Titulo Informe Final de la XXVII Reunión Ordinaria
del Consejo Latinoamericano
CL/XXVII.O/DF
Caracas 8-10 de octubre de 2001

 

Autor Secretaría Permanente del SELA

 

ANEXO I
SESIÓN DE INSTALACIÓN DE LA ETAPA MINISTERIAL
10 de octubre de 2001


Discurso del Excelentísimo señor Embajador Otto Boye Soto,
Secretario Permanente del SELA



Discurso del Excelentísimo señor Luis Marchand Stens,
Embajador de Perú en Venezuela,
Presidente del Consejo Latinoamericano

Discurso de la Excelentísima Señora Adina Bastidas,
Vicepresidenta Ejecutiva de Venezuela

 


Discurso del Excelentísimo señor Embajador Otto Boye Soto,
Secretario Permanente del SELA



Distinguidos Representantes,
Distinguidos Delegados,


Por segunda vez me corresponde intervenir en la inauguración de la fase ministerial del Consejo Latinoamericano del SELA. Lo hago en momentos dolorosamente dramáticos para la humanidad, donde, una vez más en la historia, pareciera que el destino de nuestras vidas será determinado por desenlaces políticos y bélicos de dimensiones planetarias insospechadas.

Esta zona del planeta, América Latina y el Caribe, a cuyo servicio trabajamos, no es ajena a estas circunstancias del mundo globalizado en el que estamos y ya está siendo seriamente afectada; razón demás para intentar una reflexión al respecto. Dividiré, por eso, esta intervención en dos grandes capítulos: uno, dedicado al nuevo escenario internacional, en el que me permitiré hacer una reflexión personal; y el otro, referido directamente al SELA y sus tareas en nuestra región.

La súbita aparición de un nuevo escenario internacional

El 11 de Septiembre recién pasado se produjo en Estados Unidos el hecho terrorista más grande de la historia humana, con su secuela de víctimas fatales, destrucción cuantiosa y miedo generalizado. Los efectos, colosales y múltiples, se evidenciaron de inmediato en todo el mundo, que entró repentinamente en una crisis grave, con amenaza de guerra prolongada no convencional de impredecibles consecuencias. Antes de cumplirse un mes de los ataques, el domingo recién pasado, se iniciaron los primeros bombardeos.

En estas circunstancias, me resultó imposible no tomar en cuenta este nuevo contexto, tan abruptamente instalado entre nosotros, porque, desde esos mismos instantes, quedaron en evidencia fenómenos que gravitarán en el futuro de nuestro mundo latinoamericano y caribeño tan decisivamente como en el resto del planeta.

"Nada será igual que antes", se empezó a decir y a repetir hasta el cansancio tan pronto se produjeron los atentados. Y es verdad.

En estas horas en que les hablo, esto me parece meridianamente claro, pues se ha colocado el tema de la seguridad de los ciudadanos y el combate al terrorismo en el primer lugar de la agenda mundial del siglo XXI, lo que nos obligará a un esfuerzo mayor, para el cual nadie se había preparado en la forma ahora requerida. Todos los intentos por encontrar respuestas adecuadas se harán pocos y nadie podrá sustraerse a ellos si, de verdad, quiere aportar algo a la construcción de un mundo más justo y seguro para todos.

El 11 de septiembre de 2001

Todo ser humano que vio a través de la televisión lo sucedido el 11 de septiembre recién pasado vivirá con esas imágenes grabadas en su memoria y las recordará siempre con el corazón apretado. Ellas marcarán un "antes" y un "después" personal y colectivo. Nunca una sucesión de actos terroristas, tan fríamente planificados y eficazmente ejecutados, había tenido estas dimensiones. Este reto a la humanidad entera, inédito en sus dimensiones y temible en sus consecuencias, quedó así dramáticamente presentado. La tarea, ahora, es responderlo.

Su actual punto de partida, no sus raíces, que son más viejas y profundas, se encuentra en los acontecimientos aludidos. El ataque, dirigido claramente a herir a los Estados Unidos en el corazón, cosa que consiguió, terminó constituyéndose en un golpe a la propia especie humana. La economía mundial se vio afectada en segundos. Y tan grave como todo esto o más: dejó al mundo entero en estado de pánico.

¿Cómo reaccionar razonablemente ante tamaño reto? Probablemente, esta es la pregunta más difícil que se le ha hecho jamás al conjunto del liderato mundial. Pero, como corresponde a la gravedad de la situación, existe la obligación de responder. Es la deuda con todas las víctimas, las que murieron y las que van a morir en este conflicto. No se trata de un esfuerzo meramente individual y solitario, sino de una responsabilidad ineludible para todos.

El terrorismo y la experiencia latinoamericana

El terrorismo, no es, desde luego, un fenómeno uniforme, pues reconoce múltiples formas y contextos históricos. El tema es mayor y debe analizarse lo más completamente posible. Veamos brevemente la experiencia latinoamericana.

