Titulo |
XXV Reunión Ordinaria del Consejo
Latinoamericano Intervención del Dr. Jean Michel
Blanquer, |
Autor
|
Secretaría Permanente del SELA |
Debo
mi presencia a la gentileza del Embajador Carlos Moneta y le
agradezco mucho por este honor. Como profesor de derecho
público, ustedes pueden imaginar que estoy aquí por asuntos que
tienen que ver con lo que pasa en Venezuela ahora mismo, pero tal
vez, como profesor de derecho, también tengo cosas que decir sobre
las consecuencias sociales y jurídicas, y tal vez políticas, de las
crisis financieras. Lo
que tengo que decir se puede resumir en una palabra:
institucionalidad. Esta palabra ya ha sido empleada por diferentes
exponentes que hablaron anteriormente, pero creo que la cuestión de
la institucionalidad es central en el caso de la reacción de las
sociedades frente a la crisis financiera y eso está ligado a una
concepción de la sociedad y del hombre, que ve al hombre y a la
sociedad como un todo, que no cree en el hombre económico
-homus
economicus-
sino más bien en el hombre en general, en su dimensión privada y
también en su dimensión política al lado de la dimensión
económica. En
el vocabulario clásico del derecho, la institución es algo que
nace de la comunión de diferentes personas que creen en algo y que
juntos se agrupan para defender una causa común. Creo que la pregunta que
debemos hacernos sobre las instituciones, ya sean instituciones
económicas, como los bancos centrales, o sean instituciones
políticas, es el problema de la adhesión de los pueblos a estas
instituciones. Tomaré
dos ejes para desarrollar esta idea: el primer ejemplo lo tomaré a
partir de la integración (me ha llamado mucho la atención la
intervención del Dr. Guarnieri, cuando ha hablado del "ejemplo
europeo" y "de la creación del Euro"). La cuestión de la
integración regional nos muestra la necesidad de la institución
“aliada”. Como él lo ha
dicho, se necesitan instituciones para acompañar la creación de una
moneda común. Esta institucionalización, por supuesto, supone que se
puede crear un banco a nivel regional, es decir a nivel europeo, a
nivel latinoamericano o de América del Sur. Pero también debe haber una
presión de la institucionalidad a nivel político. No es una casualidad que, en
el pasado reciente, la responsabilidad política de la Comisión
Europea haya aumentado mucho, con la renuncia del Comisionado Santer
debido a los problemas de corrupción que hubo en la
Comisión. Debe
siempre considerarse la cuestión de la institucionalidad desde el
punto de vista político, así como desde el punto de vista económico,
y en el caso del MERCOSUR, es muy evidente que existe una falta de
institucionalidad en el proceso de integración, lo que observamos
muy bien con los problemas existentes entre Brasil y Argentina
después de la devaluación del real. Estos
problemas se asemejan a dificultades que hemos tenido dentro de la
Comunidad Europea en nuestra historia. Este tipo de problemas no se
arregla muy fácilmente porque no hay una institucionalidad real a la
escala del MERCOSUR, lo que quiere decir que los presidentes
brasileño, argentino, de Uruguay o de Paraguay, deben ellos mismos
arreglar los problemas sin que haya una institución en la cual se
pueda tener confianza para resolverlos. Entonces, los problemas que
normalmente son comunes empiezan a ser bilaterales y eso no ayuda a
la integración, y por supuesto no ayuda al progreso económico.
A
nivel nacional, para tomar el segundo eje, se ve también que frente
a las crisis financieras existen reacciones jurídicas que
transforman nuestras sociedades. Normalmente el concepto
clave que se usa como un lugar común es el concepto del Estado de
Derecho. Yo pienso que
todo el mundo no supone lo mismo cuando utiliza este concepto y que
los organismos financieros internacionales lo ven como un marco que
permite hacer economías o tener actividades económicas sin problemas
con la sociedad civil o con la sociedad
política. Desde
el lado político, el Estado de Derecho se presenta, sin lugar a
dudas, como una manera de proclamar derechos para todo el
mundo. Eso se constata
en las constituciones de América Latina y se está constatando ahora
mismo en Venezuela, donde hay una lista de derechos en la
Constitución y especialmente hay derechos sociales que se
consagran. Estos
derechos sociales se presentan como reacciones a las crisis financieras y a
los problemas sociales que son las consecuencias de las crisis
financieras. Eso
produce una especie de negación del Estado de Derecho porque la
multiplicación de los derechos y de las maneras de hacer valer los
derechos nos hace entrar en lo que podemos llamar la sociedad de
derechos (en plural).
Esto quiere decir que hay diferentes jueces, diferentes
maneras de hacer valer los derechos, hay conflictos de derechos y
eso crea una especie de desorden en la sociedad.
Eso
nos muestra contradicciones de nuestra manera de ver la reacción
política y jurídica frente a los problemas económicos que tenemos en
el mundo moderno. Tomaré solamente dos ejemplos para ilustrarlo:
primero el desarrollo del arbitraje, que se impulsa mucho
actualmente en América Latina como en otros lugares del mundo, y que
se presenta como una manera de facilitar las relaciones económicas,
pero que también es una negación de la institucionalidad de los
países o de las regiones, y lo que se llama a menudo la resolución
pacífica de conflictos.
Todas estas
palabras empiezan a ser lugares comunes del lenguaje internacional y
están transformando de manera muy profunda el concepto del derecho,
o sea, el concepto de
lo que es una sociedad y de la manera cómo enfrenta sus
conflictos. En
segundo lugar, hay que destacar también el caso de todos los
derechos particulares que se desarrollan en las sociedades como
compensación a los problemas sociales. Los derechos de la mujer,
los derechos de los indígenas, los derechos de los minusválidos, de
todas estas comunidades.
Esos derechos se desarrollan en las constituciones modernas
de manera muy positiva, porque compensan problemas reales, pero a la
vez como una manera de fraccionar el derecho y como una manera de
tratar de implementar una especie de discriminación positiva frente
a las dificultades que algunos sectores de la sociedad encuentran en
la vida cotidiana. Tal
actitud también está modificando nuestras
sociedades. En
conclusión, porque he prometido hablar poco, quiero decir que hay
una relación muy fuerte entre todo lo que ustedes acaban de decir y
nuestros sistemas jurídicos.
El derecho se está transformando y nadie se preocupa de esta
transformación, nadie lo piensa, y creo que hay una especie de
optimismo demasiado grande sobre las mutaciones del derecho, que a
veces ponen en peligro nuestra visión, digamos humanista, de la
institucionalidad, o sea, de la posibilidad para una sociedad de
expresarse de una manera homogénea y coherente frente a los
problemas sociales que confronta. Perdonen
el carácter un poco general de todo lo que he dicho, pero como
responsable del Instituto de Altos Estudios sobre América Latina,
nuestro problema es siempre ver las relaciones que hay entre los
diferentes campos: entre la economía, el derecho, la política, la
sociología, la antropología, la historia y la geografía. Entonces, me parece
sumamente importante que en una Organización como esta (leemos mucho
lo que ustedes escriben) sea una referencia para todas las
instituciones que se interesan en América Latina, y me parece
sumamente importante que esta dimensión jurídica, pero también
humanista, sea tomada en cuenta. Lo que ya es el caso, lo sé.
Gracias. |
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