Titulo Informe Final de la XXVII Reunión Ordinaria
del Consejo Latinoamericano
CL/XXVII.O/DF
Caracas 8-10 de octubre de 2001

 

Autor Secretaría Permanente del SELA

 

ANEXO II
SESIÓN DE INSTALACIÓN DE LA ETAPA PREPARATORIA

8 de octubre de 2001

Discurso del Excmo. señor Embajador Otto Boye Soto,
Secretario Permanente del SELA


Discurso del Excmo. señor Luis Marchand Stens,
Embajador de Perú en Venezuela

 


Discurso del Excmo. señor Embajador Otto Boye Soto,
Secretario Permanente del SELA


Señores Representantes
Distinguidos Delegados

En un momento muy especial de la humanidad, en medio de una guerra en sus primeras etapas y de impredecibles alcances, deseo, en primer lugar, darles la bienvenida en esta sede de la Secretaría Permanente del SELA. Como ustedes ya habrán apreciado, esta ha sido reconstruida y cuenta nuevamente con la mayor parte de las instalaciones necesarias para el buen desempeño de la institución. Este hecho fue posible gracias a un aporte extraordinario del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y en su inauguración, el pasado 24 de Julio, contamos con la presencia del Presidente Hugo Chávez Frías, quien en todo momento nos ha animado recuperar el dinamismo del Sistema Económico Latinoamericano. Quisiera agradecer nuevamente, ante ustedes, el apoyo y estímulo recibidos.

En esa oportunidad el Presidente Chávez dijo: "contamos con el SELA y cuenta el SELA con nosotros para apoyarlo, para pedirle, para exigirle, para que juntos podamos hacer realidad la utopía bolivariana de una América Latina y Caribeña unida de verdad, fortalecida, globalizada, pero para la vida, no globalizada para la muerte, globalizada para la democracia verdadera y no globalizada para la dominación, globalizada para la esperanza y la felicidad de los pueblos y no globalizada para la infelicidad de nuestros pueblos".

Estas palabras interpretan el ánimo que nos ha guiado durante el último año. Un espíritu constructivo, basado en la firme convicción de que desde el SELA podemos emprender acciones de significación para los países y los pueblos de América Latina y el Caribe. Pensamos que tales acciones son particularmente necesarias ante la situación de incertidumbre que hoy en día caracteriza a las relaciones internacionales. Hace menos de un mes presenciamos actos inconcebibles que han alterado la estabilidad mundial y cuyas repercusiones aún no conocemos. Oportunamente condenamos de manera categórica los atentados terroristas, pero ahora debemos pensarlos, comprender su significado y conocer sus causas y consecuencias, ponderando cómo debe actuar América Latina y el Caribe ante una situación que es radicalmente nueva. El comienzo, ayer, de las hostilidades bélicas en Afganistán ha abierto un capítulo que, estoy seguro, todos deseamos sea breve y conduzca a una paz duradera entre las naciones de la tierra, basada en la tolerancia, el diálogo permanente de las culturas y la equidad generalizada.

Pero la nueva situación no es provocada solamente por los trágicos hechos ocurridos en Washington y Nueva York, y por los hechos posteriores. Desde antes de que sucedieran, se venía incubando un desequilibrio económico que ha afectado a muchos de nuestros países. Se podía observar cómo eran magros los frutos de los importantes esfuerzos y sacrificios realizados en nuestra región para ordenar y estabilizar sus economías. Nos sorprendían crisis inesperadas, a menudo originadas en lugares remotos. Resultaban inútiles remedios que hacía pocos años parecían eficaces. Parecían poco acertados los diagnósticos. Empezaba a cundir el desconcierto.

Hoy es mayor la urgencia. Deseamos insertarnos en un mundo que está cambiando velozmente y cuyas características aún no han sido definidas, pues la dinámica del proceso lo ha impedido hasta ahora. Queremos llamar la atención internacional sobre nuestros problemas, pero esa atención está volcada hacia otras situaciones apremiantes. Debemos hacer frente a amenazas económicas que todavía no conocemos cabalmente. Y aspiramos a lograr un desarrollo que nuevamente pareciera escapársenos.

Todos estos desafíos, algunos nuevos y otros de vieja data, exigen claridad de miras y propósitos. Y obligan a actuar, aun cuando no se esté completamente preparado para ello. Aconsejan, además, consultas y acciones conjuntas en un mundo que ha empezado a redescubrir el valor y la utilidad de la solidaridad.