En las últimas décadas, nuestra región ha conocido variadas formas de terrorismo. Para mencionar sólo las más recientes, ellas han ido desde coches-bombas estallando en diversas ciudades, como algunas de Colombia, o Buenos Aires, pasando por los secuestros y hasta asesinatos a sangre fría de los secuestrados, como acaba de suceder con una digna mujer colombiana, hasta sendas manifestaciones de terrorismo de Estado llevadas a cabo por las dictaduras que se basaron en la ideología de la seguridad nacional durante el período de la guerra fría.

En todas estas situaciones, las causas parecían ser diversas, específicas, históricamente condicionadas, lo que sugería por lo general la necesidad de estudios caso por caso. No obstante, había en algunas ocasiones la posibilidad de clasificar y agrupar estos acontecimientos, como el mencionado terrorismo de Estado, con su clara matriz ideológica en el contexto de la guerra fría, o el terrorismo desatado por los narcotraficantes que tratan de acorralar a las autoridades que luchan en contra de ellos.

El caso que acabamos de vivir se ubica en un marco diferente, que evidencia una escalada y establece un cambio cualitativo. Aunque ya practicado en menor escala en algunas partes, estos terroristas suicidas de ahora actuaron perfectamente coordinados para una operación inédita de grandes dimensiones. Esto subraya la diferencia y coloca el tema bajo una nueva perspectiva.

Pero estamos en América Latina y el Caribe, y es aquí, en medio de nuestra realidad, donde debemos considerar la variable terrorista dentro del horizonte por venir.

La variable terrorista en nuestra realidad futura

Incorporar este factor a los estudios y diagnósticos de la región como un todo es algo nuevo. Hasta ahora esto se había realizado en forma casuística, conforme se presentaba el fenómeno en algunos países. Ahora habrá que hacer el esfuerzo por llenar este vacío. La finalidad será hacer de América Latina y el Caribe una zona libre de terrorismo. Dada la complejidad del tema mismo y las dificultades concretas para alcanzar esta ambiciosa meta, deberán participar todos los actores posibles de motivar en esta tarea, desde centros de estudios académicos y organizaciones no gubernamentales, hasta diversas reparticiones del Estado, tanto a nivel nacional como local. Todos deben ser convocados.

En este momento, con las reservas del caso por lo recientes que son los hechos, vislumbro los siguientes puntos a considerar en este asunto a manera de pautas de acción:

Primero: Identificar las causas del fenómeno terrorista es un deber elemental. Buscar sus raíces es el único camino que puede conducir a una respuesta capaz de erradicarlo algún día. No hay que equivocarse en este aspecto: la lucha contra el terrorismo no puede quedarse en la superficie solamente, donde ciertamente también hay que actuar y defenderse de la mejor forma que sea posible. Si realmente la voluntad estratégica es terminar con este mal o, al menos, reducirlo a su mínima expresión, hay que tener el coraje de identificar las causas y actuar, también sobre ellas, con gran decisión. Esto obliga a dar una mirada muy completa a toda la realidad mundial en la que estamos inmersos y a ser muy autocríticos a la hora de analizar nuestros propios actos. Determinadas preguntas, tal vez incómodas y demasiado punzantes, pues aluden a nuestras posibles omisiones, deben acompañarnos también permanentemente: ¿Qué hicimos y qué dejamos de hacer para que el fenómeno terrorista alcanzara su magnitud actual? El "caldo de cultivo" donde se ha ido desarrollando, ¿es creación exclusiva de los terroristas o existe también con una o muchas contribuciones nuestras? Una reflexión sistemática y de gran rigor nos ofrecerá lecciones a aprender y nuevos caminos a seguir.

Segundo: La región tiene el deber de hacer este ejercicio antes que nada en su propio espacio. Las raíces del terrorismo latinoamericano no están exactamente en el mismo lugar de las que lo originan en otras partes del mundo, aunque a veces suframos igualmente algunas extensiones suyas. Esto obliga a considerar con más énfasis el terrorismo basado en las causas propias de esta zona. Así, junto con evaluar un "caldo de cultivo" que se encuentra en todas partes, compuesto por los fenómenos de desigualdad, pobreza, miseria y exclusión social, y que se da ampliamente entre nosotros, está el impuesto hoy por los traficantes de drogas y otro, compuesto por una vasta gama de dictaduras, que imperó por largo tiempo en muchos lugares.

Tercero: Se ha dicho que es necesario y urgente promover el diálogo y respeto intercultural para evitar a toda costa un escenario de "choque de civilizaciones", o "guerras santas", que sería catastrófico para toda la humanidad. Aquí también debemos ver lo que podemos hacer en nuestra región latinoamericana y caribeña, donde en muchas partes todavía subsisten graves distancias y tensiones que tienen más de 500 años de existencia. La meta debe ser la creación de un ambiente de creciente tolerancia y respeto, capaz de garantizar la convivencia armónica en sociedades que ya no podrán dejar de ser pluralistas y, por lo tanto, ampliamente democráticas. (Hago un paréntesis que tiene que ver, en todo caso, con este punto. La semana pasada el embajador de México, Jesús Puente Leyva, que se está despidiendo de sus amigos en Caracas, aludiendo a su nuevo destino escribió: "Vamos pues, a otras responsabilidades y a otras experiencias, al encuentro de nuevas amistades y a otro diálogo de culturas." Este espíritu abierto, que practicó el diálogo de culturas en esta tierra y que ahora va al encuentro de otros nuevos intercambios, es un ejemplo de lo que estamos necesitando en nuestra zona. Al amigo que da este paso le deseo mucho éxito.)

