Embajador Carlos J. Moneta, Secretario
Permanente del SELA
30 de noviembre de 1998.
Palabras del Embajador Carlos J. Moneta, Secretario Permanente del Sistema Económico Latinoamericano (SELA), en la Inauguración de la Etapa Preparatoria de la XXIV Reunión Ordinaria del Consejo Latinoamericano.
Señor Ministro
Ibrahim Ferradaz,
Presidente de la XXIV Reunión Ordinaria del
Consejo Latinoamericano,
Señores Jefes de Delegación,
Señoras y señores Delegados,
Señores Observadores e invitados especiales,
Señoras y señores:
La presente reunión del Consejo Latinoamericano, a pesar de ser una reunión ordinaria de acuerdo a la clasificación formal que le corresponde, tiene sin duda una significación extraordinaria. Este será el escenario en el cual todos esperamos que sean aprobadas las decisiones que permitan iniciar al SELA una nueva etapa en su vida institucional, al servicio de la coordinación y la cooperación de nuestra región. También será el foro en el que los 28 Estados Miembros harán una revisión amplia de las relaciones económicas externas de América Latina y el Caribe, a las puertas de un nuevo milenio y en momentos en que una crisis sistémica hace vibrar los cimientos del proceso de globalización.
Nada más propicio que esta reunión tan trascendental se realice en Cuba, una nación hermana que ha sabido luchar con denuedo, a través de la historia, por su libertad, soberanía y autodeterminación, con inquebrantable tesón. Cuba ha defendido el derecho que le asiste de decidir por sí misma su destino y la forma de brindar paz, seguridad y bienestar a su sociedad. Cuba forma parte de esa rica cantera de pueblos que por, diversos caminos, posee una comunión de ideales y de propósitos que encuentra sus raíces más profundas en esa rica amalgama de etnias y culturas que es nuestra América mulata y mestiza. Esta comunidad, aún inacabada pero que no ha renunciado a su proyecto de unidad en el pensamiento y en la acción, posee hoy una vigencia muy concreta cuando la globalización, en aras de la eficiencia en los intercambios, se erige en sinónimo de homogenización, cuando no de dominación.
Agradezco profundamente al Gobierno de Cuba, al Presidente Fidel Castro y a usted, señor Ministro, por haber invitado al Consejo Latinoamericano para que se reúna en La Habana, en circunstancias tan excepcionales. Esta es, sin duda, una demostración del compromiso de Cuba con los objetivos que inspiraron la creación del SELA hace 23 años, es decir, con la solidaridad entre las naciones de América Latina y el Caribe, que es el valor en el cual reposa, en última instancia, el Convenio de Panamá y el que, en definitiva, nos congrega en esta mesa.
A la Cuba solidaria, abrigo de tantas aspiraciones aún irredentas de nuestro continente, y a su Presidente Fidel Castro, luchador incansable por la justicia social, les ruego transmitir, señor Presidente, mi homenaje de admiración y respeto.
Celebro, señor Presidente, que las Delegaciones de Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala, a pesar de la adversidad del desastre natural que en fecha muy reciente les ha causado terribles sufrimientos e inmensas pérdidas humanas y materiales, nos acompañen en esta reunión del Consejo Latinoamericano. Es, también, una muestra de su adhesión a los postulados del SELA. Tengo la esperanza de que los Estados Miembros, a través de los mecanismos que brinda el Convenio de Panamá, sabrán responder con su solidaridad efectiva a la reconstrucción de sus economías, como ya lo han hecho individualmente para aliviar el dolor en la emergencia. Cabe recordar a ese respecto la experiencia tan positiva que significó el Comité de Acción para el Desarrollo Económico y Social de Centroamérica (CADESCA), que durante diez años canalizó una importante cooperación regional hacia esos países, bajo la dirección del actual Ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala. Confío que la solidaridad regional también encuentre formas de alcanzar a otros países de la región, como la República Dominicana y Haití, que sufrieron igualmente los embates de la naturaleza en meses pasados.
