Titulo | Las
migraciones internacionales en América Latina y el Caribe Edición Nº 65 Mayo-agosto 2002
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Autor | Secretaría Permanente del
SELA
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La
migración mexicana, su historia e impacto
Fernando
Lozano-Ascencio
Centro Regional de Investigaciones
Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de
México.
El descenso de la mortalidad primero y la
posterior disminución de la fecundidad, proceso conocido como transición
demográfica, marcó un cambio radical en el ritmo de crecimiento y en la
estructura por edad de la población mexicana durante la última mitad del
siglo XX. La tasa de crecimiento de la población se redujo a la mitad
entre 1970 y 2000, en tanto que la población menor de quince años
disminuyó su importancia respecto de la población total, de 46 a 34 por
ciento, en el mismo periodo. En la actualidad, pese a que las bajas tasas
de mortalidad y fecundidad persisten, la emigración internacional hacia
los Estados Unidos está contribuyendo significativamente a la disminución
del ritmo de crecimiento de la población en México. Tan sólo entre 1995 y
2000 emigró a los Estados Unidos un promedio anual de 310 mil individuos.
Si esta población hubiera permanecido en México, la tasa anual de
crecimiento hubiese sido de 1.9 y no de 1.6 como lo es
actualmente.
Este importante crecimiento de la población de
mexicanos a Estados Unidos (que el Buró de Censos de ese país estimó en
8.8 millones de personas para el año 2000) ha contribuido a un incremento
considerable del dinero que envían los migrantes a sus familiares en
México. De acuerdo con cifras del Banco de México, en el año 2001
ingresaron a México 8.895 millones de dólares, cantidad muy superior a los
ingresos provenientes del turismo
extranjero.
I. Evolución reciente
de la dinámica demográfica de México
Durante las últimas
tres décadas del siglo XX, la población de México prácticamente se duplicó
al pasar de 48.2 millones de personas en 1970, a 97.5 millones en el año
2000. Aunque se trata de un crecimiento de más de cien por ciento, las
tasas medias anuales de crecimiento (TMAC) fueron disminuyendo
paulatinamente a lo largo de esos treinta años. Así vemos que entre 1960 y
1970 la TMAC fue de 3,4, entre 1970 y 1990 esa misma tasa bajó a 2.6,
entre 1990 y 1995 el mismo indicador continuó a la baja ubicándose en 2.0,
para cerrar en el quinquenio 1995-2000 en una TMAC de 1,6.
En el
periodo que va de 1995 a 2000, anualmente nacieron alrededor de 2.34
millones de niños y ocurrieron cerca de 440 mil defunciones anuales. Ello
implica un crecimiento anual de la población de alrededor de 1.9 millones
de personas. De acuerdo con estos datos, la TMAC entre 1995 y 2000 sería
de 1.9, cifra que refleja el crecimiento natural de la población mexicana.
Sin embargo, si tomamos en cuenta que anualmente salieron del país 310 mil
individuos (de acuerdo con estimaciones del Consejo Nacional de Población)
la tasa real de crecimiento de la población mexicana entre 1995 y 200,
conocida como tasa de crecimiento social, fue de 1.6 (Partida
2001).
¿Qué significa esta emigración masiva de mexicanos al
extranjero? ¿Qué pierde y qué gana México con esta salida masiva de
población? Desde la perspectiva de las políticas gubernamentales de
población, y sobre todo desde la perspectiva de las metas oficiales del
crecimiento de población, una tasa de 1.6 por ciento es evaluada
positivamente. Sin embargo, algo que hay que tener claro es que en esa
baja del crecimiento de la población, no sólo ha sido responsable la
disminución sistemática de los niveles de la fecundidad en México, sino
también el considerable aumento de la emigración masiva de mexicanos a los
Estados Unidos. A continuación examinaremos, algunas características de la
dinámica demográfica de México, considerando cada uno de sus componentes
principales: mortalidad, fecundidad y migración
internacional.