Cuarto: El combate al terrorismo no debe cerrarle jamás el paso a los métodos no-violentos de lucha social que, por definición, no recurren al uso, legítimo o artero, de armas que matan. Esta opción, que en sí misma reduce drásticamente la violencia en la sociedad y es, por eso, eminentemente antiterrorista, debe permanecer disponible para los luchadores por la libertad, la justicia social y los derechos humanos. La llamada no-violencia activa es camino para conquistar mejores condiciones de vida y para consolidarlas. Este punto es muy importante en las actuales circunstancias: si se quiere tener éxito en el intento de erradicar el terrorismo, los pobres y miserables de este mundo, que suman una enorme proporción de la población humana, tienen el más pleno derecho a luchar por salir de su condición y deben disponer de herramientas para hacerlo. Las vías pacíficas se encuentran en este caso. Todo intento de mala fe por confundirlas con el terrorismo sólo favorecerá a este último, pues se verá reforzado por aquellos que, en su desesperación e impotencia, no encuentren otra alternativa que plegarse a él.

Quinto: Es necesario caminar rápidamente hacia un consenso ético mundial entre todos los seres humanos. La paz mundial entera pasa por este esfuerzo. Esta base ética ya existe, ya ha sido formulada. En la ciudad de Chicago, en 1993, el Parlamento de las Religiones del Mundo, al cual asistieron representantes, entre otros, del budismo, el cristianismo, el hinduismo, el judaísmo y el islam, aprobó un documento conteniendo principios éticos compartidos, concebidos como fundamentos de una paz verdadera. Los firmantes declararon por ejemplo: "Condenamos especialmente la agresión y el odio en nombre de la religión." Cabe pensar que este visionario aporte adquiera hoy verdadera relevancia.

Dejo hasta aquí esta reflexión, que consideré un deber hacer en este momento. Pasemos ahora al SELA.

El SELA en el nuevo escenario

El SELA ha comenzado a vivir en el nuevo escenario mundial. Este Consejo Latinoamericano, celebrado antes de cumplirse el primer mes de los dramáticos hechos de Nueva York y Washington, reaccionó de inmediato y en su fase preparatoria, celebrada anteayer, decidió proponerle, a la sesión ministerial que aquí estamos inaugurando, un tema central a trabajar en el año que viene, a saber, "La integración latinoamericana y caribeña frente a los desafíos de la actual situación internacional". Dentro de este marco, analizará temas referidos a la globalización y la inserción internacional, a negociaciones comerciales como la OMC y el ALCA, y a la institucionalidad regional y los pasos a dar para su reforzamiento.

En la actualidad, el SELA atraviesa también por un momento bastante especial, donde se destaca la reconstrucción de su sede gracias a un apoyo especial del gobierno venezolano. Como se sabe, las instalaciones del SELA, que estaban en este mismo lugar, se habían incendiado en 1998. La recuperada sede acaba de reinaugurarse el 24 de Julio recién pasado en acto solemne que contó con la presencia e intervención del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Dicha situación, que hemos visto también como un momento francamente estimulante, está relacionada estrechamente con el gran debate sobre el futuro de la región, que se ha ido abriendo paso al comenzar el nuevo siglo y que ahora se hará más imperioso ante el vuelco experimentado por la situación y al que ya hemos aludido. Es en el marco de esta realidad donde el SELA deberá hoy hacer, como muchas veces en el pasado, su aporte. Se trata de un cuadro complejo, con consecuencias que la región sufrirá en su economía, sus finanzas y su comercio, y que tenemos el deber y la responsabilidad de enfrentar unidos.

El SELA ya inició un proceso de análisis de la nueva situación a la que me he referido anteriormente y se propone contribuir, en la medida de sus fuerzas, al empeño de todos por superar el amargo momento que estamos viviendo. Sin perder su orientación integracionista, sino, por el contrario, reforzándola, considerará la variable que se nos ha presentado ahora. Ella ya está afectando la vida económica de nuestra región, su política internacional y, en general, toda su agenda. El SELA, una vez más, acompañará a sus Estados Miembros en la tarea de encontrar un camino que no los aleje de sus metas de consolidación y perfeccionamiento de la democracia, erradicación de la miseria y la pobreza, desarrollo con equidad y, hoy con más énfasis que de costumbre, integración y paz entre todos ellos.

N
o es, ciertamente, tarea del SELA opinar sobre todos los aspectos de la situación planteada, pero inevitablemente encontrará en su camino consecuencias políticas, económicas, sociales y culturales de esta nueva realidad planetaria, que deberán ser consideradas a la hora de buscar respuestas y soluciones.

Estamos ante un cuadro que se va precisando paulatinamente y que nos desafía a repensar muchas de nuestras conductas. El que me salta a la vista primero que nada es el de la necesidad de profundizar tanto cuanto sea posible el comercio intrarregional y la cooperación Sur-Sur. Debemos acentuar la diversificación de nuestras economías y del destino de nuestras exportaciones.