En este contexto, que no analizaré con mayor profundidad en esta oportunidad, el SELA se prepara para servir a sus Estados Miembros. Esta sede no es sino la expresión material de lo que hemos llamado el relanzamiento del SELA. Estamos concientes de que los retos que deben encarar los países de América Latina exigen un espíritu renovado de decisión y de lucha. Es con ese estado de ánimo que estamos considerando nuestras actividades futuras. Estamos seguros que en tal tarea contaremos con el apoyo de todos, porque las exigencias del presente reclaman el concurso de todos.

El primer apoyo que requerimos es conocer de manera franca y abierta las necesidades, aspiraciones y expectativas de los Estados Miembros con respecto a nuestra institución. Hace tres años, después del incendio que destruyó nuestra sede, y luego de un esfuerzo laborioso de varios meses, el Consejo Latinoamericano decidió una reestructuración del SELA, de acuerdo a la cual se precisaron sus objetivos y funciones; se establecieron lineamientos para el programa de trabajo; y se definieron modalidades de acción, áreas temáticas y pautas operativas.

Desde entonces, la Secretaría Permanente ha trabajado para implementar dicha reestructuración y seguir tales orientaciones. Hoy podemos afirmar que ese mandato ha sido realizado y que estamos en condiciones de emprender las tareas que los Estados Miembros consideren prioritarias y nos sean encomendadas. Hemos tratado de interpretar cuáles son las tareas esperadas en la formulación de nuestro Programa de Trabajo. Pero en una situación tan cambiante como a la que me referí al inicio de éstas palabras, se necesita de un diálogo constante, de un intercambio de ideas, que llene de contenido, actualice y le confiera dinamismo a los acuerdos alcanzados hace tres años respecto a la orientación general del organismo. La participación activa de los Estados Miembros es indispensable para hacerlo de la mejor manera.

En este contexto de renovación y optimismo se enmarcó el segundo año de mi gestión al frente de la Secretaría Permanente. Al igual que la situación internacional, ha tenido experiencias contrastantes. Debimos seguir afrontando angustias financieras, particularmente en este preciso momento, pero, paradójicamente, ellas han solidificado más el espíritu y la entrega de nuestro personal, como lo evidencian los éxitos logrados en el cumplimiento de los mandatos recibidos, lo que se puede constatar al considerar el Vigésimo Quinto Informe Anual de la Secretaría Permanente.

Hemos enfrentado la crisis financiera propia continuando con la política de austeridad emprendida a partir del incendio que destruyó nuestras instalaciones en febrero de 1998, haciendo recortes sustanciales de gastos y congelando temporalmente los cargos. No podía hacerse de otra manera, si se quería mantener la salud financiera de la institución. Pero, al mismo tiempo, no descuidamos el cumplimiento de las actividades en las tres áreas que conforman el Programa de Trabajo. En cada una de ellas, concentramos el acento en algunos temas prioritarios:

En el ámbito de las relaciones extrarregionales, nos preocupó el tema de las negociaciones agrícolas, con la realización de varios estudios y un gran seminario, organizado conjuntamente con el Banco Mundial y la colaboración de la CAF y el tema del financiamiento del desarrollo, deuda externa e inversiones extranjeras, con estudios que se presentan en el marco de esta reunión como documentos informativos.

En el área de las relaciones intrarregionales, hemos privilegiado varios temas, en torno al progreso de la integración regional, como el Seminario "Integración Latinoamericana y Caribeña: empresa necesaria y posible", cuyas conclusiones fueron presentadas a las más altas instancias nacionales de los Estados Miembros; la coordinación con las otras secretarías de integración y de cooperación de la región; el logro que significó volver a realizar una reunión, la tercera, del Foro Regional sobre Política Industrial; y más recientemente, el iniciar las exploraciones de un tema de crucial importancia para la región: esto es, las relaciones entre el ALCA y la Integración regional, al que se han dedicado diversos estudios, como los tres que se presentan como documentos informativos en el marco de esta Reunión.

En el ámbito de la cooperación regional, deseamos destacar la importancia de las acciones del Programa IBERPYME del Convenio AECI-SELA, en materia de cooperación Inter-empresarial y de capacitación sobre internacionalización de las Pymes. A ellas, se agregarán, a partir de este mes de octubre, las acciones previstas en el Programa Especial de Apoyo al Caribe , incluidas en el mismo Convenio para los años 2001-2002.

