Titulo |
XXV Reunión Ordinaria del Consejo
Latinoamericano Intervención del Dr. Jungsoo Lee,
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Autor
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Secretaría Permanente del SELA |
Estoy muy
complacido y honrado de haber sido invitado a formar parte del Grupo
de Alto Nivel que inaugurará la Vigesimoquinta Reunión Ordinaria del
órgano ministerial del SELA. También me complace aprovechar estar
oportunidad de intercambiar puntos de vista sobre este tema tan
importante y oportuno titulado “Opciones de América Latina y el
Caribe Frente a la Crisis Financiera Internacional”. En vista de que
no soy un experto en las economías latinoamericanas y del Caribe,
concentraré mis observaciones en la experiencia que hemos vivido con
la crisis financiera asiática. Al igual que
la crisis financiera mexicana que se registrara en el bienio
1994-95, la crisis financiera asiática tomó por sorpresa a todo el
mundo. La crisis estalló en un momento en el que el avance logrado
por los países asiáticos era ampliamente reconocido como una muestra
palpable del desarrollo económico. En vista de que Asia estaba
explorando agresivamente los beneficios de la globalización mediante la
liberalización del mercado financiero y de las cuentas de capital,
se asumió que la región estaba en el albor de una nueva era de
desarrollo económico sustentable. La entrada de capital extranjero,
especialmente de flujo de capital a corto plazo con destino a estos
países experimentó una aceleración debido al rendimiento económico
registrado en el pasado y a las sólidas bases económicas. Esto
generó un efecto multiplicador en el sector bancario y corporativo
de algunas economías asiáticas. La
crisis financiera asiática sirvió como un llamado de alerta a los
funcionarios encargados de formular las políticas económicas en toda
la región. Los dos aspectos fundamentales que pasaron a ser tema de
discusión en el campo político fueron la gestión adecuada de la
liberalización de la cuenta de capital y los desafíos que plantea la
globalización. En efecto, la globalización es una espada de doble
filo. Por una parte permite que las economías en desarrollo exploren
un mercado global para sus productos, introduzcan nuevas tecnologías
y los conocimientos prácticos y técnicos desde el punto de vista
gerencial, y promuevan, en general, la competencia y la eficiencia
económica. En pocas palabras, la globalización ofrece un nuevo
impulso al desarrollo económico sustentable. Sin embargo, la
globalización también aumenta la vulnerabilidad de las economías en
desarrollo que no se han preparado adecuadamente para ello. Hoy en
día se ha reconocido plenamente que, en un contexto económico
globalizado, ningún país está libre de sufrir crisis financieras. En
este sentido, quisiera resaltar los seis temas principales
relacionados con la gerencia y prevención de la crisis financiera
internacional. El primer
aspecto está relacionado con los controles de capital. El historial
de las crisis financieras demuestra que la mala planificación en la
liberalización de los flujos de capital puede traer como resultado
la inestabilidad financiera. Cuando los países abren sus cuentas de
capital sin una supervisión efectiva y sin una regulación de los
intermediarios financieros, se hacen más vulnerables a la crisis, en
vista de que la globalización magnifica las debilidades de los
sistemas financieros nacionales y las distorsiones en las políticas
internas. Esto sugiere
que se debe establecer una cuidadosa secuencia con respecto a la
liberalización financiera y de las cuentas de capital. El énfasis
puesto en el establecimiento de una secuencia lógica no significa
necesariamente que los países en desarrollo deban dar marcha atrás
al proceso de globalización. De hecho, en el caso de los países que
han mostrado su determinación y compromiso a favor de la
globalización, la mejor opción consiste en acelerar el proceso de
reformas políticas y estructurales. Hay una serie
de propuestas de reformas estructurales que están diseñadas para
brindar asistencia en este proceso destinado a establecer
secuencias. Algunas propuestas se concentran en mejorar la
regulación del mercado, la supervisión bancaria y las normas de
transparencia. Otras propuestas se concentran en reducir
al mínimo los riesgos vinculados con los flujos de capital, al
centrar su atención en las medidas que buscan desalentar la
solicitud de préstamos a corto plazo, que son considerados por
muchos la forma más peligrosa del capital extranjero. El objetivo no
es, por supuesto, proscribir las transacciones de capital a corto
plazo sino controlarlas indirectamente al aumentar su costo
relativo. Una de las opciones que pudieran examinar los países
asiáticos es la aplicación de impuestos a los flujos de capital,
similares a los aplicados en Chile. El segundo
aspecto es el régimen cambiario. La crisis asiática ha mostrado que
los tipos de cambio fijos pero ajustables son difíciles de sostener
en un mundo caracterizado por una creciente movilidad de los
capitales. Es probable que, tarde o temprano, esos regímenes
cambiarios sean puestos a prueba por los ataques especulativos. Los
tipos de cambio fijos pero ajustables también crean la ilusión de
una estabilidad monetaria permanente, y refuerzan el incentivo para
que las instituciones y empresas financieras pidan préstamos del
exterior sin tomar los medios de protección
adecuados. En vista de
estos problemas, existe el consenso de que sólo los extremos de la
gestión cambiaria son los que tienen mayores posibilidades de éxito.