Por otra parte, siento que vuelve a sonar la hora del multilateralismo para enfrentar nuestros problemas más vastos y complejos. Volvieron los tiempos de las consultas urgentes e intensas. Nadie desea estar solo en el concierto mundial. En este cuadro el SELA vuelve a constituirse en una valiosa herramienta de gran potencialidad, disponible para sus Estados miembros. Hay aquí un foro apto para profundizar las consultas multilaterales en muchos temas y para analizar el conjunto de los desafíos que ahora tiene la región.

Hay temas urgentes y graves que vienen de atrás, que hoy se han agravado. La economía está padeciendo una severa contracción. Estamos, pues, en medio de una crisis de nuevo cuño, pero crisis al fin. Crisis mundial, además, en la que es muy posible que suframos las consecuencias, sin tomar parte en las decisiones que las producen.

Esto me lleva a hacer ante ustedes unas últimas consideraciones, que nacen del conjunto de las deliberaciones que hemos tenidos en estas horas fecundas. Se trata de ideas que debo subrayar, recogidas al calor de debates de gran altura y riqueza.

Mi primera afirmación es la siguiente: Alma y sustancia del SELA residen en el conjunto de sus 28 Estados Miembros que hicieron suyo el Convenio de Panamá y aceptaron su contenido en todos sus aspectos. En este sentido, el SELA es espejo fiel de la región. La Secretaría Permanente, como órgano ejecutivo del SELA, vive y se desarrolla en estrecha concordancia con las determinaciones de sus miembros.

Esto me lleva a la segunda afirmación: Lo que decide en última instancia la marcha del SELA es la voluntad política de los 28 gobiernos que rigen a los respectivos Estados. Acabo de tener una experiencia ejemplar al respecto. El 6 de febrero pasado le expuse al Presidente Chávez los problemas estructurales que nos creaba la sede provisoria en que estábamos funcionando, que padecía de muchas carencias. Me permití plantearle la posibilidad de que su gobierno nos ayudara a reconstruir la sede quemada. Su decisión fue instantánea. En mi presencia dio las instrucciones respectivas y hasta fijó la fecha de la reinauguración: deseaba hacerla personalmente el 24 de julio siguiente, aniversario del nacimiento de Bolívar. Los hechos son más elocuentes que las palabras. La decisión tomada, expresamente formulada como una muestra de renovado apoyo político al SELA, se cumplió religiosamente.

Voy a mi tercera afirmación: La Secretaría Permanente no tiene otra vocación que la de servir a los Estados Miembros en las decisiones que tomen dentro de los marcos del Convenio de Panamá. En este importante Consejo Latinoamericano se han discutido caminos que debieran significar el inicio de una nueva etapa, que deberá estar marcada por un renovado vigor. Recibiré complacido sus mandatos, en particular aquellos referidos al estudio y las consultas que sostendremos en el futuro cercano sobre las tareas del SELA en el nuevo escenario internacional que ha comenzado a configurarse.

Y hago la cuarta y última afirmación: Percibo señales crecientes de conciencia entre los países que integran el SELA en el sentido de que América Latina y el Caribe no van a renunciar a tener un espacio propio de intercambio de experiencias, de reflexión y estudio de los problemas más acuciantes que afectan a la región como un todo, y, si lo deciden, también de coordinación y concertación. Creo que, en estrecho contacto con la Secretaría Permanente y conmigo personalmente, vamos a identificar juntos las nuevas tareas a cumplir. Así podremos hablar con propiedad de un verdadero relanzamiento del SELA.

Puede parecer retórico lo que voy a decir al terminar mis palabras, pero las siento muy profundamente. En un mundo que ha oscurecido dramática y repentinamente, América Latina y el Caribe en su totalidad deben cerrar filas para enfrentar los nuevos desafíos, que muy pronto adquirirán perfiles complejos e inesperados. El espacio donde pueden realizar esto del modo más completo está aquí en el SELA. Los llamo a ocuparlo, porque les pertenece.

Muchas gracias.


Discurso del Excelentísimo señor Luis Marchand Stens,
Embajador de Perú en Venezuela,
Presidente del Consejo Latinoamericano


Honorable Sra. Adina Bastidas
Vice-Presidente Ejecutiva Encargada
de la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela,
Honorable Embajador Otto Boye
Secretario Permanente del SELA,
Señoras y Señores,


Deseo que mis primeras palabras sean para dejar constancia del honor que significa la presencia en esta Reunión, de la Honorable Vice-Presidente Ejecutiva, Encargada de la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, señora Adina Bastidas, y para solicitarle tenga a bien hacer llegar al señor Presidente, don Hugo Chávez Frías, el agradecimiento de la Organización por el generoso gesto que ha tenido su ilustrado Gobierno de reconstruir este local y ponerlo a disposición del Sistema Económico Latinoamericano y Caribeño.

Las palabras que ha pronunciado el Secretario Permanente revisten una gran profundidad y un dramático significado. En lo personal, comparto sus expresiones contra la gravedad del flagelo terrorista y las comparto decididamente porque mi Gobierno no sólo ha expresado su plena solidaridad con el Gobierno de los Estados Unidos de América y con los familiares de las miles de víctimas de Washington y Nueva York, sino, también, ha reiterado su enérgica condena al terrorismo como hecho execrable contra la humanidad.

