Titulo 

    XXV Reunión Ordinaria del Consejo Latinoamericano
    Panel “Opciones de América Latina y el Caribe
    ante la crisis financiera internacional”

    Intervención del Dr. Jungsoo Lee,
    Economista Principal del Centro
    de Recursos de Economía y Desarrollo
    del Banco de Desarrollo de Asia
    27 de Octubre 1999
     

Autor 

 

    Secretaría Permanente del SELA

Estoy muy complacido y honrado de haber sido invitado a formar parte del Grupo de Alto Nivel que inaugurará la Vigesimoquinta Reunión Ordinaria del órgano ministerial del SELA. También me complace aprovechar estar oportunidad de intercambiar puntos de vista sobre este tema tan importante y oportuno titulado “Opciones de América Latina y el Caribe Frente a la Crisis Financiera Internacional”. En vista de que no soy un experto en las economías latinoamericanas y del Caribe, concentraré mis observaciones en la experiencia que hemos vivido con la crisis financiera asiática.

 

Al igual que la crisis financiera mexicana que se registrara en el bienio 1994-95, la crisis financiera asiática tomó por sorpresa a todo el mundo. La crisis estalló en un momento en el que el avance logrado por los países asiáticos era ampliamente reconocido como una muestra palpable del desarrollo económico. En vista de que Asia estaba explorando agresivamente los beneficios de la  globalización mediante la liberalización del mercado financiero y de las cuentas de capital, se asumió que la región estaba en el albor de una nueva era de desarrollo económico sustentable. La entrada de capital extranjero, especialmente de flujo de capital a corto plazo con destino a estos países experimentó una aceleración debido al rendimiento económico registrado en el pasado y a las sólidas bases económicas. Esto generó un efecto multiplicador en el sector bancario y corporativo de algunas economías asiáticas.

 

La crisis financiera asiática sirvió como un llamado de alerta a los funcionarios encargados de formular las políticas económicas en toda la región. Los dos aspectos fundamentales que pasaron a ser tema de discusión en el campo político fueron la gestión adecuada de la liberalización de la cuenta de capital y los desafíos que plantea la globalización. En efecto, la globalización es una espada de doble filo. Por una parte permite que las economías en desarrollo exploren un mercado global para sus productos, introduzcan nuevas tecnologías y los conocimientos prácticos y técnicos desde el punto de vista gerencial, y promuevan, en general, la competencia y la eficiencia económica. En pocas palabras, la globalización ofrece un nuevo impulso al desarrollo económico sustentable. Sin embargo, la globalización también aumenta la vulnerabilidad de las economías en desarrollo que no se han preparado adecuadamente para ello. Hoy en día se ha reconocido plenamente que, en un contexto económico globalizado, ningún país está libre de sufrir crisis financieras. En este sentido, quisiera resaltar los seis temas principales relacionados con la gerencia y prevención de la crisis financiera internacional.

 

El primer aspecto está relacionado con los controles de capital. El historial de las crisis financieras demuestra que la mala planificación en la liberalización de los flujos de capital puede traer como resultado la inestabilidad financiera. Cuando los países abren sus cuentas de capital sin una supervisión efectiva y sin una regulación de los intermediarios financieros, se hacen más vulnerables a la crisis, en vista de que la globalización magnifica las debilidades de los sistemas financieros nacionales y las distorsiones en las políticas internas.

 

Esto sugiere que se debe establecer una cuidadosa secuencia con respecto a la liberalización financiera y de las cuentas de capital. El énfasis puesto en el establecimiento de una secuencia lógica no significa necesariamente que los países en desarrollo deban dar marcha atrás al proceso de globalización. De hecho, en el caso de los países que han mostrado su determinación y compromiso a favor de la globalización, la mejor opción consiste en acelerar el proceso de reformas políticas y estructurales.

 

Hay una serie de propuestas de reformas estructurales que están diseñadas para brindar asistencia en este proceso destinado a establecer secuencias. Algunas propuestas se concentran en mejorar la regulación del mercado, la supervisión bancaria y las normas de transparencia.