Los países deben permitir que su moneda flote libremente o adoptar
la caja de conversión (o entrar en una unión
monetaria). El tercer
aspecto es la gestión de las políticas macroeconómicas. Hoy en día
se sabe que el primer paso para prevenir una crisis financiera es
mantener un ambiente macroeconómico eficiente. Sin embargo, una vez
que un país es golpeado por una crisis financiera, la gestión de la
política macroeconómica se hace más difícil. Los paquetes de rescate
dirigidos por el FMI en las economías asiáticas afectadas por la
crisis se basaban en una política monetaria y fiscal restrictiva. Se
establecía una política monetaria restrictiva con elevadas tasas de
interés destinadas a recuperar la confianza del inversionista,
contener la salida de capitales y estabilizar la moneda. El FMI
mantenía que, en vista del tiempo necesario para que se emprendan
otras reformas estructurales, la única forma de estabilizar con
rapidez una situación de crisis era elevar las tasas de interés con
la determinación suficiente. La aplicación
de una política fiscal restrictiva también era considerada necesaria
para disminuir la demanda interna con miras a reducir los déficit de
cuenta corriente y dar cabida a los gastos esperados necesarios para
brindar asistencia financiera a los bancos insolventes.
Sin embargo,
los sectores que critican al FMI alegan que la aplicación de una
política monetaria restrictiva, especialmente una política de
elevadas tasas de interés fue concebida incorrectamente y
contraproducente. Estos sectores alegan que las elevadas tasas de
interés obligaron a las corporaciones con un fuerte componente de
deuda a declararse en
quiebra. Las bancarrotas generalizadas en el sector
corporativo debilitaron el sistema financiero a medida que los
clientes corporativos de la banca dejaron de cumplir con el pago de
sus préstamos. Esto, a su vez, promovió la fuga de capitales y
deprimió aún más el tipo de cambio. Los sectores
que critican los paquetes del FMI también alegan que la restricción
fiscal simplemente sirvió para exacerbar la enorme contracción
económica que ya estaba teniendo lugar en la región. Estos sectores
argumentan que, ante la caída de la producción, hubiera sido más
apropiado emprender una política de expansión fiscal con un pequeño
déficit presupuestario. Esta
controversia aún se mantiene y todavía no se presagia un veredicto
indiscutible. En particular, las evidencias que se tienen sobre el
impacto de una política de tasas de interés elevadas no ofrecen una
conclusión clara. Esta es evidentemente un área importante en la que
es necesario realizar mayores investigaciones.
Sin
embargo, en el campo de la política fiscal, surgieron algunas
evidencias rotundas de que la crisis financiera asiática demostraba
ser mucho más grave de lo esperado y de que el impacto social de la
crisis era tan severo que, con la instrumentación de una política
fiscal restrictiva, la sustentabilidad de las reformas requeridas
estaba en peligro. Los objetivos fiscales en los países afectados
por la crisis fueron, por lo tanto, moderados a corto plazo para
garantizar el suministro adecuado de servicios sociales básicos y
para impedir que las economías cayeran en una recesión más fuerte.