También deseo dar la bienvenida a la distinguida Delegación de Bahamas, el miembro número 28 de nuestro Organismo, que por primera vez asiste a una reunión ordinaria del Consejo Latinoamericano. En la reunión extraordinaria celebrada el 31 de mayo, los Estados Miembros tuvieron ya la oportunidad de expresarle su satisfacción por su incorporación al SELA.
Señor Presidente, señores Delegados:
Cuando el Consejo Latinoamericano se reunió el año pasado en Trinidad y Tobago, nada hacía presagiar lo que ocurriría poco tiempo después. El incendio que destruyó el 5 de febrero pasado las instalaciones de la Secretaría Permanente fue el disparador de un nuevo proceso de reflexión sobre la situación actual y el futuro del Organismo teniendo en cuenta los intereses de los Estados Miembros y el siempre cambiante contexto internacional. Más allá de las pérdidas materiales, se puso en tela de juicio la vigencia del SELA.
El Consejo Latinoamericano, en su reunión extraordinaria del 31 de mayo en Caracas, adoptó, a través de la Decisión No. 400, dos determinaciones fundamentales: en primer lugar, la reafirmación de la plena vigencia del SELA como organismo propio de los países de América Latina y el Caribe; y, en segundo lugar, la necesidad de revitalizar el Organismo, a través de una reestructuración mucho más profunda que aquella que culminó en 1996, en la reunión de Montevideo.
Pero cuando el Consejo se reunía en Trinidad y Tobago el año pasado tampoco habrá cobrado pleno rigor la crisis financiera que, iniciada en los países asiáticos, recorrió el mundo para convertirse en la primera gran crisis sistémica en el marco de la globalización. Así, el tema central que estableció el Consejo para su reunión siguiente, que es la que hoy nos congrega, "Dinámica de las relaciones externas de América latina y el Caribe", pasó de ser un ejercicio de análisis y planeación de política exterior a convertirse en una oportunidad excepcional para que la región pueda reflexionar e identificar las medidas para afrontar la crisis internacional, preservar los avances que nuestros países han alcanzado a través de sus reformas económicas, fortalecer sus procesos de integración económica, y rediseñar los medios para lograr una inserción internacional acorde con sus objetivos de desarrollo económico y equidad social.
Esta será la discusión principal de la etapa ministerial de la reunión del Consejo, por lo que no me extenderé sobre el tema en esta oportunidad. Sin embargo, debo destacar que, como en otras ocasiones, tendremos el primer día un Panel de alto nivel, que esta vez contará con la participación de distinguidas personalidades de América Latina y el Caribe, de Europa, Estados Unidos de América y el Japón. El Presidente Fidel Castro nos hará honor de presidir dicho Panel y cerrará sus presentaciones con su propio pensamiento sobre las temas en cuestión. Auguro que el debate de las delegaciones sobre dicho tema central, junto con los panelistas, a realizarse ese mismo día en horas de la tarde, será muy estimulante en conceptos y rico en iniciativas, que pudieran reflejarse en un documento final de la reunión.
El Grupo de Trabajo ad hoc, creado por el Consejo Latinoamericano mediante la Decisión No. 400, ha cumplido, con seriedad y profundidad, el mandato que le fuera encomendado. A través de 16 sesiones, examinó los objetivos y funciones del SELA; discutió los lineamientos para su futuro programa de trabajo y su presupuesto; y analizó pautas para la adecuación y modernización de la Secretaría Permanente. Como lo indica su informe a este Consejo, el Grupo acordó un texto de consenso sobre objetivos y funciones, criterios generales y modalidades de acción para el futuro programa de trabajo, pautas operativas de la Secretaría Permanente, y algunos criterios a utilizar en la preparación del presupuesto de acuerdo con el programa de trabajo. Todo ello constituye un avance sustancial.