 

Otras propuestas se concentran en reducir al mínimo los riesgos vinculados con los flujos de capital, al centrar su atención en las medidas que buscan desalentar la solicitud de préstamos a corto plazo, que son considerados por muchos la forma más peligrosa del capital extranjero. El objetivo no es, por supuesto, proscribir las transacciones de capital a corto plazo sino controlarlas indirectamente al aumentar su costo relativo. Una de las opciones que pudieran examinar los países asiáticos es la aplicación de impuestos a los flujos de capital, similares a los aplicados en Chile.

 

El segundo aspecto es el régimen cambiario. La crisis asiática ha mostrado que los tipos de cambio fijos pero ajustables son difíciles de sostener en un mundo caracterizado por una creciente movilidad de los capitales. Es probable que, tarde o temprano, esos regímenes cambiarios sean puestos a prueba por los ataques especulativos. Los tipos de cambio fijos pero ajustables también crean la ilusión de una estabilidad monetaria permanente, y refuerzan el incentivo para que las instituciones y empresas financieras pidan préstamos del exterior sin tomar los medios de protección adecuados.

 

En vista de estos problemas, existe el consenso de que sólo los extremos de la gestión cambiaria son los que tienen mayores posibilidades de éxito. Los países deben permitir que su moneda flote libremente o adoptar la caja de conversión (o entrar en una unión monetaria).

 

El tercer aspecto es la gestión de las políticas macroeconómicas. Hoy en día se sabe que el primer paso para prevenir una crisis financiera es mantener un ambiente macroeconómico eficiente. Sin embargo, una vez que un país es golpeado por una crisis financiera, la gestión de la política macroeconómica se hace más difícil. Los paquetes de rescate dirigidos por el FMI en las economías asiáticas afectadas por la crisis se basaban en una política monetaria y fiscal restrictiva. Se establecía una política monetaria restrictiva con elevadas tasas de interés destinadas a recuperar la confianza del inversionista, contener la salida de capitales y estabilizar la moneda. El FMI mantenía que, en vista del tiempo necesario para que se emprendan otras reformas estructurales, la única forma de estabilizar con rapidez una situación de crisis era elevar las tasas de interés con la determinación suficiente.

 

La aplicación de una política fiscal restrictiva también era considerada necesaria para disminuir la demanda interna con miras a reducir los déficit de cuenta corriente y dar cabida a los gastos esperados necesarios para brindar asistencia financiera a los bancos insolventes.

 

Sin embargo, los sectores que critican al FMI alegan que la aplicación de una política monetaria restrictiva, especialmente una política de elevadas tasas de interés fue concebida incorrectamente y contraproducente. Estos sectores alegan que las elevadas tasas de interés obligaron a las corporaciones con un fuerte componente de deuda a declararse en  quiebra. Las bancarrotas generalizadas en el sector corporativo debilitaron el sistema financiero a medida que los clientes corporativos de la banca dejaron de cumplir con el pago de sus préstamos. Esto, a su vez, promovió la fuga de capitales y deprimió aún más el tipo de cambio.

 

Los sectores que critican los paquetes del FMI también alegan que la restricción fiscal simplemente sirvió para exacerbar la enorme contracción económica que ya estaba teniendo lugar en la región. Estos sectores argumentan que, ante la caída de la producción, hubiera sido más apropiado emprender una política de expansión fiscal con un pequeño déficit presupuestario.

 

Esta controversia aún se mantiene y todavía no se presagia un veredicto indiscutible. En particular, las evidencias que se tienen sobre el impacto de una política de tasas de interés elevadas no ofrecen una conclusión clara. Esta es evidentemente un área importante en la que es necesario realizar mayores investigaciones. 

