe y hacer valer los puntos de vista de la región en la economía mundial en campos como, por ejemplo, el diseño de una "nueva arquitectura" del sistema financiero internacional.

Una visión integral permitiría enfrentar simultáneamente los problemas que plantea la crisis actual y dar cohesión a las posiciones de nuestros países en los asuntos, cada vez más amplios y vinculantes, que se discuten en los organismos y foros internacionales, los cuales exigen una estrecha articulación entre políticas económicas y políticas externas.

La importancia de las políticas externas, sin embargo, no puede hacer olvidar que las actividades económicas internas son fundamentales para el desarrollo y la estabilidad de cada país y proveen un amplio margen de maniobra. Este hecho nos conduce a formular una pregunta: ¿resulta inevitable la transformación de nuestras economías siguiendo una única dirección?

La experiencia no avala la existencia de una única vía para el desarrollo; para alcanzarlo, tanto las instituciones como las políticas no necesariamente deben ajustarse con rigor al modelo económico predominante. Los efectos indeseados de la globalización pueden ser condicionados, en grado variable, por la adecuada y oportuna aplicación de políticas nacionales activas. La internacionalización de la economía no necesariamente conduce a los estados a la impotencia. En ese contexto, el empleo, la inversión y la producción domésticas constituyen el grueso de la actividad económica y aunque los asuntos económicos internacionales tienden a constituir el fiel de la balanza que puede inclinar los resultados finales en una u otra dirección, una economía nacional sólida sigue siendo condición indispensable para una inserción positiva en la economía mundial y para evitar los peligros que puede entrañar la globalización.

En efecto, tanto la inserción en la economía mundial como la necesaria armonización de políticas en los planos regional y subregional, suponen la adopción de modelos económicos que permitan adaptarse a las circunstancias actuales. Tales modelos, sin embargo, no deben anteponer las exigencias de la globalización a las necesidades de los pueblos. Pues, tal como expresara José Martí: "Cuando el pueblo en que se ha nacido no está al nivel de la época en que vive, es preciso ser a la vez el hombre de su época y el de su pueblo, pero hay que ser, ante todo, el hombre de su pueblo".

La región cuenta hoy con diversas opciones reales de inserción externa, vinculación económica profunda e integración, que representan varios frentes simultáneos de negociación: ALCA, articulación privilegiada con la Unión Europea, profundización de los vínculos económicos con Asia del Pacífico e integración regional e inserción externa por vía de la vinculación de subespacios regionales y la constitución de redes intra y extrarregionales de ciudad-región. Además, estos ámbitos presentan interacciones múltiples. Cualquier beneficio o ventaja en una negociación inter-regional tiene la potencialidad de extenderse prácticamente a los otros ámbitos de negociación.

Consideremos, por ejemplo, ALCA, uno de los proyectos regionales más ambiciosos. El resultado de las negociaciones sobre ALCA definirá, en medida apreciable, la fisonomía de las relaciones entre Estados Unidos y los países de América Latina durante las próximas décadas, influirá, además, en el perfil de las relaciones de América Latina y el Caribe con otros países y regiones e incidirá en el futuro de los proyectos de integración regionales y subregionales.

Es probable que las expectativas generadas por el ALCA superen los resultados realmente alcanzables en ese proceso de negociación, que va a ser afectado, como el de la "Ronda del Milenio" en el seno de la OMC, por un contexto internacional poco propicio a las aperturas comerciales. La incertidumbre en torno a las políticas comerciales de los próximos meses pudieran, pero no debieran, incidir en los proyectos de integración latinoamericanos y caribeños; estarán presentes también en la Cumbre que celebrarán el año próximo la Unión Europea y los países de América Latina y el Caribe; y se añadirá a la actual crisis financiera de los países asiáticos para determinar el curso de las relaciones con esa parte del mundo.

Todo este conjunto de factores, de diversidad de temas, foros e interlocutores, plantea desafíos cuyos términos políticos y económicos deberían quedar explícitos para adoptar las decisiones pertinentes. No se puede, sin embargo, esperar un diagnóstico certero para adoptarlas, porque la dinámica de las relaciones externas de la región no admite dilaciones. La economía mundial avanza hacia una nueva configuración, sobre la cual solamente se podrá influir para provecho de América Latina y el Caribe si los países de la región actúan oportuna y conjuntamente. Una mente visionaria como la de José Martí, hace un siglo y mucho antes de que se hablara de globalización o de aldea global, ya lo había visualizado con claridad: "Lo que queda de aldea en América ha de despertar (…) los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos".

Muchas gracias.

 


Exposición de Sir Harold Bernard St. John,
Ex-Primer Ministro de Barbados

Ha sido un gran placer para mí, aceptar la cordial invitación de la Secretaría Permanente del SELA a esta reunión de expertos celebrada en La Habana, en ocasión de la XXIV Reunión del Consejo Latinoamericano, e intercambiar ideas sobre la "Dinámica de las Relaciones Exteriores de América Latina y el Caribe". Es mi primera visita a Cuba, y he podido apreciar el calor caribeño por el que se conoce a Cuba. En realidad, con el curso de los años muchos de mis coterráneos se han asentado en Cuba, y los lazos que existen entre Cuba y Barbados (y de hecho, con el resto del Caribe) siempre han sido estrechos. Con el SELA, también he mantenido una relación de larga data. En 1980, en Caracas, tuve oportunidad de presidir una Reunión del Consejo del SELA, y desde ese entonces han ocurrido muchos cambios.

Sé que el SELA, al igual que el mundo que nos rodea, atraviesa ahora un proceso de reestructuración profundo. De hecho, el aspecto que más repercute en las relaciones exteriores de los Estados Miembros del SELA es el CAMBIO, rápido, trascendental e irreversible, que afecta a nuestros pueblos de la manera más directa. La VELOCIDAD del cambio es otro aspecto importante que merece consideración. Es por ello que agradezco esta oportunidad, y felicito al SELA por su contribución al debate de un tema tan esencial para la región.

"La dinámica de las relaciones exteriores de América Latina y el Caribe" constituye un tema al que le podríamos dedicar días enteros, y aún así no lograríamos abarcar todos los aspectos pertinentes.

Es por ello, que el documento de la Secretaría "Reflexiones de la Secretaría Permanente sobre la dinámica de las relaciones externas de América Latina y el Caribe", resulta de gran utilidad al presentarnos muchos de los aspectos importantes, a saber:

- el efecto del proceso de globalización en las relaciones externas y de hecho en nuestras autoridades públicas nacionales y políticas internas;

- la necesidad de que exista una cohesión latinoamericana y caribeña que tome en cuenta los diversos intereses de nuestros países y regiones;

- el reto de lograr una integración regional compatible con los proyectos que tengan un carácter extrarregional y multilateral.

En el documento se aborda, asimismo, la necesidad de conjugar cinco factores:

- Objetivos

- Esferas y mecanismos de negociación

- Actores

- Instituciones y

- Condiciones

Los factores anteriores constituyen la ESTRATEGIA. De igual manera, en el documento se analiza la forma de abordar las diferencias existentes entre los diversos países de la región. Se examinan minuciosamente otros temas de importancia, pero es algo que no tengo intenciones de repetir.

Siempre que vayamos a debatir el tema, creo que debemos comenzar haciendo una valoración de las repercusiones del proceso de globalización en la región, la OMC y sus leyes. Hasta el momento, nos hemos percatado de que uno de los objetivos más singulares de la globalización es eliminar el proteccionismo y que el sector privado se convierta en el motor impulsor del crecimiento, con muy pocas inhibiciones en sus operaciones en los países. (Hemos visto un ejemplo de este enfoque en el sistema financiero mundial). El mundo se convertiría en un inmenso mercado. No obstante, cada vez se reconoce más la necesidad de que hay que establecer algún control y un equilibrio, con miras a evitar la tendencia natural hacia el monopolio y la explotación de los recursos humanos y el entorno físico.

Por ejemplo, ha surgido la interrogante de si debe o no existir una institución o instituciones internacionales que controlen esto. Los defensores de la OMC alegan que ese organismo debe encargarse de ello. Como pequeños estados, nosotros en el Caribe tenemos nuestras experiencias sobre los procedimientos de solución de diferencias. Creemos que han sido injustos al no permitir que los intereses de terceras partes estén representados precisamente cuando esos intereses pudieran verse afectados por el resultado de la disputa.

Me centraré en tres aspectos que considero de extrema importancia para los países de América Latina y el Caribe:

LOS PEQUEÑOS ESTADOS

Desde un inicio desearía expresar mi interés. Hablo desde la perspectiva de los pequeños estados, que somos una parte substancial de los miembros del SELA. Nuestra pequeñez nos hace más vulnerables a todo tipo de golpes, por ejemplo, los golpes económicos y ambientales, incluidos los desastres naturales. Si bien todos los estados pueden soportar tales golpes, la capacidad de recuperación de los pequeños estados es limitada. Nuestros escasos recursos humanos, financieros, naturales y otros, limitan severamente nuestra capacidad de acción.

Es por ello que sería ilusorio pensar que los objetivos de los pequeños y grandes estados de América Latina y el Caribe pueden coincidir siempre. Y creo que esto es lo que debemos comprender, es decir, aceptar que en la región hay diversos niveles de desarrollo económico, y que no siempre será posible, ni conveniente para los países de la región, tener una posición común regional, es decir, de América Latina y el Caribe, en cuanto a todos los temas que figuran en la agenda de comercio exterior. Si somos honestos, admitiremos que existen esferas como la agricultura y la pesca en las que en ocasiones probablemente tengamos intereses opuestos, lo cual, a veces, nos dificulta lograr posiciones comunes.

UNIFICACION DE RECURSOS HUMANOS

Estoy convencido de que todos coincidimos en que la multiplicidad de negociaciones que se realizan de forma simultánea causa enormes pérdidas de recursos humanos en todos los países de la región, sean grandes o pequeños. Debemos ser francos en este sentido y reconocer que ésta es una esfera importante en la que existe una comunidad de intereses, una esfera en la que todos podemos beneficiarnos de la unificación de nuestros recursos humanos a fin de prepararnos mejor para las negociaciones en el contexto global.

Nos da esperanza el hecho de que no tenemos que comenzar desde el principio. Hoy contamos con varios mecanismos institucionales en el plano regional y subregional que nos ayudan -- organizaciones como SELA, CARICOM, AEC, ALADI, SIECA y MERCOSUR, por sólo nombrar algunas. Lo que necesitamos ahora es encontrar una metodología para aprovechar esta amplia gama de recursos humanos y experiencia y encauzarla hacia la consecución de nuestros objetivos.

En nuestra subregión, el CARICOM ya ha logrado avances en este sentido con el establecimiento de un equipo negociador único sobre comercio, integrado por un negociador principal y con el apoyo de un grupo de asesores, el cual emite informes directamente a los Jefes de Gobierno. La responsabilidad del equipo de negociación es concebir una posición negociadora del CARICOM respecto de cuestiones comerciales externas, sobre la base de un amplio proceso de consultas entre los Estados Miembros. Hasta el momento, el equipo de negociación se ha centrado en la preparación de una posición caribeña para negociar con las regiones de Africa y el Pacífico con relación a la Convención de Lomé, respecto de lo cual las negociaciones están bien encaminadas. Asimismo, se espera que se adopte un enfoque similar con las negociaciones para el ALCA, lo cual es de interés para todos los aquí presentes.

IDENTIFICACION DE TEMAS SOBRE LOS CUALES PUEDE LOGRARSE UNA POSICION REGIONAL COMUN

Una vez dicho esto, reconozco que existen varios temas sobre los cuales la consecución de una posición regional común no sólo es posible, sino fundamental para la supervivencia de América Latina y el Caribe en esta era de globalización. Por consiguiente, nuestro próximo paso debe ser identificar las esferas en las cuales hay una comunidad de intereses entre los países de la región. Ello exigirá un análisis de los objetivos, de las personas con las que tengamos que negociar o, como tan apropiadamente señaló Owen Arthur, Primer Ministro de Barbados, "primero hay que convenir en lo que se está negociando y luego preparar la posición". Ello se aplica a todo tipo de negociación, sea la Convención de Lomé, el ALCA o la OMC.