Sin embargo, no se alcanzó un consenso pleno sobre el monto que debería tener el presupuesto ordinario para 1999. A ese respecto, se presentan al Consejo dos propuestas, que son el resultado de un importante esfuerzo de aproximación entre las delegaciones participantes: la primera de ellas es el resultado de consultas que fueron encomendadas por el Grupo a su presidente en funciones; y la otra corresponde a una delegación. La diferencia entre ambas, en términos de monto, parece no ser significativa, pero ésta se advierte con más claridad al analizar los lineamientos de programa de trabajo y de presupuesto que las acompañan.
Como tuve ocasión de señalar en una de las sesiones del Grupo, cualquier monto presupuestal puede ser válido, según sea el tipo de Organismo que se tenga en mente. Los objetivos y funciones acordados, así como los criterios generales y modalidades para el futuro programa de trabajo aprobados por consenso en el Grupo, reflejan la voluntad política de revitalización del Organismo que prevaleció en la reunión extraordinaria del Consejo, celebrada el 31 de mayo. Sin embargo, de contarse con un presupuesto y personal insuficientes, el Organismo estaría destinado a ser irrelevante para sus miembros y frente a los interlocutores externos, imposibilitado de cumplir su papel como instrumento de la identidad regional.
Tampoco ha sido posible para el Grupo de Trabajo ad hoc lograr criterios de consenso sobre la forma de encarar el pago de la deuda que mantienen varios Estados Miembros con el Organismo. En ocasión de las reformas aprobadas por el Consejo en 1996, este tema fue objeto de una Decisión que facultó a los países en mora establecer con la Secretaría Permanente acuerdos de pago de la deuda existente hasta al 31 de diciembre de 1994. Esta facultad fue prorrogada por la reunión anterior del Consejo hasta esta XXIV Reunión Ordinaria. Sin embargo, este procedimiento ha demostrado no ser eficaz ya que el único acuerdo de pagos que fue concertado con un país miembro no pudo ser ejecutado.
En esta oportunidad, se han analizado en el seno del Grupo de Trabajo ad hoc varias iniciativas que, conforme a lo señalado por el Consejo en el artículo 3º de la Decisión No. 400, intentan aplicar modalidades imaginativas que faciliten y estimulen el pago de las cuotas adeudadas y que, al mismo tiempo, sean equitativas para los países que cumplieron con pagar puntualmente sus cuotas.
Si bien la Secretaría ya tuvo que ajustarse, en su momento, a esos menores ingresos, la solución de este problema es importante para la salud institucional en dos sentidos. En primer lugar, porque todos los Estados Miembros deben, estar en pie de igualdad en materia de derechos y obligaciones, aunque el Convenio no establezca penalidades para quienes incumplan sus obligaciones financieras, como sí existen en otros organismos internacionales. Es, más bien, una cuestión de principio. En segundo lugar, es importante porque con parte de los ingresos que pudieran ser recaudados por ese concepto, se podría establecer un fondo que permita financiar transitoriamente los atrasos en que incurran los países miembros en el pago de sus cuotas, a fin de que la Secretaría pueda mantener una normalidad en la ejecución de su programa de trabajo y de su presupuesto. Esto es particularmente importante ya que, dados los escasos órdenes de magnitud que se manejan para el futuro presupuesto–en cualquiera de las dos propuestas existentes- no sería posible para la Secretaría asimilar por sí misma dichos atrasos.
Me permito señalar, señor Presidente, que todos los participantes en el Grupo de Trabajo ad-hoc merecen el reconocimiento del Consejo por la importante labor realizada y, muy especialmente, su presidente el Embajador Phillip Sealy, de Trinidad y Tobago, y el presidente del Comité de Redacción y en varias sesiones presidente interino del Grupo, Embajador Otto Boye, de Chile, por su gran dedicación para cumplir con la tarea encomendada por el Consejo. La Secretaría Permanente está plenamente consciente que, sin el esfuerzo y la buena disposición que los miembros del Grupo de Trabajo ad hoc demostraron en todo momento, no hubiera sido posible lograr los avances en pos de un consenso que reflejan los trabajos puesto a disposición del Consejo.