Aspiramos a que la reinstalación de la Secretaría en su sede de la Torre Europa marque el punto de partida para el fortalecimiento de las actividades del organismo. En esta perspectiva, la Secretaría presenta, a consideración del Consejo, el Programa de Trabajo para el año 2002, en el que quisiéramos destacar la elección, como tema central, de las relaciones entre la integración regional y el establecimiento del ALCA, en sus diferentes facetas, como punto de encuentro de las agendas interna y externa de la región. Cabe enfatizar, al respecto, que el análisis y el papel que hemos concebido para el SELA en éste tema no se relaciona con las negociaciones que nuestros Estados Miembros llevan a cabo. Se trata, en cambio, de analizar las características y de evaluar el posible impacto del resultado de las negociaciones de ALCA en los proyectos de integración de la región y en la inserción de nuestros países en la economía globalizada.

En las áreas específicas del Programa de Trabajo, cabe destacar las negociaciones agrícolas, inversiones extranjeras, apoyo a las economías más pequeñas, el análisis de las distintas dimensiones del proceso de integración y las actividades de apoyo, como prensa y difusión. En este último campo se procurará un mayor contacto con los gobiernos de los Estados Miembros y en general con la sociedad civil de la región, a partir de instrumentos como la página Web del SELA, la Revista Capítulos, la Antena del SELA en los Estados Unidos, las notas estratégicas, que hemos reanudado, y la consolidación de la Red de Usuarios del SELA.

Para realizar este ambicioso Programa de Trabajo, se ha previsto un nivel de gastos similar al contemplado en los presupuestos de los últimos tres años. Debido a razones de prudencia financiera, en ese período el gasto ejecutado ha sido apreciablemente menor al presupuesto autorizado. A pesar de ello se ha podido retornar a niveles de actividad cercanos a la normalidad, que hubieran sido mayores si hubiéramos dispuesto, como ahora disponemos, de la infraestructura física necesaria. Por ello creemos que, si además de la infraestructura, contamos con los recursos presupuestados estaremos en capacidad de alcanzar niveles de actividad y producir resultados ampliamente satisfactorios.

Para el financiamiento del presupuesto, presentamos al Consejo Latinoamericano dos opciones. Una de ellas considera el financiamiento total del presupuesto mediante cuotas corrientes de los Estados Miembros, lo cual significaría un incremento de las cuotas de 5,77% con respecto a las aprobadas para el año en curso. La otra considera un esquema similar al de este año, que es el que contemplaba la Decisión No 406, cuya vigencia venció con el presupuesto del año 2001.

Aparte de concentrar los recursos humanos y financieros en el tema central, y en las áreas específicas indicadas en el Programa de Trabajo, proyectamos realizar un esfuerzo especial para la obtención de recursos financieros intra y extrarregionales, a fin de apoyar la ejecución de las actividades previstas. Al respecto, si bien se podrán financiar con recursos propios un cierto número de acciones de alto impacto y fuerte vinculación con el tema central, será necesario sumar esfuerzos con otras instituciones, del sector público y privado, y con organismos regionales e internacionales, a través del cofinanciamiento de acciones de interés mutuo. En este terreno el SELA tiene una valiosa experiencia acumulada, con numerosos programas realizados con éxito y a plena satisfacción de todas las partes involucradas.

Señores Representantes
Señores Delegados

El SELA ha estado y seguirá estando al servicio de sus Estados Miembros, procurando que su accionar contribuya a una mejor compresión de la realidad latinoamericana y caribeña, de la interrelación entre las economías nacionales, así como de las exigencias que imponen los procesos de integración y globalización.

En un mundo cada vez más interrelacionado, para alcanzar los objetivos compartidos de desarrollo económico y social, superación de la pobreza y la desigualdad, inserción significativa en la economía mundial y disminución de la vulnerabilidad, se requieren el diálogo, la coordinación y las acciones conjuntas. El SELA es un instrumento creado por los países de América Latina y el Caribe para emprenderlos. Utilizar este instrumento puede contribuir a clarificar y avanzar los intereses de la región y de sus pueblos. Estamos a su disposición.


Muchas gracias.

   


Discurso del Excmo. señor Luis Marchand Stens,
Embajador de Perú en Venezuela


Distinguidos Señores Representantes,
Señor Secretario Permanente del SELA,

Quisiera comenzar expresando que hablar de manera inesperada es difícil. Hablar frente a un auditorio tan importante, y después de las palabras de un experto en la materia, como el Embajador Otto Boye, es tres veces más difícil. Sin embargo, pidiendo excusas a todos ustedes por no haber estado debidamente preparado, me voy a permitir un atrevimiento, y digo atrevimiento, porque después de haber escuchado al Secretario Permanente en una exposición muy autorizada, me resta muy poco espacio para poder decir algo que concierte el interés de la sala y que aporte determinados lineamientos a la trascendente tarea que nos aguarda.