Como es de público dominio, el Canciller del Perú, doctor Diego García Sayán, ha planteado ante la comunidad internacional, la urgencia de que se convoque de inmediato una conferencia internacional para tomar medidas a nivel regional y mundial, contra este crimen social que mi patria ha sufrido en carne propia. El terrorismo ocasionó no hace muchos años, 25.000 víctimas inocentes y más de 30.000 millones en pérdidas para el Estado y para la población peruana. Nosotros conocemos las devastadoras consecuencias del letal terrorismo. Hemos sufrido este flagelo y lo consideramos una lacra para la humanidad, por cuanto viola los derechos humanos y atenta contra los cimientos mismos de la democracia.

La reunión preparatoria de este Consejo ha sido verdaderamente importante, porque gracias al aporte de todos ustedes, distinguidos delegados, y al de la Secretaría Permanente, se ha llegado a la acertada decisión de que hay que relanzar el SELA y que, con tal finalidad, debemos repensarlo en el marco de un ejercicio compartido y conjunto, para cuyo efecto se convocará, a la mayor brevedad, al Grupo de Trabajo Informal, con el objeto que efectúe sus consideraciones en base a un documento que está preparando la Organización, y proceda a elevarlo a los Estados miembros.

Algo más. Decía hace un momento que es una decisión acertada la que ha tomado el Plenario, porque tenemos una serie de retos por delante: fortalecer los esquemas subregionales de integración, y, dinamizar y acelerar los acuerdos de convergencia entre ellos, entendimientos que son prioritarios para poder ampliar las avenidas de la integración y, consecuentemente, viabilizar un verdadero y real proceso de integración a nivel latinoamericano y caribeño.

Daremos, así, cumplimiento a la visionaria herencia que nos legara el gran Libertador de América, Simón Bolívar, teniendo presente, en todo momento, una sabia frase evangélica: la fe es la substancia de las cosas que se esperan y la fuente de la fuerza espiritual para lograrlas.

Haciendo uso de la honrosa atención que me ha dispensado esta asamblea durante los debates que me ha tocado conducir como presidente, me permito, ahora, dentro del contexto de esta improvisada alocución, insistir sobre lo que acabo de señalar, respecto a la imperiosa necesidad de fortalecer los esquemas subregionales de integración y dinamizar, como cuestión también prioritaria, los acuerdos de convergencia. Tenemos asimismo ad-portas, un asunto trascendente para la integración y para el futuro de las sociedades latinoamericanas y caribeñas: coordinar nuestras posiciones frente al ALCA y frente a la globalización. ¿Por qué califico de trascendente este asunto? Porque tenemos la compartida responsabilidad de evitar que el final de un proceso que está despertando expectativas en nuestros países, tenga como lamentable epílogo: algunos han sido los elegidos, pero otros los no escogidos. Debemos tener siempre presente, que la interdependencia latinoamericana y caribeña cada día no solamente es más acentuada, sino más necesaria. En la solidaridad se apoya la base de nuestro común destino, si perdemos de vista este axioma, tal vez resultarían perjudicados no solamente algunos de nuestros pueblos sino todas nuestras naciones.

Tampoco hay que olvidar, que la política comercial, a niveles planetarios, sigue teniendo la impronta del pragmatismo económico de los grandes centros de la riqueza mundial. Por ello creo y lo reitero, que debemos lograr posiciones nacionales coordinadas y no caer en la tentación hipnótica de los individualismos comercialistas.

También tenemos el proceso de la globalización, proceso que no obstante lo mucho que se esperaba de él, hasta el momento no ha dado los resultados deseados y más bien en los diferentes rincones del planeta, surgen severos enjuiciamientos que sindican como secuelas de dicho proceso, el aumento de la pobreza, el desempleo y el consiguiente malestar social, particularmente en los pueblos del tercer mundo.

Por ello, los países latinoamericanos y caribeños deben procurar la adopción de posiciones coordinadas para enfrentar el reto de la globalización. Es un reto ineludible pero hay que saberlo afrontar de manera concordada, por cuanto sería verdaderamente penoso, que como consecuencia de este proceso y debido a la falta de coordinación y de unidad, tengamos como magro resultado un simple cambio terminológico; ya no se hablaría de países desarrollados y países llamados metafóricamente en vías de desarrollo, sino que tendríamos dos nuevas grandes clasificaciones: países globalizados, unos cuantos, y países englobados, tal vez muchos. Eso es lo que debemos evitar, y la única forma de hacerlo es a través de una concertación de intereses y de políticas entre nuestros Estados.