1. El declive de la mortalidad en
México
En círculos académicos y oficiales se coincide que
la población de México atraviesa desde hace varias décadas por una fase de
plena y acelerada transición demográfica (Partida 2000). La disminución de
la mortalidad ha venido ocurriendo desde la primera mitad del siglo XX.
Entre 1930 y 1960 el número de defunciones ser redujo de 27 a 12
individuos por cada 1,000 habitantes, respectivamente. En 1980 este mismo
indicador (conocido como tasa bruta de mortalidad) se redujo a 7
defunciones por cada mil habitantes,a 5 en 1990 y a 4 en el año 2000
(INEGI 2001).
Esta tendencia a la
baja en el número de defunciones es reflejo, por un lado, de la
disminución de la mortalidad durante los primeros años de vida (mortalidad
infantil) y de la reducción del riesgo de morir, es decir del aumento en
la esperanza de vida. Respecto a la mortalidad infantil vemos que mientras
que en 1930 morían 156 niños por cada mil niños que nacían, esa cifra se
redujo a 53 en 1980, a 36 en 1990 y a 25 en el año 2000.
Por cuanto
a la esperanza de vida, en 1930 los hombres en promedio vivían 33 años y
las mujeres 35 años. Las cifras aumentaron a 58 años para hombres y a 61
años para mujeres en 1970, alcanzando valores de 73 y 77 años
respectivamente para el año 2000.
Esta espectacular caída de la
mortalidad en México, que obedeció en buena medida al aumento en el
control y regulación de enfermedades infecciosas y parasitarias, y al
avance en general de la infraestructura médica y sanitaria del país, no se
presenta de una forma homogénea a lo largo del territorio nacional. Como
ejemplo podríamos presentar los indicadores de la mortalidad infantil para
el año 2000. Se había señalado que a escala nacional, durante ese año
murieron en promedio 25 niños por cada 1,000 nacidos vivos registrados.
Sin embargo, esa cifra fue de 30.7 niños en Chiapas, 30.5 en Oaxaca, 28.6
en Guerrero, mientras que en el Distrito Federal fue de 19.8 muertes
infantiles por cada mil nacidos vivos, 20.9 en Nuevo León y 21.9 en
Aguascalientes.
2. El descenso de la
fecundidad
La disminución en los niveles de la mortalidad
antecedió a la disminución de la fecundidad. Ello explica por qué durante
las décadas de 1960 y 1970, México vivió tasas de crecimiento tan
elevadas, en realidad históricas. El inicio del descenso de la fecundidad
en México lo podemos ubicar a mediados de los años sesenta. De acuerdo con
cifras del Consejo Nacional de Población, la tasa bruta de natalidad
(nacimientos por cada mil habitantes) fue de 45 en 1960 y de 41.7 en 1970.
Aunque en estos diez años se presenta ya una incipiente disminución de la
fecundidad, es entre 1970 y 1980 en que el descenso es mucho más marcado,
pues el número de nacimientos por cada mil habitantes bajó a 35 en 1980, a
28 en 1990 y a 23.4 en 2000.
La disminución de
la fecundidad es sin duda el principal determinante de la reducción del
crecimiento de la población y de los cambios recientes en la composición
por edad de la población mexicana (Gómez de León, 1999). A su vez la
disminución de la fecundidad es un claro resultado (entre otros muchos
factores) de la prevalencia en el uso de métodos anticonceptivos. Así
vemos como en 1976, únicamente el 30 por ciento de las mujeres casadas o
unidas en edad fértil, eran usuarias de algún método de planificación
familiar. Para fines de la década de los noventa, las cosas habían
cambiado radicalmente, ya que en 1997, el 68 de las mujeres unidas eran
usuarias de algún método anticonceptivo, mientras que el 15 por ciento
eran exusuarias, y sólo el 17 por ciento de estas mujeres nunca fueron
usuarias.
Al igual que en el caso de la mortalidad, la disminución
de los niveles de fecundidad no se presentó de manera homogénea en todo el
país. Así vemos como mientras que a escala nacional la tasa global de
fecundidad (hijos por mujer en edad fértil) en el año 2000 fue de 2.4
hijos, en estados como Puebla, Guerrero, Oaxaca y Chiapas el número de
hijos por mujer fue de 3, en tanto que en entidades como el Distrito
Federal, Baja California Sur y Nuevo León el número promedio de hijos por
mujer fue menor a 2.1.