Antes de proseguir debo dejar constancia de mi agradecimiento por esta elección y reiterar que acepto esta importante presidencia por cuanto constituye un pleno reconocimiento y un homenaje al Gobierno Democrático del Perú.

Considero un grato e ineludible deber, testimoniar mi agradecimiento al Embajador Otto Boye, por el enorme esfuerzo que está haciendo y que ha permitido, afortunadamente, mantener a esta organización vigente, y digo afortunadamente, porque es la única institución internacional plenaria a nivel latinoamericano y caribeño. Ello tiene un significado muy especial en momentos, como los que hoy vivimos, a los que ha hecho alusión el Embajador Boye, como momentos cruciales en el actual horizonte, no solamente latinoamericano y caribeño, sino también mundial.

Quiero sumarme a los agradecimientos que ha formulado el Secretario Permanente, para el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, y desde luego, para el Presidente, Don Hugo Chávez Frías, por el generoso gesto de asumir la reconstrucción de este local y ponerlo, nuevamente, a disposición de todo el sistema latinoamericano y caribeño. Y esto tiene, además, un contenido muy importante, porque demuestra fe y firme convicción en la vigencia y el futuro de esta institución latinoamericana y caribeña.

Quisiera plantear simplemente unas reflexiones en voz alta. Las expreso como una personal visualización y no como una afirmación categórica, porque la debilidad de las expresiones pontificales se pone en evidencia ante la realidad de los hechos, que muchas veces, al día siguiente, las refutan de manera contundente. Por eso, me inclino siempre hacia la reflexión de las realidades que conforman nuestro transitar hacia el objetivo integracionista de nuestras naciones.

Tenemos abierto en el horizonte latinoamericano y caribeño, lo que llamaría los caminos de la integración. ¿Y cuáles son? Todos los conocemos. Primero, los esfuerzos subregionales que vienen efectuándose desde hace varios lustros y que de cierta manera reordenaron y canalizaron las acciones emprendidas, inicialmente, en pro de una integración de conjunto. Esto fue un lúcido cambio metodológico económico y político, por cuanto se persigue el mismo fin pero con actores subregionales que pueden, decidir con mayor celeridad, opciones ejecutivas más específicas y expeditivas.

Segundo, los entendimientos y acuerdos de convergencia entre los mecanismos subregionales, es una cuestión prioritaria, porque en la medida en que nuestros esquemas subregionales vayan asumiendo acciones de convergencia, el camino hacia la integración regional latinoamericana y caribeña se torna mucho más factible, ya que gradualmente se van ampliando los diversos espacios que conforman nuestra región.

La convergencia entre todos nuestros mecanismos subregionales, es la gran avenida que conduce al cumplimiento del legado histórico del gran Libertador Simón Bolívar, heredad cuyo cumplimiento cada día se pone más en evidencia ante latinoamericanos y caribeños, ya que el bienestar y el desarrollo de nuestros pueblos pasa, ineluctablemente, por un común y compartido destino integratorio.

En tercer lugar, tenemos otro desafío, el ALCA 2005.

Por eso es muy importante que el SELA haya planteado el tema del ALCA, y que la distinguida representación del Brasil, haya propuesto una reunión sobre el rol del SELA en el futuro regional. Esto es altamente significativo, por cuanto el proceso de aproximación al ALCA va a requerir una previa concertación latinoamericana y caribeña. Ello de ningún modo significa que los esfuerzos subregionales, la integración regional latinoamericana y caribeña, y el ALCA sean incompatibles. Desde luego, que no tienen por que ser incompatibles. Pienso en grandes afluentes que conforman un gran río; pero al generar ese gran río, los afluentes mantienen sus propias corrientes, conservan sus propios cauces, por cuanto constituyen fuentes prioritariamente vitales para el entorno natural al cual pertenecen. Lo que debemos lograr es una confluencia, pero una confluencia ordenada y graduada que impulse y dinamice desde una perspectiva continental, el desarrollo social, económico y comercial del entorno latinoamericano y caribeño.