Dentro de la amplia región de América Latina y el Caribe entre las esferas de interés común que pueden identificarse figuran las siguientes:

Aunque hemos centrado nuestra atención fundamentalmente en los temas económicos, debido a la creciente participación de las organizaciones no gubernamentales en cuestiones económicas externas, los temas políticos, como el desarrollo de la sociedad civil, también repercutirán en los temas económicos. Una vez seleccionados los temas sobre los cuales puede adoptarse un enfoque común, el próximo paso más importante para nosotros es priorizar las esferas que requieran acción con urgencia.

MANTENIMIENTO DE LA COHESION REGIONAL

Tomando como base los aspectos anteriores, queda claro que a fin de sobrevivir al proceso de globalización, es vital para América Latina y el Caribe tratar de lograr una cohesión regional. Esta es una ardua tarea dado el número de grupos económicos subregionales (CARICOM, el Pacto Andino y Mercosur, por sólo mencionar algunos), que ya han iniciado negociaciones independientes con grupos extrarregionales sobre diversos temas. No obstante, la adopción de un enfoque práctico y realista que tenga en cuenta algunos de los elementos antes expuestos, debe ayudarnos a enfrentar el reto de lograr una cohesión regional a un nivel más amplio.

NEGOCIACIONES GLOBALES Y EL ALCA

La economía y la política comercial de los Estados Unidos se ve impulsada cada vez más por los servicios en esferas como las finanzas, las telecomunicaciones y las industrias de alta tecnología, la fabricación de aeronaves y la elaboración de equipo relacionado con éstas. Por consiguiente, sus negociadores tratarán de obtener, de parte de otros países, regímenes que les permitan explotar los mercados internacionales en dichas esferas. Como la mayoría de estas esferas requieren un elevado financiamiento, la interrelación entre los servicios financieros en forma de disponibilidad de capital, el gran interés en que las leyes sobre propiedad intelectual protejan las patentes, las marcas comerciales y los derechos de autor, y la aplicación de políticas de cielos abiertos en las negociaciones bilaterales sobre aviación, son sólo manifestaciones de la manera integral y abarcadora en que los Estados Unidos practica su política de comercio exterior.

Lo anterior se reflejará en las negociaciones del ALCA. Por tanto, estas negociaciones nos ofrecen una excelente oportunidad, como región, para poner en práctica algunos de los elementos expuestos en este documento.

Muchas gracias.

 


Exposición del señor José Antonio Ocampo,
Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL)

Quiero en primer término agradecer la honrosa invitación del SELA para participar en este Panel, y agradecer además la invitación del Gobierno de Cuba a visitar, por primera vez, este país en mi calidad de Secretario Ejecutivo de la CEPAL.

He pensado dirigir el día de hoy unas reflexiones sobre lo que denomino "las lecciones de la crisis financiera internacional". Quiero comenzar haciendo unas anotaciones sobre el contexto de América Latina y el Caribe y la forma como esta crisis ha incidido sobre nuestras economías. Conviene para ello partir de las condiciones iniciales en la cual se situaban la mayor parte de nuestros países al iniciarse la crisis que se desencadenó en Asia hace un año y medio.

Primero, nuestros países venían realizando importantes reformas estructurales para adaptarse al nuevo contexto de la globalización y además para rediseñar en particular los aparatos del Estado en vista de la propia crisis que había experimentado el Estado latinoamericano y caribeño durante la década de los 80. Como parte de ese proceso, la mayor parte de nuestras economías tenían una gran fortaleza fiscal que se considera que es uno de los requisitos esenciales para enfrentar con éxito estas crisis y también unos sistemas financieros domésticos mucho más robustos de los que en el pasado tuvimos y que generaron crisis importantes en varios países. Debo decir que, sobre estos temas, la fortaleza fiscal por una parte y la fortaleza de los sistemas financieros domésticos, hemos aprendido que son dos elementos esenciales de fortaleza frente cualquier crisis de origen externo.

Después de un período de rápido crecimiento económico en 1997 con un crecimiento superior al 5% se esperaba para este año que las balanzas de pago, especialmente las balanzas comerciales tuvieran un pequeño deterioro, pero en ausencia de los choques externos que experimentamos se esperaba un crecimiento de alrededor de un 4,5% para 1998.

La crisis internacional ha tenido, sin embargo, efectos fuertes a través de tres canales fundamentales. Los canales comerciales, dentro de los cuales sin duda alguna el más importante ha sido el deterioro de los precios de las materias primas exportadas por varios países de la región, especialmente el petróleo y los metales, aunque también algunos productos agrícolas han tenido una depresión como resultado de esta crisis.

Los otros canales comerciales en realidad han tenido un impacto relativamente pequeño, me refiero con esto a la menor demanda directa por parte de Asia, que ha tenido algún impacto en Chile o Perú, países que destinaban una parte importante de sus exportaciones al Asia. O también la penetración de los productos asiáticos a nuestros mercados, o la mayor competencia de estos productos en terceros mercados. Estos impactos en general han sido mucho menos importantes que los que han tenido el deterioro de los términos de intercambio especialmente en los productos de exportación. Impacto que ha sido profundo en particular en países como Venezuela que ha perdido 5 o 6 puntos del producto interno bruto como resultado de la caída de los precios del petróleo, o en economías como Chile o Jamaica, dependientes de la exportación de productos metálicos.

El segundo canal sobre el cual quiero hacer unas reflexiones, porque conduce más de cerca a mis conclusiones sobre las lecciones de la crisis, han sido los aspectos financieros. Su reflejo más importante ha sido el cierre de los mercados no bancarios de los Estados Unidos, y en general del mundo entero, debido al incremento considerable del riesgo percibido por los inversionistas.

El tercer canal han sido las medidas de austeridad que han adoptado los países para mantener la confianza. Aquí creo que vale la pena señalar que, en términos generales, parece ser una regla del nuevo contexto internacional que hay de alguna manera una necesidad de hacer casi un sobre ajuste para mantener la confianza. En otras palabras, de adoptar unas medidas en materia fiscal y monetaria extremadamente austeras para que los inversionistas puedan mantener la confianza.

Durante esta crisis, además, a diferencia quizá de todas las anteriores, ese efecto se ha reflejado en unos aumentos de las tasas de interés que no tienen, hasta donde recordamos, antecedentes en la historia regional. En los meses de agosto y septiembre en particular, en casi todos los países los aumentos de las tasas de interés fueron de 20 puntos porcentuales. Es una magnitud realmente desconocida, que después ha tendido a normalizarse. Pero en casi todos los países permanecen por encima de los niveles característicos antes de ese choque.

En cualquier caso, pese a las fortalezas de las economías latinoamericanas y caribeñas y a la respuesta rápida de las autoridades, los efectos financieros y reales exceden lo que hubiera podido esperarse.

Nuestra región ha tenido, en términos financieros, lo que yo denomino "cuatro temblores", dos de ellos casi terremotos. El primero fue en octubre de 1997, cuando hubo el desplome de varias bolsas del Asia con repercusiones importantes sobre las bolsas latinoamericanas y un aumento significativo en las tasas de interés de deuda pública de nuestra región. Los dos siguientes fueron más localizados geográficamente pero también fueron importantes en algunos países. Por ejemplo, el temblor de enero y febrero fue fuerte en países como Chile y Colombia. El de mayo fue muy fuerte en el área andina y el de agosto y septiembre fue absolutamente generalizado. Como dije, este último fue prácticamente un terremoto.

Esas repercusiones financieras se reflejaron en nuestros países de diferentes formas. Primero, la caída de los precios de los bonos latinoamericanos en los mercados internacionales, o lo que es equivalente, el aumento en las tasas de interés para esos títulos. En la crisis de octubre de 1997 y la de agosto y septiembre de 1998, esas caídas fueron bastante marcadas. En la primera hubo una caída de alrededor de 20 puntos porcentuales en el precio de los bonos y en la última hubo una caída de aproximadamente una tercera parte en el precio de esos bonos. Lo que es más importante, los diferentes precios de los bonos latinoamericanos tuvieron un comportamiento prácticamente similar. Eso indica, como se dice en el lenguaje de estos debates, que el efecto del contagio fue mucho más importante que la discriminación que hace el mercado entre los diferentes títulos. En otras palabras, que estuvieron dominados por el contagio. O sea, por una apreciación de los inversionistas más que por las condiciones objetivas de cada una de las economías. Afectaron por lo tanto por igual a países que se consideraba que tenían debilidades fundamentales, como podía ser Brasil por su déficit fiscal, y a países que tenían superávit fiscal, como Chile. No hay una clara discriminación del mercado, aunque el comportamiento de distintos títulos ha sido diferente.

El último evento, de agosto y septiembre tuvo unas implicaciones profundas. Las tasas de interés de los títulos latinoamericanos oscilaban en torno al 10 y 12 % a finales de julio, subieron a niveles del 15 al 25% a mediados de septiembre que fue el peor momento, y después han descendido pero no han recuperado los niveles del mes de julio.

En términos del acceso al mercado, de los costos del endeudamiento en el mercado de bonos, ha habido tres etapas diferentes. Posiblemente estamos comenzando una cuarta.

La primera fue la del último trimestre de 1997 cuando esencialmente cayeron las cantidades emitidas de bonos latinoamericanos, pero no se elevaron tanto las tasas de interés. Se elevaron moderadamente de unos niveles de alrededor del 9% para las captaciones del tercer trimestre del 97 a un 10% en el cuarto trimestre del 97. Sin embargo, las cantidades cayeron abruptamente de unos 20.000 millones de dólares a unos 4.000 millones de dólares.

Después del primer semestre de este año hubo una relativa normalización de las cantidades emitidas de bonos, aunque a un costo un poco más alto que el característico en 1997. Tuvimos colocaciones promedio alrededor de 10.000 a 12.000 millones de dólares por trimestre, inferiores a lo que había sido característico en 1997 pero superiores a la del cuarto trimestre, en que habían sido muy reducidas, y el costo estuvo alrededor de 10 puntos porcentuales.

Después en el tercer trimestre del 98 y octubre, que es el último dato disponible, en realidad hubo dos fenómenos simultáneos adversos: La caída nuevamente de los volúmenes colocados de bonos y además elevación significativa de las tasas de interés, de tal manera que los pocos títulos colocados en el mes de octubre, por menos de 1000 millones de dólares, tuvieron un costo del 12% que es muy superior al 9% característico en 1997.

En términos domésticos, esto se reflejó en unas fluctuaciones fuertes de las reservas internacionales de los países. El último trimestre del año pasado fue en general de caída de las reservas internacionales. Dependiendo del país, hubo caídas durante el primer semestre, como en los casos de Chile y del área andina, el tercer trimestre fue casi generalizadamente de caída fuerte en las reservas internacionales y con posterioridad en octubre y noviembre ha habido una tendencia a la recuperación. Las tasas de interés, como señalé anteriormente, tuvieron un aumento muy marcado en prácticamente todos los países. Países como Brasil, Venezuela, México tuvieron aumentos de 20 puntos porcentuales en el peor momento. Muchos más, como Colombia, como Argentina, como Chile han tenido aumentos de 5 a 10 puntos porcentuales. Otros han tenido aumentos muchos más modestos.

Las bolsas de valores cayeron en relación con el pico de 1997 aproximadamente el 50%. En términos de dólares han tenido alguna recuperación a partir de mediados de septiembre, que es el punto de inflexión.

En términos de actividad económica, observamos en la CEPAL que va a haber una caída de alrededor de 2 puntos porcentuales como efecto de la crisis. Nosotros esperábamos en ausencia de la crisis un crecimiento alrededor de 4.1/2%, en la región vamos a tener 2.1/2% aproximadamente, quizás un poco más bajo, porque las últimas cifras de prácticamente todos los países han sido muy negativas. Sin embargo, esta caída en el año no refleja en verdad la magnitud de la desaceleración que ha experimentado la región. Si uno compara el primer semestre con el segundo semestre, se ve realmente el impacto de la crisis o incluso cuando se compara el último trimestre del año pasado con el último trimestre de 1998. Por ejemplo, en el cono sur el primer semestre muestra un crecimiento estimado del 6.6%, sin embargo, el segundo semestre estimamos un crecimiento de 2.1%. Lo mismo es cierto de México, que tuvo un primer semestre del más de 5% y un segundo semestre que esperamos que esté por debajo del 3%, y así sucesivamente hay una desaceleración muy fuerte. Nosotros creemos que el crecimiento del último trimestre de este año no va a superar el 1% en la región y si no hay condiciones de estabilidad, o sea si no se mantiene esta recuperación financiera que hemos observado desde mediados de septiembre con mayor fortaleza en el mes de noviembre, posiblemente tendríamos un crecimiento que quizá no supere el del último trimestre de este año.