No quiero extender más estas improvisadas consideraciones, porque comprendo la congestionada agenda oficial que tiene que cumplir la señora Vice-Presidenta, Encargada de la Presidencia, así como lo valioso del tiempo de todos ustedes, distinguidos delegados, pero tengo el ineludible deber de señalar que todos estos retos que tenemos por delante los latinoamericanos y los caribeños, deben ser visualizados a la luz de nuestras respectivas perspectivas y realidades sociales, económicas, comerciales, etc., porque en ese contexto de acuciantes realidades, está el grave problema de la pobreza que afecta a la mayoría de nuestros pueblos, con cifras que, en algunos casos, sobrepasan el 50% de la población, abrumador porcentaje que involucra a vastos sectores poblacionales que sobreviven con un dólar al día. Tampoco podemos dejar de mencionar, que en la región tenemos serios problemas concatenados a este dramático cuadro de pobreza y de desocupación, entre ellos, la enorme responsabilidad de los gobiernos democráticos de dar bienestar a sus pueblos y de recobrar la fe de sus ciudadanos en el Estado de Derecho y en el respeto a los derechos humanos.

Me viene a la memoria - al mirar en su escaño al distinguido Embajador de México - una frase extraordinaria de un gran intelectual mexicano, impregnado de una visión permanentemente latinoamericanista, Carlos Fuentes. Este ilustre escritor, dijo en una oportunidad en que asistí a una de sus conferencias, una verdad monolítica y, por lo mismo, inolvidable. Lamentablemente, no puedo repetir literalmente la frase, pero si puedo parafrasearla con mucha aproximación: América Latina vive un momento inédito en su historia, por la universalidad de la democracia en nuestros países, pero lo insólito sería que esa democracia sino se traduce en mejores condiciones de vida para los millones de latinoamericanos y caribeños inmersos en la pobreza, América Latina revierta al pasado autoritario que ha marcado dolorosamente su historia.

Permítanme una reflexión final. Para poder afrontar exitosamente los desafíos a que he hecho referencia, nuestros países necesitan de sus organizaciones regionales, entre ellas, el SELA. Por ello, debemos tener presente que el futuro de esta Organización que nos convoca plenariamente a latinoamericanos y caribeños en diálogos abiertos, francos y transparentes, está enmarcado en los alcances de la lúcida frase que acuñó para la historia de las entidades internacionales, un prestigioso estadista colombiano: Las organizaciones internacionales son lo que los Gobiernos miembros quieren que sean.

Considero un grato deber, dejar fehaciente testimonio de mi agradecimiento a todos ustedes, distinguidos delegados, por la honrosa elección de que he sido objeto y que la he aceptado como un pleno reconocimiento y un homenaje al Gobierno Democrático del Perú que preside el doctor Alejandro Toledo.

Igualmente, agradecer cálidamente a la Secretaría Permanente, a su "staff", a las funcionarias y funcionarios de la Organización, a los representantes de la Prensa, a los excelentes intérpretes y traductores, al personal auxiliar y al personal de servicio, por el eficiente apoyo brindado, en todo momento, a esta asamblea.

Muchas gracias.


Discurso de la Excelentísima Señora Adina Bastidas,
Vicepresidenta Ejecutiva de Venezuela


Muy buenos días,


En primer lugar quiero transmitirles el saludo solidario de nuestro Presidente, Hugo Chávez Frías, quien aun estando lejos, está en lo cotidiano con nosotros y en este momento sabe que estamos presentes en esta reunión tan importante, a la cual envía sus cordiales saludos.

Y antes de empezar un nuevo discurso, quisiera compartir con ustedes, las emociones sentidas en la llegada de esta mañana, al ver nuevamente a nuestro SELA, nuestro querido organismo latinoamericano, actuando nuevamente en su Sede. Fue una gran emoción poder recordar en este espacio que cuando estudiante y después como profesional, visitábamos la biblioteca y leíamos los trabajos que ustedes realizan a diario y nos servían en numerosas ocasiones para también mejorar la formación de los jóvenes, en nuestras casas de estudios superiores. Esa emoción se profundiza mucho más cuando puedo ver en este escenario a los representantes de la región sin excluidos, cuando estamos en un organismo con todos los integrantes de la gran familia latinoamericana y caribeña.

Hoy, hace dos meses y diez días que el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, reinauguró la Sede de la Secretaría Permanente del SELA, cuyas instalaciones fueron destruidas por un voraz incendio en el año 1998, como bien lo acaba de recordar el Secretario Permanente del SELA. El entusiasta y profundo discurso que presentó nuestro Presidente a los asistentes a ese acto, así como el llamado a los países hermanos de apoyar nuestras instituciones regionales y darles oxigeno, es el reflejo de la mayor importancia que tiene el Sistema Económico Latinoamericano como organismo regional de gran amplitud para América Latina y el Caribe.

El SELA, como ya se ha señalado, cuyo origen se remonta a Octubre de 1975 y que tiene 28 Estados Miembros en su seno, también ha pasado por varias reflexiones, buscando adecuar sus objetivos y funciones a los cambios presentes en el entorno internacional, para de esa forma establecer prioridades que respondan a esas realidades.