Abrigo la esperanza de que las delegaciones aquí presentes pondrán de su parte toda la voluntad política que anima a sus gobiernos y harán todo el esfuerzo necesario para alcanzar soluciones satisfactorias a esos temas pendientes, así como a la crítica situación financiera que confronta la Secretaría Permanente debido a las cuotas del año 1998 que aún falta recaudar. Estoy seguro que el SELA saldrá fortalecido, no tanto por la dimensión que tenga su futuro presupuesto o la extensión de su programa de trabajo, sino porque, como nunca antes, el ejercicio realizado ha permitido a los Estados Miembros reflexionar en profundidad sobre la razón de ser del Organismo y actualizar sus propias visiones y posiciones al respecto. En ese sentido, el acuerdo resultante tendrá el gran significado de representar un nuevo compromiso de los países de América Latina y el Caribe para trabajar en el marco de este organismo propio de la región.
Al mismo tiempo, la labor realizada en el seno del Grupo ad hoc ha permitido estrechar mucho más los vínculos de los Estados Miembros con la Secretaría Permanente, a través de sus Embajadas acreditadas en Caracas. El SELA fue concebido como un marco para la acción, de carácter muy flexible, con una Secretaría pequeña y dinámica, capaz de promover y acompañar iniciativas de coordinación y cooperación entre sus miembros. Es conveniente preservar esa capacidad de acción, que a menudo le permite anticiparse a los acontecimientos, pero ello no debe ser óbice para una estrecha vinculación y cooperación entre la Secretaría y los Estados Miembros a través de sus Embajadores en Caracas. La Decisión No. 379, adoptada dentro de las reformas de 1996, dio un paso importante al crear el Grupo Informal de Trabajo, y la Secretaría tiene la más amplia disposición para colaborar en que sus funciones sean lo más efectivas posibles, en beneficio del trabajo del Organismo.
Señor Presidente. señoras y señores delegados:
Un tema muy importante que tiene nuevamente ante sí el Consejo Latinoamericano es el relativo a la Ley Helms-Burton, promulgada en 1992, que aplica extraterritorialmente una legislación extranjera. Esta ley, como es conocido, tiene por objeto profundizar el bloqueo económico que los Estados Unidos de América aplica a la República de Cuba desde hace de 38 años, desde que el Presidente Eisenhower cancelara en 1960 la cuota azucarera cubana y el Presidente Kennedy impusiera el primer embargo total a Cuba en 1962.
Como ha sido reiteradamente expresado por este Consejo, por la Asamblea General de las Naciones Unidas, por el Grupo de Río, por la Cumbre Iberoamericana, por la Organización de Estados Americanos y tantos otros foros internacionales, dicha legislación es violatoria del derecho internacional y de la soberanía de todos los estados de la comunidad mundial. El bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba también ha merecido y merece el más enérgico repudio, porque igualmente viola el derecho internacional y los principios de igualdad soberana de los estados, de no intervención y de no interferencia en sus asuntos internos y de la libertad de comercio y navegación, consagrados en multitud de instrumentos jurídicos internacionales.