Vale la pena señalar que, en términos generales, las economías más pequeñas han tenido una resistencia mayor en la crisis que las economías más grandes. Eso ha sido una característica un poco peculiar y que tiene que ver esencialmente con la menor dependencia de esas economías de los flujos más volátiles del capital, que son los de mercados de bonos, al tiempo que muchas de ellas se han beneficiado de la caída de los precios del petróleo que es un producto importante de importación. Algunas economías pequeñas en el Caribe y en Centro América hacen, sin embargo, emisiones en los mercados de bonos que también se han visto afectados. Es, por ejemplo, el caso de Trinidad y Tobago, de Barbados, del Salvador que eran países que ya tenían acceso al mercado de capitales en los bonos.

La caída de este año y la posible desaceleración adicional en 1999 va a significar que el crecimiento promedio de América Latina y el Caribe durante la década de los noventa va a estar apenas ligeramente por encima del 3% anual, que es significativamente inferior al crecimiento que tuvimos en las décadas de los 60 y 70, cuando la economía latinoamericana y caribeña creció alrededor del 5.1/2%.

Déjenme derivar de toda esta historia, las cinco lecciones fundamentales de esta crisis. Primera lección: humildad, la incapacidad predictiva de los organismos financieros internacionales ha sido durante esta crisis realmente apabullante, pero igual ha sido la incapacidad del sector privado financiero internacional para poder prever los eventos. Las equivocaciones masivas de las agencias calificadoras de riesgo, por ejemplo, ha sido un hecho ampliamente notado en todos los análisis internacionales que se han realizado. Además, pese a la sofisticación de los instrumentos, los agentes financieros han tenido el comportamiento que ha llamado la literatura reciente "de manada", o sea de ir en las épocas de auge juntos con un gran optimismo y súbitamente pasarse a un gran pesimismo. Esto lo hemos visto incluso en períodos muy cortos. Por ejemplo, el primer trimestre del año 1997, o incluso en el primer semestre de 1997, fue un período de un optimismo casi desbordado donde cualquier emisión de bonos se sobresuscribía tres o cuatro veces y súbitamente en el segundo semestre del año hemos visto que los mercados se cerraban enteramente y a una velocidad impresionante.

La lección número dos nos dice que el mercado financiero internacional es esencialmente inestable, y en general que todo mercado financiero es esencialmente inestable, pero que además durante la coyuntura reciente hemos aprendido que existe una crisis sistémica en ese comportamiento que está asociada a la enorme asimetría que existe entre el dinamismo y la sofisticación del mercado financiero internacional y la ausencia de un marco institucional adecuado para regularlo. En otras palabras, que no tenemos las instituciones que requiere el mundo para la globalización financiera. Esto posiblemente explica por qué se requiere lo que he llamado un sobreajuste por parte de nuestras economías para mantener la confianza, porque no hay instituciones encargadas de mantener la confianza a un nivel más amplio, como pueden ser, a nivel nacional, los bancos centrales y las superintendencia bancarias cuando se presenta una crisis importante.

La lección número tres creo que es una de las que se ha venido aprendiendo claramente y es la necesidad de tomar decisiones de corto plazo en dos frentes fundamentales. En primer lugar, políticas expansionistas de las economías industrializadas. Desde mediados de septiembre, cuando el Presidente Clinton tomó un liderazgo en esta materia y fue seguido por la reserva federal de ese país, ha habido en general una tendencia hacia la opción de políticas expansionistas en las economías industrializadas, aunque no ha sido cierto esto en Francia y en Alemania, donde se han mantenido en general las tasas de interés prevalecientes anteriormente y se ha generado una polémica muy amplia entre los gobiernos y los bancos centrales sobre la naturaleza de las medidas que se deben adoptar.

Pero es claro que las políticas expansionistas de las economías industrializadas no son suficientes y por eso se requieren, como se ha dicho claramente, unos fondos de contingencia especiales para manejar los efectos de contagio. Esto es, fondos a los cuales puedan tener acceso los países antes que se presenten crisis estructurales de su balanza de pagos. De acuerdo con el reglamento del FMI esa es la condición para acceder a los recursos del Fondo Monetario. En otras palabras, de unos fondos que sean más preventivos que curativos, dado que la filosofía esencial de Bretton Woods, era la de curar más que prevenir. Por lo tanto, habría un cambio fundamental en la filosofía de los recursos del Fondo Monetario como resultado de hecho. El programa brasileño sería el primer caso en el cual se haría uso de estos recursos extraordinarios aunque de alguna manera desde el Programa de Rescate Mexicano del 95 y con los programas de rescate asiáticos del 97 ha habido medidas que han antecedido a las que se han venido anunciando para Brasil y posiblemente para otros países.

La lección número cuatro es que más allá de estas medidas de corto plazo requerimos una reforma profunda de la llamada arquitectura financiera internacional. Esta reforma abarca una gran cantidad de áreas. Primero sobre el ordenamiento monetario internacional, lo que llamo la arquitectura financiera en un sentido restringido, dado que no cubre las áreas de financiamiento del desarrollo, que es otra área de la estructura financiera internacional. En esa materia se requieren instituciones más adecuadas para coordinar las políticas macroeconómicas de las economías industrializadas. Se requiere una monitoría más preventiva por parte del Fondo Monetario Internacional y otros organismos, como lo ha venido señalando el Fondo y lo señaló el Grupo de los 7. Unos mejores sistemas de información, unas reglas más homogéneas en materia de regulación y supervisión bancaria. Se requiere un contexto más estable para ofrecer recursos contingentes por parte del Fondo Monetario Internacional o de otros organismos, como puede ser el Banco de Pagos Internacionales. Posiblemente esos recursos deben ser ofrecidos con reglas prefijadas o con una menor condicionalidad. Se requiere por otra parte, unos sistemas más ordenados para manejar la crisis de sobreendeudamiento de los países, más que una ley de quiebras internacionales, una ley de concordatos internacionales, o sea unas normas que establezcan una forma ordenada de resolver el sobreendeudamiento, que no implique, básicamente, el caos que caracteriza los procesos actuales, en los cuales unos acreedores corren rápidamente para exigir los pagos y algunos otros salen rápidamente de los países en momentos de dificultades, con lo cual los que se quedan enfrentan problemas mucho más severos para obtener sus pagos. De parte de los países, por otra parte, significa una forma bastante desordenada de manejar las relaciones con los acreedores.

Se necesitan además una políticas prudenciales mucho más agresivas para manejar los flujos de corto plazo, tanto por los países inversionistas como por los países receptores. La CEPAL ha sido desde tiempo atrás defensora de mecanismos que incluso le pongan un sobre costo al endeudamiento de corto plazo en las economías receptoras, como las nuestras. Se requiere también desarrollar unos mecanismos regionales mucho más extensos de los que existen hoy en día. Yo estoy convencido de que un mundo en el cual fuera de las instituciones de carácter mundial, como son el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, existan una gran cantidad de bancos regionales y de fondos de reservas regionales, será un mundo mucho más estable que el que vivimos y en el cual dependemos exclusivamente de unas pocas instituciones internacionales. Lo que la experiencia europea en esta materia ha enseñado, que Europa puede manejar internamente gran parte de sus problemas sin acudir a los organismos de carácter mundial si logramos desarrollar instrumentos de esa naturaleza creo que podemos tener gran efectividad.

La Comunidad Andina, tiene dos instituciones: el anterior Fondo Andino de Reservas, hoy Fondo Latinoamericano de Reservas, y la Corporación Andina de Fomento, han sido un ejemplo interesante, muy limitado todavía, pero que demuestra que se puede tener instituciones de carácter regional que cumplan papeles similares a los de las internacionales y que signifiquen mecanismos de apoyo mutuo en momentos de dificultades. Más aun creo que una política de pasar a un sistema de autorregulación entre los países en desarrollo del manejo macroeconómico puede ser un mecanismo útil, donde la monitoría sobre las políticas macroeconómicas no las hagan en Washington en el Fondo Monetario Internacional, sino que se haga mutuamente entre los propios países, para ver qué dificultades se van a ir presentando a nivel regional.

Esto es solamente una parte del proceso, lo que tiene que ver con la arquitectura financiera en un sentido restringido. Pero se requiere obviamente muchas otras cosas y menciono solamente cuatro adicionales: se requiere fortalecer los fondos para la promoción del desarrollo, ya sea los bancos regionales y subregionales de desarrollo y la ayuda para el desarrollo de parte de las economías industrializadas; se requiere resolver de una vez por todas los problemas de sobreendeudamiento de las economías más pobres a través del programa que ha sido aprobado por el Fondo Monetario del Banco Mundial, el cual ha tenido una aplicación extremadamente lenta; y se requieren unas redes de protección social realmente eficaces, porque en esta materia se habla mucho de las redes de protección social durante los períodos de crisis y es poco lo que conocemos que realmente se hace en la práctica; además, se requiere que en los programa de ayuda, y este es mi último comentario en esta materia, los programas de apoyo a las economías más grande no saquen o no excluyan la disponibilidad de fondos para los países más pequeños y los países más pobres.

Existe realmente un gran riesgo a nivel internacional de que la magnitud de los programas de ayuda para los países más grandes terminen por captar todos los fondos necesarios, dejando muy pocos para las economías más pequeñas y las más pobres que son de magnitud, a nivel internacional, más reducidas. Déjenme decir que todo este proceso, toda esta discusión de este reordenamiento financiero internacional requiere un foro más democrático que el que tiene lugar hoy en día. Hoy en día este proceso viene concentrándose en el Grupo de los 7 con el Fondo Monetario Internacional. Realmente se requiere una discusión mucho más amplia en la cual los intereses de los países en desarrollo y especialmente las economías más pequeñas estén claramente representados.

Por último, y esta es la quinta lección, creo que esta crisis nos ha enseñado que tenemos que mejorar nuestra propia capacidad para manejar la volatilidad financiera. O sea, no podemos pensar solamente en las instituciones financieras internacionales que regulan estas actividades, sino también en nuestros propios instrumentos de manejo. Esto significa muchas cosas, pero significa fundamentalmente tres: primero, tener unos instrumentos fiscales eficaces para evitar que durante el auge y la recuperación de los ingresos tributarios nos comprometamos en gastos públicos que no se puedan sostener en el largo plazo. Segundo, evitar que las bonanzas financieras se reflejen en una expansión del crédito doméstico con lo cual se generan unos riesgos en los sistemas financieros que se hacen evidentes durante las crisis posteriores. Finalmente, se requiere evitar que en los períodos de auge de la divisas tengamos unas revaluaciones de las monedas que resultan a la postre insostenibles.

Todo este tema tiene que ver, como he señalado en varias ocasiones, con el manejo de las bonanzas más que de las crisis. Es también una lección importante, porque el manejo de las bonanzas no es otra cosa que la prevención de las crisis.

Muchas gracias

 


Exposición del Excmo. Señor Makoto Utsumi,
Ex-Ministro de Finanzas del Japón

Me siento muy honrado por la invitación que se me ha formulado para presentar mis puntos de vista sobre la crisis asiática, sus perspectivas y su impacto en América Latina y la región del Caribe.

En los últimos años, los países asiáticos, con la excepción (siento decirlo) del Japón, registraron un extraordinario crecimiento del 10 por ciento. La región fue denominada "el centro del crecimiento mundial". En ese entonces nadie esperaba que este largo recorrido nos llevara al lugar donde se encuentran actualmente nuestros países.

La crisis asiática, que estalló debido a la crisis de Tibet registrada en julio del año pasado, está pasando del primer al segundo acto. El primer acto estuvo conformado por la crisis monetaria mientras que en el segundo se ha presentado la crisis económica acompañada, eventualmente, por crisis políticas y sociales, dependiendo del país.

El protagonista del primer acto, la crisis monetaria, fue interpretado por el sistema cambiario que estaba estrechamente vinculado con el dólar estadounidense. Esto fue lo que ocurrió en los casos de Tailandia y el Tibet. Cuando el dólar estadounidense se tornó débil, las exportaciones crecieron al igual que la economía.