La última década, del siglo recién terminado, se caracterizó por profundas transformaciones que se reflejan, según nos lo señalan en el fin de la guerra fría, la profundización de la globalización, el replanteamiento del papel del estado y la consolidación de espacios económicos regionales. En cuanto al fin de la guerra, escuchamos con muchísima atención la intervención del Secretario Permanente y hoy somos testigos de los terribles actos de terrorismo que ocurrieron el pasado 11 de septiembre en Los Estados Unidos de América, que tuvieron como consecuencia, numerosos muertos de diferentes nacionalidades y en estos momentos están teniendo como respuesta acciones bélicas por parte de los Estados Unidos y otros países contra Afganistán, cuyos resultados, son impredecibles para la humanidad. Es un capítulo nuevo que se abre y es un capítulo nuevo que tenemos que atender, como bien nos los señaló el Embajador Boye.

Eduardo Galeano, lo leíamos recientemente en un artículo donde nos simplifica esta situación como la lucha del bien contra el mal. Nosotros condenamos el terrorismo y nos produce gran tristeza la respuesta bélica que, como escribió alguien en una pared de Nueva York, ojo por ojo deja el mundo ciego; rechazamos la guerra terrorista y bélica y proponemos en su lugar el diálogo de la civilización. Nos recordaba el Dr. Marchand del Perú, lo que ellos sufrieron con los actos terroristas en su patria y desde aquí compartimos la expresión de una zona libre de terrorismo; pero también leíamos recientemente en la prensa nacional, como se recordaba también con tristeza, actos terroristas que han enlutado países nuestros y que quedaron en un silencio, sin un repudio -ni por la comunidad nuestra ni por la comunidad internacional- como el acto terrorista que se llevó a cabo también un 11 de septiembre contra una delegación de jóvenes deportistas, contra una delegación de presente y futuro de nuestros pueblos. Condenamos, por supuesto, todos esos actos terroristas y compartimos la idea de identificar las causas y, también incorporar al terrorismo como un elemento de estudio en estos escenarios, en estos espacios, en los cuales creemos.

En otro aspecto, hablando de la globalización que también ha sido tocada ya por los dos oradores que me precedieron, la profundización de la misma es presentada como uno de los mayores retos teóricos que tenemos que enfrentar los países del sur y en este caso, América Latina y el Caribe. Se nos presenta la globalización con ese carácter de fundamentalismo, y es ese fundamentalismo de la globalización el cual también debemos y tenemos que derrotar; porque aquí también hay fundamentalismo cuando se nos induce a aceptar la presencia de un mundo sin fronteras, dirigido por unas fuerzas invisibles en donde las transacciones económicas y financieras deben darse en los mercados mundiales, desconociendo nuestros mercados nacionales, así como las decisiones de las inversiones, tecnologías, asignación de recursos, se toman en los mercados y en los consorcios transnacionales.

Los resultados de la aplicabilidad de estas políticas, calificadas como neoliberales, se reflejan en la disminución del crecimiento de la producción mundial, que se redujo prácticamente en más de la mitad al pasar del 5.5% a un 2,5% en los noventa; y en la declinación de la tasa de inversión de los países desarrollados en 2 y 3 puntos porcentuales, aunque en los países subdesarrollados se mantuvo alta debido a los resultados que presenta China y otros países asiáticos.

Otro reto que tenemos en la región y que consideramos que tal vez es el fundamental, es el de asumir el proceso de nuestro propio desarrollo, visto a través de la estabilidad de nuestras instituciones con la participación activa de la sociedad organizada, de los empresarios, insertándonos con visión propia en el orden mundial, incorporando nuestras fuerzas de trabajo a la economía de mercado, a las corrientes de crecimiento de la producción y el ingreso; para lo cual, en términos generales, es necesaria la presencia del estado, como ente articulador del poder de decisión nacional y así, poder atender y dar respuesta a los conflictos de intereses y presentar respaldo a las iniciativas privadas de acumulación y cambios tecnológicos. Así también, para ejercer el papel de promotor del ahorro interno y de la acumulación de capital, diversificación de las economías que contempla la expansión de las exportaciones, generación de las ventajas competitivas como resultado de la transformación del sistema productivo, incorporación del desarrollo científico y tecnológico, el equilibrio también en nuestras balanzas de pago y del presupuesto y tipo de cambio, así como la estabilidad del nivel general de precios. Ese es un deber que tenemos cuando señalamos que debemos asumir nuestro propio proceso de desarrollo.

Estos aspectos que están ligados con el propio desarrollo, no podemos extraerlos de otras realidades, el desarrollo se gesta dentro de nuestras propias realidades, desarrollando la capacidad para insertarnos en el escenario mundial, manteniendo nuestra independencia de poder decidir nuestro rumbo en el orden global. Los resultados de la tendencia de la globalización en este marco fundamentalista en la región no han sido han sido hasta el presente los más acertados; si bien no podemos dejar de reconocer que hubo avances en algunos procesos que condujeron a determinadas transformaciones de algunas economías latinoamericanas, en cuanto a la tasa de crecimiento del producto, desarrollo industrial, urbanización y otros, también es cierto que subsistieron los desequilibrios internos y externos agravados por una tendencia al desequilibrio fiscal, al creciente endeudamiento público, a las devaluaciones y las presiones inflacionarias.