 

Sin embargo, en el campo de la política fiscal, surgieron algunas evidencias rotundas de que la crisis financiera asiática demostraba ser mucho más grave de lo esperado y de que el impacto social de la crisis era tan severo que, con la instrumentación de una política fiscal restrictiva, la sustentabilidad de las reformas requeridas estaba en peligro. Los objetivos fiscales en los países afectados por la crisis fueron, por lo tanto, moderados a corto plazo para garantizar el suministro adecuado de servicios sociales básicos y para impedir que las economías cayeran en una recesión más fuerte. La experiencia asiática indica que el uso de una política de restricción fiscal como herramienta para la solución de las crisis era inadecuada, especialmente cuando la crisis no era causada por despilfarro fiscal y cuando las redes de seguridad social no eran lo suficientemente sólidas para brindar apoyo a los grupos vulnerables en los países afectados por la crisis.

 

El cuarto aspecto está relacionado con las llamadas reformas de segunda generación para la prevención de la crisis. La Crisis Asiática demostró, de forma inequívoca, que incluso las economías que habían buscado y logrado de una forma consistente componentes significativos del consenso de Washington eran vulnerables a los impactos externos especialmente en un contexto caracterizado por la globalización y la presencia de mercados de capital abiertos. Hoy en día, casi todas las partes coinciden en señalar que la debilidad institucional en los sectores corporativo y financiero y los problemas de gobierno en las economías asiáticas agravaron la crisis a medida que los inversionistas perdieron confianza en los mecanismos de gobierno y retiraron su capital.

 

Para beneficiarse de la liberalización de las cuentas de capital y para evitar sus escollos, las economías asiáticas deben acelerar las reformas estructurales y gubernamentales; es decir, las reformas de segunda generación que fueron aplicadas por primera vez en muchas economías latinoamericanas y del Caribe en el período posterior a la crisis de la deuda de los años 80 y de la crisis financiera mexicana de 1994-95. El mantenimiento de bases macroeconómicas sólidas no basta para impedir las crisis financieras o evitar su contagio. Las economías asiáticas deben fortalecer su sistema bancario y financiero, mejorar las prácticas gubernamentales y establecer una relación a distancia entre los sectores público y privado. En un mundo caracterizado por una integración cada vez más estrecha de los mercados financieros nacionales, Asia ya no puede sacar provecho de la globalización sin fortalecer sus sistemas financieros y exponer sus prácticas corporativas a un examen exhaustivo de los inversionistas foráneos.

 

Por otra parte, los países asiáticos deben poner en marcha una serie de reformas en el área de la auditoría y contabilidad ya dichas prácticas aún varían considerablemente entre un país y otro.

 

La adopción de normas internacionales de auditoría y contabilidad contribuiría a evitar que las debilidades nacionales se esparcieran a nivel internacional.

 

El quinto aspecto es fundamental: prestar asistencia financiera al sector privado. La crisis financiera asiática muestra claramente que los recursos financieros del FMI ya no resultan adecuados para producir una solución rápida a las crisis financieras internacionales. La idea de prestar asistencia financiera al sector privado busca como objetivo reducir al mínimo el riesgo moral y diseminar la carga de la crisis financiera al garantizar que los inversionistas y los bancos privados asuman parte de los costos. Uno de los enfoques adoptados y que fuera puesto en marcha inicialmente por Argentina y México es el establecimiento de líneas de crédito al sector privado antes de que estalle una crisis. Ese tipo de soluciones tiene una gran posibilidad de rendir los frutos esperados.

 

El otro enfoque consiste en introducir cláusulas de acciones colectivas en los contratos garantizados con miras a facilitar la participación del sector privado en la solución de las crisis financieras.

 

Hay otras propuestas más polémicas como la de brindar asistencia financiera obligatoria a los inversionistas privados cuando se desate una crisis. Se han formulado numerosos planteamientos; sin embargo, aún falta mucho para que todos los participantes del mercado lleguen, de forma satisfactoria, a un consenso sobre las propuestas específicas que surtirán efecto. Existe la imperiosa necesidad de desarrollar mecanismos basados en el mercado que comprometan al sector privado en la solución y prevención de las crisis.