La experiencia asiática indica que el uso de una política de
restricción fiscal como herramienta para la solución de las crisis
era inadecuada, especialmente cuando la crisis no era causada por
despilfarro fiscal y cuando las redes de seguridad social no eran lo
suficientemente sólidas para brindar apoyo a los grupos vulnerables
en los países afectados por la crisis. El cuarto
aspecto está relacionado con las llamadas reformas de segunda
generación para la prevención de la crisis. La Crisis
Asiática demostró, de forma inequívoca, que incluso las economías
que habían buscado y logrado de una forma consistente componentes
significativos del consenso de Washington eran vulnerables a los
impactos externos especialmente en un contexto caracterizado por la
globalización y la presencia de mercados de capital abiertos. Hoy en
día, casi todas las partes coinciden en señalar que la debilidad
institucional en los sectores corporativo y financiero y los
problemas de gobierno en las economías asiáticas agravaron la crisis
a medida que los inversionistas perdieron confianza en los
mecanismos de gobierno y retiraron su
capital. Para
beneficiarse de la liberalización de las cuentas de capital y para
evitar sus escollos, las economías asiáticas deben acelerar las
reformas estructurales y gubernamentales; es decir, las reformas de
segunda generación que fueron aplicadas por primera vez en muchas
economías latinoamericanas y del Caribe en el período posterior a la
crisis de la deuda de los años 80 y de la crisis financiera mexicana
de 1994-95. El mantenimiento de bases macroeconómicas sólidas no
basta para impedir las crisis financieras o evitar su contagio. Las
economías asiáticas deben fortalecer su sistema bancario y
financiero, mejorar las prácticas gubernamentales y establecer una
relación a distancia entre los sectores público y privado. En un
mundo caracterizado por una integración cada vez más estrecha de los
mercados financieros nacionales, Asia ya no puede sacar provecho de
la globalización sin fortalecer sus sistemas financieros y exponer
sus prácticas corporativas a un examen exhaustivo de los
inversionistas foráneos. Por otra
parte, los países asiáticos deben poner en marcha una serie de
reformas en el área de la auditoría y contabilidad ya dichas
prácticas aún varían considerablemente entre un país y
otro. La
adopción de normas internacionales de auditoría y contabilidad
contribuiría a evitar que las debilidades nacionales se esparcieran
a nivel internacional. El quinto
aspecto es fundamental: prestar asistencia financiera al sector
privado. La crisis financiera asiática muestra claramente que los
recursos financieros del FMI ya no resultan adecuados para producir
una solución rápida a las crisis financieras internacionales. La
idea de prestar asistencia financiera al sector privado busca como
objetivo reducir al mínimo el riesgo moral y diseminar la carga de
la crisis financiera al garantizar que los inversionistas y los
bancos privados asuman parte de los costos. Uno de los enfoques
adoptados y que fuera puesto en marcha inicialmente por Argentina y
México es el establecimiento de líneas de crédito al sector privado
antes de que estalle una crisis. Ese tipo de soluciones tiene una
gran posibilidad de rendir los frutos
esperados. El otro
enfoque consiste en introducir cláusulas de acciones colectivas en
los contratos garantizados con miras a facilitar la participación
del sector privado en la solución de las crisis
financieras. Hay
otras propuestas más polémicas como la de brindar asistencia
financiera obligatoria a los inversionistas privados cuando se
desate una crisis. Se han formulado numerosos planteamientos; sin
embargo, aún falta mucho para que todos los participantes del
mercado lleguen, de forma satisfactoria, a un consenso sobre las
propuestas específicas que surtirán efecto. Existe la imperiosa
necesidad de desarrollar mecanismos basados en el mercado que
comprometan al sector privado en la solución y prevención de las
crisis. El sexto y
último punto está relacionado con la cooperación regional en la
prevención y gerencia de la crisis. La crisis
asiática ha demostrado la necesidad de adoptar un sistema de alerta
anticipada. Aunque los sistemas de alerta roja existían a nivel
nacional e internacional, no eran muy efectivos para predecir las
crisis. Estos sistemas deberían ser fortalecidos, y para ser
complementados, también se deberían emprender los esfuerzos
necesarios para desarrollar la supervisión económica y financiera a
nivel regional y subregional. En vista del efecto de contagio
virulento que tienen las crisis financieras internacionales,
especialmente entre los países de la misma región, los sistemas de
supervisión regional, basados en una revisión y presión similar,
están tomando una importancia cada vez mayor.