3. Cambios en la estructura por
edad
y el "bono demográfico"
La caída de la fecundidad
significó un proceso gradual de estrechamiento de la base de la pirámide
de población y el desplazamiento de generaciones numerosas hacia las
edades centrales, es decir hacia las edades comprendidas entre los 15 y 64
años. De esta forma, pese a que la población menor de 15 años aumentó
alrededor de 50 por ciento entre 1970 y 2000 (de 22 a 33 millones de
personas), esa misma población disminuyó su importancia respecto de la
población total, de 46 a 34 por ciento. En tanto el grupo de 15 a 64 años
aumentó su tamaño en 2.5 veces, al pasar de 24 millones en 1970 a 59
millones en el año 2000. El aumento en la esperanza de vida significó a su
vez un crecimiento notable del grupo de edad de 65 años o más, tanto en
términos absolutos como relativos: mientras que en 1970 este grupo contaba
con 1.8 millones de individuos, para el año 2000 aumentó a casi 5 millones
de personas.
La transformación en la estructura por edad de la
población mexicana ha sido asumida en círculos oficiales de México como un
proceso que propiciará "... una relación cada vez más ventajosa entre la
población dependiente (menores de 15 años y mayores de 65) y la población
en edad laboral (entre 15 y 64), lo que abrirá durante las próximas tres
décadas una 'ventana de oportunidad transitoria' o 'bono demográfico', al
aumentar más rápidamente la población en edad laboral que la población
dependiente" (Poder Ejecutivo Federal, 2001). El indicador que se emplea
para mostrar la relación entre la población dependiente y la población en
edad laboral se le conoce como índice de dependencia 1, el cual indica
una disminución entre 1970 y 2000 de 99.7 por ciento a 64.3 por ciento,
respectivamente.
No cabe duda que el aumento de la población en
edad productiva o "bono demográfico" es considerado por el estado mexicano
como un factor de gran importancia para el desarrollo2. Sin embargo, la paradoja que interesa discutir aquí es
la supuesta ventaja que trae consigo el aumento de la población en edad
laboral, frente al hecho de que anualmente México "pierde" 310 mil
individuos (o posiblemente más) en edad laboral por efecto de la
emigración internacional. En ese sentido, la emigración internacional de
mexicanos estaría atentando en contra de la "ventana de oportunidades
transitoria" para México y favoreciendo el bono demográfico de los Estados
Unidos, toda vez que ese país recibe precisamente población en edades más
productivas.
La lógica del funcionamiento del mercado
transnacional de trabajo entre México y los Estados Unidos, obliga a
examinar este problema desde una perspectiva más amplia, más global. Entre
ambos países se ha creado una estrecha relación de dependencia laboral.
Por un lado Estados Unidos ha establecido una demanda histórica de mano de
obra inmigrante, y por otro, la emigración internacional para México ha
permitido solventar presiones demográficas, económicas y sociales, que de
otra forma hubieran dificultado el desarrollo de su proyecto nacional. Más
adelante seguiremos desarrollando estas ideas.
4. La
migración de mexicanos a los Estados Unidos
Dos aspectos
interesan abordar en este apartado. Por un lado, mostrar la magnitud de la
emigración acumulada de mexicanos a los Estados Unidos de 1960 al año
2000, de acuerdo con las cifras que ofrece el Buró de Censos de los
Estados Unidos, y por otro, mostrar que la población mexicana que
anualmente emigra de manera definitiva hacia el vecino país, lo hace en
las edades más productivas.
De acuerdo con las cifras del censo
norteamericano, en 1960 vivían en los Estados Unidos un poco más de medio
millón de mexicanos (576 mil), alcanzando la cifra de 760 mil para
19703. Este ligero crecimiento entre 1960 y 1970 indica que
la emigración internacional hacia Estados Unidos era fundamentalmente de
carácter temporal, es decir, los trabajadores acudían por temporadas a
laborar en la agricultura y la industria norteamericana para después
retornar a su país de origen.