Los capitales extranjeros se vieron atraídos por varios factores. En primer lugar, las altas tasas de crecimiento; en segundo término por los elevados rendimientos; en tercer lugar, por un tipo de cambio fijo y finalmente por la presencia del mecanismo del mercado extraterritorial (offshore), mediante el cual los gobiernos deseaban estimular el flujo de capitales. De esta manera, un gran caudal de fondos extranjeros emigró hacia esos países y se produjo una abundante liquidez. Esto provocó no sólo un exceso de capacidad en el sector manufacturero sino que generó un problema mucho más serio: un efecto burbuja en el mercado de bienes raíces.

El dólar estadounidense se fortaleció con relación al yen japonés y a las divisas europeas mientras que la moneda china había sufrido una devaluación del 35 por ciento en 1994. Además de ello, se registró una disminución de las exportaciones, un incremento en el déficit de cuenta corriente, una desaceleración en el crecimiento económico. En consecuencia, los inversionistas extranjeros retiraron su dinero de esos países. Se registró una fuga de capitales no sólo por parte de las compañías extranjeras sino de las empresas residentes o nacionales.

Aquí, muchos de ustedes se formularán la siguiente pregunta: En algunos países de América Latina, como Argentina, la moneda también está estrechamente vinculada con el dólar. Ahora bien, ¿por qué se registró la crisis en Tailandia y en otros países asiáticos y no se produjo en Argentina? Muchos países asiáticos disfrutaron – por así decirlo – de un juego que consistía en atraer inversiones rentables pero de alto riesgo, sin desarrollar las medidas políticas necesarias para recortar la velocidad del crecimiento, cuando era necesario hacerlo.

Si examinamos retrospectivamente lo que ocurrió en Japón durante su período de crecimiento, nuestro historial de alto crecimiento fue la reiteración de un crecimiento que consiste en la alternación de períodos de detención en el crecimiento seguido por períodos de repunte en lugar del aventurado juego de inversiones altamente rentables pero arriesgadas. Los funcionarios encargados de formular las políticas en estos países asiáticos pudieron haber pensado que estos elevados crecimientos del 10 por ciento no podrían mantenerse por siempre. A mi juicio, es posible que ellos hayan actuado sin tomar mayores precauciones. Hay un chiste que tiene que ver con esta actitud optimista de los líderes asiáticos. Es muy posible que esta broma fuera inventada por los europeos o los estadounidenses: "Dios se sintió muy molesto con la crisis monetaria de Asia y decidió que el mundo se acabara en tres días. Dios le pidió a Bill Clinton; al líder chino, Deng Xiaoping y al actual primer ministro de Malasia, Mahatir, que fueran a su despacho. Allí Dios les dijo: "El mundo se acabará en tres días". Clinton volvió a Washington y le dijo al vicepresidente Gore que tenía una noticia buena y una mala. "La buena noticia es que Dios existe, yo mismo lo vi. La mala noticia es que en tres días será el fin del mundo". Deng Xiaoping volvió a Pekín y dijo: "tengo que darles dos malas noticias: la primera es que Dios existe, yo mismo lo vi. La segunda es que en tres días será el fin del mundo". Mahatir volvió a su país y le dijo a Anwar, quien era su primer ministro: "Tengo dos buenas noticias. La primera es que fui seleccionado como uno de los tres principales líderes del mundo y la segunda es que la crisis asiática terminará en tres días". Yo no inventé ese chiste pero nos permite demostrar- hasta cierto punto - el optimismo del líder asiático.

Analicemos brevemente la otra cara de este crecimiento; por ejemplo, en la región de América Latina y el Caribe, no hubo una posición tan flexible. Por ejemplo, Argentina también vinculó estrechamente su moneda al dólar estadounidense mediante un plan de convertibilidad y el establecimiento de una Junta Monetaria Independiente. El país pasó a recibir una fuerte influencia de las condiciones económicas existentes en Estados Unidos. Esta política adoptada por Argentina ha buscado reducir al mínimo el riesgo de una crisis monetaria.

La gestión de la política económica por parte de los países asiáticos, que catalogaría como una gestión flexible en el período de alto crecimiento llevó al segundo acto de la crisis que se vio acompañada por problemas estructurales que habían permanecido ocultos cuando las condiciones económicas eran mejores.

Ahora quisiera reflexionar sobre lo sucedido en mi país, Japón. Mientras que otras naciones del este de Asia seguían por una vía iluminada gracias a un crecimiento del 10 por ciento, Japón se hallaba en penumbras tras el estallido de la burbuja financiera después de 1992. Sin embargo, hasta noviembre del año pasado la situación puede ser descrita como una crisis de confianza provocada como resultado del estallido de la burbuja financiera. Hasta entonces no se había registrado una crisis económica. Sin embargo, en noviembre de 1997 todos los indicadores: empleo, consumo privado, inversiones privadas comenzaron a mostrar signos de deterioro. Desde entonces, hemos venido registrando una crisis económica.

Hay dos factores que subyacen en este cambio de situación. En primer lugar, la grave contracción crediticia que afectó severamente y aún sigue afectando las actividades empresariales. En segundo lugar, el pueblo japonés fue testigo de la quiebra de grandes instituciones y, por primera vez después del período de alto crecimiento del Japón desde los años 50, el pueblo nipón comenzó a sentir por vez primera la inseguridad laboral. Ocurrió algo semejante a lo que se registró en Estados Unidos en los años 80. Para salir de la crisis, el gobierno japonés decidió adoptar un paquete de estímulos por el orden de los 200.000 millones de dólares, incluyendo exoneraciones impositivas y un plan de gasto adicional para obras públicas. Sin embargo, este tipo de estímulo fiscal significó una inyección de dinero proveniente de las arcas del tesoro. Esta política no puede ser mantenida por mucho tiempo. La prioridad más importante y fundamental debería ser cómo se puede lograr la estabilidad del sector bancario ya que la estabilidad de ese sector fue la clave de la contracción crediticia y del colapso de algunas de las principales empresas. De esta forma, la sensación de que existía un clima de inseguridad laboral llevó a una caída en el consumo privado.

Después de dar estas noticias negativas vamos a darles las buenas nuevas. La buena noticia es que al terminar el último período de sesiones del Parlamento japonés, éste finalmente aprobó las leyes y el presupuesto mediante los cuales el gobierno puede inyectar hasta 500.000 millones de dólares en fondos públicos para fortalecer la base de capital de los bancos viables y, en conjunción con otras medidas del sector público, para aumentar el crédito. Esto fue visto como un signo positivo que se tradujo en una reducción en la contracción del crédito. Estas medidas llevaron a una mejora en el mercado bursátil, lo que produjo algunos efectos positivos en la percepción del pueblo japonés. Reconocemos que la recuperación de nuestra economía es un elemento importante no sólo para nosotros sino para los otros países asiáticos y para el resto del mundo, incluyendo América Latina y la región del Caribe. Considero que nuestra economía en breve plazo logrará ver la luz al otro extremo de este largo, prolongado túnel. Sin embargo, en lo que respecta a los otros países asiáticos, la situación varía de un país a otro.

Hay algunos países que parecen haber tocado fondo y han comenzado a recuperarse: Tailandia es un ejemplo de ello y hasta cierto punto Corea, Corea del Sur. Sin embargo, hay un país – como Indonesia – en el que se registran ciertos síntomas de mejora en su economía así como en la variación en el valor de la moneda y signos alentadores en materia de inflación y en el mercado bursátil pero presenta una situación cada vez más grave en el plano político y social.

Considero que la economía de mercado parece haber conquistado al mundo. Hoy en día, 5.000 millones de personas viven en una economía de mercado pero hemos percibido que hay una tendencia acentuada en la economía de mercado. En otras palabras, cada país o cada región tiene sus fortalezas y debilidades. Sin embargo, el mercado tiende a ver exclusivamente las fortalezas cuando un país o región se dirige por la ruta luminosa y tiende a ver sólo las debilidades cuando un país o región está sumido en las tinieblas. Un ejemplo de ello, es la economía estadounidense en los años 80. Durante ese período, la economía de Estados Unidos se hallaba en penumbras.

Un grupo de economistas japoneses trató de describir a la economía estadounidense utilizando cinco letras: A, B, C, D, E.

A) significaba una aerolínea. En este caso, PANAM, empresa que desapareció, como todos ustedes saben. B) para representar al sector bancario. El sector bancario estadounidense enfrentó graves dificultades. Los economistas se referían al caso del Bank of America. Los ejecutivos de ese banco fueron a Japón a solicitar ayuda a los bancos japoneses. C) que representaba la industria automotriz o de fabricación de carros. D) para referirse a la industria de la defensa y para finalizar la E) que se remitía específicamente a la propia economía estadounidense. En ese entonces, no se veía un rayo de luz sobre el horizonte de la nación norteamericana. Sin embargo, hoy en día, Estados Unidos se ha convertido nuevamente en la economía más poderosa del planeta. La economía japonesa parecía seguir un sendero de prosperidad a finales de los años 80 hasta 1991. Sin embargo, el mercado no vio la ominosa sombra de la burbuja financiera que privó de luz a la economía japonesa.

En ese entonces también se popularizó un chiste, que probablemente fue inventado por un estadounidense: "Había un avión que tenía problemas en uno de los motores. Finalmente, ambos motores se dañaron y el avión cayó en picada. El piloto de la aeronave le dijo a los pasajeros: "lo siento pero me es imposible evitar que el avión se estrelle. Antes de que eso ocurra, pueden hacer realidad su último deseo". Había tres pasajeros: un estadounidense, un japonés y un francés. El galo dijo: "Quiero cantar la Marsellesa antes de que el avión se estrelle’. Por su parte, el pasajero japonés dijo "Quisiera dar una conferencia sobre la gerencia japonesa (en ese entonces, la gerencia japonesa era considerada como el modelo de buena gestión). Finalmente, el pasajero estadounidense dijo: "quiero morir antes de que el japonés de una charla sobre la gerencia en su país". El chiste muestra la visión excesivamente pesimista que mostraban los estadounidenses en ese entonces y la enorme confianza que tenían en sí mismos los japoneses. Sin embargo, esta tendencia en la economía de mercado nos permite ver lo que está ocurriendo en Asia años después.

Cuando los países asiáticos estaban disfrutando de altas tasas de crecimiento, hubo una serie de factores que hicieron posible ese crecimiento. En primer lugar, una elevada tasa de ahorros, que es un elemento que aún no pueden alcanzar ni América Latina ni la región del Caribe. Muchos países tienen la aspiración de incrementar este indicador para mejorar sus condiciones de vida. Allí radica, igualmente, el origen de la elevada ética laboral. Es indudable que todos estos factores siguen presentes en las economías asiáticas. Así que no tengo dudas de que luego de algunos años difíciles Asia seguirá creciendo a tasas no tan altas como el 10 por ciento pero mucho más elevadas que las tasas promedio que se registran en el resto del mundo. Para ello, tendrán que hacer frente al desafío que les depara el futuro.

Los países asiáticos se han venido desarrollando con una elevada tasa de crecimiento desde hace varios años. Sin embargo, repentinamente comenzaron a registrar un fuerte crecimiento negativo. La población ha sufrido las consecuencias debido a la pérdida de empleos, la caída de los salarios y el agravamiento de la pobreza. Bajo estas circunstancias, ¿sus habitantes pueden seguir apoyando las acertadas políticas macroeconómicas y de reforma estructural que pudieran permitirles salir de la crisis? Esta situación puede compararse con el caso de muchos países latinoamericanos y del Caribe y las penurias que vivieron como resultado de las terribles dificultades causadas por la hiperinflación y el crecimiento negativo registrado durante la década de los 80, la llamada década perdida. En un momento dado, los países de la región dieron un fuerte impulso en el campo político para brindar apoyo a un programa de políticas macroeconómicas y de reforma estructural eficientes. Este es uno de los puntos fuertes que presentan los países de América Latina y el Caribe y es el momento crucial para que Brasil así lo demuestre. La comunidad internacional está observando a Brasil para ver si su pueblo ofrece un fuerte respaldo a un programa acertado de políticas económicas y de reforma estructural.