 

El sexto y último punto está relacionado con la cooperación regional en la prevención y gerencia de la crisis. La crisis asiática ha demostrado la necesidad de adoptar un sistema de alerta anticipada. Aunque los sistemas de alerta roja existían a nivel nacional e internacional, no eran muy efectivos para predecir las crisis. Estos sistemas deberían ser fortalecidos, y para ser complementados, también se deberían emprender los esfuerzos necesarios para desarrollar la supervisión económica y financiera a nivel regional y subregional. En vista del efecto de contagio virulento que tienen las crisis financieras internacionales, especialmente entre los países de la misma región, los sistemas de supervisión regional, basados en una revisión y presión similar, están tomando una importancia cada vez mayor.

 

Antes de concluir mi alocución, quisiera mencionar brevemente las Respuestas del Banco de Desarrollo Asiático (ADB) a la Crisis Financiera de esa Región.

 

Desde el comienzo, el ADB consideró que la crisis financiera asiática era diferente a las crisis de balanza de pagos tradicionales y por lo tanto requería una respuesta distinta.

 

Por lo tanto, el ADB llevó a cabo un esfuerzo en múltiples áreas destinado a (i) acelerar las reformas en la banca y en el mercado de capitales; (ii) promover la eficiencia del mercado y la competencia en los sectores comerciales e industriales; (iii) promover un buen ejercicio del gobierno en el sector público y en la gerencia corporativa; y (iv) mitigar los impactos adversos de la crisis en el plano social mediante el apoyo a una serie de medidas tomadas en la red de seguridad social.

 

Además de ello, el ADB ha promovido activamente una serie de iniciativas regionales en el campo de la supervisión económica como un nuevo pilar de la arquitectura financiera internacional. Como ustedes probablemente sepan, los ministros de Finanzas de la ASEAN brindaron su apoyo al establecimiento del Proceso de Supervisión de la ASEAN como un complemento de los mecanismos de vigilancia nacionales e internacionales. La creación del Proceso de Supervisión de la ASEAN es una medida innovadora para promover la cooperación regional en el nuevo ambiente global. Esta decisión reconoce los beneficios potenciales de un proceso de supervisión basado en una revisión similar e imparcial.

 

Para ofrecer respaldo técnico al Proceso de Supervisión de la ASEAN y brindar asistencia a nuestros países miembros en desarrollo para que aprovechen al máximo los beneficios de la globalización, el ADB estableció a comienzos de año en su sede una Unidad de Control Económico Regional. El gobierno de Australia se unió más recientemente a esta tarea de supervisión del ADB al financiar la creación del Centro de Información para la Recuperación de Asia. Este centro de información es un servicio de cooperación basado en Internet para el intercambio y análisis de la información sobre los impactos sociales y económicos de la crisis y las posibilidades de recuperación de Asia.

 

Conclusiones

 

Excelentísimas Autoridades y Participantes, Señoras y Señores,

 

A pesar del grave impacto causado por la crisis financiera de Asia, las economías asiáticas más afectadas por la crisis han seguido comprometidas en el proceso de globalización ya que se han dedicado a implantar reformas estructurales de largo alcance y a la vez mantienen fundamentos económicos sólidos y atinados. Estos esfuerzos se han visto complementados por iniciativas regionales y globales para fortalecer la arquitectura de los sistemas financieros internacionales.

 

Confío que a medida que estas políticas de reforma arrojen sus frutos, los países en desarrollo de Asia saldrán más fortalecidos de la reciente crisis financiera, tal y como los países de América Latina y del Caribe se hicieron más fuertes después de prestar atención a las lecciones aprendidas de la crisis de la deuda de los años 80 y la crisis financiera mexicana de los años 1994-95.

 

Excelentísimas autoridades y participantes, Señoras y Señores. La breve intervención que he tenido hoy en día se basa fundamentalmente en la experiencia que vivimos con la reciente crisis financiera asiática. Sin embargo, espero que también le será útil a los países latinoamericanos y del Caribe.

 

En comparación con la región del Asia-Pacífico, su región tiene una historia mucho más larga de cooperación regional. Asia se beneficiará de la rica experiencia que tiene el SELA en la promoción de la cooperación e integración regionales. Esperamos con gran interés estrechar la cooperación con el SELA en sus esfuerzos de desarrollo.

 

Les reitero mi agradecimiento por haberme invitado a participar en la Reunión del Grupo de Alto Nivel.

 


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