El bloqueo económico a Cuba ha causado graves daños al país y sufrimiento a su pueblo pero, como ya lo vienen reconociendo un número cada vez mayor de personas, incluso en los Estados Unidos, no sólo no ha producido los objetivos buscados sino que ha actuado en contra de los mismos. El Papa Juan Pablo II, durante su reciente visita este año a Cuba, hizo un ferviente llamado por la apertura de Cuba al mundo y del mundo hacia Cuba, en clara alusión a las políticas de aislamiento que le son aplicadas. Una reciente iniciativa de distinguidas personalidades de los Estados Unidos ha planteado la creación de una comisión nacional bipartidista con el objeto de "realizar un análisis reflexivo, racional y objetivo sobre la actual política de los Estados Unidos hacia Cuba y sus efectos generales en el hemisferio" y que "ayude a diseñar y fortalecer las futuras relaciones con Cuba". La iniciativa reconoce que se han producido cambios significativos en la situación mundial que hacen necesaria esa revisión.
No sabemos cuál será el resultado de esa iniciativa y si ésta redundará en un cese de las medidas que agobian al pueblo cubano y contravienen el derecho internacional. Esperamos que así sea. Entre tanto, estamos seguros que el Consejo Latinoamericano expresará nuevamente su solidaridad con Cuba frente al bloqueo de que es objeto y denunciará cualquier intento de violentar la soberanía cubana, como pudiera ocurrir en el marco del acuerdo multilateral sobre inversiones que se viene negociando en el seno de la OECD. Confiamos que el documento preparado por la Secretaría Permanente sobre este tema, en cumplimiento del mandato del Consejo, sea útil a ese fin.
Señor Presidente, señoras y señores delegados:
Este año se inició para el SELA con el signo de la adversidad, a raíz del incendio de su sede y la total destrucción de sus instalaciones. Muchos se preguntaban si sería posible para el Organismo subsistir. Pero la Secretaría logró seguir funcionando prácticamente sin interrupción, gracias al esfuerzo y la mística de su personal y a la colaboración oportuna que recibió del Gobierno de Venezuela, que supo honrar su condición de país sede, y en general de todos los Estados Miembros y de sus Embajadores en Caracas. Fueron jornadas de solidaridad que han quedado impresas en nuestras mentes y en nuestros corazones.
El Informe de Actividades realizadas en 1998 que presenta la Secretaría Permanente al Consejo Latinoamericano, permite apreciar que, no obstante las difíciles circunstancias materiales y financieras por las que se ha atravesado, el Programa de Trabajo aprobado por el Consejo para 1998 ha podido ser ejecutado en un 75%. A ello cabría añadir el apoyo brindado por la Secretaría al Grupo de Trabajo ad hoc creado por el Consejo Latinoamericano para la reestructuración del SELA, que insumió meses de labor. Pensamos que dentro del porcentaje cumplido se encuentran las actividades más importantes que fueron programadas, como son, por ejemplo, todas aquellas relacionadas con el tema central de la presente reunión del Consejo Latinoamericano.
Así, pues, el SELA permaneció vivo. Lo estuvo en la participación de los delegados y expertos de sus Estados Miembros en numerosas reuniones organizadas por la Secretaría, cuyos frutos podemos ver en la documentación y publicaciones producidas a lo largo del año y algunas de las cuales fueron preparadas expresamente para esta reunión del Consejo. Estuvo vivo en las ponencias presentadas por el SELA en foros internacionales, cuidadosamente seleccionados, para exponer el punto de vista desde América Latina y el Caribe sobre asuntos de particular interés para la región. Estuvo vivo en las esforzadas labores del Grupo de Trabajo ad hoc, en las que los Embajadores de los Estados Miembros en Caracas pusieron sus mejores empeños para la revitalización del Organismo. En fin, estuvo vivo en el incesante quehacer diario del reducido grupo de funcionarios que permaneció en las instalaciones provisionales que nos brindó el Gobierno de Venezuela y que, multiplicándose a través de extensas jornadas de trabajo, han dado una demostración de mística y de entrega a los ideales y objetivos de América Latina y el Caribe. En ese marco, deseo hacer presente también mi recuerdo a los compañeros de trabajo que tuvieron que partir como consecuencia de la racionalización progresiva que impuso el incendio de la sede.
A todos ellos, a todos ustedes, muchas gracias.
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