La visión de los organismos multilaterales agrupados en el Consenso de Washington tampoco ha generado las respuestas deseadas por la región. La mayor apertura en la región coincide con la desindustrialización y la ruptura de eslabonamientos intraindustriales; resultados más que elocuentes: en la década de los ochenta el producto per-cápita de América Latina cayó en más del 10% y el crecimiento económico en los noventa es menor al compararlo con el crecimiento económico de la etapa del desarrollo hacia adentro.

Aumento de la pobreza:

Hoy América Latina, y así nos lo señalaba nuestro Presidente en el acto de reinstalación del SELA, sufre más pobreza que hace dos décadas, 37% fue la pobreza en el año ochenta y dos décadas después alcanza el 44%. 244 millones de pobres, 90 millones de indigentes, millones de niños sin escuelas, sin salud, miles de niños que se nos mueren de hambre diariamente, esa es parte de los resultados de mayor tristeza, ocasionados en esta época de aplicabilidad de un modelo que fue calificado por el Papa, como modelo "salvaje".

La marginalidad ha aumentado, la concentración de la riqueza está creciendo, 5% de la población absorbe el 25% del ingreso total en la región y la distancia entre el 20% más rico y el 20% más pobre es de 19 veces; ratificando con esto la concepción de que América Latina es la región del mundo con la mayor concentración de las riquezas y la peor distribución del ingreso.

La integración regional:

Consideramos que los esquemas de integración regional deben verse como potencialidades evidentes para la construcción de un mundo más equilibrado, de un mundo menos desigual y con alternativas a la unipolilaridad hegemónica que hoy se nos presenta so pretexto de la globalización. Han sido muchos los intentos de integración regional, cristalizados algunos con sus dificultades propias como la Comunidad Andina de Naciones, el MERCOSUR, el Grupo de los Tres (G3), los esquemas del Caribe y Centroamérica, fundamentalmente.

En estos momentos se nos presenta una nueva forma de integración, el ALCA, y nos preguntamos: ¿Es acaso el ALCA la integración necesaria? Consideramos que el ALCA es una opción, y es una opción que debemos discutir, debemos analizar y debemos evaluar. Se nos ha señalado de una eventual firma de este acuerdo hemisférico; pero, sin embargo, las propuestas tienen dividida la opinión pública y sobre todo a los agentes gubernamentales de los distintos países que la integrarían. Por un lado, observamos la existencia de una visión fatalista, según la cual, la globalización es un proceso ineludible y que, por tal razón, debemos adecuarnos a ella, lo cual por supuesto, implica que nuestros países deben asumir el compromiso del acuerdo de manera total y sin condiciones, pues de lo contrario estaríamos perdiendo potenciales beneficios.

Desde sus comienzos, estas negociaciones hemisféricas nos han generado ciertas dudas, que no han sido exteriorizadas en debates nacionales, ni regionales. Existe como una especie de mandato de silencio sobre el tema; sin embargo, al aproximarse la fecha de la conclusión de las negociaciones se está propiciando la discusión sobre las implicaciones de un acuerdo de tal naturaleza, y la evaluación objetiva de sus ventajas y desventajas se hace indispensable.

De manera mucho más concreta, existe incluso dentro de los grupos de negociación algunas situaciones que se hacen evidentes; por ejemplo, los textos negociados no contienen el origen de las propuestas, por lo cual se hace difícil conocer las posiciones de cada uno de los países con certeza y se complica su estudio por parte de funcionarios que no asisten a la salas de negociación; además, encontramos que los textos están plagados de corchetes, muchos de los cuales contienen posiciones muy difíciles de conciliar.

El ALCA, amigos, lo volvemos a señalar, para nosotros los venezolanos es una opción, pero consideramos que no es nuestro destino, el ALCA tenemos que verla y discutirla como: ¿Es acaso la integración necesaria que requerimos los pueblos de América Latina y el Caribe? Frente al fracaso de esta estrategia neoliberal y las consecuencias sobre la seguridad y el bienestar de los latinoamericanos y caribeños, de la cual nos hablaba nuestro Secretario Permanente, la presencia del SELA pasa a tener una fundamental relevancia como ente propiciador de respuestas a los problemas regionales y es aquí donde nos vemos ubicados y volvemos a compartir con los dos oradores que me precedieron, el papel y el futuro del SELA.

Este papel y el futuro del Sistema Económico Latinoamericano deben estar caracterizados o deben estar ubicados ante los nuevos desafíos, por lo cual, compartimos y apoyamos el fortalecimiento de este organismo, le depositamos nuestra confianza por su natural carácter integrador y, desde esta tribuna, hacemos el llamado a todos los Estados Miembros a que nos unamos a fortalecer al Sistema Económico Latinoamericano como ente natural de integración de nuestros pueblos. Compartamos las discusiones, compartamos los planteamientos y discutamos los diferentes puntos que nos presentan estos nuevos desafíos; y desde ese punto de vista también, debemos recordar, y es un llamado que con todo sencillez hacemos a los Estados Miembros, lo relacionado con el financiamiento del Sistema Económico Latinoamericano, tenemos también que cumplir con este mandato para poder fortalecernos, para que el SELA siga existiendo en nuestra región como ese ente natural de desafíos y también de propuestas a estos nuevos desafíos que se presentan a la región.

Muchas gracias amigos.

 

 


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