Sin embargo, a partir de 1970 y más
claramente a partir de 1980 la emigración mexicana empieza a ser más
marcadamente definitiva. Así vemos que para 1980 la población de mexicanos
residiendo en aquel país alcanzó la cifra de 2.2 millones de individuos,
tres veces más población que la que había en 1970. A partir de 1980
podríamos decir que la migración mexicana a los Estados Unidos entra en
una fase de acelerado crecimiento, pues la población mexicana residente
(con o sin documentos legales) alcanzó las cifras históricas de 4.3
millones en 1990 y 8.8 millones en el año 2000.
La diferencia entre
la población mexicana que había en 1990 y 2000 es de 4.5 millones, lo que
significa que anualmente alrededor de 450 mil mexicanos, emigraron
definitivamente a los Estados Unidos entre esos años, cifra muy por encima
de la estimada por el Consejo Nacional de Población de México que ubica a
este grupo en 310 mil emigrantes anuales definitivos, entre 1995 y 2000.
De cualquier manera esta emigración internacional acumulada de 8.8
millones de mexicanos representa alrededor del 9 por ciento de la
población de México en el año 2000, y constituiría el Estado número 33,
ocupando el tercer lugar en cuanto al número de habitantes después del
Estado de México y el Distrito Federal.
En virtud de que la
emigración mexicana a los Estados Unidos es principalmente de carácter
laboral (aunque no es la única razón de este histórico flujo migratorio)
es de esperarse que en la población emigrante (sobre todo en la de
emigrantes más recientes) predomine la población de edades más
productivas, esto es entre 15 y 45 años. Una forma de examinar este
fenómeno es comparando la estructura por edad de las proyecciones de
población con la estructura por edad de la población que resultó del
censo.
El Consejo Nacional de Población de México estimó que para
el año 2000 la población de México llegaría a 99 millones, considerando en
esta cifra una migración neta negativa de alrededor de 300 mil emigrantes
internacionales anuales. Sin embargo, el censo de 2000 arrojó una
población total de 97.5 millones, alrededor de 1.5 millones menos de la
población que se esperaba. En el gráfico 4 aparece una pirámide por edad
desplegada con la población censada y proyectada para el año 2000
(Partida, 2001). Cabe señalar que la mayor discrepancia entre la población
proyectada y la censada se observa precisamente en la población masculina
del grupo de edad que va de 12 a 40 años. En el caso de la población
femenina la discrepancia es menor. La explicación de la existencia de esos
"huecos" en la pirámide de población podría ser atribuida a la pérdida de
población por emigración internacional.
¿Qué ha significado
históricamente esta salida de población hacia los Estados Unidos? Es
evidente que la posición del estado mexicano ha variado a lo largo de las
distintas coyunturas económicas y políticas del siglo XX. En determinadas
etapas históricas, como en el Cardenismo (1934-1940), la emigración
internacional fue considerada como una "pérdida del recurso más importante
de la nación", es decir, su mano de obra. Era un momento en que la
emigración internacional contravenía los intereses del desarrollo de
México, pues se trataba de colonizar al país, a partir de un intenso
proceso de reforma agraria. Sin embargo, esta política anti-emigrante tuvo
un giro radical con la puesta en marcha del "programa bracero"
(1942-1965), política que coincidió con la etapa del fin del reparto
agrario, en donde la presión sobre la tierra fue sustituida por las
migraciones torrenciales hacia los Estados Unidos (García,
1981).
Con la conclusión del programa bracero, México entró a una
etapa conocida como la "era del trabajo indocumentado", caracterizada por
la ausencia de una política migratoria explícita por parte del gobierno
mexicano, aunque implícitamente se reconocían las ventajas que significaba
la salida de migrantes a los Estados Unidos, sobre todo por los recursos
económicos generados por los migrantes. Durante las décadas de los ochenta
y noventa la política del gobierno mexicano es de mucha mayor atención a
este fenómeno: se incrementa las acciones de protección consular en
territorio norteamericano, se organiza la Dirección de Atención a
Comunidades Mexicanas en el Exterior, se instauran políticas como el
Programa Paisano, se impulsan comisiones binacionales (académicas y
gubernamentales) para el estudio del fenómeno migratorio, entre otras
muchas acciones.