La clave para la recuperación de las economías de los países asiáticos radica en el hecho de que ellos pueden, al igual que algunos países latinoamericanos y del Caribe, promover este clima político de apoyo a estas medidas. Aunque estas políticas provocaron – a corto plazo – serias dificultades para la vida cotidiana de sus pueblos fueron indispensables para la consolidación de sus economías. La crisis del este de Asia también está afectando a América Latina y la región del Caribe. En una etapa inicial, la devaluación de la moneda en las naciones asiáticas no pareció constituir un problema para los países latinoamericanos y del Caribe. Los principales rubros de exportación en ambas regiones son diferentes, por lo que la devaluación de las monedas asiáticas no causó mayores daños en las exportaciones latinoamericanas. Luego, la crisis asiática pasó al segundo acto, la crisis económica. A partir de entonces, las economías latinoamericanas comenzaron a sufrir las consecuencias. Se redujo el volumen de exportaciones de materias primas y productos agrícolas y los países se vieron seriamente afectados por la caída de los precios de los productos básicos. En la siguiente fase, la crisis afectó muy negativamente el ingreso de capitales con destino a las economías emergentes, incluyendo esta región. Esta tendencia se vio reforzada por el temor que ha cundido entre los inversionistas internacionales a asumir riesgos después de la crisis asiática. De hecho, el mundo es tan pequeño que si algo ocurre en un área con frecuencia influye en otra región e incluso en otro hemisferio.

En su proceso de recuperación, la región asiática tiene muchas lecciones que aprender de las experiencias de América Latina y la región del Caribe. Por su parte, esta región no debe aislarse de lo que está ocurriendo en Asia. Desde este punto de vista, el diálogo entre ambas regiones es fundamental para el crecimiento y la estabilidad de América Latina y el Caribe. Estoy sinceramente complacido con la iniciativa que ha tomado el SELA y el Sr. Moneta, su Secretario Permanente, en este campo.

Finalmente, quisiera expresar mi profundo agradecimiento por la hospitalidad que se nos ha brindado y por habernos dado la oportunidad de disfrutar esta encantadora parte del mundo.

Muchas gracias.

 


Exposición del Dr. Abraham F. Lowenthal,
Presidente del Consejo del Pacífico sobre Política Internacional
Los Angeles, California, EEUU.

AMERICA LATINA Y LOS ESTADOS UNIDOS AL FINALIZAR EL SIGLO

Es un honor y un placer participar en este Panel Internacional en el marco de la XXIV Reunión Ordinaria del Consejo Latinoamericano.

Creo haber sido uno de los primeros analistas norteamericanos que reconoció la significación de la creación del SELA a mediados de los años setenta, y siempre he mantenido contactos con este organismo. Recientemente, en 1997, el Consejo del Pacífico sobre Política Internacional tuvo el placer de copatrocinar con el SELA la publicación en español de un Directorio de las Instituciones de Política Internacional de la Cuenca del Pacífico, que constituye un valioso recurso para la promoción de la comunicación y el entendimiento entre las naciones de las Américas, Norte y Sur, y las del Este y Sureste Asiático así como Australasia. Permítame aprovechar esta oportunidad, Señor Secretario Permanente, para felicitar al SELA por lo que ha logrado hasta la fecha y desearle lo mejor a la Organización en este momento en que diseña su camino hacia el futuro a la luz de nuevas circunstancias.

Antes de entrar en la substancia de mi charla, quisiera compartir con todos ustedes algo que tuve la oportunidad de discutir con el Presidente Castro durante el receso. Hace exactamente 39 años y medio - cuando acababa de celebrar mis 18 años y era estudiante en Harvard, y mucho antes de descubrir América Latina- cometí el error de no asistir al discurso que el Dr. Castro dio en esa Universidad. Tuve que esperar muchos años para corregir ese error, y ahora no sólo yo voy a escuchar su exposición, ¡sino que él va a escuchar la mía!

Señoras y Señores, se están cumpliendo exactamente cien años desde los acontecimientos que se produjeron aquí en Cuba y liberaron a este país del régimen español a la vez que se confirmaba la nueva posición de los Estados Unidos como una de las grandes potencias mundiales. Fue precisamente mediante la proyección de su presencia militar, poder económico e influencia cultural en la Cuenca del Caribe y en sus alrededores, a partir de finales de los años 1890, que los Estados Unidos empezaron a ser reconocidos como un actor internacional de primera línea. Este proceso se aceleró y se fortaleció con la construcción del Canal de Panamá y con las maniobras políticas que aseguraron a los Estados Unidos una "soberanía de hecho" sobre la Zona del Canal, el "derecho" de intervenir en Cuba para proteger sus intereses, y el establecimiento de protectorados virtuales en gran parte de Centroamérica y el Caribe.

A partir de 1898, los Estados Unidos se convirtieron en el centro de influencia y presencia externas más importante en América Latina y el Caribe, primero en el área de la cuenca caribeña, y luego, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, en toda América Latina. En lo que se refiere al último siglo, cualquier discusión en torno a la "Dinámica de las Relaciones Externas de América Latina y el Caribe", que es el tema del Panel de hoy, debería ciertamente incluir un análisis de las relaciones entre América Latina y los Estados Unidos.

Se cumplieron exactamente cincuenta años del establecimiento de la Organización de los Estados Americanos, una institución del hemisferio occidental que ha reconocido la primacía de los Estados Unidos y de sus intereses fundamentales en materia de seguridad, a cambio de algunas restricciones multilaterales al ejercicio del poder estadounidense. La creación de la OEA en 1948 ocurrió en el momento de mayor influencia mundial de los Estados Unidos, en las Américas y en otras regiones. En esa fecha, Estados Unidos representaban por sí solos la mitad de la producción económica mundial, el dólar era "tan bueno como el oro", tenían el monopolio de las armas nucleares, las bases militares estadounidenses rodeaban al mundo, y Washington y Nueva York eran el centro de una red de alianzas y de organizaciones internacionales dominadas por ese país.

En esos días de extraordinario poder e influencia de los Estados Unidos, los países latinoamericanos, por lo general, siguieron el liderazgo de ese país en los asuntos mundiales, aportando veinte votos a favor de las posiciones de los Estados Unidos en la Asamblea General de las Naciones Unidas en temas tales como el reconocimiento de Israel, la iniciativa "unidos por la paz" en respuesta a la invasión de Corea del Sur por parte de Corea del Norte, la representación de China, etc. La relación de los Estados Unidos con América Latina fue casi hegemónica o al menos de "presunción hegemónica". Durante este período, los Estados Unidos usaron una gran variedad de instrumentos, abiertos y encubiertos, para frustrar cualquier potencial movimiento que pareciera, desde el punto de vista de Washington, una amenaza o incluso una clara oposición a la dominación estadounidense. Cuba fue el único país que logró resistir y aparentemente escapar a la hegemonía de los Estados Unidos, pero tuvo que aceptar una "negociación faustina" con la Unión Soviética para que esa excepción fuera posible.

Hace exactamente 25 años, en 1973, el primer gobierno socialista electo en las Américas - el de Salvador Allende y la Unidad Popular en Chile – terminó abruptamente con el golpe de estado dirigido por el General Augusto Pinochet. Aún persiste la controversia acerca del papel exacto de los Estados Unidos, si es que hubo alguno, en provocar el derrocamiento de Allende, pero nadie pone en duda de que el gobierno de los Estados Unidos había trabajado asiduamente durante años para oponerse y frustrar los esfuerzos de Allende. Como un rayo en una tormenta de verano, la política de los Estados Unidos en Chile ilustró la naturaleza de las relaciones con América Latina, aun cuando las condiciones objetivas en las cuales se llevaban a cabo esas relaciones estaban cambiando y las bases de la hegemonía de ese país se estaban erosionando.

A mediados de los años setenta, los Estados Unidos ya no podían sentirse absolutamente seguros de su primacía. La Unión Soviética se había convertido en un formidable rival militar; la OPEP se sentía importante y empujaba los precios del petróleo; Japón y Europa Occidental empezaban a competir de manera efectiva en muchos aspectos de la economía mundial; y el "Sur", incluyendo América Latina, empezaba a promover un nuevo orden económico internacional más equitativo. El SELA nació en esas circunstancias, puesto que la "comunidad" que América Latina había escogido era la que incluía a otros países del Sur, no a los Estados Unidos. El patrón prevaleciente de las relaciones latinoamericanas con los Estados Unidos pasó de la subordinación o de la "cooperación" obligada a la oposición y confrontación directa. Muchas naciones latinoamericanas definieron sus políticas exteriores precisamente tratando de demostrar independencia frente a, o en contra de, las posiciones de los Estados Unidos.

Hoy, en 1998 - incluso aquí en La Habana - todos percibimos que el entorno internacional ha cambiado radicalmente. La Guerra Fría terminó, la Unión Soviética ya no existe, y la alternativa socialista, como forma de organización política y económica, ha sido relegada a las cenizas de la historia y a algunos museos del pasado. Vivimos todos en un mundo radicalmente transformado.

El poder, el dinero, la tecnología y la información están ampliamente difundidos. Tanto el dinero como la información fluyen instantáneamente de un lado a otro del mundo, borrando fronteras o haciéndolas virtualmente irrelevantes para muchos fines prácticos, y por ende complicando en gran medida la gestión de las finanzas y el comercio mundiales.

Las tendencias contrapuestas de la integración global y de la fragmentación provincial caracterizan al mundo, mientras que los poderes de los mercados y de las lealtades étnicas y nacionales compiten por dominar.

Mercados cada vez más sofisticados son los principales árbitros del valor económico, pero siguen estando sujetos a impulsos y limitaciones en un período en que la volatilidad de las transacciones excede en mucho la capacidad institucional de los instrumentos de regulación.

Las coaliciones transnacionales organizadas alrededor de temas tales como la protección ambiental, la salud pública, los derechos humanos, la transparencia y las normas laborales tienen una influencia creciente.

Aunque los Estados Unidos sigan siendo el país más poderoso del mundo – con un gran margen en términos militares y tecnológicos, y todavía incluso en términos económicos, culturales y políticos - ya no pueden estar totalmente seguros de que sus intereses están protegidos.

Pueden invadir Grenada, Haití o Panamá, y lograr cambios en los gobiernos de esas naciones, pero no pueden controlar lo que sucede después. Pueden bombardear Irak pero no les resulta fácil asegurar el cumplimiento por parte de Irak de las resoluciones de las Naciones Unidas. No pueden imponer la paz en los Balcanes o en el Medio Oriente; no pueden revitalizar la economía japonesa; no pueden consolidar el equilibrio financiero en Brasil; no pueden garantizar la estabilidad política en Indonesia; no pueden inducir políticas democráticas en China o en Cuba; y quizás no sean capaces de evitar una devaluación en China.

En todos estos y en muchos otros casos, los Estados Unidos tienen intereses e influencia, pero no tienen la capacidad de imponer su voluntad, o de asegurarse que los demás se identificarán con sus intereses. Los Estados Unidos deben encontrar maneras de cooperar con otros países con base en intereses mutuos.

Mientras tanto, América Latina se ha movido de su posición original de alineación casi automática con los Estados Unidos, pasando por un período de confrontación con Washington casi tan axiomático como el anterior. Las relaciones de América Latina con los Estados Unidos son hoy en día mucho más variadas, reflejando los intereses individuales y las perspectivas de las distintas naciones de América Latina y el Caribe, e incluso de sus latitudes y longitudes.

En el fondo de la fácil retórica sobre una "comunidad interamericana" que va desde Alaska a la Tierra del Fuego, la realidad actual es muy confusa. Consideren la variedad de relaciones existentes: Argentina persigue el objetivo de "relaciones carnales" con los Estados Unidos, tal como lo expresó en una oportunidad el Ministro de Relaciones Exteriores argentino. Brasil compite con los Estados Unidos en relación con la influencia regional. Chile ha sido frustrado en su ambición de entrar al Area de Libre Comercio de Norte América. Colombia parece haber iniciado un programa de profundas e intensivas medidas en contra del narcotráfico junto con los militares de los Estados Unidos. México ha atado su futuro a una integración aún más estrecha con los Estados Unidos. Gran parte del Caribe y Centroamérica busca desesperadamente la "paridad con el TLCAN" mientras tienen una creciente tensión con los Estados Unidos en temas relacionados con inmigración, comercio, delincuencia y drogas. Y Cuba sigue atrapada en una relación con los Estados Unidos mutuamente antagónica y tristemente estéril.

¿Cómo se relacionarán América Latina y el Caribe con los Estados Unidos y viceversa en los próximos veinticinco años, o en los próximos doce años hasta el 2010, la fecha que el SELA ha escogido para muchas de sus propias proyecciones?