Finalmente, dentro de estos espacios existe un círculo envolvente, no digo envolvente en un sentido negativo, sino más bien en un buen sentido, la globalización. Pero, con la globalización, hay que tener también la misma visión que estamos teniendo hacia el ALCA. Latinoamérica y el Caribe tienen que insertarse en el proceso de globalización, unos más, otros menos, pero de manera que nadie quede perjudicado totalmente por el proceso de globalización. ¿Por qué? Por una razón sencilla, hoy en día metafóricamente, se dice "países desarrollados y países en vías de desarrollo". Si no organizamos convergentemente la inserción latinoamericana y caribeña dentro del proceso de globalización, los resultados podrían comportar sólo un insubstancial cambio terminológico: ya no se hablará de países industrializados y países subdesarrollados, sino de países globalizados y países englobados. Y eso es lo que hay que evitar.

Por ello, la visión latinoamericana y caribeña, vis-à-vis, de todos estos desafíos que pueden transformar y cambiar radicalmente nuestros patrones de vida, tiene que sustentarse en una firme convicción de unidad y de solidaridad.

Estas reflexiones -como he dicho- las formulo a título personal y en relación con ellas vino a mi memoria al hablar de unidad y solidaridad, la pasada crisis de la deuda externa. Hay un libro particularmente importante relacionado con dicha crisis, de una personalidad que fue sobresaliente Secretario Permanente del SELA, el Embajador Carlos Alzamora Traverso, que se titula "La Capitulación de América Latina". Así se llama ese libro, que refleja con autoridad intelectual y testimonial, la dura experiencia que tuvieron que afrontar muchos de nuestros países. Conversando un día con Carlos, hice recuerdo de una anécdota hindú que refleja lo que -en cierto modo- fue esa crisis. Dicen que en una zona de la India, había un príncipe heredero que tenía que ascender al trono y disponía de un sabio tutor. Un día el preceptor lo ubicó delante de una ventana y le dijo: Alteza Real, ¿qué ve usted a través del vidrio de esa ventana? Veo mucha gente pasar. Luego lo volteó y lo puso frente a un espejo y le preguntó: Alteza Real, ¿qué ve usted frente a este espejo? El príncipe respondió, me veo a mí mismo. ¿Alteza Real -preguntó el tutor- dígame usted, qué diferencia hay entre esa ventana donde usted ve mucha gente pasar y ese espejo frente al cual usted solamente se ve a sí mismo? Como el sabio maestro sabía que la realeza no es, per se, garantía de perspicacia, asumió la explicación y le dijo al príncipe: mire usted, entre ese vidrio, de la ventana, a través del cual ve mucha gente pasar, y ese espejo en el cual se ve usted solamente a sí mismo, hay una gran diferencia. Detrás del espejo hay una cutícula de plata, y cuando hay plata de por medio, la gente no ve a los demás sino únicamente a sí mismo.

El fondo de la solidaridad, es ver a los demás y no exclusivamente a uno mismo. Ese debería ser siempre el espíritu latinoamericano y caribeño, solidario y fraterno.

Yo quisiera terminar simplemente haciendo mención a lo que señalaba el Embajador Otto Boye, de que se vienen tiempos muy difíciles, tiempos quizás cruciales, tiempos en los cuales, tal vez, por lo dramático de lo sucedido, sintamos la angustia de que en estos momentos lo único cierto es la incertidumbre, lo que nos lleva a pensar en los trastornos muy graves, condenables, que ocasiona el terrorismo y a reiterar nuestra solidaridad con el Gobierno de los Estados Unidos de América, y con las numerosas familias de las víctimas de ese execrable atentado.

No deseo terminar sin dejar constancia de mi convicción sobre el rol que debe desarrollar el SELA y sobre la importancia de su vigencia, sobre todo ante el actual escenario regional y ante las variables sorpresivamente emergentes en el contexto mundial a raíz de los repudiables hechos ocurridos el 11 de septiembre.

A los ineludibles retos que nos plantea el avance integratorio a nivel sub-regional, así como a la necesaria convergencia entre nuestros respectivos esquemas sub-regionales, se suma la perspectiva del ALCA el año 2005 y, además, la globalización en marcha.

Todo ello tiene, insoslayablemente, que ser visto a trasluz de una perspectiva latinoamericana y caribeña que afronta complejos problemas de orden social y económico, como el grave problema de la pobreza, el desempleo, la recesión y la consiguiente responsabilidad que tienen los gobiernos democráticos de robustecer la fe de sus poblaciones en el Estado de Derecho y en el respeto de los derechos humanos.

Por consiguiente, para afrontar exitosamente los desafíos que tenemos ad-portas, vamos a necesitar de nuestros foros regionales, como el SELA, para conjuntamente vislumbrar las mejores rutas a seguir.

Por lo mismo, tengamos siempre presente que las organizaciones internacionales son los que sus países miembros quieren que sean.

Muchas gracias.

 

 


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