Antes de concluir mi alocución, quisiera
mencionar brevemente las Respuestas del Banco de Desarrollo Asiático
(ADB) a la Crisis Financiera de esa
Región. Desde el
comienzo, el ADB consideró que la crisis financiera asiática era
diferente a las crisis de balanza de pagos tradicionales y por lo
tanto requería una respuesta distinta. Por lo tanto,
el ADB llevó a cabo un esfuerzo en múltiples áreas destinado a (i)
acelerar las reformas en la banca y en el mercado de capitales; (ii)
promover la eficiencia del mercado y la competencia en los sectores
comerciales e industriales; (iii) promover un buen ejercicio del
gobierno en el sector público y en la gerencia corporativa; y (iv)
mitigar los impactos adversos de la crisis en el plano social
mediante el apoyo a una serie de medidas tomadas en la red de
seguridad social. Además de
ello, el ADB ha promovido activamente una serie de iniciativas
regionales en el campo de la supervisión económica como un nuevo
pilar de la arquitectura financiera internacional. Como ustedes
probablemente sepan, los ministros de Finanzas de la ASEAN brindaron
su apoyo al establecimiento del Proceso de Supervisión de la ASEAN
como un complemento de los mecanismos de vigilancia nacionales e
internacionales. La creación del Proceso de Supervisión de la ASEAN
es una medida innovadora para promover la cooperación regional en el
nuevo ambiente global. Esta decisión reconoce los beneficios
potenciales de un proceso de supervisión basado en una revisión
similar e imparcial. Para ofrecer
respaldo técnico al Proceso de Supervisión de la ASEAN y brindar
asistencia a nuestros países miembros en desarrollo para que
aprovechen al máximo los beneficios de la globalización, el ADB
estableció a comienzos de año en su sede una Unidad de Control
Económico Regional. El gobierno de Australia se unió más
recientemente a esta tarea de supervisión del ADB al financiar la
creación del Centro de Información para la Recuperación de Asia.
Este centro de información es un servicio de cooperación basado en
Internet para el intercambio y análisis de la información sobre los
impactos sociales y económicos de la crisis y las posibilidades de
recuperación de Asia. Conclusiones
Excelentísimas
Autoridades y Participantes, Señoras y
Señores, A pesar del
grave impacto causado por la crisis financiera de Asia, las
economías asiáticas más afectadas por la crisis han seguido
comprometidas en el proceso de globalización ya que se han dedicado
a implantar reformas estructurales de largo alcance y a la vez
mantienen fundamentos económicos sólidos y atinados. Estos esfuerzos
se han visto complementados por iniciativas regionales y globales
para fortalecer la arquitectura de los sistemas financieros
internacionales. Confío que a
medida que estas políticas de reforma arrojen sus frutos, los países
en desarrollo de Asia saldrán más fortalecidos de la reciente crisis
financiera, tal y como los países de América Latina y del Caribe se
hicieron más fuertes después de prestar atención a las lecciones
aprendidas de la crisis de la deuda de los años 80 y la crisis
financiera mexicana de los años
1994-95. Excelentísimas
autoridades y participantes, Señoras y Señores. La breve
intervención que he tenido hoy en día se basa fundamentalmente en la
experiencia que vivimos con la reciente crisis financiera asiática.
Sin embargo, espero que también le será útil a los países
latinoamericanos y del Caribe. En
comparación con la región del Asia-Pacífico, su región tiene una
historia mucho más larga de cooperación regional. Asia se
beneficiará de la rica experiencia que tiene el SELA en la promoción
de la cooperación e integración regionales. Esperamos con gran
interés estrechar la cooperación con el SELA en sus esfuerzos de
desarrollo. Les reitero mi
agradecimiento por haberme invitado a participar en la Reunión del
Grupo de Alto Nivel. |
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