Estoy muy consciente de la ilustrada opinión de ese sabio norteamericano (ex estrella de béisbol) Yogi Berra, quien señaló una vez que "es siempre difícil hacer predicciones, especialmente acerca del futuro." Y tal como lo señaló el Presidente Castro esta mañana, el futuro es particularmente oscuro en estos días, con pocos antecedentes claros y pocas perspectivas de iluminar lo que pueda venir.

Sin embargo, sé que el SELA espera de mí alguna modesta e informada especulación acerca de la futura dinámica de las relaciones entre los Estados Unidos y América Latina, y no quiero decepcionar a mis anfitriones.

Permítanme entonces adelantar ocho propuestas en torno a la posible naturaleza de las relaciones interamericanas en los próximos años.

  1. En comparación con el siglo pasado, y particularmente los últimos 50 años, los puntos focales de las relaciones entre los Estados Unidos y América Latina estarán mucho menos relacionados con cuestiones geopolíticas y de seguridad o con asuntos ideológicos, y mucho más con temas prácticos de comercio y finanzas, por una parte, y con el tratamiento de problemas compartidos que no pueden ser resueltos por países individuales, por la otra.
  2. Muchos de los temas de las relaciones entre los Estados Unidos y América Latina - en lo concerniente al manejo de las finanzas internacionales, por ejemplo - no serán abordados en el contexto del hemisferio occidental. Se decidirán en otros foros y el impacto sobre América Latina será residual, no intencional. La dinámica de las relaciones externas de América Latina, en estos temas, se originará fuera de la región; América Latina será objeto de acciones, y no será por sí misma un actor influyente.
  3. Otros temas, derivados de la creciente interpenetración entre los Estados Unidos y sus vecinos más cercanos, serán "intermésticos", es decir sumamente complejos debido a su combinación de facetas internacionales y domésticas, así como de actores y procesos de decisión.
  4. En lo que se refiere a los principales temas de las relaciones entre los Estados Unidos y América Latina, la importancia relativa de los actores privados - empresas, sindicatos, prensa, actores no gubernamentales de vario tipo, incluyendo organizaciones étnicas y basadas en comunidades – seguirá aumentando, mientras el alcance y la influencia de los gobiernos nacionales seguirá disminuyendo.
  1. En el próximo siglo, Microsoft será mucho más importante para las relaciones interamericanas que los Marines estadounidenses; American Airlines y United Airlines serán mucho más importantes que la 82ª unidad aerotransportada de la fuerza aérea de los Estados Unidos; CNN y los cables informativos de Bloomberg serán mucho más importantes que la Agencia de Información de los Estados Unidos; AIG (la compañía de seguros) será más importante que la AID; Fidelity y TIAA-CREF al menos tan importantes como el Departamento del Tesoro; Human Rights Watch más influyente que el Pentágono; Wall Street más relevante que la CIA; y el Foro Económico Mundial de Davos más influyente que la OEA . Y mientras el "big business" de los Estados Unidos ha sido visto por muchos latinoamericanos como el obstáculo histórico en contra de sus intereses, ¡la limitación que hoy en día enfrentan las políticas de muchos latinoamericanos no es el "big business" sino el "big labor"!

  2. Cuando se trata de la indudable y permanente influencia de los gobiernos, en cambio, la influencia relativa de las distintas partes del aparato gubernamental de los Estados Unidos para las relaciones interamericanas ha cambiado dramáticamente. Hoy en día, para América Latina, Alan Greenspan es mucho más importante que el jefe de la CIA; el Comisionado para Inmigración y Naturalizaciones y los presidentes de los comités del Congreso son más importantes que el Asistente del Secretario de Estado para América Latina; los gobernadores de California y de Florida son más significativos que el general a cargo del Comando del Sur; el sistema judicial federal es más influyente que el Fiscal General de los Estados Unidos. estas tendencias continuarán.
  3. La diferencia sustantiva entre las relaciones de los Estados Unidos con los países de la Cuenca del Caribe y las relaciones con los países de Suramérica (y en particular aquellos del Cono Sur) también seguirá profundizándose.

    Consideren algunas interesantes estadísticas que revisé recientemente. Todos los países latinoamericanos que exportaron más del 40% de sus exportaciones hacia los Estados Unidos en 1980 registraron un porcentaje aún mayor en 1997. Todos los países latinoamericanos que enviaron menos del 30% de sus exportaciones a los Estados Unidos en 1980 registraron porcentajes inferiores en 1997. Una explicación importante es, por supuesto, la geografía - es decir, la proximidad - pero en realidad la geografía es constante y la proximidad se ha vuelto menos significativa a medida que mejora la tecnología; las diferencias políticas han ido fortaleciendo un patrón bipolar de relaciones con los Estados Unidos.

  4. Ha llegado la hora de reconocer que la naturaleza y la dinámica de las relaciones de los Estados Unidos con la región es única. Los Estados Unidos se han convertido en una influencia económica, cultural y política dominante en su zona fronteriza, mientras al mismo tiempo las amplias y crecientes diásporas de mexicanos, centroamericanos y caribeños en los Estados Unidos han irresistiblemente cambiado los contornos y el carácter de las relaciones de los Estados Unidos con estos vecinos más cercanos. Cuba, hasta la fecha, ha parcialmente escapado a esta dinámica, pero esta diferencia no durará para siempre.

    Las compañías aéreas y de teléfonos de los Estados Unidos consideran a México, Centroamérica y el Caribe, para muchos efectos, como parte del mercado doméstico, no internacional. Me atrevería a predecir que dentro de algunos años, las "grandes ligas" del béisbol profesional incluirán partidos en México y Monterrey, en Santo Domingo, y también en La Habana – todos con derecho a participar en las "Series Mundiales" que hasta la fecha han sido restringidas a los equipos estadounidenses. Es difícil determinar la frontera entre América Latina y la América anglosajona en 1998, pero ciertamente se sitúa al norte de San Diego en el Oeste y al norte de Miami en el Este.

  5. Permítanme concluir con una observación acerca de la agenda "interméstica" a la cual me referí antes. Se trata de temas - inmigración, narcotráfico, el ambiente, la salud pública, y la gestión de la frontera – que provienen directamente de la especial y creciente interpenetración que he señalado.

Lo que me llama la atención acerca de estos temas es que el proceso político democrático - en los Estados Unidos y en los países vecinos – orienta casi irresistiblemente a la política en una dirección que es diametralmente opuesta a lo que se requiere para que la cooperación internacional pueda resolver o al menos manejar los difíciles problemas que trascienden las fronteras.

El hecho de que los enfoques políticos más atractivos para los públicos nacionales interfieren con la necesaria cooperación internacional constituye un dilema difícil de superar, y que no se limita a los Estados Unidos. El impulso de afirmar la soberanía y de dejar la responsabilidad de los problemas más arduos a la otra parte de la frontera es recíproca e interactiva. Es muy posible que se desarrolle una dinámica preocupante y contraproducente en los próximos años, precisamente en las relaciones interamericanas más estrechas e interdependientes, aquellas entre los Estados Unidos y sus vecinos más cercanos.

Déjenme terminar aquí. Espero haber dicho lo suficiente para estimular una discusión. Mi principal argumento es que la dinámica de las relaciones entre América Latina y el Caribe y los Estados Unidos será considerablemente más compleja y diversa que antes, y es probable que las relaciones sean bastante diferentes de lo que fueron durante gran parte del último siglo. Para entender esta dinámica, necesitamos nuevos conceptos y nuevos "mapas mentales" - no esquemas, frases y recetas del pasado.

Una cosa es segura. Las relaciones de América Latina con los Estados Unidos proveerán material para muchos más seminarios y conferencias, organizados por el SELA o por otros.

 


Exposición de la Doctora Guadalupe Ruiz-Giménez
Secretaría General AIETI, España

LA UNION EUROPEA Y AMERICA LATINA: UNA ASOCIACIÓN ESTRATÉGICA PARA EL SIGLO XXI

En los umbrales de un nuevo milenio de la Unión Europea y América Latina se reencuentran con renovado interés mutuo y establecen las bases de una asociación estratégica para profundizar en sus respectivos procesos de integración y encontrar su espacio y su protagonismo en el nuevo orden político y económico mundial.

No ha sido este reencuentro un proceso sostenido ni simétrico. La evolución del proceso de integración europeo, sus tradicionales preferencias hacia otras regiones del mundo, el deseo de no interferir en el campo de influencia norteamericana, la crisis política y económica de América Latina en las décadas de los 70 y 80, todo ello contribuyó a que América Latina no ocupase un lugar prioritario en las relaciones y cooperación internacional de la Unión Europea.

La última década sin embargo ha supuesto un cambio fundamental en la relación birregional y ello ha sido debido tanto a la evolución de la propia Europa más volcada hacia el exterior que en épocas pretéritas, como a la de América Latina más abierta ella también al exterior" (M. Marín 1997).

BALANCE, 1985 – 1995: UNA DECADA GANADA PARA LAS RELACIONES

Es a mediados de los años 80 cuando se produce una evolución significativa en las relaciones entre la UE y AL. Dos momentos decisivos marcan la pauta de esta evolución:

- La agudización de la crisis centroamericana, en la década de los 80 con fuertes implicaciones políticas, económicas y sociales que convirtieron a la región en un polvorín. La Comunidad Europea (CE) tomó un interés y protagonismo especial en la pacificación, democratización y reconstrucción de la región. Los países centroamericanos encontraron en la CE de entonces, un interlocutor y amortiguador, de la presión norteamericana, agudizada por la guerra fría.

Es en este contexto que adquiere importancia en las relaciones UE-AL, el diálogo político. Surge así el proceso de San José (1985) con los países centroamericanos y las reuniones con el Grupo de Río, foro de concertación y diálogo político entre ministros de países de UE y AL. En este período se consolidan también las conferencias interparlamentarias, Parlamento Europeo y Parlamento Latinoamericano iniciadas a fines de los 70.

- La ampliación de la comunidad Europea en 1986, con la entrada de España y Portugal, países con estrechos lazos con la región, desata un cambio cualitativo en las relaciones UE y AL.

Esta evolución positiva en las relaciones birregionales se producen en un contexto de profundas transformaciones, tanto en el seno de la UE como en AL. La Unión Europea en esta década se amplió en dos ocasiones (1986-1995) llegando a integrar 15 Estados al tiempo que avanza en su proceso de integración a través del impulso de sus dos últimos tratados, el de Maastricht (1992) y el de Amsterdam (1996). Ambos tratados, sientan las bases para la culminación del Mercado Único (MUE) y para la Unión Económica y Monetaria (UEM), con avances más tímidos en la dimensión política, especialmente en la configuración de una Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y el reforzamiento de los poderes del Parlamento Europeo.

También en esta década América Latina experimenta positivos cambios en términos de recuperación democrática, recuperación económica tras los severos programas de ajuste macroeconómico y los procesos de apertura comercial y la recuperación de un nuevo ritmo y modelo de integración abierta. Se reajustan los tradicionales esquemas de integración (Pacto Andino, Centroamérica, CARICOM) y surgen al tiempo nuevos modelos (MERCOSUR, Grupo de los Tres…).

En 1989 la Comisión realizó un balance sobre las relaciones birregionales poniendo de relieve un gran desequilibrio entre el diálogo político institucionalizado en 1990 con la Declaración de Roma y la cooperación económica, una cooperación escasa en cifras e instrumentos y con fuerte enfoque asistencial y unilateral. Como consecuencia de este balance el Consejo y el Parlamento Europeo aprueba en 1992 nuevas orientaciones y un nuevo reglamento (443/92) que servirá de base jurídica para la cooperación futura entre la UE y AL.

Las nuevas orientaciones ponen un acento especial en la dimensión humana del desarrollo, la democratización y el respeto a los derechos humanos y la protección del medio ambiente, a través de las llamadas cláusulas de condicionalidad, que actúan a modo de compromiso y garantías recíprocas para el respeto y cooperación en estas áreas.

El concepto de cooperación económica que impulsa el nuevo reglamento ha dado lugar a un nuevo tipo de Acuerdos llamados de Tercera Generación, que la UE ha firmado con todos los países de América Latina a la excepción de Cuba.

El esfuerzo comunitario en materia de cooperación económica se da tanto en el campo de los recursos, los cuales se cuadruplican en menos de 10 años (pasando de los 35 millones de ecus de 1986 a más de 500 millones de ecus en 1995) situando a la UE (los 15 estados miembros más la Comisión) como primer contribuyente de AOD a la región (en 1995 la UE contribuirá con el 52 % del total de las ayudas recibidas en AL). Pero también el cambio es cualitativo al modificarse los métodos de acción y los instrumentos hacia un enfoque de mayor interés mutuo y de asociación o partenariado.