La administración de Vicente Fox ha asumido como
bandera la necesidad de establecer un acuerdo migratorio con la
administración de George W. Bush, de tal suerte que este acuerdo permita
la regulación de la migración temporal y promueva una "amnistía" para
millones de residentes mexicanos sin documentos.
En el fondo, el
gobierno de Fox reconoce el papel estratégico que los migrantes mexicanos
están jugando en la economía y la sociedad mexicana. Una forma de evaluar
la importancia económica de esta emigración es a partir de considerar el
flujo de divisas generado por esta población, aspecto que se examina en el
siguiente apartado.
II. Migración internacional y
remesas
El importante crecimiento de la migración mexicana
a los Estados Unidos ha significado un incremento sustancial del dinero
que envían los migrantes a sus familiares en México. De acuerdo con cifras
del Banco de México, entre 1990 y el año 2001 el monto de estos recursos
creció en 3.5 veces, al pasar de 2.492 millones de dólares a 8.895
millones de dólares entre esos años. Es particularmente notable el aumento
que se presentó entre los años 2000 y 2001. Según lo que muestra el
gráfico 5, entre esos años el monto de las remesas creció en 2.615
millones de dólares. Independientemente de la cifra récord de este último
año, las remesas de los migrantes constituyen una entrada de divisas
fundamental para el funcionamiento de la economía mexicana en su conjunto,
pero especialmente para el funcionamiento de ciertas regiones del
país.
Son muchas las formas que existen para evaluar el impacto de
estos recursos en las economías de los países expulsores de mano de obra.
En virtud de que las remesas familiares son contabilizadas en las finanzas
de cada país, dentro del rubro de ingresos por exportaciones de la balanza
de pagos (lo que fríamente indicaría que se trata del ingreso obtenido por
la exportación de mano de obra), para el caso de México las remesas
constituyeron el 5.6 por ciento del valor total de las exportaciones para
el año 2001. El monto de las remesas familiares en el año 2001 es
ligeramente menor al ingreso por exportaciones de petróleo crudo (11,594
millones de dólares), considerablemente mayor que el ingreso proveniente
del turismo extranjero (6,538 millones de dólares) y muy superior al valor
de las exportaciones agropecuarias (4,015 millones de dólares).
Notas
1Población
menor de 15 años + población de 65 años y más
Indice de dependencia =
--------------------------------------------------------------------------------
x 100
Población de 15 a 64 años
2. De acuerdo con el Plan Nacional de Desarrollo
2001-2006 "El bono demográfico en la próxima década podría convertirse en
un importante factor para el desarrollo del país si logramos crear los
empleos necesarios, al propiciar una mayor capacidad de ahorro de los
hogares y el despliegue de estrategias más eficaces tanto de formación y
utilización de los recursos humanos disponibles, como de acumulación y
movilización de activos. Sin embargo, la ventana de oportunidad empezará a
cerrarse a medida que se intens ifiquen las presiones para atender las
demandas del envejecimiento demográfico. El eficaz aprovechamiento de esta
ventana de oportunidad podría contribuir a impulsar un círculo virtuoso de
más empleos, más ahorro, más inversión".
3. Cabe hacer mención que nos estamos refiriendo a
la población que nació en México y que posteriormente emigró a los Estados
Unidos, presumiblemente de forma definitiva. Comento esto porque en la
literatura sobre el tema de la migración mexicana a los Estados Unidos, y
sobre todo en los discursos oficiales de ambos países se tiende a
confundir a la población que nació en México con la población de origen
Mexicano. La población de origen mexicano incluye a la población que
nació en México más su descendencia.
4. En
este trabajo se parte del supuesto de que las ayudas económicas del
exterior provienen de los Estados Unidos (Corona y Santibáñez
2000).
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