La cooperación se descentraliza, es decir se abre la gestión de la cooperación europea a actores no públicos (universidades, empresas, ONG) o actores públicos descentralizados (municipios, regiones…). La cooperación asimismo se horizontaliza al definir nuevas estrategias sectoriales por país, al tiempo que se articulan programas horizontales que benefician al conjunto de países de AL y potencian la cooperación en red entre diferentes sectores y contrapartes europeas y latinoamericanas. Cabe resaltar los programas horizontales ECIP (para la promoción de empresas mixtas) AL-INVEST (promoción de inversiones) BC-NET (para las relaciones interempresariales) COPECO (redes de cooperación económica) ALFA (intercambio universitario) URB-AL (cooperación con municipios) ALURE (cooperación energética).

El cambio cualitativo alcanza también a nuevos sectores a los que se amplió la cooperación comunitaria: junto al sector rural tradicional, aparecen programas para combatir la pobreza urbana, la informalidad, la reforma del Estado, la protección del medio ambiente, apoyo a los procesos de integración, lucha contra la droga… Estas nuevas áreas de cooperación y los nuevos instrumentos, responden sin duda a una mayor adaptación por parte de la UE a las prioridades y necesidades de los países de América Latina.

Junto al diálogo político y las políticas de cooperación completan el cuadro de relaciones birregionales, las políticas comerciales y las inversiones hacia la región. Han sido estos, durante la década analizada, los capítulos más débiles, pero con buenas perspectivas de mejora hacia el futuro.

Efectivamente las relaciones comerciales entre la UE y AL han estado caracterizadas por la asimetría en los términos de intercambio, por la discriminación de AL por parte de la UE respecto a otras áreas regionales (como países ACP o países mediterráneos), por el proteccionismo europeo consecuencia de la política agrícola común (PAC) y por un constante déficit (hacia un lado u hacia otro) en la balanza comercial.

Efectivamente todas estas razones explican el que América Latina haya pasado de tener un superávit comercial con la UE en los años 80, a tener un déficit comercial de cerca de 1.500 millones de dólares en 1995 IRELA, 1995. La importancia de AL en el comercio exterior de la UE apenas representa el 5% mientras que la UE recibe y emite el 18% de las exportaciones e importaciones latinoamericanas.

Entre 1990 y 1995 se detecta un crecimiento sostenido de las exportaciones europeas hacia América latina (un 49%) pero a un ritmo mucho menor que el experimentado por los Estados Unidos (un 136%) o Japón (un 98%), que han sabido responder mejor a las demandas de importación de AL, ganando espacio en sus mercados.

Las asimetrías en los intercambios explican asimismo la debilidad de las relaciones comerciales pues mientras las exportaciones europeas tienden a crecer en productos manufacturados de alto valor agregado (un 90%), las exportaciones de AL siguen concentradas (un 75%) en productos básicos y agrícolas (fuertemente protegidos en Europa por la PAC) y en materias primas cuyos precios fluctúan continuamente en los mercados internacionales. Para contribuir a corregir esta asimetría en los intercambios, la UE ha emprendido programas de apoyo a la promoción comercial y a la diversificación productiva en la región.

El esquema de cooperación comercial con AL ha tenido esta misma década una evolución importante con el otorgamiento de preferencias especiales a los países del Pacto Andino y países Centroamericanos, en el marco de cooperación de la lucha contra la droga, permitiendo del acceso libre al mercado europeo de determinados productos de estas dos subregiones.

Efectivamente el Sistema de Preferencia Generalizadas (SGP), establecido en 1971 ha sido el principal instrumento de cooperación comercial de la UE con los países en vías de desarrollo, permitiendo que el 65% de las exportaciones latinoamericanas llegaran al Mercado Europeo libre de aranceles.

A pesar de todo, el instrumento ha mostrado su complejidad y limitaciones, lo cual ha llevado a la Comisión a proponer su revisión para los productos industriales en 1995 para los productos agrícolas, en 1996 adaptándolo a las nuevas reglas y normas de la OMC y a las diferentes situaciones de los países en desarrollo.

Durante esta misma década ha ido creciendo la confianza de los europeos en la región y se ha traducido en un incremento importante de las inversiones europeas. América Latina es hoy un destino cada vez más atractivo para las inversiones europeas, a pesar de las cíclicas crisis de los mercados financieros internacionales que tan negativamente afectan a América Latina.

La Unión Europea representa hoy, el segundo inversor en la región, después de los Estados Unidos, con un crecimiento sostenido de sus inversiones directas que han alcanzado en 1994 un volumen anual de 4.600 millones de dólares. Actualmente AL recibe más del 28% del total de las inversiones externas europeas (IRELA 1996).

Las inversiones europeas aumentan progresivamente con especial importancia en el sector servicios, y la presencia europea en los procesos de privatización de empresas públicas latinoamericanas (especialmente en los sectores de las telecomunicaciones y los transportes).

Entre 1990 y 1994 los países latinoamericanos que han recibido más inversiones directas son: Brasil, Argentina, México, Perú y Chile. Brasil es el principal receptor (cerca del 40% de inversión europea). Los principales inversores europeos, son España, Alemania, Reino Unido, Países Bajos y Francia.

La apertura del Banco Europeo de Inversiones (BEI) hacia América Latina a partir de 1993, marcó definitivamente la evolución de la cooperación económica hacia un esquema de promoción y financiamiento de las inversiones europeas en la región. El BEI fue autorizado a operar en AL hasta 1995, por un monto de 860 millones de dólares. Actualmente se negocia el mandato de actuación así como los montos y áreas de inversión.

UNA NUEVA ASOCIACION: ORIENTACIONES 1995-2000

La Cumbre Ministerial Grupo de Río-Unión Europea celebrada en Sao Paulo en abril de 1994, marca una nueva fecha para las relaciones birregionales, a través de la declaración conjunta de voluntades para avanzar en una estrategia a medio y largo plazo, para profundizar las relaciones y trabajar hacia una asociación genuina en los campos económico, comercial, industrial y científico-tecnológico.

Los sucesivos Consejos europeos (Madrid, Essen, Corfú, Cannes) ratifican la iniciativa y otorgan un mandato a la Comisión para elaborar una nueva estrategia hacia la región. En octubre de 1995 la Comisión presenta al Consejo y al Parlamento Europeo para su aprobación, las nuevas orientaciones "Actualidad y perspectivas del fortalecimiento de la asociación 1996-2000" (documento COM (95) 95) en el que se establecen los principales ejes de esta asociación en el compromiso conjunto en favor de la democracia, del desarrollo social y de la competitividad internacional.

A partir de este documento los tres ejes tradicionales de las relaciones de la UE con AL (diálogo político, relaciones comerciales y cooperación al desarrollo) alcanzan su máxima potencialidad adaptándose a las nuevas modalidades subregionales "Este reconocimiento explícito de las ventajas de la "geometría variable" es un elemento esencial del progreso reciente de las relaciones (Roberto Smith, 1997).

En el nuevo contexto internacional, caracterizado por la globalización y conformación de bloques económicos no es de extrañar esta nueva asociación estratégica entre dos regiones, que sobre la base de principios y valores societales y culturales compartidos a lo largo de la Historia, miran al futuro con renovadas esperanzas en el afianzamiento de sus relaciones.

América Latina, se configura como una promisoria zona emergente, creciendo a un promedio del 4% y consolidando su principal Unión aduanera, el MERCOSUR, que congrega más de 200 millones de habitantes y un PIB de cerca de 9.000.000 millones de dólares convirtiéndose en el cuarto poder económico después de la UE, el NAFTA y Japón.

Asimismo, la Unión Europea en vísperas de estrenar su unión Monetaria entorno a la moneda común el "euro" y la ampliación de su mercado en otros 100 millones de nuevos ciudadanos (Chipre, Hungría, Polonia, Estonia, Checa, Eslovenia), se configura como la primera potencia económica y comercial en la esfera internacional.

Ambas regiones comparten un desafío común, encontrar su espacio como actores políticos relevantes en el nuevo contexto internacional. Sin duda la nueva estrategia de asociación si se traduce en una profundización de las relaciones políticas, comerciales y de cooperación, contribuirá a una mayor concertación política y una más rica y fluida relación entre las sociedades europeas y latinoamericanas.

La principal consecuencia de esta nueva estrategia de Asociación ha sido los nuevos Acuerdos de asociación política, comercial y económica y de cooperación, firmados con MERCOSUR, México y Chile. Constituyen una nueva generación de acuerdos con los países y regiones más avanzados de América Latina.

El Acuerdo MERCOSUR – UE firmado en 1995 es el primer acuerdo entre dos uniones aduaneras, que tiene como objetivo el reforzamiento de las relaciones existentes entre los dos grupos regionales y la preparación de las condiciones adecuadas para la creación de una asociación interregional de carácter político, económico y comercial.

El acuerdo interregional que regula la cooperación de la UE y el MERCOSUR como bloque de países incluye cuatro elementos innovadores:

Es por ello que el acuerdo no ha entrado en vigor totalmente todavía ya que no ha sido ratificado por todos los estados involucrados (Faltan por ratificar Grecia, Irlanda, Países Bajos y Uruguay). Unicamente ha entrado en vigor la parte del acuerdo que corresponde a la competencia europea (acuerdo interino): el comercio y la cooperación económica.

Las empresas europeas han captado de inmediato las oportunidades que ofrece este nuevo acuerdo y entre 1990 y 1996 las exportaciones de bienes con MERCOSUR han aumentado un 250% y las inversiones directas han alcanzado 6.500 millones de Ecus. La UE es hoy el primer socio comercial de MERCOSUR (IRELA 1998).

En el contexto del Acuerdo interregional se han formado tres grupos de trabajo con representantes de la UE y de MERCOSUR, que han ido elaborando el mapa global de las relaciones y la radiografía de las relaciones comerciales identificando los puntos conflictivos, los efectos en los mercados regionales respectivos, las compatibilidades con las normas de la OMC, los efectos políticos, las consecuencias sobre el desarrollo del multilateralismo… Las conclusiones de estos estudios realizados por los grupos de trabajo son hasta ahora muy positivas para los dos mercados regionales, especialmente para el intercambio en el sector terciario.

El gran escollo sigue siendo la negociación comercial en el capítulo de los productos agrícolas y agro-alimentarios, que aglutina cerca del 60% de las exportaciones MERCOSUR a la UE. El MERCOSUR exporta bienes altamente competitivos en calidad y precios (cereales, carne bovina, vino, frutas, hortalizas) que compiten con los productos de la UE y de los países de Europa Central y Oriental (PECOS).

La liberalización del comercio con el MERCOSUR afectará no sólo a la Política Agrícola Común (PAC) de la UE sino que también puede provocar la oposición de otros socios externos. En la Cumbre agrícola del Consejo de la UE de abril 1995, cinco países europeos expresaron sus temores a un acuerdo de libre comercio con el MERCOSUR (Alemania, España, Francia, Italia e Irlanda).

Sin embargo para el MERCOSUR es inaceptable limitar el acuerdo al sector industrial y de servicios. "Además la exclusión de productos sensibles de un futuro acuerdo de Libre Comercio no sería compatible con las reglas de la OMC" (IRELA, 1998).

Algunos países europeos prefieren ralentizar la negociación hasta que pase la nueva ronda de negociación en la OMC (para productos agrícolas 1999) y la discusión de la nueva Agenda 2000 y la reforma de la PAC.

No obstante se espera que con motivo de la celebración de la Primera Cumbre Europea Latinoamericana que se celebrará en 1999 en Río de Janeiro se inicien las negociaciones para desarrollar el acuerdo político, económico y comercial.

México se ha consolidado en los últimos años como un prometedor país emergente tras su proceso de ajuste y liberalización y su apertura económica y política. Su acceso a la OCDE y al TLC, avalan su atractivo como uno de los países de América Latina de mayor potencial. Así lo han entendido recíprocamente los países de la Unión Europea y los Estados Mexicanos al firmar este nuevo acuerdo, que promueve la profundización del diálogo político, la cooperación económica y la progresiva liberalización de los intercambios mutuos.

El proceso de negociación comercial se presenta menos conflictivo que el de MERCOSUR al ser menos competitivos los sectores de exportación en materia de materias primas o agroindustriales. Adquiere especial importancia la cooperación en el sector energético, transportes, turismo y en general el tercer terciario.

En resumen, el marco de asociación estratégica UE-AL se configura en tres niveles bien diferenciados:

En todos y cada uno de los niveles se articulan los tres ejes esenciales en los que se basan las relaciones birregionales: el diálogo político, la cooperación económica y comercial y la cooperación al desarrollo, ajustado a las especificidades y necesidades de cada subregión o país.

A partir del Tratado de Maastricht se introducen así mismo en la PESC criterios de concertación y coordinación entre las políticas de cooperación bilaterales de los Estados Miembros y las políticas comunitarias en busca de una mayor coherencia, eficacia y visibilidad.

Asimismo, la creciente complejidad de políticas e instrumentos de la cooperación europea demanda una mayor racionalidad y flexibilidad en las políticas y servicios de cooperación comunitarios, paralizados o ralentizados frecuentemente por la escasez de personal y por rigidez de los procedimientos. Actualmente, hay una profunda reestructuración en marcha en los servicios y departamentos de la Comisión encaminada a dar mayor racionalidad, agilidad y transparencia a la cooperación europea.

UE- Y AL: EL FUTURO EN LA CUMBRE

La propuesta original de organizar una Cumbre entre la UE y América Latina y el Caribe, la realiza el presidente de gobierno José María Aznar, en el marco de la VI Cumbre Iberoamericana celebrada en Santiago de Chile en 1995. Posteriormente, el presidente francés Jacques Chirac, con motivo de su gira por MERCOSUR, propone celebrar una reunión birregional MERCOSUR, UE en el marco de la Cumbre general entre la UE y AL.

Ambas iniciativas fueron entusiásticamente respaldadas por los presidentes latinoamericanos ofreciendo el presidente de Brasil, Fernando Henriquez Cardoso la sede de la misma.

El Grupo de Río celebrado en los Países Bajos en la primavera del 1997 y posteriormente el Consejo Europeo celebrado a Amsterdam (junio 1997) ratifican la iniciativa y con motivo de la celebración de la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada en Nueva York el presente año, los ministros de los países miembros de la Unión Europea y de los países latinoamericanos acuerdan la fecha para la celebración de la Cumbre UE-AL y Caribe los días 28 y 29 de junio de 1999 en Río de Janeiro. El comunicado conjunto de esta reunión resalta el interés estratégico que tienen las partes para establecer una nueva asociación para reforzar y consolidar los avances logrados en el diálogo político, las relaciones económicas y la cooperación entre América latina, Caribe y la Unión Europea.

1. El contexto:

La Cumbre UE – ALC se celebrará en un contexto "especial" que sin duda contribuirá al mayor o menor éxito de la misma.

Los aspectos más relevantes de este contexto son:

Coincidirá la celebración de la Cumbre con importantes temas de la agenda europea que pueden influir en la misma:

  1. La entrada en vigor de la Unión Económica y Monetaria (UEM) y la puesta en circulación del "euro" (1 de 1999 en coexistencia con monedas nacionales hasta 2002 que circulará como moneda única.

    Sin duda la puesta en marcha del "euro" tendrá ventajas importantes a nivel interno y externo de la UE: eliminará costes de transacción (valorados en 15.000 millones de ecus anuales) aumentará la competencia y transparencia, permitirá reducción de trámites y costes de gestión para las empresas, reducirá los riesgos de cambio en las relaciones extracomunitarias, se estima que articulará el crecimiento y el empleo (circulo virtuoso – menos déficit – menos deuda, menos carga de la deuda – menos déficit) permitirá aumentar la estabilidad monetaria internacional evitando que todo dependa de la mayor o menor estabilidad de la actual moneda única: el dólar.

    Es cierto que estas lecturas positivas son a menudo contestadas por otras, que por el contrario estiman que la UEM supone una pérdida de soberanía nacional, riesgo de aumento del paro si no se cumplen los criterios de Maastricht, la creación de una Europa a varias velocidades.

  2. La ampliación de la UE a los países del Este y Oriente de Europa (PECO: Hungría, Polonia, Estonia, República Checa y Eslovenia) más Chipre.

    Los procesos de negociación están en marcha y desde América Latina se sigue con temor por la posibilidad de que los fondos y cooperación de la UE se desvíen preferentemente hacia estos países perdiendo de nuevo posiciones. Preocupa también el que estos países son altamente competitivos con determinados productos agrícolas y primarios se ven compensados por la complementariedad estacional.

  3. "La agenda 2000", la reforma de la PAC y el nuevo marco financiero 2000 – 2006 son importantes temas de la agenda europea que pueden influir en los contenidos de la Cumbre. La agenda 2000 es un amplio documento (COM (97) 2000) preparado por la Comisión y presentada a su aprobación al Consejo y al Parlamento, que articula los principales desafíos y políticas a emprender por la Unión Europea en los próximos años, y que contempla temas tan importantes como la cohesión económica y social y las políticas internas para alcanzarla, una nueva reforma de la política agrícola común (al haberse quedado corta la realizada en 1997) los desafíos más importantes cara a la ampliación y sus repercusiones para el avance en la profundización de la UE y las nuevas exigencias presupuestarias de la UE y su sistema de financiación.

    Sin duda alguna desde la perspectiva futura para las relaciones UE – ALC y su cita en la Cumbre, la reforma de la PAC es uno de los temas claves, para la plena realización de los nuevos Acuerdos de Asociación firmados por la UE. No hay que olvidar que el volumen mayor de intercambios procedentes de América Latina se concentran en el sector primario que es donde se sitúan las principales barreras proteccionistas de la UE a través de la PAC.

    La próxima reforma de la PAC vendrá determinada sin duda por la nueva ronda de negociaciones comerciales internacionales en el seno de la OMC, que se inician en 1999 y que se perfilan como nuevas "rondas agrícolas" o bien negociaciones relativas a acuerdos comerciales bilaterales. Estas negociaciones se enmarcarán sin duda dentro de las tendencias actuales de mayor liberalización del comercio, lo cual implicará ventajas para América Latina y desventajas y correctivos a la actual PAC.

  4. Un último tema contemporáneo a la celebración de la Cumbre que influirá en la misma, es la renegociación del nuevo Convenio Lomé que regula las relaciones y la Cooperación entre la UE y los países de Africa, Caribe y Pacífico (ACP). No hay que olvidar que en la Cumbre participan los países del Caribe y que en la renegociación del acuerdo ocupará un lugar central el paquete comercial y las preferencias actuales que gozan los países ACP y que el resto de América Latina podría apoyarse en ellas para reclamar avances en sus negociaciones.

Una importante novedad para las relaciones UE – ALC es el estatus de observador recientemente otorgado por los países ACP a Cuba, para entrar a formar parte de la Convención, la cual vendría a llenar el vacío actual en las relaciones bilaterales UE – Cuba, al no existir ningún tipo de acuerdo con este país.

2. Modalidades para la Cumbre

Se ha discutido ampliamente en el seno de las Comisiones oficiales encargadas de organizar la Cumbre, así como en seminarios de expertos organizados por instituciones prestigiosas como SELA, IRELA y la colaboración de la Comisión y el Consejo, las diferentes modalidades para la celebración de la Cumbre así como los posibles temas de la agenda.

La inclinación mayor es la de seguir el modelo de las reuniones del Grupo de Río tratando de combinar el diálogo subregional y el más técnico, para avanzar en propuestas concretas. "El modelo de las reuniones UE – Grupo de Río ofrece la posibilidad de desarrollar las relaciones especiales que la UE mantiene con agrupaciones subregionales. Del mismo modo la organización debe permitir una combinación equilibrada de temas generales y específicos, garantizando que aquellas inquietudes nacionales expresadas sirvan como ejemplo de actividad birregional" (Irela, Caracas 1997).

La estructura organizativa que se ha articulado es: una representación europea a través de la Troika (Austria, Alemania, Reino Unido y una representación latinoamericana a través de dos órganos: Un Comité preparatorio (33 países del MC ) y un Comité permanente de representantes (Troika del Grupo de Río, México, Panamá, Paraguay, más Brasil, Guayana y el Salvador.

En cualquier caso no va a ser fácil dirigir una Cumbre en la que fácilmente pueden participar más de 150 personalidades entre presidentes y jefes de gobierno y ministros de asuntos exteriores de los países europeos, latinoamericanos y caribeños.

La agenda debe acordarse previamente si se desea obtener resultados concretos y no quedarse en una Cumbre protocolaria más, lo cual sería frustrante para el futuro de las relaciones birregionales.

3. La agenda

Las reuniones (oficiales y no oficiales) que se han venido organizando para preparar la Cumbre son coincidentes en las tres dimensiones de la agenda.

  1. la dimensión política, que se centrara en el reforzamiento del "diálogo político institucionalizado con la región en sus diferentes modalidades (multilateral, subregional y bilateral) en torno a temas de interés común: la democracia y los derechos humanos, el avance de los procesos de integración en la UE y AL, el reforzamiento de las instituciones multilaterales, medidas de seguridad y confianza, desarrollo sostenible, Convergencia y concertación de diálogo triangular UE – AL – EEUU, corrupción, narcotráfico, inmigración.
  2. La dimensión económica y comercial
  1. La Cumbre será una excelente plataforma para el análisis conjunto de la actual situación económica y financiera internacional, las respuestas comunes a las crisis (como la recientemente provocada por la crisis asiática) los problemas de la deuda externa (recientemente rescatada de la agenda birregional debido a la crisis centroamericana tras el huracán). El desarrollo pleno de los nuevos acuerdos de asociación de la UE con MERCOSUR, Chile y México, especialmente en los aspectos relativos a la cooperación económica y los intercambios comerciales este último será el tema central de esta dimensión, dada la importancia que tiene para el desarrollo de los acuerdos, la liberalización recíproca de los intercambios especialmente para facilitar el acceso a los mercados europeos de los productos agrícolas latinoamericanos. La reforma de la PAC y las negociaciones en el marco de OMC estarán igualmente presentes.

    Importante será el capítulo de las inversiones, las garantías jurídicas y el nuevo marco legal para las inversiones a la luz del Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) en el marco de la OMC de la OCDE, así como la ampliación del mandato del BEI y la concertación de proyectos con el BID.

  2. La dimensión cultural, educativa y humana, estableciendo un marco de asociación en esta nueva dimensión que permita abordar una cooperación ambiciosa en el campo de la educación, la formación profesional, la cooperación científica y tecnológica, la difusión de tecnología de la información y el intercambio cultural entre ambas regiones.

A nivel comunitario se ha hecho poco en esta materia por falta de líneas presupuestarias y programas integrados u horizontales. Unicamente ALFA a nivel de cooperación universitaria constituye el programa horizontal más articulado. Desde América Latina deberá plantearse, para desarrollar los acuerdos de cooperación que incluyen cláusulas culturales y especialmente los Acuerdos de Asociación una estrategia para presionar y facilitar el acceso países latinoamericanos a los programas marco comunitarios (educativos y culturales) y los programas marco de investigación científica y tecnológica, que se están abriendo a países terceros con los que la UE tiene firmados acuerdos de asociación (PECO).

En el campo de las industrias culturales, de la comunicación, de conservación de temas de patrimonio cultural, hay oportunidades riquísimas que no deben desaprovecharse y que son campos en los que la economía y la cultura se reencuentran generando un potencial enorme de crecimiento, empleo y mejora de la calidad de vida.

El desarrollo de programas conjuntos a nivel multilateral en concertación con organismos multilaterales como la UNESCO, el Consejo Europeo… parecen aconsejables para unir sinergias y obtener mayor visibilidad e impacto.

La dimensión humana de la agenda deberá trabajar sobre el nuevo concepto de "capital social" atendiendo temas de género, desempleo, creatividad, fortalecimiento de la sociedad civil y la participación ciudadana.

Por último en el seminario preparatorio organizado conjuntamente por IRELA y el SELA en Caracas en 1997, se resaltaron algunas propuestas, concretas de gran interés:

La Cumbre UE – ALC ofrece una magnífica oportunidad para el reforzamiento de la asociación que la UE y AL iniciaron al principio de esta década. Los intereses son comunes, los desafíos que tendrán que afrentar también, hay pues razones de peso para que esta cita en la Cumbre constituya un éxito y siente las bases de una verdadera y fructífera asociación basada en el interés y beneficio mutuo.

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

 

 


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